Un moderno Prometeo cocinado durante 37 años
Hay proyectos que solo por la historia que tienen detrás ya generan expectación. Ponle al mando a un autor de prestigio, potente, con uno de esos nombres que llena la boca solo con pronunciarlo. Añádele una intrahistoria apasionante detrás de la concepción de la obra que dé en sí misma para contar otro relato lleno de giros. Y sobre todo, ponle un poquito de espera, que se cueza a fuego lento, que crispe la paciencia de los seguidores, y tendrás el caldo de cultivo perfecto para hacer que su estreno se convierta en un gran evento. Porque un gran evento es, efectivamente, el estreno de Monstruos, la nueva obra creada por Barry Windsor-Smith que Dolmen Editorial publica el próximo día 29 en nuestro país y que por aquí hemos tenido la fortuna de poder leer.
Para empezar a hablar de esta obra tenemos que irnos muchos, muchos años atrás: concretamente, la friolera de 37 años. Nos encontramos en 1984, año en el que Barry Windsor-Smith regresa a Marvel tras una larga etapa afrontando proyectos diferentes, alejado de la que fuera la editorial en la que alcanzara el estrellato gracias a Conan El Bárbaro. El artista londinense llegaba tras una década centrado en otros trabajos alejados del mundo de las viñetas, y su vuelta a la Casa de las Ideas era más que celebrada. En ese momento Windsor-Smith comenzó a hacer distintos trabajos, pero hubo una idea concreta que sería la semilla del cómic que hoy ve la luz en nuestras tiendas.
Hablamos de Acción de Gracias, una historia en la que el legendario autor pretendía contar un nuevo relato sobre Hulk en el que se abordaría el pasado de Bruce Banner y su amarga infancia a manos de su padre, un amargado tirano que habría maltratado tanto a Bruce como a su madre hasta causar la muerte de esta última. Aquello serviría como base para señalar que la bomba gamma no habría sido el origen de la furia del Gigante Esmeralda, sino un catalizador que amplificó la semilla de violencia plantada por su repugnante padre, una premisa con ciertos paralelismos con lo que mucho tiempo después haría Garth Ennis con Frank Castle en El Castigador: Nacimiento.
Aquí viene el gran giro dramático: un año después, en 1985, mientras el creador de Arma-X seguía trabajando en su poderosa historia y acumulando más retraso del previsto, salió a la luz el número 312 de El Increíble Hulk y la paz saltó por los aires. Aquel episodio, guionizado por Bill Mantlo, incluía referencias a un pasado turbulento de Bruce Banner en el que él y su madre sufrían abusos por parte de su padre. Todo parece indicar que el guionista había encontrado en las oficinas de Marvel fragmentos del trabajo de Windsor-Smith, que compartía sin muchos reparos el avance de su historia, y decidió usarlo para la cabecera principal sin consultarlo. Por supuesto, el enfado del artista de Conan fue mayúsculo, ya que su idea era la de generar un gran impacto al presentar una historia tan cruda sin previa promoción, y ese efecto sorpresa se fue al garete. Y aunque el autor no rompió con la editorial en aquel momento, su poderosa historia se fue al cajón de los proyectos inacabados.
Pero no murió. Porque una década después, mientras aterrizaba en Dark Horse para empezar a desarrollar un proyecto personal alejado de los universos pijameros, Windsor-Smith pensó que quizás sería interesante recuperar aquel proyecto fallido y reconvertirlo en una historia original titulada The Prometheus Project. Y es entonces cuando empieza el baile interminable entre editoriales. De Dark Horse a un nuevo intento en Marvel, a Fantagraphics, y a Vertigo. Editoriales en las que no termina de recalar debido tanto a la reticencia a publicar una obra que el autor planteaba realizar sin censura de la violencia y el lenguaje para que mantuviera su fuerza, como a algún que otro choque por otros motivos. Finalmente sería Gary Groth, editor de Fantagraphics, el que conseguiría convencer a Windsor-Smith para publicar la obra con ellos, pero lo que se concibió como una historia de 22 páginas se había disparado ya hasta las centenas y durante mucho tiempo pareció que el proyecto se había quedado a la deriva una vez más. Pero henos aquí, 37 años después de la idea original, con esta monumental obra de casi 400 páginas en nuestras manos. Monstruos es, finalmente, una realidad.
La obra nos cuenta la triste historia de Bobby Bailey, un joven recluta al que en plenos años 60 el Ejército de los Estados Unidos decide utilizar como sujeto de pruebas para realizar unos experimentos nazis descubiertos al final de la II Guerra Mundial con los que el Tercer Reich buscaba crear superhombres. Pero Bobby se convierte en un monstruo, y mientras trata de escapar de sus captores con la ayuda de un arrepentido militar llamado MacFarland, al adentrarse en su antiguo hogar se encontrará enfrentándose a los demonios de su infancia.
Por supuesto, lo primero que salta a la vista con solo acercarse a la sinopsis de Monstruos son sus conexiones con lo que quiso ser en un principio. Bruce Banner cambia de nombre, aunque mantiene sus siglas repetidas, y la bomba gamma pasa a convertirse en un experimento de creación nazi. La época en la que se sitúa la trama coincide con el momento de la creación de Hulk, e incluso encontramos en la historia a un general Roth de obvias referencias. Sin embargo, en su ambiciosa ampliación de la historia, Windsor-Smith se desliga por completo de cualquier acercamiento al género superheroico y a la acción, centrándose en desarrollar una historia de gran carga psicológica y profundamente lúgubre.
Hay una referencia a la que es imposible no volver constantemente, y es por supuesto a Frankenstein. Ya desde el propio nombre del experimento al que someten al protagonista, el proyecto Prometeo, Windsor-Smith deja bien patente su inspiración en la legendaria obra de Mary Shelley (no en vano es también una de las bases de la creación del Goliat Esmeralda). El monstruo de Frankenstein es el gran arquetipo de ser incomprendido y perseguido, el giro dramático de ponernos en la piel de la bestia y ser testigos de su profunda melancolía al verse perseguida y atacada por un mundo al que nunca le ha hecho nada. Windsor-Smith traslada ese espíritu por completo a su obra, abordando Monstruos desde una oscuridad y una melancolía que perfectamente nos permitiría encuadrar a la obra dentro de los códigos de la novela gótica.
Este aspecto está especialmente potenciado por el arte de la obra. Barry Windsor-Smith decide realizar todo el cómic en blanco y negro, y los resultados son verdaderamente majestuosos. El artista de Conan realiza un trabajo titánico en el que cada viñeta nos deja pasmados por su ambición. Windsor-Smith aborda la obra con un estilo realista, con un entintado fino que plaga de detalles cada rincón de la página. Su uso de las sombras, constantes en casi todas las escenas y construidas siempre mediante la acumulación y cruce de líneas, potencia el aspecto lúgubre y ominoso de su relato y le confiere una identidad gótica que por momentos nos puede llegar a evocar al inigualable Bernie Wrightson. Es un trabajo de un poderío enorme, y solo en las últimas 50 páginas de la obra comenzamos a notar cierto agotamiento del dibujante, probablemente fruto de la impaciencia por finalizar una obra tan largamente pospuesta.
No todo son alabanzas, por supuesto. En primer lugar, hay que señalar que Monstruos es una obra de lectura densa, algo que quizás se suavizaría parcialmente de haber introducido algún tipo de separación por capítulos que aportaran algo de oxígeno al lector, en lugar de enlazar todo de continuo. Por otro lado, si hablamos del guion, es precisamente ese aroma a novela gótica la que se nutre de una trama exagerada y algo teatral. Las reacciones de los personajes resultan en muchas ocasiones algo sobreactuadas e histriónicas, y algunos giros argumentales resultan infantiles por su poca justificación. Da la sensación de que estamos leyendo una obra de otra época, con los excesos habituales que nos requieren una mayor suspensión de la credulidad. Y sabiendo de su largo proceso creativo, puede que efectivamente ese sea el motivo: que Monstruos sea una obra de otro tiempo que por circunstancias se ha estrenado hoy, una historia envejecida antes de publicarse. Además, tampoco se puede hablar de que estemos ante un argumento original, aunque en ese sentido hay que recalcar que no parece que esa haya sido la intención de su autor en ningún momento, sino la de crear una obra climática que transmitiera el horror del maltrato infantil.
Ese es sin lugar a dudas el punto más sobresaliente de la obra. Toda la parte de la trama en la que se nos narra la infancia de Bobby y la situación de violencia constante a la que su padre los somete a su madre y a él es de un poderío enorme. Se nota mucho cuál era el interés original de Windsor-Smith, porque mientras que las partes del guion relacionadas con el experimento, MacFarland y los nazis se quedan a medio gas, toda la caída a los infiernos de la familia Bailey resulta tan terrorífica como cautivadora. El artista londinense va aumentando poco a poco la tensión hasta que resulta casi insoportable seguir asistiendo al sufrimiento de la madre de Bobby, y nos pone los pelos como escarpias cada vez que su padre aparece en escena. El retrato que realiza Windsor-Smith de la violencia doméstica es brillante, y resulta más entendible que nunca (y meritorio) que peleara tanto con las editoriales por conservar la crudeza y el lenguaje soez de su villano, imprescindible para lograr ese impacto.
En definitiva, Monstruos es una pieza de un interés artístico incuestionable. Un dibujo espectacular pone cara a una historia que, si bien resulta histriónica y más característica de otra época, esconde en su interior un retrato de la violencia doméstica aterrador. Viendo lo que Barry Windsor-Smith logra conseguir en ese punto que originalmente iba a dar base a su historia sobre Hulk, no me cabe la menor duda de que el destino nos arrebató con crueldad una obra maestra de la que este cómic nos deja entrever lo que pudo haber sido.
Lo mejor
• La aterradora y brillante representación de la violencia doméstica.
• El sensacional arte de Barry Windsor-Smith.
• El esfuerzo de Dolmen por editar a la vez que en Estados Unidos.
Lo peor
• La falta de capítulos de separación hace que la lectura resulte densa y abrumadora.
• El guion resulta exagerado y teatral en algunas tramas.
Guion - 7
Dibujo - 9
Interés - 10
8.7
Monstruosa
Barry Windsor-Smith estrena por fin un trabajo con más de 30 años de cocción en el que, si bien su guion resulta algo histriónico, su retrato de la violencia doméstica y su lúgubre arte hacen de ella una obra a tener a cuenta.
No sé si me lo hoy a pillar pero tengo ganas de echarle un ojo, porque la verdad es que el arte de este buen señor cuando estaba pletórico era la hostia, lástima que se haya prodigado tan poco.
Cómo diría Daredevil…veremos.