Mirando el Infierno

En realidad, está ya todo dicho y visto. New York –Nueva York para los más puristas– es esa ciudad que ya casi nos es conocida por las innumerables veces que ha sido presentada y defenestrada en diversos medios: a través de películas como Independence Day o las de Woody Allen; con las novelas, como El Padrino; y en el comic, como bien es conocido por los cómics Marvel. Representa el cénit del capitalismo, de la sociedad multicultural, la unión de incontables sociedades humanas, el poder de la arquitectura vertical y todos los éxitos y fracasos conjuntados y fusionados de Occidente.

Tal vez por todo ello, se ha convertido en la ciudad en la que nos dejamos llevar en sueños cuando sucede lo imposible, donde ubicamos los ataques alienígenas, las plagas genocidas, la aparición de monstruos, el surgir de los héroes. Entre todas estas ficciones, los lectores ávidos de nuevas aventuras recordamos, con la sonrisa de complacencia y la satisfacción que refleja todo lo añejo, una saga mutante que, hace ya dos décadas, ocupó las cabeceras de los quioscos: me refiero, claro está, a Inferno. El Empire State Building se tornó una espiga de metal ennegrecida y corrupta que, más que nunca, mereció el sobrenombre de “rascacielos”, alimentada por un rencor y odio surgidos de las entrañas de esos Infiernos que pueblan el mundo Marvel. La Reina Duende, la identidad en que se convirtió la incómoda y ya innecesaria sosias de una resucitada Jane Grey, lideró todo un ejército de demonios que, con cierta crueldad y humor negro –recordad, si no, esas viñetas que Silvestri nos obsequió con buzones zampándose a perros meones o autobuses persiguiendo a sus pasajeros– asolarían New York y todos sus habitantes.

Pero allí estaban los mutantes, para deshacer el entuerto creado, sin saberlo ellos, por los guionistas que se encontraron con dos pelirrojas idénticas y un Scott Summers que “debía” volver con Jean Grey sin parecer un hombre desleal y traicionero con su mujer. Bien o mal, la saga pasó a mejor vida, la que corresponde a ese otro Limbo, y, como sucede en los cómics, ha regresado en forma de otra miniserie.

X–Men: X–Infernus será escrita por Cebulski y dibujada por Giuseppi Camuncoli, abriendo las puertas señaladas por una portada de David Finch al regreso de

Magik, la hermana difuntamente perdida o perdidamente difunta (detalle que se desconoce a ciencia cierta) de Coloso, aunque todo será debidamente explicado a través de dicha miniserie así como con X–Men: Return of Magik.

Mediante Newsarama, distintos lectores le hicieron preguntas que con mucho gusto Cebulski se ofreció a responder y aquí os mostramos. No es mucho, pero es más que nada, así que, pasemos adelante:

Ya hemos dicho que Magik regresa, pero Cebulski no quiso detallar qué implica ese regreso. ¿Es una resurrección u otra cosa? Tocará esperar para descubrirlo.

Factor–X no participará en dicha saga, tanto porque Detroit queda algo lejos de la nueva localización de los mutantes, San Francisco, como porque Peter David, el guionista de la primera serie, ya tiene grandes planes para su serie.

Regresando Magik desde el Averno, era más que posible que su hermano tuviese algo que decir o hacer. Y así es, como quiso confirmarnos Cebulski, señalando que el granjero ruso tendrá protagonismo en los cuatro números que constará esta saga.

Otros de los personajes confirmados serán algunos de los New X–Men, como Pixie y Mercury, o de los Nuevos Mutantes.

Y si unos aparecen, otros no lo harán: en este caso será con Madeleyne Pryor que, si bien se la podría ver, no será en Infernus.

El personaje favorito mutante de Cebulski: Dani Moonstar.

¿Os gustó Loners? (Recientemente publicado como Solitarios en España). Pues trabajando en más de esa serie está.

X–Infernus será autocontenido o, lo que es lo mismo, que se ceñirá a la miniserie con esta cabecera, si bien podrían sentirse sus efectos en los demás títulos.

Y con esto, ya tenemos algunos detalles más de esta saga cuyo primer número lo leeremos mientras zampamos turrón y castañas. ¡En diciembre, nos encontraremos en el Limbo!