Mister Miracle de King y Gerads

Análisis de los diferentes temas sobre los que reflexiona la maxiserie a lo largo de los 12 números

16
10881

Solo el paso del tiempo dirá si Mister Miracle es un tebeo eterno o bien caduco, de lo que sí se puede estar seguro es que ha sido una de las sensaciones de los años 2017/2018, tanto por los premios recibidos como por los temas que ha tratado. Esto último es su gran valor, lo que lo hace especial, lo que ocasiona que una serie de redactores de ZN escribamos un artículo conjunto con el que desengranar las diversas cuestiones que trata el tebeo, así como las emociones que genera en los lectores número a número.

Del número 4, en el que Scott ha de enfrentarse a un juicio, se ocupan los compañeros Luis Javier Capote y Raúl Gutierrez , de la emoción de los números #6-10 y la reflexión final se encarga Víctor José Rodríguez , del impactante y valiente final escribe Pablo Menéndez, de la genuina y atrevida narración de Gerads habla Cristian Miguel Sepúlveda y Pedro Pascual Paredes inicia el artículo analizando los tres primeros números y el quinto.

Creemos que el tebeo merece el esfuerzo realizado, esperamos que nuestras palabras sean de vuestro interés y se conviertan en un buen complemento para este excelente cómic que hoy llega a su conclusión en España con la publicación por parte de ECC del número #12 y final de la colección.

”Algo va mal en mí”

¿Qué le llevo a Scott Free a suicidarse?

En Mister Miracle #10, Scott, quien se encuentra en una encrucijada, le señala a Barda que “Pasaba un mal momento”, que “Había hecho mucho. Todo lo que siempre había querido, y eso no…”, añadiendo como otro factor de su necesidad de escapar la muerte de su amigo Oberon. Se da a entender que Scott no logró superar bien el duelo de la muerte de su amigo, aquél que fue la primera persona que conoció, junto a Thaddeus Brown, tras su llegada a la Tierra. Esa dura pérdida, ese cambio, vació a Scott, lo que puede hacer pensar que lo que calló a Barda en la anterior frase fue “y eso no me ha llenado».

Podría señalarse que la pérdida, y el pensamiento posterior a esta, le llevó a una crisis, entendiendo esta como “Síndrome agudo de estrés, caracterizado por la ruptura brusca de un estado mantenido durante un tiempo previo con una estabilidad relativa”. Hay que tener en cuenta que el estrés – y por tanto la crisis – no es es sinónimo de patología, es su mal afrontamiento o la falta de adaptación a la nueva situación, lo que ocasiona un problema de salud, sin obviar tampoco, que un problema de salud puede ocasionar estrés y este otro problema de salud.

Entre los tipos de crisis se encuentran las Madurativas y las Situacionales. Las primeras están en relación con las etapas del desarrollo, son crisis que de manera habitual sufrimos y que normalmente superamos. Cuando se presentan en la edad adulta, esta ya no tiene que ver con la edad y es debida a diferentes acontecimientos: matrimonio, hijos, muertes de familiares. Las segundas se producen cuando el individuo sufre un acontecimiento traumático de manera repentina e inevitable: pérdida de trabajo, fracasos académicos, sentimentales.

Por sus palabras a Barda, Scott parece haber sufrido ambas al mismo tiempo, o bien, una potenció a la otra. La muerte de Obreron produjo en Scott un alto grado de estrés y le hizo pensar en su vida hasta ahora: ¿Qué tipo de superhéroe es? ¿Es lo que quiere ser? ¿Ha logrado tener todo lo que quería?

Las crisis presentan cuatro fases: La primera de ellas es la de Shock; en la que el individuo no es capaz de resolver esa situación de cambio.

La segunda fase es La Desorganización crítica; donde tras el suceso impactante, y su incapacidad para afrontarlo de manera adecuada, se produce un aumento de la tensión emocional, el individuo no intenta ya resolver la situación, sino más bien escapar de ella y de ese modo paliar o eliminar esa tensión insopotable: ya sea con abuso de drogas, conductas psicopáticas, episodios de gran explosión emocional o intentos autolíticos. Es la finalización de esta fase con la que se inicia la serie limitada: Scott Free, vistiendo el traje de Mister Miracle salvo su máscara, desangrándose en el baño de su apartamento.

La tercera fase, Resolución es la que se narra a lo largo de los doce números. Es la fase mas delicada de la crisis y la más importante, ya que puede ser la salida definitiva de la crisis de manera positiva o bien puede llevar a la cuarta, la Retirada Final, en la que la incapacidad de llevar a cabo estrategias para afrontar la situación llevan a la persona a un estado de agotamiento o abandono, ocasionando que éste sufra graves problemas psíquicos y conductuales, entre estos últimos, conductas suicidas.

En la fase de Resolución la urgencia de la situación puede hacer emerger la creatividad del sujeto, construyendo nuevas estrategias de afrontamiento, o puede recibir ayuda inesperada y en ella, como fase central, el individuo ha de tomar una decisión. Desde el primer número, Scott ha de tomar decisiones una y otra vez con el apoyo y el cuidado de Barda. Su mujer es una persona fuerte, con carácter, y aunque no duda en llevar la iniciativa, como señala al inicio de Mister Miracle #5, ”No soy tu salida. Esta vida es tuya. Tú eliges. Si quieres…Solo puedo ser tu esposa”, y se muestra del mismo modo en la decisión sobre Jacob en Mister Miracle #11 , la decisión final es de Scott. ¿Por qué Barda ha de plegarse y aceptar la decisión de Scott? Porque esta es la historia de Scott Free, Mister Miracle , hijo de un dios, Highfather de Nueva Genesís.

¿Qué importancia tiene el creer en un Dios?

En la vida real, la creencia en Dios es una cuestión de Fe, en el mundo superheroico los dioses existen y en el caso de Mister Miracle , se junta el ser un dios y pensar en Dios. Al inicio del primer número, justo entre la doble página en la que se muestra el intento de suicidio de Scott y la que muestra su ingreso hospitalario, se narra la historia del niño que conoce el rostro de Dios, la cual es contada, tras su visita a Highfather por Obrerón ¡Aunque este ya está muerto! Es en Mister Miracle #5 cuando Scott muestra a Barda sus dudas al respecto en un monólogo con tintes filosóficos, que se inicia con el conocido ”Pienso, luego existo” y finaliza con “Sin Dios, yo no existo. Y si yo no existo, Dios existe. Buscamos encontrarnos, para ver nuestro rostro y encontrarnos con Dios”.

Como se puede ver, la crisis de Mister Miracle – ocasionado por ser un nuevo Ícaro o Prometeo- va más allá de un duelo mal afrontado, presentando dudas respecto al sentido de nuestra vida, de Dios, de nosotros. Para los creyentes, Dios puede ser el apoyo, tanto para afrontar el estrés, como para resolver un momento de crisis. Evidencia, que a modo de rezo – “Padre nuestro…” o mantra – Darkseid is – sirve de fuerte apoyo, además de un sentido. ¿Pero qué hacer cuando todo carece de sentido, en quién apoyarte, a quién huir? A la única certeza que existe en un mundo deshumanizado, lleno de dobleces, mentiras y traiciones: Dios es.

”No sabía que tuviera niños”

Al estar escrito por Tom King no se puede obviar tampoco el factor guerra como una de las causas de la crisis. En 2013 la BBC informó de que cada día se suicidaba un soldado estadounidense que había estado destinado en una zona de conflicto y que el número de soldados que se habían suicidado tras regresar de Afganistán superaba a los militares muertos en combate. La causa, el conocido como Síndrome de Estrés Postraumatico. En Mister Miracle tal hecho subyace, pero se muestra más como la realidad que ha de vivir el héroe, su enfrentamiento a la cruda guerra a modo de tratamiento y, como muestra de la realidad de esa situación normalizada, existente cada día en un lugar del mundo.

Mister Miracle #2 se inicia con Mister Miracle matando fríamente, yendo de un sitio a otro, no es un hombre, ni un héroe, sino una máquina de guerra que sigue las órdenes que le mandan. Frialdad e indiferencia – “¿estoy limpio? – que se mantiene tras terminar la jornada laboral, muy diferente al estado de Barda, apesadumbrada. Mucho han cambiado las cosas en el héroe que se ve en Mister Miracle #8, pero sus acciones en la guerra – ahora ya como Highfather – siguen siendo iguales… hasta la viñeta en la que aparece un niño Parademonio, ahí, Mister Miracle grita con desesperación.

La serie limitada trata sobre la crisis que ha sufrido Scott Free, pero también habla sobre la guerra, la puta guerra, la guerra en ocasiones es necesaria, y lo hace de manera cruda, honesta, a tumba abierta. Se habla de la recia disciplina castrense – ”Levanta” – que es clara y meridiana cada vez que aparecen en escena Orion o Lightray, ellos no hablan, ellos ordenan, y sino que le pregunten a Bug qué ocurre cuando no se siguen las órdenes o al propio Mister Miracle cuando no se arrodilla ante el líder supremo. He ahí otro de los grandes aciertos de la serie limitada, la figura de Orion y su mano derecha Lightray. Ambos son héroes de la mitología del Cuarto Mundo, pero aquí se va más allá de los buenos y los malos, de Occidente vs Oriente o Nueva Génesis vs Apokolips o Highfather vs Darkseid, en el cómic, como en la vida y más aún en la guerra, por la victoria, los bandos cometen atrocidades y sus líderes se muestran despiadados, aunque la calidez del Cuarto Poder te los muestre siempre con una sonrisa y les entreguen un Nobel de la Paz.

Poca duda hay del gran peligro que es Darkseid, así como lo es el nazismo, y como muestra de irracionalidad, el Cuento de navidad que Abuelita Bondad relataba por las noches al infante Scott Free. Lo inesperado para el lector, el televidente o el ciudadano de a pie, es descubrir la crueldad o las posturas inhumanas en los héroes. Galeano en Los hijos de los días ofrecía la otra cara de uno de los líderes mas respetados y tras la segunda guerra mundial, quien en 1919 decía ”No consigo entender tantos remilgos sobre el uso del gas. Yo estoy muy a favor del uso de gas venenoso contra las tribus incivilizadas. Eso tendría un buen efecto moral y difundiría un perdurable terror”, en 1937 señalaba ”Yo no admito que se haya hecho nada malo a los pieles rojas de América, ni a los negros de Australia, cuando una raza más fuerte, una raza de mejor calidad, llegó y ocupó su lugar”.

La guerra, a pesar de cómo la cuentan, presenta un leitmotiv perenne El fin justifica los medios, y ofrece una serie de rasgos que nunca se abandonan: un líder que no se gana el respeto, sino que lo impone – ejemplo de su inferioridad – unas cifras de muertes que son etéreas, que nunca son muchas – Mao Tse Tung en un congreso de partidos comunistas señaló “En la guerra, si matan 300 millones de chinos, han de saber que aun quedarán 700 millones”, siendo un camarada luxemburgués, el que le respondió “Pero si la bomba cae en mi país, no quedaremos ninguno”. Vivimos en un mundo lleno de traiciones, purgas, y uso de los aliados como carne de cañón.

La guerra es un microcosmos caracterizado por la paranoia, donde los ciudadanos que lo sufren y lo ven, y los soldados que la viven, no saben que es real, que es mentira, quienes son los buenos y quienes son los malos. Locura de la que es difícil escapar, y que cuando se logra, no se hace sin cicatrice ni marcas, cambian tu vida, tu forma de pensar, lleno de dudas y sin ninguna certeza. ¿Cómo vivir de esa manera? ¿A qué aferrarte?

”Siempre puedo escapar”

¿Se puede escapar del amor?

Seguramente quien haya sentido esa punzada en el pecho ante una sonrisa, una mirada, una caricia, un beso, dirá que no. El problema es que el amor no abunda, o más bien, es complicado hallar a quien a amar o quien te ame, así como asumir el amor en su totalidad, ya que al tiempo que ofrece felicidad, pide sacrificios. Es una gran suerte conseguir que la persona que amas – con aquella con quien quieres pasar el resto de la noche, del día, de la semana, del mes, del año, aquella que te hace sentir real cuando estás a su lado, y te hace llorar desconsoladamente en mitad de la calle, cuando estás lejos – te ame.

El amor puede ser caduco, pero también perenne, y este último puede percibirse como menos intenso, con menos pasión, pero es el único que puede hacer aferrarte, ayudarte, superarte. Es una sensación que ya no vive solo del presente, de la novedad, de la juventud, sino de los recuerdos, de los obstáculos superados, de la felicidad del día a día, de la mano echada al que cae, de la ida a la batalla en pareja. El amor es risa y tristeza.

Todo aquel que lleva cinco, diez, veinte, treinta años con su misma pareja, puede sentirse identificado con Scott y Barda, todos tenemos nuestra canción o canciones – “…pero te olvidaste abril, en el ropero …” , nuestra puesta de sol – que maravilla la visión desde La Pared – o nuestro beso bajo las estrellas. Pero el amor, además de maravillas, de grandes recuerdos, es el día a día, el cual esta lleno de errores, de dudas, de conversaciones cotidianas, de monólogos y de atascos. El amor no es solo fascinación, no es siempre lo que uno espera, necesita belleza, pero también honestidad. El amor logra desterrar el egoísmo y el miedo, pues por tu amado, uno da la vida.

Y el amor es también sexo, no juvenil, de aquí te pillo aquí te mato, no el sexo rápido, febril, aglomerante, sino más bien el aprendido día a día, año a año, pleno de complicidades, donde todo es posible, donde uno no aspira a contar la experiencia al amigo, sino que desea sentirse en el interior de la otra persona, formar parte de ella aunque sea unos minutos, unas horas. El amor es una bendita atadura, es un ancla a la realidad, una vida compartida, tu vida ya no es tu vida, es la vida de los dos, es tu salida y tu puerta de entrada, es aquella que te hace escapar del mundo lleno de mentiras, falsedades e irrealidades, y aquella que hace que te quedes, y junto a él, te enfrentes a la vida para vivir.

A lo largo de todo el número vemos este amor, y parece estar más presente en Barda que en Scott, pero esto solo ocurre porque es Barda la que ha de intentar salvar a Scott, le ha tocado la papeleta de sacar a Scott a flote, sabiendo que ha querido abandonar todo, que de esta crisis, solo saldrá si él decide salir, y que su ayuda, su enorme apoyo, por sí solo no es suficiente. Aún así, Barda no dejará caer a su marido sin luchar, aunque esto signifique, ni más ni menos, que asesinar al mismísimo dios de Apokolips. Y la fuerza y constancia de Barda es tanto la suya, la real, como la que Scott piensa que tiene su mujer: por mi mujer lucho, por mi mujer vivo, por mi mujer me sacrifico y de igual modo ella por mi.

Las dos últimas páginas de Mister Miracle #8 son la verdadera muestra de lo que es el amor, en este caso, cuando se ha decido tener hijos: el milagro de estar solos, tranquilos, tumbados en el sofá, con el niño dormido, cansados, una mano que abraza, otra que acaricia el cabello, y una mirada y una sonrisa que penetra, que dice soy tuya y tu eres mío, y un beso, no eterno, que dura apenas unos segundos, dos viñetas, pero que produce toda la vida, ayer, hoy y mañana. Es el amor incondicional el que ocasiona esa mirada que dice “Te toca”, y a pesar de todo el cansancio acumulado durante todo el día, uno acude sonriendo a dormir a su hijo, al que se canta y se abraza. Aquel bebe indefenso, es su vida, la vida que creó junto aquella a la que ama, aquello que es muestra que ambos son dioses, creadores de vidas.

¿Para qué y por qué escapar de esta vida familiar? ¿Por honores o aventuras? ¿Hay algo más real que esto, algo más importante, algo por lo que merezca perder la vida? ¿Existe algo más heroico?

”El Juicio de Mr. Milagro: Un acercamiento a la (In) Justicia y a la aplicación del Derecho por parte de DC Cómics.”

Una breve introducción. ¿Por qué escribimos este artículo?

Si en el último año ha habido un cómic que ha acaparado el interés de la mayor parte del fandom tanto propio como ajeno de DC, este ha sido sin duda el Mr. Milagro de Tom King. El guionista de La Visión y de la actual etapa del Caballero Oscuro, ha demostrado un gran conocimiento del Cuarto Mundo y de los divinos personajes kirbyanos a través de una serie limitada de doce números en la que ha conseguido modernizar dichos conceptos respetando sus ideas base. La serie de Mr. Milagro abarca temáticas de diversa índole, tales como el amor pasional y fraternal, la guerra, el ansia de poder, el suicidio y, entre otras muchas más… la justicia.

Así, en el número 4 de la serie de Tom King, el ex agente de la CIA enfrenta a Mr. Milagro a un juicio sumarísimo por sus crímenes, dándonos el autor una pequeña perspectiva de qué es la Justicia y el Derecho para los divinos habitantes del Cuarto Mundo.

Cuando nuestros compañeros del área de DC de la redacción tuvieron oportunidad de leer dicho número, nos pidieron a ambos redactores (Profesor Titular de Derecho Civil en la Universidad de La Laguna si hablamos de Luis Javier Capote y Abogado en ejercicio si hablamos de Raúl Gutiérrez) que suscriben que aportáramos una visión sobre el Derecho a través de lo que podemos ver en este número tan singular, y es que, pocas veces en el cómic superheroico se tocan conceptos tan actuales y capitales para la sociedad moderna como la justicia y la aplicación de esta a través del Derecho.

”Me designo como acusador, defensor y juez” por Luis Javier Capote

Cuando Pedro me ofreció la posibilidad de participar en este artículo colectivo, mi recuerdo de Míster Milagro y los Nuevos Dioses del Cuarto Mundo era el de su imagen original, la que creara el gran Jack Kirby. Las incursiones en esta franquicia de autores como Walter Simonson o John Byrne habían redundado en ese concepto básico. En el caso concreto de Scott Free, mi memoria se remontaba a la Liga de la Justicia Internacional, con Big Barda y Oberón. Así pues, cuando me enfrenté a la lectura del tebeo en cuestión, me encontré con algo nuevo, sorprendente e intrigante, que ha hecho que recupere mi interés por el personaje, su entorno y el género, después de que décadas de lectura fueran embotando mi sentido de la sorpresa.

La propuesta de mi intervención era la de que abordara mi aportación desde el punto de vista jurídico pero, rápidamente, me di cuenta de que, más allá de ciertos aspectos del interrogatorio, el Derecho que conocía poco tenía que ver con el juicio al que Orión somete a Free. Al menos, así parecía ser en un primer momento. Sin embargo, conforme fui escribiendo este texto, me di cuenta de que había un punto de partida del que arrancar.

El punto central del cómic es el proceso al que el señor de Nueva Génesis somete al hijo de su predecesor. El eje de este singular juicio es un interrogatorio en el que la culpabilidad de Míster Milagro es el resultado de un interrogatorio en el que las respuestas posibles vienen tasadas de antemano. Es casi como la prueba Voight-Kampff, pero aplicada a deidades. Desde el punto de vista de las reglas básicas de un proceso judicial en un Estado de Derecho, este tipo de procedimiento está plagado de contradicciones al derecho fundamental a la justicia pero ¿podemos aplicar las reglas humanas a la condición divina?

Cuando Jack Kirby creó a los Nuevos Dioses, Nueva Génesis y Apokolips, imaginó una mitología nueva, sobre las cenizas de un panteón extinguido, de claras reminiscencias nórdicas. El ciclo de crepúsculos y amaneceres de las deidades asgardianas -que el autor trataría junto a Stan Lee en la versión marveliana de Thor– sirve de premisa para que Kirby se saque del magín una nutrida alineación de dioses del bien y del mal, relacionados en un complicado equilibrio. La relación entre Orión y Míster Milagro tiene uno de sus aspectos definitorios en el hecho de que ambos fueran intercambiados, en el marco de una tregua entre los planetas rivales. El salvaje hijo de Darkseid estuvo junto al Alto Padre, en tanto que Scott Free las pasaría canutas como huésped del señor de Apokolips. Como en cualquier mitología que se precie, las divinidades resultarán tener unas cualidades y defectos muy humanos y eso resulta de interés, en la medida en que los cuentos y leyendas de los dioses han tenido su oportuno reflejo en la vida terrenal, justificando costumbres, tradiciones y, cómo no, leyes.

Una de las facetas del estudio del Derecho pasa por la Historia y la Filosofía aplicadas a esta rama del saber. Las leyes o, más genéricamente, las normas jurídicas cambian con la sociedad, en base a conocimientos y creencias, pero, siempre, con un objetivo claro: la consecución de un mundo más justo. Ahora bien ¿qué es esa cosa llamada justicia? En la Roma clásica -fuente principal, mas no única, del Derecho tal y como lo conocemos- justicia era dar a cada cual lo que le correspondía. Una afirmación aparentemente sencilla y, realmente, compleja, pues el ideal de justicia puede cambiar, en función del tiempo, el lugar y la sociedad. Su reflejo en las leyes vigentes es el resultado de un consenso, expresado de forma directa -las normas que el propio colectivo se da, para poder convivir- o indirecta -las normas que los poderes públicos, con representantes democráticamente elegidos, establecen.

Las leyes existen porque no vivimos de forma aislada, sino en comunidad y, en las relaciones humanas, los conflictos resultan inevitables pero, a la hora de resolverlos -creando normas y aplicándolas- entra en juego el concepto de justicia que, sobre tal o cual asunto, tiene la sociedad. En ciertas ocasiones, el consenso -que no la unanimidad- resulta patente, pero, en otras, el debate está servido. Si tomamos como ejemplos algunos asuntos controvertidos en la actualidad -la cadena perpetua para determinado tipo de delincuentes, la validez de los contratos de maternidad subrogada o la admisión de la eutanasia activa- veremos que, en cada caso, el concepto de lo que es justo es objeto de controversia. En esa búsqueda de la justicia, la historia de las leyes y la reflexión filosófica sobre las mismas ha reflejado el anhelo de alcanzar un sistema ideal de normas, en el que se alcance la perfección.

Las normas jurídicas son creaciones humanas y, como tales, son imperfectas. ¿Puede existir un ordenamiento perfecto, que reconozca y otorgue la perfecta justicia? Y si existe ¿puede la imperfección humana aprehenderlo como fuente de inspiración y convertirlo en un Derecho terrenal? Una línea de pensamiento, de corte dual, aboga por la existencia de dos niveles, dos dimensiones, dos perspectivas: una, la del Derecho ideal, perfecto e inmutable, el Derecho Natural y otra, la del Derecho real, imperfecto y mutable, el Derecho Positivo. A este posicionamiento -llamado «iusnaturalismo»- se pueden vincular todos los intentos de alcanzar esa perfección jurídica.

A lo largo de los siglos, mucho se ha discutido acerca de la identidad de ese Derecho Natural: ¿son las leyes de la naturaleza? ¿las leyes divinas? ¿las leyes de la recta razón? Cada hipótesis está vinculada a un momento histórico específico y refleja los avatares del mismo. En un momento determinado, la idea dual dejó pasó a la afirmación de que no había más Derecho que el Derecho positivo, el que se derivaba de los poderes públicos, elegidos por la ciudadanía. Eran los días de las revoluciones liberales, que instituyeron la premisa del principio de legalidad -nada fuera de la ley, todo dentro de la ley- y la idea de que las personas habían dejado de ser súbditas, para pasar a ser ciudadanas. En ese momento histórico, en el que el poder regio pasa a los parlamentos, las normas jurídicas -las leyes- provienen de los órganos representativos del pueblo o la nación.

Su justicia proviene de la soberanía popular o nacional y no es precisa la invocación a ningún poder extraterreno. Sin embargo, esta identificación entre justicia y legalidad trajo consigo efectos tan indeseados como aberrantes, en la forma de modelos de Estado definidos por el autoritarismo o el totalitarismo. De alguna forma, el concepto de lo justo debía existir extramuros de las leyes vigentes, si no como un ordenamiento ideal, al menos, como una escala de valores. Dicho de otra forma: si, por algún extraño azar, desapareciere de la Constitución Española el principio y el derecho a la igualdad -contenido en el artículo 14- ¿dejaríamos automáticamente de considerar justa la premisa de que nadie puede sufrir discriminación por razones de sexo, raza, creencia u opinión política?

El extenso párrafo anterior -por el que espero y ruego me disculpen- viene a cuenta de las singularidades del juicio al que Orión somete a Míster Milagro. El primero se define a sí mismo como legislador, juez instructor, fiscal (que puede ser una figura tanto de acusación como de defensa) y juez sentenciador. Su condición de señor de Nueva Génesis parece concederle este poder. La idea de un individuo como fuente última y suprema de las leyes evoca, de forma inevitable, el papel de Adolf Hitler en la Alemania nazi.

El III Reich no supuso, en lo formal, cambio alguno de la organización precedente, la de la República de Weimar; sin embargo, el cabo austriaco se convirtió en el poder normativo real, durante tan siniestro período. ¿Podemos considerar a Orión un equivalente? Ciertamente, se nos ha presentado en no pocas ocasiones como un personaje desagradable, con más semejanzas con su padre biológico de lo que le gustaría reconocer. Sin embargo, él mismo, al inicio del juicio, se confiesa prisionero de las leyes de la Fuente, que le obligan a ejercer esa cuádruple función. Scott no esconde su animadversión hacia el sucesor de su progenitor, pero reconoce que, por su condición de nuevo dios, está igualmente obligado a someterse al juicio y aceptar sus reglas. La alternativa -que sería el equivalente a declararse en rebeldía y la no comparecencia- es la aplicación de la pena capital.

La historia que une a juzgador y juzgado habría de ser causa de abstención (por parte de Orión) o de recusación (por parte de Míster Milagro) pues la ecuanimidad del fallo no debería tener sombra alguna de duda sobre la objetividad de la resolución y del órgano del que emana. El acto del juicio -en el prosaico escenario del salón de la casa de Scott y Barda- se limita a una única prueba: un interrogatorio que el instructor / fiscal / sentenciador hace al acusado: las preguntas se basan en las creencias de Free pues, en las reglas de este proceso, aquellas definen la perspectiva de la realidad. Serán las propias creencias de Míster Milagro en torno a una serie de cuestiones, las que determinen su inocencia o su culpabilidad. Orión maneja las preguntas hasta que lleva al interrogado a afirmar como verdadera -desde su punto de vista- la hipótesis de que él, efectivamente, sea la ecuación de la anti-vida y, en consecuencia, un agente del enemigo. La pena ante tal conclusión es la capital, la cual habrá de ejecutarse pocos días después.

En esta historia, hay varios puntos en común con los procesos judiciales de la vida real -siendo necesaria la advertencia de que los sistemas español y estadounidense tienen muchas diferencias- pero, después de todo queda patente la ajenidad de un sistema vinculado a una sociedad tan alejada de la humana como es la de Nueva Génesis. Como en otros panteones, estas divinidades tienen mucho de terreno, siendo sus emociones -amor, odio, frustración, rabia…- muy cercanas a las nuestras; en consecuencia, sí podemos, hasta cierto punto, ver sus leyes desde nuestra óptica. Para empezar, parece que las normas de los Nuevos Dioses también están sometidas a un Derecho eterno, inmutable y ¿perfecto? como es el de la Fuente.

En esta mitología, este elemento proviene del Muro, que es, a su vez, principio y fin de su existencia. ¿Qué hay más allá de esa barrera? Es uno de los misterios recurrentes de esta franquicia pero, volviendo a la metáfora iusnaturalista, la Fuente no es algo hipotético o vagamente aprehensible, sino un poder cercano, con capacidad para emitir predicciones, las cuales reflejan la dicotomía entre destino y libertad. Esta distinción también está presente en nuestras normas, pues algunas son imperativas (y no pueden ser vulneradas, so pena de punición, valga la redundancia) y otras son dispositivas (por lo que pueden ser sustituidas por la voluntad de las personas interesadas). Orión actúa -o dice actuar- como lo hacía Izaya, haciendo que sus decretos se ajusten a lo dispuesto por la Fuente. Si nos centramos en el objeto del proceso y vamos a la acusación, vemos que esta plantea el que, probablemente, sea el delito más grave de cuantos podrían cometerse contra Nueva Génesis: la tenencia o identificación con la Ecuación de la Anti-Vida. Este secreto recurrente de la franquicia se presenta como némesis o anatema de todo lo que los Nuevos Dioses simbolizan. La anti-vida es, aquí, la extinción y el sojuzgamiento de la libertad de elección.

Dicho de otra forma, el sometimiento de cualquier criatura pensante, de cualquier persona, a unas reglas dictadas única y exclusivamente por Darkseid. Una distopía en la que las leyes controlan todos los aspectos de la existencia, como las literarias 1984 o Un mundo feliz o la cinematográfica San Ángeles de Demoliton Man. Ante el crimen supremo, las leyes de Nueva Génesis ¿o las leyes de Orión? contraponen la suprema caución: la pena de muerte. Para poder dictarla, es necesario que quede probada la culpabilidad del acusado, siendo aquí donde todo se vuelve más extraño.

En un proceso penal, se busca la verdad material, partiéndose de la presunción de la inocencia.

Toda persona es inocente, en tanto en cuanto no se demuestre lo contrario y eso implica que se pueda reconstruir una relación de causa y efecto entre el hecho delictivo -previamente definido como tal en una norma- y el comportamiento -activo u omisivo- de la persona acusada. La investigación y la búsqueda de pruebas trata de reconstruir qué sucedió y, sobre esa premisa, no puede haber condena si aquella y aquellas no reflejan una cadena causal que lleve desde la acción (u omisión) voluntaria o negligente al resultado indeseado y castigado por las leyes. Aún habiéndola, pueden existir causas que exoneren total o parcialmente la culpabilidad de la persona acusada, si bien la ausencia de un castigo no equivale a la ausencia de consecuencias. Aquí, la única prueba es un interrogatorio y el único testigo es el propio acusado. Se parte de la premisa de que lo que Scott cree constituye, para él, la verdad y será su propia verdad la que determine el mantenimiento de su inocencia o la institución de su culpabilidad.

Orión lleva a cabo una ejecución probatoria inmisericordemente magistral -muy en la línea del modelo estadounidense, mil veces repetido y exagerado en la ficción audiovisual del país norteamericano- que hace que, sobre las afirmaciones de sus propias creencias sobre la verdad y la falsedad de ciertos hechos relevantes, Scott vaya dándole los eslabones que permiten forjar la cadena causal que lleva hasta su culpabilidad. El hecho de que Míster Milagro no buscara, sino que se viera infectado por la Ecuación de la Anti-vida no actúa ni como eximente ni como atenuante. En ese sentido, el sistema penal de Nueva Génesis es, esencial y exclusivamente, punitivo y, se diría, pone por encima de la redención del individuo, la seguridad de la colectividad. ¿No resulta esta disyuntiva vagamente familiar? Desde luego que sí, en la medida en que refleja la dicotomía que subyace a todo sistema jurídico penal de un Estado de Derecho: el perdón y el castigo.

¡Me da igual lo que sepas!¡Me importa lo que crees! por Raúl Gutiérrez

Antes de comenzar a desgranar el Juicio al que se enfrenta Mr. Milagro, nos gustaría ahondar sobre ciertos conceptos básicos de todo Estado Social y Democrático de Derecho que hagan al lector más sencilla y entretenida la lectura del presente artículo. Así, quizás lo primero que deberíamos hacer es enfrentarnos a una tarea imposible, la cual no es otra que la definición de la Justicia. Así, podríamos definir la justicia simplemente como aquello que es justo, esto es, la situación perfecta e idealizada en la que un miembro de la sociedad no tiene por qué sufrir por culpa de las acciones de otro, sea éste otro, una persona física o una entidad, persona jurídica, pública o privada. Sin embargo, definir que es lo justo, o mejor dicho, que situaciones son injustas y que por tanto deben ser corregidas por las leyes (el Derecho) le corresponde al Estado como Leviatán que está por encima de los intereses particulares de los hombres y que se erige sobre estos para plasmar la voluntad colectiva de la sociedad, tal y como lo definiría Hobbes.

Así, y siguiendo esa definición incluso en la más abyecta de las dictaduras podríamos hablar de justicia, por cuanto lo justo e injusto es definido por el poder establecido. Y es que, es aquí donde la idea filosófica e incluso utópica de la justicia en sí misma, choca frontalmente con la idea de justicia material que se proyecta en los diferentes estados en los que se divide el mundo en el que vivimos.

Por otro lado, para poder abordar con cierta habilidad el Juicio del bueno de Scott Free, debemos referirnos a que este se trata de un Juicio penal, lo que supone en primer lugar, que Scott Free ha cometido un delito, esto es, ha desempeñado una acción y omisión tan injusta (según la definición de injusticia del poder establecido) que merecerá la respuesta más severa que las leyes, que el derecho, preestablecen para él. Al ser este derecho, el Derecho penal, una rama del ordenamiento jurídico que tan desagradables efectos puede producir sobre los ciudadanos, se dice siempre que este tiene carácter de ultima ratio , o lo que es lo mismo, que debe aplicarse como último recurso, cuando el resto de leyes no penales carecen de respuesta para el comportamiento desempeñado por el individuo infractor. Igualmente, y dado el carácter fuertemente sancionador de estas normas, las mismas deben ser previas al comportamiento delictivo, esto es, no cabe hablar de un Estado medianamente democrático y “justo” si este no define las leyes penales que en parte lo conforman antes de que los ciudadanos comentan los delitos por los que pueden ser acusados. Al mismo tiempo, dichas leyes debe referirse a hechos y no a personas concretas, deben ser por tanto lo suficientemente generales y abstractas como para poder se aplicadas a la practica totalidad de los ciudadanos.

De este modo, sabemos que no debemos matar, robar o extorsionar no solo porque moralmente dichos comportamientos sean reprobables, si no porque somos conscientes de que existen leyes que los prohíben y cuya infracción puede acabar por afectarnos muy negativamente.

Adicionalmente, los juicios penales suponen una aplicación del Derecho, de la Ley, tan fuerte y tan restrictiva para el ciudadano, del resto de sus derechos, que en la práctica totalidad de los Estados democráticos se dividen en dos fases bien diferenciadas: Instrucción (o sumario) y Juicio Oral. El procedimiento instructor sería aquel en el que el Juez reúne las pruebas que existen contra el acusado y en base a las mismas decide si éste debe ser Juzgado (abriéndose la fase de Juicio Oral) o si por el contrario ni siquiera debe enfrentarse a dicho procedimiento posterior (se produce la descarga absoluta de responsabilidad penal previa al proceso penal como tal que conocemos como sobreseimiento).

Este juez instructor ha quedado tan contaminado por las pruebas reunidas en el caso de que decida pasar a la siguiente fase, esto es, está tan seguro de la culpabilidad del sujeto en cuestión, que automáticamente se abstiene del procedimiento, siendo otro Juez distinto en el que se encarga de Juzgar al investigado en un procedimiento que cuenta con todas las garantías habilitadas por las leyes, buscando que, de esa manera, y aún en el caso de que se resulte condenado, el imputado goce de todas las armas que tenga a su disposición para poder defenderse, sea cual sea el crimen cometido.

Además, en todo Juicio penal existe el abogado que defiende al presunto delincuente (cuya inocencia se presume siempre hasta que se demuestre lo contrario), el Fiscal que ejerce de acusación del Estado pero que además de reunir pruebas contra el investigado si considera que éste ha cometido un delito también debe buscar su absolución si considera que tal delito no existe, y el Juez que tomará la decisión final en base a los argumentos de Abogado y Fiscal. Adicionalmente, si existe una víctima concreta del delito cometido, podemos encontrarnos con un abogado de dicha víctima que independientemente del Fiscal busque la condena del criminal en cuestión.

Pues bien, una vez explicados brevemente todos estos conceptos, analizando el Juicio que presenciamos en Mr. Milagro#4, vemos como cualquier ideal de justicia, sea ésta filosófica, utópica, material o concreta, queda totalmente pervertida.

Así, en primer lugar, los guardianes de Orion, que aquí es el Alto Padre, esto es, la máxima autoridad del Cuarto Mundo, aprehenden a Scott Free y le dicen que este ya está condenado a muerte, pero que puede elegir que se le juzgue. Por tanto, la primera pantomima o remedo falso de justicia ya está servido. Y es que, la condena sin juicio ya está decidida, pero existe un juicio falso y cuya Sentencia ya está decidida para tratar de enmascarar la dictatorial decisión y que el condenado se sienta de esa manera más arropado.

En segundo lugar, una vez que el Juicio llega, Scott Free se enfrenta al Alto Padre que ejerce aquí, no solo de Juez, si no así mismo de Fiscal y de Abogado del propio Scott, de forma y manera que Mr. Milagro no tiene manera humana (o divina) de defenderse de los hechos que se le imputan, estando su condena garantizada desde el minuto uno. Además, da la sensación de que las leyes que Scott ha infringido no son previas a su supuesto delito, si no que en ese momento se dictaminan por el Alto Padre, que utiliza su posición, autoridad y poder para pagar su inquina con Scott.

En tercer lugar, a Scott no se le permite en ningún momento presentar testigos que avalen sus argumentos, ni ha tenido oportunidad de enfrentarse antes del Juicio a un procedimiento instructor en el que hayan podido desplegarse pruebas en su contra. De hecho, en este juicio no existen pruebas en ningún momento que acrediten la culpabilidad de Mr. Milagro, si no tan solo la decisión del Alto Padre de condenarlo tan pronto como le sea posible.

En cuarto lugar, Mr. Milagro no tiene aquí la facultad de poder recurrir la Sentencia que se dicta en su contra de forma rápida e irreflexiva. Y es que, una de las mayores garantías de cualquier Estado de Derecho que se precio de serlo, no es otra que el derecho al Recurso, entendido como el derecho de todo ciudadano a que todas las decisiones de un Juez (especialmente las de carácter penal) puedan ser revisadas por otro Juez, garantizando así la justicia o injusticia de la condena en cuestión.

Por último, si algo caracteriza a los juicios penales como tales, es que el acusado puede negarse a contestar a cualesquiera de las preguntas que se le hagan, si considera que no le conviene responderlas, y aquí a Scott no solo no se le permite no contestar, si no que está obligado a contestar en todo momento con “verdadero” o “falso” sin poder argumentar más allá de tan parcas y generalistas expresiones. Además, el Juez (claramente cuando existen abogados y fiscales que aquí brillan por su ausencia) tiene la importante función de denegar la formulación de aquellas preguntas que considera capciosas, es decir, que considera que buscan tan solo que el acusado se equivoque o se ponga nervioso en aras de obtener la respuesta que lo condena.

Así, si algo nos enseña Tom King en Mr. Milagro#4 es que la justicia y la aplicación de ésta son inexistentes en el Cuarto Mundo, al menos bajo el reinado de Orión como Alto Padre, aplicándose un derecho arbitrario que opera a conveniencia del Juez, retratado aquí como una figura de poder absoluto que puede tomar la decisión de la que guste sin que ningún otro factor o agente corrector pueda influir en ella.

”Es por nosotros. ¿Vale?”

En el sexto número se encuentra un capítulo impactado por la vida cotidiana. Si toda la serie es una perfecta comunión entre la vida del superhéroe y la persona, este pedazo de la historia es un auténtico contraste. Es un cómic en dos, que cuenta de la manera más arrolladora posible la agenda doméstica y la aventurera.

Parece un número de transición, con una conversación de pareja, casi discusión, de asuntos domésticos, tan personales como una remodelación del hogar. La dificultad de llegar a un acuerdo sobre qué muebles quitar, qué comprar, si vas a usar el armario, para que quieres esto, para qué necesitas lo otro… Una escena que podría haberse desarrollado en el sofá del salón, en ese sofá que ha albergado tantas y tan interesantes viñetas en esta serie. Pero no, resulta que se lleva a cabo mientras los dos personajes pasan por encima del sistema de seguridad de Nueva Génesis.

Una naturalidad, una cohesión de pareja, fuera de lo común. Un delimitado contraste entre aventuras en las que se juegan la vida y planes para una vida nueva en casa. Ambos personajes se enfrentan a la muerte, están rompiendo las reglas de Nueva Génesis: Scott no se ha presentado a su ejecución y Big Barda ha hecho saltar por los aires la situación y solo pueden avanzar. Matar. Sobrevivir. Y están tranquilos. O eso parece.
¿Qué mejor manera de olvidarse de aquello que te preocupa ocupando tu mente con temas triviales? Un recurso mucho más eficaz de lo que parece. Los protagonistas consiguen que recuerde los minutos previos a los exámenes finales de la carrera. De cualquier cuatrimestre. Esos momentos de tensión, nervios, dudas de los conocimientos adquiridos. Momentos en los que piensas que se te está olvidando todo. Que no has aprovechado el tiempo, que no has hecho lo que debías hacer antes de ese momento crítico.

Y sin embargo, era muy fácil afrontarlo, sentado en la mesa, con el boli en la mano, mientras iban entrando por orden alfabético los demás compañeros. Mientras el profesor o profesora de turno iban separando las mesas, abriendo espacios entre un estudiante y otro, repartiendo los folios en blanco antes del que contiene las preguntas, la mejor manera de pasar esos momentos de tensión siempre era sacar otro tema de conversación con el de al lado. “¿Has escuchado esta canción? ¿Conoces este grupo? Tendríamos que ir algún día a tal o tal bar. Mañana a estas horas estaré…”. “Víctor, no es momento de hablar de esto”.
¿Por qué no?

Aunque se pueda interpretar cada página como que van tan sobrados de fuerza que saben que van a pasar por encima de todos y lograrán llegar a su objetivo, no se ha de olvidar que hasta el número anterior ambos personajes habían abrazado el triste final dictado en el juicio del cuarto número, que acaban de decidir rebelarse, no acatar las órdenes de Orión. El nuevo Highfather no tiene autoridad suficiente para separarlos y van a luchar por sus vidas por su amor. Y saben que pueden morir en el intento, y aunque no pasan apuros, llegan al final y entonces salta la noticia de que Big Barda está embarazada.

Amor, sorpresa, esperanza, una nueva vida por delante. Y justo en ese momento Scott tiene que enfrentarse a su hermano, a la muerte misma. Sabe que él no quiere hablar, que no va a negociar, que la única medida es la lucha, una vida o la otra, pero no para los dos, y lo hace con el influjo de fuerzas que da saber que vas a ser padre. Que has creado una incipiente vida dentro del cuerpo de tu amor, que vas a ser responsable de otra persona. Una personita que hace que sonrías cuando no tienes previsto sonreír, que te mira y hace que olvides momentáneamente todo lo que te preocupa. Alguien que merece que te olvides del dolor, de la angustia, de la rutina, del día a día, cuya sola presencia es un taburete que te ayuda a sobrepasar el muro de tus lamentaciones, de todo lo que te molesta en la vida. De todo lo que te incordia. De todo lo que te impide ser feliz.

Gerads dibuja una puerta que Scott debe cruzar ante la atenta mirada de Barda, pero ya no es sólo Scott Free, no es Mister Miracle: Es un nuevo padre, un hombre nuevo. Acaba de superar el trago más amargo de su vida, más que su número contra la muerte que le llevó a un intento de suicidio. Ha vuelto a escapar del final burlando una orden de ejecución, llevando la contraria a la autoridad de Nueva Génesis, y ahora tiene que sobrevivir a un encuentro con su hermano, su medio hermano, su homólogo, su némesis. Y no habrá nada que le pueda parar. Aunque lo que se encuentra le derrumba: la muerte de su hermano. Y a Darkseid recién terminada su faena. Un golpe muy duro.

”¿Por qué ha parado? ¿Estará bien?”

El séptimo número cuenta más de lo que parece. Asistimos al nacimiento de Jacob Free, el hijo de Mr. Miracle y Big Barda. El primer New God que nace del cruce de sangre de Nueva Génesis y Apokolips. Un momento histórico en el universo creado por Jack Kirby, un capítulo que podría haberse contado de muchas maneras distintas, con presencia de muchos personajes de la galería del Cuarto Mundo, con recuerdos, flashbacks de los padres, de cómo se conocieron, con comentarios de lo que realmente significa para los dos planetas eternamente enfrentados. Pero no.

Vivimos el acontecimiento con la naturalidad más arrolladora, siendo Tom King fiel a sí mismo, retratando de la manera más tierna el momento más importante en la vida de una pareja. O el que debería ser el más importante. Porque la unión real de dos personas es el momento en que crean una vida. El amor, por encima de todo, es la unión intangible. La paternidad es el vínculo real. De una manera u otra, algo que decidirá el devenir de la relación y del destino entre ambos, el vínculo queda cerrado para siempre. Tienen algo en común, algo real: un hijo.

Y así, acompañamos a Barda y a Scott en su espera interminable de la llegada del bebé, con una guerra encima. Pero la guerra está aparcada, estamos en un momento de paz, armonía, alegría inmensa y difícil de describir, que resulta un paréntesis en tu vida. El mal no desaparece, pero queda en un segundo plano. Todo queda en un segundo plano. Ya no existe nada más a tu alrededor ese día. Todo se olvida, porque el parto llena completamente tu mente. Cada contracción, cada revisión de la matrona para comprobar la dilatación del cuello del útero, cada control rutinario es más importante que aquello que tienes esperando fuera. Tu vida está aparcada porque está llegando otra.

Corres para llegar al lugar, temes que tu mujer lo pase mal por el camino, cruzan por tu mente una cantidad innumerable de momentos que has visto en la tele, en películas, en novelas, en otros partos, en anécdotas que te han ido contando durante los meses de embarazo. Y solo tienes que pensar en darle la mano, acompañarla, decirla que estás ahí, demostrarle que es cierto, que lo estás, que no la vas a abandonar.
Y mientras llega el momento, esperas y propones hacer ejercicio, moverse para ayudar a acelerar las cosas, y luego prefieres que no se mueva. Y cada hora se suma al saco de las que ya llevas y piensas que el mundo se ha paralizado. Intentas echar la vista al horizonte del futuro para pensar en lo que va a venir, cómo lo vas a hacer y qué tal se te va a dar. Pero todo está en negro, no ha llegado todavía, no es el momento aún.

Y a vuestro lado hay alguien. Aunque no quieras, siempre hay alguien que quiere esperar contigo, lo más cerca posible. La familia. Los amigos. Siempre hay alguien que se niega a perdérselo. En mi caso fueron nuestros padres, hermanas, cuñado por parte de su hermana y sobrina por parte de la mía. En este caso son las furias Bernadeth, Mad Harriet, Lashina y Stompa. No pueden evitar estar ahí, quieren estar ahí, apoyando a su hermana y compañera. Apoyando a la buena de Big Barda, la dura y tierna Barda, que tanto ha luchado por su amor, por ser una mujer libre y feliz junto a quien quiere, en un mundo distinto del suyo, sacrificado su origen, huyendo de sus males y del dolor del pasado. Y ellas, que no están tan lejos de su casilla de salida como ella, están ahí, quieren estar, no aprueban todo lo que está pasando, claramente están en otro bando, pero hoy están en el de Barda.

En todas las familias hay un personaje que en un momento delicado del parto lanza una idea, algo que puede ayudar a que el nacimiento salga mejor. A veces es una tradicicón en forma de consejo, un pequeño detalle que ayuda a calmar los nervios o a sobrellevar mejor el dolor. Puede ser una toalla húmeda y caliente en los riñones, un camisón limpio, una beso en la frenteo un mensaje de ánimo. En los partos en casa, que aún existen pese a la opinión generalizada, puede haber muchos de estos detalles. En el caso del parto de Barda, es Bernadeth quien aporta ese granito de arena, esa ayuda que sale del corazón de alguien que quiere a Barda. Le da a Scott el cuchillo de Fahren porque sabe que la piel de su mujer no va a poder ser cortada por los medios humanos en caso de necesidad. Y se lo da, con amor y con odio, «Algún día lo usaré para matarte, Highfather».

Y en ese tierno momento, uno más para esta colección, tenemos la revelación de que Scott ahora es la autoridad en Nueva Génesis. Esta es la única referencia que hay a la muerte de Orión a manos de Darkseid revelada en el número anterior. Scott, Mister Miracle, es el Highfather. Ya no está Orión en el juego. También sabemos que la guerra sigue en marcha. Y sin embargo Scott le devuelve el cuchillo a las furias. La tregua termina en la sala de espera del hospital. El nieto de Darkseid nace y con su llegada termina el paréntesis en sus vidas.
Como curiosidad, es bonito el detalle del cartel de la habitación donde se encuentra Barda: “Be a WW”. Y durante todo el número, Scott lleva una camiseta de Superman. Todo tiene significado, un gran significado, lleno de poder y de fuerza. Ahora van a ser padres, van a ser superhéroes en todas sus facetas.

Y Jacob, que en hebreo significa el que pelea junto a Dios, llega a la Tierra como el primer New God mestizo: creado por ambos mundos, nacido en un mundo neutral. ¿Podría haber tenido un nombre más acertado?

”Así, que si ella está aquí, yo allí y…al revés”

En el intenso octavo capítulo de Mister Miracle la protagonista es la conciliación. La dura e inevitable conciliación de la vida familiar y laboral. Y no una cualquiera en este caso, sino una en la que se retrata la fortaleza que han de tener los padres que trabajan y compatibilizan ambos aspectos de su día a día, con el añadido de que no son dos currantes cualquiera, sino dos guerreros que están librando una de las batallas más grandes, crueles, sangrientas y dilatadas en el tiempo de Nueva Génesis y Apokolips. Se juegan sus vidas pero ya no pueden luchar juntos, tienen que turnarse en el campo y en el frente de batalla.

La vida cambia con la paternidad, y la paternidad cambia en cuanto termina la baja por nacimiento. Es cuando sucede el mayor reparto de tareas si los trabajos de ambos padres no pueden coincidir en horarios, pudiendo dejar al bebé con abuelos, otros familiares, canguros, en guardería… Hay que sobrellevar el tiempo que no estás en casa, tienes que saber que vas a perderte ocho o más horas de la vida de tu hijo, que van a pasar cosas: igual ríe cuando lo bañan, se encariña con un peluche que empieza a morder y babosear, empieza a andar, dice sus primeras palabras y no estás presente cuando grita «mamá, teta, papá, bebé» o cualquier otra palabra que sus morritos empiezan a balbucear. Y eso duele.

Y si nos duele a la gente corriente, duele mucho más a los que tienen que compaginar la guerra y la familia. El dolor, el trauma por luchar, matar y morir en una guerra, como el trabajo que es para Scott y Barda, se combina tremendamente con la vida familiar; con los biberones, pañales, consultas médicas, el sueño del bebé y el crecimiento de su hijo. Con el hecho de que hay cosas que pasan cuando uno de los padres no está.

El contraste, ese enorme contraste que solo Tom King sabe llevar, vuelve a estar presente de manera punzante en este capítulo. Tan punzante y tan pesado como el cansancio que transmite la mirada del héroe, del padre, cansado. Cansado por el día a día en la batalla, y por la noche a noche en casa.

Y cómo ese dolor, no solo por perderse las cosas que ocurren en su ausencia, o en la de Barda, sino por la nueva sensibilidad que uno presenta, esa percepción del mundo que cambia cuando uno es padre y siente empatía por las personas que sufren acciones que antes no importaban, como la muerte de la cría de un parademonio que Scott tiene que contemplar. Era una criatura maligna, pero era una cría, un bebé inocente, como el suyo, con el fatídico destino de haber nacido en el mundo equivocado para él.

Y si la preocupación porque le pase algo a los hijos de otros crece al ser padre, exponencialmente se implanta en tu ideario el miedo a que le pase algo al tuyo, hasta el punto de que la paranoia se hace insoportable. Temes que tu bebé pueda morir ahogado si se duerme boca abajo, si se tapa entero o se queda bajo el edredón, que se atragante bebiendo agua del biberón o que a alguien se le caiga al suelo y aterriza de cabeza. Tines miedo a que el carro se te escape cuando paseas cuesta abajo y un coche lo atropelle, o que alguien se tropieza y caiga encima de él cuando está en el carro… o si simplemente muere de manera instantánea en la cuna. Esa cuna que debería ser la burbuja que lo protege, lo arrope y lo duerme, donde sueña, crece y se desarrolla.

Scott tiene miedo de un pequeño muñeco de Batman, porque Batman mata bebés, lo tiene comprobado. ¿Se refiere a que el Bruce Wayne niño e inocente murió en el momento de la creación de Batman? ¿El ser implacable, asocial, calculador y peligroso originado por el devenir de su familia? ¿El niño que se convierte en monstruo cuando ve a sus padres muertos? Batman nació de la tragedia y mató a Bruce Wayne. ¿Es ese el miedo de Scott?

Estamos ante una colección de superhéroes, más superhéroes que nunca y durante todo este número Scott viste camisetas de sus compañeros de editorial, no de manera casual: Lleva una de Wonder Woman cuando le da el biberón en ausencia de Barda; en ese momento es una madre, ergo una mujer y la Princesa Amazona es la representación de la fuerza y el poder de las mujeres. Viste una de Watchmen, de la chapa, cuando vigila que Jacob esté cómodo en la cuna mientras duerme, en la página en que se encuentra el controvertido muñeco de Batman. La de Nightwing cuando habla de las acrobacias familiares para trabajar y atender al niño, en clara metáfora de las habilidades circenses de Dick Grayson. La de Superman cuando debe sobrellevar el cansancio eterno, con los llantos del bebé de fondo, queriendo que empiece a gatear. Una de Booster Gold cuando atiende las novedades del frente desde casa, sin poder desconectar, como una superestrella que no descansa ni en su tiempo libre. La de Blue Beetle cuando por fin Jacob echa a caminar, tal vez una referencia al avance, al reto conseguido con la ayuda del crecimiento, haciendo un símil con el poder que el escarabajo le da a Jaime Reyes. Y la de Aquaman, la del rey, cuando llega el final del día, y papá y mamá, los reyes, se relajan en su trono, en su caso, el sofá de casa.
Pero el descanso en esos primeros meses de vida del pequeño no siempre es largo y el niño llora, y hay que hacer un esfuerzo más, separándose de habitación para ir a calmar a la criatura. Pero eso no duele, porque siempre te arranca una sonrisa con su dulzura.

Funky merece una mención de honor, pues encaja con cariño el papel de amigo, canguro, y compañero íntimo en los momentos de necesidad. Un hombro en el que apoyarse, una mano que te ayuda y te dice que no estás solo en esto, aunque la otra mitad de ti se está jugando la vida en otro mundo. Alguien que hace reír cuando a ti no te queda nada en tu interior, que seca las lágrimas del bebé cuando no te quedan pañuelos. Un amigo, en resumen.

”Los ojos se abren y se cierran, pero ¿nos ven a ti y a mí?”

La negociación entre dos frentes en plena guerra. Para encontrar la paz, ambas partes tienen que ceder. De eso trata el noveno número, de cómo ir retirando las tropas del frente y afrontar que ha llegado el momento de dejar en tablas la contienda, o bien reconocer que se ha llegado a un punto muerto…con demasiados muertos ya.

Todo el que haya negociado una compra-venta, un convenio colectivo o las condiciones de un expediente de regulación de empleo entenderá a la perfección las sensaciones que se viven en una mesa en la que dos ideas se enfrentan con la intención de llegar a un acuerdo. Pero no es un acuerdo corriente, se trata de una paz, de sellar una paz que dos mundos necesitan. Y ambas tienen que entenderse. Es el momento en que las partes llegan a puntos comunes, apoyándose, siendo amables unos con otros. Como la escena de las primeras páginas, en las que Kanto acompaña a Scott a mear y por el camino le cuenta la anécdota de que tuvo un lío con Leonardo Da Vinci. Acto seguido le narra una historia que el propio artista le contó. Trata sobre un aprendiz y un maestro que compiten por demostrar quién es el mejor pintor de los dos. Realizan un cuadro durante un año. Llegado el momento de presentar ambas obras, el aprendiza retira el telón y se ven unas uvas, la gente se sorprende, pero enseguida llegan unos pájaros que empiezan a picotear las uvas…lo que creen que son uvas, porque el cuadro es tan perfecto que los frutos parecen tan reales que hasta han engañado a las aves. Creyéndose ganador, pide que el maestro retire el telón para ver su cuadro. Y este le dice, «¿qué telón?». Porque el suyo es más perfecto aún.

Esta metáfora, que queda escondida entre los primeros compases del número, sirve de adelanto a lo que viene más adelante, porque es una perfecta similitud de la situación que está viviéndose en la mesa de negociaciones. Scott está negociando con Kalibak las condiciones de paz, saben que no va a ser fácil y los dos tienen férreas posturas, pero Kalibak está en representación de Darkseid, el que fuera mentor de Scott, puesto que él lo crió.

Kanto, un reputado asesino de Apokolips, está diciéndole a Mister Miracle que no desafíe al maestro por muy bueno que sea. Pero la escena parece tan banal que casi no se percibe el desafío si no fuera porque en la viñeta que se revela el arte del maestro aparece encadenado en el fondo del pozo en que están meando un prisionero, Mark Moonrider. Sin embargo, más adelante, el propio Kanto le reconoce su valor, confesando que se había inventado la historia, cuando tras seis días de negociaciones el nuevo Highfather se mantiene firme en sus convicciones y vuelven a mear juntos. Pero el valor del maestro sale a relucir, el poder del grandioso Darkseid, cuando reconoce la situación y acepta retirar sus tropas, devolver a los prisioneros e incluso entregar la ecuación de la antivida, pero pide sólo una condición: criar a su nieto en Apokolips. Repetir la historia, pero dándole a Mister Miracle donde más le duele, quitándole a su hijo, provocando que se pierda todos los momentos de su infancia y arriesgando a que, a diferencia de él, crezca amando el bando de su abuelo.

”¿Cuándo puedo escapar yo, Scott? ”

La dura decisión de aceptar o no el acuerdo con Darkseid centra el décimo número. El eterno debate entre la prioridad del bien de la mayoría contra el bien de la minoría. Una referencia a la eterna escena de la muerte de Spock en La Ira de Khan.
Aquí se pone de manifiesto la dureza de la decisión. Tienen la victoria tras las negociaciones a un paso, Darkseid ha cedido más de lo que esperaban, de hecho, más de lo que se trataba en la mesa, al devolver la ecuación de la antivida. Sin embargo, ellos, Scott y Barda, van a ser los únicos derrotados por el bando de Nueva Génesis. Van a tener que renunciar a su hijo en favor del bien de millones de seres vivos. ¿Es una victoria o una derrota?

Pueden arriesgarse a que Jacob crezca con su abuelo y sus ideales sean los de sus padres cuando llegue a adulto, pero se perderán su vida, esa por la que tanto han luchado. Obviamente, Barda no quiere ni plantearse esa situación. Ella, que ya ha arriesgado su vida para salvar a la de su amor, opta por seguir adelante sin ese acuerdo. No quiere, no puede, no va a plantearse la posibilidad. y estalla ante la idea de Scott de hablar sobre el asunto. Golpea el póster de Mister Miracle. ¿Es capaz de escapar de todo y no va a ser capaz de escapar de esto?
Ella sigue planeando su vida familiar como si nada pudiera impedirlo, quiere celebrar el primer cumpleaños de su hijo, comprarle un pastel de Batman (aunque mata a bebés), invitar a compañeros de trabajo, de la Justice League en este caso. Mientras Scott no para de llorar en su encrucijada.

Blue Beetle y Booster Gold tienen una entrañable aparición, tomando unas copas con Scott. Le muestran su apoyo, decidan lo que decidan. Cuando llega a casa, borracho, Barda le pide que no vomite, porque ya limpia demasiado a diario.

A continuación, Scott y Brada tienen una conversación en el parque, fuera de casa, en terreno neutral, con Jacob divirtiéndose en los columpios. Él dice que ambos crecieron en Apokolips y ahora son felices, ella le recuerda que fueron prisioneros y cuestiona la felicidad de Scott, a quien tuvo que recoger del suelo, inconsciente, ensangrentado, después de haber intentado suicidarse…aunque él declarara que estaba escapando de la muerte, que era un truco. La depresión por la que pasaba es un asunto que Barda no ha olvidado. ¿Quería escapar de ella? ¿No era feliz a su lado? Y ahora, que todo parecía ir bien, quiere aceptar la condición de Darkseid, separarle de su hijo. Ella no quiere perder la guerra, que es lo que sufriría si pierde a su hijo. «¿Cuándo puedo escapar yo, Scott?», le pregunta.

Y en estas que aparece Funky, el gran amigo que tanto les está ayudando a cuidar a su hijo y le cuenta el cuento que Jacob se ha inventado con él. El del Devoraestrellas, el Golden Retriever y Jake Jones. Habla de la imaginación que tiene su hijo, al que califica como genio, que en el cuento ideó que el perro enseñara a Batman a matar al dios Devoraestrellas que nunca se cansaba de comer estrellas. El símil que hace con el perro y el niño está genialmente cargado de significado. El perro ayudaba al dios a devorar estrellas, pero descubre la estrella del sol, que alumbra la Tierra, un planeta en donde encuentra un amigo, Jake Jones. Él es de un planeta en donde los perros no tienen amigos. No quiere perder a Jake, así que decide terminar con el Devoraestrellas para conservar su amigo. Y todo, según Funky, ha salido de la imaginación de Jacob, que apenas sabe hablar. Entonces, ¿qué puede aprender Scott de esta historia? Que puede aprender a terminar con Darkseid…

Y esa es la decisión que Barda quiere que tome. Al igual que ella decidió ir a por Orión, Scott tiene que decidir ir a por Darkseid, su padre, para evitar que éste críe a su hijo, para alejar al pequeño Jacob de Apokolips. Pero tiene que salir de él.

”El mundo que veo cuando cierro los ojos” por Pablo Menéndez

Disculpad la hipérbole, pero es imposible hablar de un cómic tan hiperbólico como Mr. Milagro sin recurrir a la exageración.
La serie de Tom King y Mitch Gerads es el mejor cómic de superhéroes del año. Mr. Milagro es arriesgado, es experimental, es hermético y complejo; pero, por encima de todo, Mr. Milagro recupera la herencia de un cómic que muchos creíamos perdido para siempre. Se pone de pie entre el barro de la complacencia, saca la cabeza a la superficie, y respira el aire y el aroma del progreso, con unos modos y maneras revolucionarias.

Mr. Milagro es a la paranoia lo que el Marqués de Sade a los látigos, y recurre a la misma tesis que planteaba Thomas Pynchon en El arcoíris de la gravedad: la paranoia total es mejor que su neurosis simétrica y antagónica; es decir, la creencia de que absolutamente nada tiene que ver con uno mismo. Dicho en pocas palabras, Mr. Milagro defiende la implicación: la implicación social, familiar, ética y moral.

La mención a Thomas Pynchon no es casual. Mr. Milagro extiende un cable de alta tensión que conecta los cómics de Grant Morrison con la pintura de William Blake, pasando por autores como Alan Moore, Philip K. Dick, Jack Kirby, Pablo Picasso o el propio Pynchon.

Grant Morrison se convirtió en el último responsable del destino de los Nuevos Dioses antes de la llegada de King y Gerads. En su saga épica Los siete soldados de la victoria, Morrison revolucionó el concepto de mejor escapista del mundo. En sus manos, Mr. Milagro se enfrentaba a las trampas mortales del ego, la derrota y la vida misma. King recupera y potencia este enfoque, especialmente en la recta final de la serie, demostrando un dominio total de la narrativa gráfica.

Si algún lector todavía duda de la capacidad del cómic (o más concretamente, de la capacidad del cómic de superhéroes, tradicionalmente el blanco predilecto de la crítica condescendiente; en parte porque él mismo se lo ha buscado) para tratar temáticas complejas a través de un modo propio y único entre las nobles artes, que lea la serie de King y Gerads y que se pregunte si no es, bueno, un milagro, el modo en el que los autores hablan de la percepción alterada de la realidad y la disociación personal a través de la puesta en escena. Un análisis técnico sería árido y aburrido, además de poco pertinente, pero para todos aquellos interesados en el tema, un ejemplo perfecto serían las páginas 4 y 5 del número 11.

Pero seamos justos. La conceptualización de la viñeta como espacio al que asomarse no es un invento de King y Gerads, y tampoco de Morrison (un fanático de este recurso, dicho sea de paso). Uno de los principales motivos (pero no el único) de que Watchmen entrara triunfalmente en la lista de las 100 mejores novelas según la revista TIME es que fue el primer cómic en utilizar este recurso (aunque podría discutirse apasionadamente acerca de este asunto en relación con la obra de Will Eisner). Las mejores novelas gráficas de la década de los 90 (como Jimmy Corrigan, Torso o Nunca me has gustadoAlan Moore es la mayor influencia de Mr. Milagro a nivel formal, Jack Kirby es, por motivos obvios, la mayor influencia a nivel temático. Tras su muy polémica salida de Marvel a finales de los años 60, el Rey de los cómics llegó a DC dispuesto a violar todas las reglas, romper todos los límites, quebrantar todos los tabúes y escupir sobre todas las creencias preestablecidas.

Su proyecto, El Cuarto Mundo, ya era revolucionario en las formas: una macrosaga épica, desarrollándose lentamente a través de cuatro series, independientes pero interrelacionadas. En cuanto al fondo de la cuestión, Kirby le hizo un proverbial corte de mangas a la industria del cómic americano. Si la historia del cómic de superhéroes fuera una autopista por la que se avanza uniforme y tenazmente con destino a un realismo sucio y descarnado, Kirby sería un kamikaze corriendo a 200 km/h, en dirección contraria y con una botella de vodka en cada mano.

La colosal obra de Kirby trasladaba la epicidad mitológica y wagneriana a un contexto futurista de dioses espaciales, y la cantidad de conceptos que albergaba entre sus páginas todavía no ha sido comprendida, ni siquiera inventariada. Por supuesto, la obra de Kirby (y por extensión la de King y Gerads) no puede entenderse más que a la sombra de los grandes popes de la ciencia ficción de los 50 y 60: Isaac Asimov, Robert A. Henlein, Walter M. Miller, Stanley Kubrick…y, por encima de todos ellos, Philip K. Dick y Thomas Pynchon.

“Por encima de todos ellos” se refiere, en este caso, a la enorme influencia conceptual que ejercen estos dos autores en toda la cultura de la segunda mitad del s. XX. Ciñéndonos a los hechos concretos, Dick y Pynchon aportaron generosas dosis de paranoia, irrealidad y alienación a la literatura americana, además de una sensibilidad que basculaba entre la cultura europea refinada y progresista, y el gusto irresistible por las así consideradas formas más bajas del entretenimiento. Dick y Pynchon fueron los primeros existencialistas de la ciencia ficción; pero, más importante todavía, sembraron las semillas de la post-modernidad que luego germinaría en los libros de Kirby, Moore, Morrison y King.

La legendaria peineta de Kirby a la industria (un gesto de rebeldía que acabaría provocando su caída) también se dirigía a los profesionales del lápiz. Frente al realismo fotográfico de Neal Adams, o el naturalismo de John Buscema, Kirby producía páginas y páginas repletas de perspectivas alocadas, atrevidas composiciones y collages psicodélicos. Un legado heredado de las vanguardias pictóricas de principios del s. XX, y también presente en Mr. Milagro a través de la influencia de Jack Kirby.

Particularmente interesante resulta la figura de Pablo Picasso en relación al aspecto pictórico de Mr. Milagro. De nuevo, un análisis técnico comparativo entre los dibujos de Picasso, Kirby y Gerads sería tedioso y pedante; pero si hemos de quedarnos con una idea, que sea esta: estos tres artistas dibujan directamente desde el subconsciente, sin un intermediario claro entre el alma y la mano, aparentemente sin esfuerzo, apelando a las regiones más escondidas del enorme océano de los sueños y los deseos. El trazo libre de Gerads unido a la narrativa férrea de King heredada de Moore hacen que Mr. Milagro cumpla el ideal alquímico por excelencia: la perfecta síntesis de contrarios.

Puede que después de todo estemos hablando de magia.

Pero todavía hay más. William Blake nació a finales del siglo XVIII, está considerado como una de las mentes más preclaras de la historia de Inglaterra. Blake fue el primer gran artista en considerar su trabajo como una obra de arte total, en el que las ilustraciones complementaran, explicaran y expandieran los poemas épicos que el mismo componía. Es decir, William Blake hacía comics, aunque él no lo supiera (como, por cierto, también hacía Francisco de Goya). El adjetivo épico tras poemas no es accesorio. Blake retomó los arquetipos mitológicos de la antigüedad y de la Edad Media (con la forma que Shakespeare y Milton les habían dado), y los transformó en una nueva cosmogonía romántica a través de palabras y dibujos. Exactamente igual que Kirby, con su estética y su sensibilidad ultrapop. Exactamente igual que King y Gerads, con su estética y su sensibilidad post-moderna.

Pero bueno, ¿qué significa ese final?

Yo soy Ubik.
Antes de que el universo existiera, yo existía.
Yo hice los soles y los mundos.
Yo creé las vidas y los espacios en que habitan.
Yo soy el verbo, y mi nombre no puede ser pronunciado.
Me llaman Ubik, pero Ubik no es mi nombre.
Yo soy. Siempre seré.

Philip K. Dick, Ubik.

”Glenn Rucinter está muerto. ¿O lo están todos los demás?”. Esta frase pertenece a la sinopsis de Ubik, pero bien podría pertenecer a la de Mr. Milagro. En el transcurso de Ubik, el protagonista sobrevive, aparentemente, a una explosión, y poco a poco, a través de la voz de Dios que le habla a través de anuncios televisivos, comienza a darse cuenta de que está muerto. Al final del libro no queda claro, no obstante, si lo que realmente está ocurriendo es que nuestro protagonista está vivo, pero en otro plano de existencia, apartado del mundo. Algo mucho más aterrador, sin duda.

Mr. Milagro apuesta por esta clase de final; arriesgado, abierto, y totalmente paranoico. Apuesta y gana, porque en la decisión de Scott Free de rechazar la oferta de Metrón se vislumbra el rechazo de la grandeza, que no es otra cosa que la verdadera inmortalidad. Todas las grandes obras de la historia de la humanidad (desde La Odisea hasta Bartleby y compañía, pasando por las obras de Carl Gustav Jung) han comprendido que es la renuncia y el sacrificio (o en términos menos dramáticos, en la aceptación de las propias limitaciones) donde reside la fuerza de un héroe.

Scott Free, Mr. Milagro, llevaba toda su vida luchando por escapar. Por escapar de trampas mortales. Por escapar del propio ego. Por escapar a la muerte. Pero no comprendía que no se puede escapar de la oscuridad. Solo cabe entenderla y aceptarla. Más allá, solo se puede vivir en una desesperada lucha contra el tiempo y la propia existencia. Pero ahora que lo entiende, que ha dejado de luchar, Scott Free es, por fin, libre.

Pero esto solo es una interpretación. Cada lector debe buscar la suya, con cuidado de no quedar atrapados en el laberíntico poliedro que es Mr. Milagro.

La forma ante el fondo. Un breve análisis del arte de Mitch Gerads, por Cristian Miguel Sepúlveda

Uno de los aspectos más brillantes que convierten a Mr. Milagro en ya un clásico de nuestro tiempo es el apartado artístico. Dibujado, entintado y coloreado por Mitch Gerads, que ganó un Eisner al mejor dibujante el año pasado, ha conseguido hacer uno de los trabajos más brillantes de su carrera. Tom King sabe elegir bien a sus dibujantes, y en esta ocasión no iba a ser una excepción, máxime cuando ya habían trabajado juntos antes en Sheriff de Babilonia. Y cuando mi compañero Pedro Pascual, orquestador y planificador de todo este macroartículo homenaje de esta gran obra, me pidió que le dedicara unas palabras al trabajo de Gerads en Mr. Milagro, confieso que sentí cierto vértigo. No sabía si iba a ser capaz, con mis limitados conocimientos técnicos de ilustración, de hacerle honor a un trabajo tan excelente como el que Gerads ha realizado en esta obra. Pero lo cierto es que, más allá de tu sabiduría, cualquiera puede percibir buena parte los detalles y matices que hacen destacar esta obra por encima de muchas otras a nivel artístico.

Es difícil definir la narración de Mitch Gerads en Mr. Milagro. Con una clásica y en principio poco original distribución de viñetas tres por tres en la mayor parte del cómic, Gerads sin embargo juega muchísimo con el lector y realiza experimentos visuales con resultados excelentes, como ya ha hecho en otras obras, aunque en menor medida, como en El Sheriff de Babilonia. Un ejemplo de esto son las interferencias que nos muestra deformando las líneas de dibujo de forma aleatoria o quizás concreta y deliberada en determinadas viñetas cada cierto tiempo. Desde el comienzo de la historia nos transmite esa sensación de paranoia, de que algo no está yendo como debería y de que no es una realidad muy estable la que nuestro héroe está viviendo. Una sensación transmitida por los ojos de una forma muy sutil, que se va confirmando poco a poco con la narración de King a lo largo de la historia y con otros elementos artísticos del propio Gerads.

Un impactante comienzo

Uno de mis momentos favoritos es cuando Big Barda y Scott Free están en casa tras la terrible proposición de Darkseid de acabar con la guerra con la condición de que les entregue su primogénito, Jake, para criarlo como heredero de Apokolips. Scott, le propone con unas cortas frases que al menos deberían pensárselo, y Barda lo rechaza con un simple no, se levanta del sillón y destroza de un puñetazo el cuadro de Mr. Milagro que hay colgado detrás, y que homenaje a la primera portada de la primera serie de Mr. Milagro Una escena que evidentemente es mucho mejor ver que leer y explicar, pero que es muy poderosa, y expresa y transmite una sensación muy potente con poco margen de acción, mostrando al personaje de Big Barda completamente de espaldas y a Scott en un plano lejano y sin mucha gestualidad facial.

Y hablando de Big Barda, es uno de los personajes mejor diseñados por Mitch Gerads. Respetando su vigorosidad, su violencia, su altura y anchura, y a la vez, consiguiendo expresar una belleza y una feminidad muy difícil de transmitir en un personaje de esas características en una sociedad con unos cánones de belleza tan estrictos y delimitados. No podemos decir que sea la protagonista, evidentemente, pero sí es un personaje crucial, y a veces tiene la misma importancia o superior que el propio Scott, algo que Gerads ha sabido transmitir en todo momento con sus diseños, tanto cuando viste de forma casual en su día a día, como con su armadura clásica. Es, además, uno de los personajes más expresivos, lo que le dota de una personalidad muy característica y diferenciadora, contrastando mucho con su marido, Scott Free.

Porque esta obra está llena de contrastes, con un estilo fotorrealista de entintado fino y a la vez sucio, que choca sin embargo con el respeto a lo clásico, a los trajes y aspectos originales de cada personaje, y no solo de Scott y Barda, sino también de Orión, Bug, Darkseid, la Abuelita Bondad, etcétera. Lo que le da un contrapunto interesante entre lo puramente comiquero y lo dramáticamente realista. Contrastes que también están en el color, una parte importante del apartado artístico de esta obra. Gerads utiliza unos tonos pálidos y grisáceos en la mayor parte de la historia, que le da ese tono trágico y triste que en el fondo tiene la historia desde la primera y trágica escena. No obstante, sabe combinarlo con otros tonos más cálidos e intensos, especialmente los rojos, y en concreto en las espectaculares escenas de acción, en las que además la paleta de colores es muy sencilla y no utiliza más de dos o tres gamas distintas de esos colores cálidos de los que hablaba.


Porque si algo sabe Mitch Gerads, es representar escenas de acción, con un alucinante estatismo que, sin embargo, y con una rápida y sencilla sucesión de escenas con pocos movimientos de los personajes consigue transmitir una sensación de acción que nunca había visto en estilos de dibujo aparentemente estáticos como el de Mitch Gerads. Unas escenas además violentas y sucias, pero a la vez elegantes, característica común siempre en el particular estilo del dibujante, como demuestran las escenas en las que Scott Free acaba malherido y con la cara totalmente amoratada y deformada por alguna paliza o herida.

No podemos despedirnos sin resaltar las portadas de Mitch Gerads, que funcionan como variant covers, pero que son una absoluta delicia, experimentando una vez más con diferentes efectos muy contrapuestos, y con una enorme expresividad sobre lo que cada número nos está contando. No obstante, fueron las portadas de Nick Derington, algo más carnavalescas y sobre todo, más mainstream, las elegidas para ser las principales, algo que tampoco choca demasiado con esa cómica narración en off que King nos distribuye durante todos los números.

Variant cover del número 10 de Mitch Gerads

Así pues, espero con estas breves palabras haber resaltado la importancia en esta obra de la narración de Mitch Gerads, repleta de detalles como los continuos cameos de personajes de DC en forma de muñeco o camiseta, o la simetría y repetición constante de diferentes escenas. Una ingente cantidad de matices que puede dar para todo un libro de análisis artístico y casi espiritual de esta obra, críptica y compleja, en la que gracias al elegante, experimental y a su manera coherente estilo de dibujo de Mitch Gerads, nos ayuda a comprender esta trágica y psicodélica historia que Tom King escribe durante doce apasionantes números que van de menos a más, y que marcan un antes y un después en la carrera de dos artistas que están proyectando una sombra muy alargada. Deseando de disfrutar de la próxima colaboración entre estos dos titanes del cómic.

Y ahora, ¿qué?

Terminada esta serie, somos muchos los lectores que hemos redescubierto a Scott Free, a Mr. Milagro, y ahora estamos totalmente enganchados a él. Él podrá escapar de cualquier trampa, pero nosotros no podremos hacerlo de él. De este héroe reflexivo, sentimental, valiente, tan lleno de matices y lecturas. El Universo DC ha encontrado un nuevo filón en este personaje, pero ahora lo acaba de perder. Porque está claro que una vez terminada la serie, el nuevo Highfather vuelve al limbo en el que se encontraba. Y con él la maravillosa Big Barda y los demás personajes del Cuarto Mundo. Y su hijo, Jacob.

Los echaremos de menos, pero siempre nos quedarán estas páginas. Además, es lo correcto, porque Tom King ha conseguido con Mr. Miracle lo mismo que Alan Moore con Swamp Thing: crear una obra tan grande que hará que los autores venideros tengan que encontrarse con el difícil reto de superar o, por lo menos, poner ésta a un nivel en el que no quede demasiado desvirtuada por su antecesora. Y no es la primera vez que lo hace. La sombra que gracias a Tom King sobre Omega Men es igual de aplastante que la que ahora ha puesto sobre Mr. Miracle. Es un autor que, por donde pasa, deja una gran huella. Como lo está haciendo ahora en Batman. Por supuesto que también tiene sus detractores, pero es un creador que no deja a nadie indiferente, eso desde luego.

El caso es que Scott Free ha quedado en una situación de la que es difícil moverlo. ¿Cómo podría continuar ahora sus aventuras? ¿Más guerras en Apokolips? ¿Una venganza de Kalibak? ¿Nuevos enemigos? ¿Jacob crece para convertirse en el nuevo Mr. Milabro o para enfundarse la armadura de su madre? Cualquier salida podría resultar tan exitosa como decepcionante y, sobre todo, dañaría el cerrado final que King ha diseñado para el personaje. Esté donde esté. En un mundo donde él es el único superhéroe (aunque recordemos que, al menos, Blue Beetle y Booster Gold existen en él) o en una alucinación de la que prefiere no escapar, está feliz y realizado. Y él prefiere estar allí, ¿por qué íbamos a sacarlo ahora? Aunque a muchos nos gustaría volver a leer aventuras suyas, parece que éstas pueden tardar en llegar. O tal vez no.

”Enlaces de interés ”

Reseña Mister Miracle#1

Analisís de Mister Miracle#1 Director´s Cut

Artículo sobre los seis primeros números de Mister Milagro

Subscribe
Notifícame
16 Comments
Antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
View all comments
Paulo Hernando
22 enero, 2019 22:43

Extensisimo artiiculo que os habeis currado, enhorabuena. A mi este Mr.Milagro no me a encantado como las otras grandes obras de King pero si que me ha gustado. Mas aun tras el ultimo numero que me parece de los mejores de la serie. Me ha gustado el final , por ir a contracorriente , cuantos heroes hemos visto abandonar su alucinacion, sueño ,limbo o como se quiera llamar, simplemente porque no es real? Si scoot free hubiese protagonizado matrix se tomaria la pastillas azul, total , el puede escapar cuando quiera 🙂

Paulo Hernando
En respuesta a  Pedro Pascual Paredes
24 enero, 2019 10:38

.La serie me venia gustando , y con el ultimo numero mas , ademas que estoy seguro que releidas seguidas todas las grapas ganara bastante, las otras de king siempre las lei en tomo. Me alegro que te haya gustado , saludos!

Sith
Sith
Lector
24 enero, 2019 0:33

Buenas, muchas gracias por este impresionante artículo.

Lamentablemente no concuerdo en nada con sus criticas, después de haber leido todos los números me siento terriblemente desilucionado con esta historia y con su autor, cuando se anunció este comic lo esperaba con ansias ya que al fin se le daba una nueva oportunidad a los New Gods en general y a Mr. Milagro en particular, pero veo que fue una ilusión esperar algo bueno.

Se que voy a ser minoría con esta opinión pero realmente el autor me parece muy sobrevalorado, no voy a entrar en debates sobre su rol en las redes sociales o en sus anteriores ocupaciones, me refiero directamente a sus obras en los comics, intenta en muchas maneras emular a Morrison pero lamentablemente comete en muchisimas ocasiones los mismos errores que el escoses.

La crisis que describe como catalizador de lo que le ocurre a Scott es un absurdo, después de todo lo que le paso al personaje, y no me refiero sólo a lo narrado por Kirby sino también a lo posterior (ni hablar del secreto que revela Simonson), el que resulta ser uno de los dioses que mejor balance puede hacer de esa faceta entre el mundo de los dioses y los mortales se encuentra en una montaña rusa de emociones sin sentido, y ni hablar del resto de los personajes, no quiero extenderme demasiado porque sino puede seguir dos horas escribiendo, pero lo que si quiero remarcar es que esto en definitiva es culpa de DC, luego de dos etapas brillantes como las que hicieron Byrne y Simonson dejando el listón demasiado alto hace tantos años, la editorial no supo que hacer con los personajes y vivio a los tumbos.

Con los Nuevos 52 amagaron con relanzarlos pero fue un bluff tremendo en toda regla.

Realmente me da miedo cada vez que leo a un autor que va a tocar a estos personajes y anuncia a los cuatro vientos su amor por la obra del Kirby porque es una señal inequivoca que va a hacer un desastre con los estos personajes, fue lo que hizo Morrison con Crisis final y sus 7 soldados de la victoria y ahora esto.

Al fin y al cabo voy a tomarlo a este comic como lo que es, una pesadilla lisérgica no solo de Scott sino de King, ojala que no tenga que esperar otra decada para que un equipo creativo logre hacer algo digno con este rico universo creado con Kirby.

Drury Walker
Drury Walker
Lector
24 enero, 2019 8:21

Una artículo colaborativo maravilloso. Es una suerte poder disfrutar de la página que levantais con vuestro esfuerzo.

Concuerdo con vuestro entusiasmo. Aunque el número de la redecoracion de la casa me pareció in traspiés, la obra es rotunda, brillante, rica en matices y valiente por los temas que trata. Aunque se me ponga verde por decirlo, y aunque he criticado a King muchas veces, al hilo del articulo que publicasteis hace un tiempo, esta obra mítica aparte sí puede tratar de tú a tú a las obras de Moore.

P.D. si King hace una serie con las aventuras cotidianas de Funky Flashman paso por caja e igual acampo la noche anterior para comprarlo

Drury Walker
Drury Walker
Lector
En respuesta a  Pedro Pascual Paredes
26 enero, 2019 11:51

No, si te entiendo! Cuando Darkseid hizo su oferta final de paz noté un golpe en el estómago. Menudo hijo de… sentí angustia por la situación de scott y barda… y estamos hablando de seres de ficción!

Por cierto, al margen de esto. Volver a ver a los nuevos dioses con sus diseños kirbyanos ha sido fantástico. Yo creo que Mr milagro va a estar en barbecho una temporada salvo que lo recoja King en heroes en crisis u otro proyecto, pero hay un montón de personajes con los que se puede jugar con planteamientos no necesariamente continuistas con la trama: Funky, Kanto, Orion, las Furias…

Xlin
Xlin
Lector
28 enero, 2019 22:40

Al fin he leído el último número y me he vuelto a leer los 12 del tirón. Me ha encantado. Creo que es el mejor trabajo de King, el más maduro como autor. El estilo es más personal. Plantea muchas reflexiones, toca diversos temas sin dejar de lado las constantes de toda su obra. Qué es lo que da la humanidad a la especie humana y la dimensión en la que la hacemos nuestra, la forma en que componemos nuestra propia realidad. La miseria del ser humano, de su civilización (ese antibelicismo siempre presente).Toda esa metafísica, con su particular firma, centrada en su lenguaje emocional, netamente visceral, alejado de la prosa intelectual y de fina redacción característica de esos titanes británicos con quienes tanto se tiende a compararlo. Por supuesto, todo este cóctel resulta difícil de imaginar sin la mano de Gerads, narrando todos esos momentos. Para mi gusto, es el artista que mejor casa con este escritor en todo lo que le he leído hasta ahora.
En cuanto al trato de la mitología Kirbyana de El Cuarto Mundo, creo que hace un uso e interpretación delicioso de todo lo que compone este rico universo, con caricaturas brillantes en el caso de muchos secundarios.
P.D: Nadie ha comentado la enorme influencia del Mr. Milagro de Morrison en 7 Soldados?

manolin
manolin
Lector
30 enero, 2019 17:06

Hola. Me temo que aunque es un texto legible y ameno sin embargo no podré leerlo sin exponerme a muchos spoilers . Cuando haya leido Mr. Miracle leeré este artículo también con la paciencia que seguro que merece.
No obstante le eché un ojo por encima y veo una inesperada referencia al «Atardecer en La Pared» …..¿ a que «La Pared» se refieren ?

manolin
manolin
Lector
En respuesta a  Pedro Pascual Paredes
30 enero, 2019 21:56

Claro….¡¡ yo soy de Fuerteventura!!! La cuestión es que en muy poco tiempo he oido hablar dos veces de esa playa , una en Facebook a una antigua compañera de la UNI que estuvo veraneando por aquí , y otra a tí . Me sorprendió porque no es de las playas más conocidas de aquí, yo de hecho siendo de la isla de tida la vida -y tengo más de 40 años- solo he estado por allí unas tres veces o así. La urbanización fallida que construyeron en la zona es un poco rara , pero el sitio es mágico, genial. Y no sé si conoces el origen del topónimo de «La Pared», es bastante curioso.

manolin
manolin
Lector
En respuesta a  Pedro Pascual Paredes
30 enero, 2019 22:51

No es facil , aunque su precio es el mismo , pero hay muy pocos establecimientos que los vendan, de hecho habían más cuando yo era pequeño, cuando el comic aún era un producto de Quiosco. Yo voy con frecuencia a otras islas, y allí si está la cosa mas facil, en GranCanaria y Tenerife al menos .
La toponimia: en las Crónicas de la conquista de Canarias cuentan que Fuerteventura en su zona mas estrecha -el istmo arenoso que separa la Península de Jandía del resto de la isla – tenía un muro o PARED que la atravesaba de costa a costa……unos piensan que, puesto que esas mismas crónicas cuentan que la isla antes de llegar los europeos estaba dividida en dos «reinos» esta pared era la linea divisoria entre ambos, otros que en realidad la frontera entre ambos reinos estaba mas al norte y este muro delimitaba una zona común de pastos para el ganado -que de hecho es el uso que se le siguió dando a esa zona del sur de la isla-. Como fuera ahí quedo el topónimo de La Pared, y aun quedan restos de algunos tramos de la misma , pero no te imagines las murallas de Avila o la de Lugo, je je je, era un muro de piedra que servía más para delimitar que para impedir el paso….a personas al menos

manolin
manolin
Lector
En respuesta a  manolin
30 enero, 2019 22:52

Y sí, Lobos es mágico también, ¡ y para tí más!! , yo vivo justo enfrente, en Corralejo. Me alegro de que mis islas te hayan inspirado