Allí soy la francesita. Aquí, la americana.
Frey y Varela nos narran una historia que transcurre en dos marcos temporales diferentes. Una parte se desarrolla en los años cuarenta al final de la Segunda Guerra Mundial cuando Odette decide marcharse a Estados Unidos con John y la otra en 2010, en plena crisis económica mundial, cuando el guionista francés va a viajar a Estados Unidos para conocer a la familia de su mujer, lo que junto al sentido del humor que hay en toda la obra sirve para dotar a la historia de cercanía. El nexo de unión entre ambas historias es Odette, puesto que fue durante ese viaje cuando el guionista se interesó por su historia. Como en otros cómics de Frey la historia tiene un componente biográfico con el propio guionista apareciendo en el en cómic. En esta ocasión usa el mismo recurso que en El cineasta y entremezcla las dos historias, aunque la parte que se desarrolla en el pasado resulta más interesante e incluso más creíble, puesto que los personajes que presenta en el presente parecen sacados de un catálogo de los peores tópicos de los rednecks estadounidenses. Como se trata de una historia con base real es probable que los personajes con los que se cruza Frey en su viaje a Michigan sean tal y como los muestra, pero parece que puede pecar un poco de chauvinismo. Aunque no duda en reírse de sí mismo y su forma de pensar acerca de los americanos, que está llena de prejuicios.
No estamos ante una historia sobre la guerra, sino que estamos ante una historia costumbrista mucho más pequeña y modesta que las que solemos encontrar relacionadas con ese conflicto. De hecho, no aborda ningún tema escabroso y en las escenas en las que John está cerca del frente no nos muestran ninguno de los horrores de la guerra. El tema principal es el choque entre culturas, en particular entre la francesa y la estadounidense. Algo que como vemos en la obra se sigue produciendo setenta años después, a pesar de que ahora vivimos en un mundo mucho más globalizado. La parte que se desarrolla en 2010 es una sucesión de choques culturales bastante cómicos, aunque con alguna reflexión sobre algunos de los problemas que aquejan a Estados Unidos, como el nulo control sobre la posesión de armas de fuego, pero falta algo de autocrítica con los problemas que hay en Europa. Un choque que también se puede observar en la historia de Odette, aunque algo más matizado porque ella trata de integrase y no mira a nadie por encima del hombro.
La parte más interesante es la que se desarrolla en los años cuarenta, sobre todo cuando Odette realiza el curso de una semana que la debe convertir en la “perfecta” mujer estadounidense y su viaje a bordo del Vulcania. Un pedazo de historia que debemos preservar, algo muy importante en las otras obras de Frey, en las que la conservación de la memoria es una presencia constante.
Varela hace un gran trabajo, aunque un tanto alejado de sus obras de ciencia-ficción, ya que en Michigan su estilo se acerca al que podemos ver en los trabajos de los dibujantes más destacados de la Nouvelle BD. Sus personajes se construyen con unas pocas líneas, pero resultan muy expresivos y fácilmente reconocibles. Algo a lo que acompaña con su magnífica narrativa como es marca de la casa. El gran trabajo de caracterización de personajes y lugares hace que no haya ningún problema a la hora de reconocer en que año transcurre la historia. Usa una paleta de color restringida a los naranjas, grises y azules, pero le sirve para crear imágenes de una gran belleza, sobre todo en las que nos muestra el Vulcania surcando los mares y la belleza de la naturaleza en Michigan.
Julien Frey es un cineasta y guionista de cómic nacido en 1977 en Paris. Tras licenciarse en cine, trabaja durante varios años realizando guiones para series de animación, para luego realizar proyectos más personales. Su primer contacto con el cómic como guionista se produce en 2014 cuando aparece Un jour il viendra frapper à ta porte, dibujado por Dominique Mermoux. Una obra que marca las bases de su carrera ya que incluye elementos biográficos y un interés por la memoria, algo que se convierte en una constante de su obra. Tres años después aparece Michigan. En el camino de una War Bride. En 2018 aparece El cineasta, la primera de sus tres colaboraciones con el dibujante español Nadar. A principios de este año ha aparecido la segunda L’œil du STO, sobre los franceses que fueron a trabajar a Alemania durante la segunda Guerra Mundial, y Nadar está acabando de dibujar Fatty, la tercera obra de la pajera que tratará sobre el actor del cine mudo Fatty Arbuckle.
Lucas Varela es un historietista e ilustrador nacido en Buenos Aires en 1971. Sus comienzos en el cómic de su país se produjeron con la realización de fanzines. Su salto al cómic profesional se produce de la mano de Carlos Trillo junto al que publicó tres obras: El cuerno escarlata, La herencia del coronel (Dibbuks) y Sasha despierta. A comienzo de esta década pasa a trabajar para el mercado francobelga, alternado trabajos como autor completo como Paolo Pinocchio (Dibbuks) o El día más largo del futuro (La Cúpula), con los guionizados por otros autores como El humano (La Cúpula), su último trabajo aparecido en nuestro país, y Diagnósticos (La Cúpula) guionizados por Diego Agrimbau y Michigan. en el camino de una War Bride (Ponent Mon) junto al guionista Julien Frey.
Ponent Mon hace una buena edición, de una historia que se aleja de las que nos suelen traer del mercado francobelga, pero que firman dos autores que son una garantía de calidad.
Con Michigan. En el camino de una War Bride, Julien Frey y Lucas Varela firman una historia emotiva y simpática, sobre una de las consecuencias menos conocidas de la Segunda Guerra Mundial. Una historia en la que la memoria y el choque entre cultural son los temas primordiales.
Novia de guerra
Guión - 7.5
Dibujo - 8
Interés - 7.5
7.7
Una historia divertida y emotiva sobre el choque cultural y uno de los episodios más desconocidos de la Segunda Guerra Mundial.
El cómic tiene buena pinta, pero ese título a medio traducir me repatea tanto que se va a quedar en la librería. Como si novia de guerra no fuese un término ya establecido.
Han respetado el título francés (Michigan, sur la route d’une War Bride), ellos también usaron War bride.
Entonces entono el mea culpa en lo que respecta a la edición española, pero traslado la crítica a la francesa.