Mike Carey: El diablo que ya conoces

Como muchos ya sabreis a estas alturas, Dolmen Editorial va a comenzar a publicar las aventuras de Felix Castor, personaje literario creado por Mike Carey. El primer libro que van a publicar llevará por título: El diablo que ya conoces y en cuestión de semanas debería estar en las librerias.

El caso es que la semana pasada me estaba enviando mails con Mike por unas dudas que tenía sobre sus X-Men: Legacy y no recuerdo cómo salió la publicación de su libro en España. Mike es un tio encantador así que no solo me explicó y desveló casi todas mis dudas sobre X-Men sino que también aceptó mi ofrecimiento para que explicase a los lectores españoles de qué iban las aventuras de Felix Castor, y es que, no nos engañemos, nadie mejor que el propio autor para explicarnos de que va su libro.

Quería dar las gracias a Mike por ser como es y por su paciencia casi infinita y a Victor Aguilera por su colaboración en la tradución de los textos.

Y como complemento al texto de Mike os ofrecemos también el primer capitulo de la novela cortesia de Jorge y Vicente.

Primer capítulo de El diablo que ya conoces.

Las novelas de Castor están ambientas en un mundo donde los fantasmas y los seres sobrenaturales han pasado de ser mitos populares menospreciados a ser aceptados como realidades: el gradual pero inexorable aumento de la actividad sobrenatural los ha hecho salir a la luz y ha convertido su existencia en algo irrefutable. Los fantasmas son algo común, aunque no todo el mundo puede verlos. Demonios de toda índole, desde poltergeists hasta pesos pesados del infierno pueden ser invocados por una palabra descuidada, pero expulsarlos no es, de hecho, tan sencillo. Hombres lobo y otras criaturas cambiantes (popularmente conocidos como loup-garous) han sido finalmente definidos y catalogados como espíritus humanos poseyendo cuerpos animales. Y los vampiros…bueno, nadie sabe demasiado sobre los vampiros, pero constantes rumores sugieren que están ahí fuera, en algún sitio. La cuestión ahora es cómo puede la humanidad protegerse contra las huestes sobrenaturales con la que se ha visto forzada a compartir su mundo.

Y hay mucha gente que se está encargando de ello. Toda religión mayoritaria posee una rama militante de cazadores de fantasmas y demonios, en cada gran centro comercial hay una tienda de sellos protectores, cruces de plata, ajo, amuletos, y Dios sabe que más. Cada timador de poca monta se llama a sí mismo nigromante; y si miras en las Páginas Amarillas en la sección “Exorcistas”, encontrarás a Felix Castor. Incluso puede que coja el teléfono cuando llames.

Castor es exorcista, y Londres es su territorio. No es algo que disfrute, pero tiene un auténtico don para expulsar espíritus problemáticos. Algunos llamarían magia a lo que hace, pero para Castor es más una habílidad psíquica, como la clarividencia. “Percibo el olor de un fantasma – no se como expresarlo mejor que eso. Voy a un sitio que está encantado, y simplemente puedo sentirlo. Las emociones. Los recuerdos. Es igual que cuando sabes que alguien ha estado fumando allí, o comiendo comida china, se que el lugar tiene un fantasma, y se como se siente” Cuando le ha tomado la medida al fantasma, Castor usa una tin whistle (una Clarke Original, en RE) para tocar un cantrip: un patrón musical el cuál – cuando lo toca y focaliza su voluntad en él – puede atraer y atrapar al espíritu incorpóreo, y en el momento crucial expulsarlo del plano mortal.

Es una habilidad muy demandada, pues el mundo en general y Londres en particular ha sufrido un aumento dramático de casas encantadas y posesiones demoníacas en los últimos años. El mundo de los muertos se agita, en cierto modo, de manera cíclica, y se está esparciendo preocupantemente por la mundana realidad de los vivos. Así que un buen exorcista puede cobrar lo que desee, y disfrutar de un modo de vida desatado – durante un tiempo. Pero su esperanza de vida no es como para tirar cohetes. Antes o después se encontrará con un fantasma demasiado poderoso para él, y acabará muerto, demente, o desposeído de su propio cuerpo.

Castor es un buen exorcista – quizás el mejor. Pero conoce sus posibilidades tan bien como cualquiera, y está intentado salirse del juego ahora que está en su mejor momento. El problema es que no tiene otras habilidades que vender. Y como dijo Michael Corleone… justo cuando crees que estás fuera, ellos te vuelven a arrastrar dentro”.

The Castor novels are set in a world where ghosts and supernatural beings have gone from being widely disregarded folk myths to being accepted realities: the gradual but inexorable rise in supernatural activity has brought them out of the shadows and made their existence incontestable. Ghosts are commonplace, although not everyone can see them. Demons in every flavour from poltergeists to heavy-duty hell-kin can be raised by an incautious word, but not nearly so easily dismissed. Werewolves and other were-beings (popularly known as loup-garous) have finally been defined and categorised as human ghosts possessing animal bodies. And vampires… well nobody knows much about the vampires, but persistent rumours suggest that they’re out there somewhere. The question now is how humanity can protect itself against the eldritch menagerie with which it’s suddenly forced to share its world.

And a whole lot of people are stepping into that breach. Every major religion has a militant wing of ghost-layers and demon-slayers; every shopping mall has a store selling protective wards, silver crosses, garlic and amulets and God knows what else; every penny-ante con-artist calls himself a necromancer; and if you look in the Yellow Pages under ‘Exorcists’, you’ll find Felix Castor. He may even pick up when you ring.

Castor is an exorcist, and London is his stamping ground. It’s not something he enjoys, but he’s got a real gift for dispelling unquiet spirits. Some people would call what he does magic, but Castor sees it as being more of a psychic ability, like second sight. “I get the smell of a ghost – I don’t know how to put it any better than that. I go into a place that’s haunted, and I can just sense it somehow. The emotions. The memories. It’s like, the same way you’d know if someone had been smoking there, or eating Chinese food, I know the place has got a ghost, and I know how it’s feeling.” Then when he’s got the ghost’s measure, Castor uses a tin whistle (a Clarke Original, key of D) to make a cantrip: a patterning in music which – when he plays it and focuses his will on it – can draw in and bind the bodiless spirit, and then at the crucial moment banish it from the mortal plane.

It’s a skill that’s much in demand, because the world in general and London in particular have seen a dramatic upsurge in hauntings and demonic possessions in recent years. The world of the dead is in some kind of cyclical upheaval, and it’s slopping over alarmingly into the mundane reality of the living. So a good exorcist can charge what he likes, and enjoy a hell of a life-style – for a while. But his life expectancy isn’t all that great: sooner or later he’s going to take on a spirit that’s too strong for him and end up dead, insane, or dispossessed from his own body.

Castor is a good exorcist – maybe the best. But he knows the odds as well as anyone and he’s trying to get out of the game while he’s still on top. The trouble is, he doesn’t have that many other marketable skills. And like Michael Corleone said… just when you think you’re out, they pull you back in.