Archie Andrews es uno de los personajes más emblemáticos del cómic estadounidense, con una publicación ininterrumpida desde su creación en 1941 contando centenares de apariciones en múltiples revistas además de la propia. Con el paso del tiempo su colección parecía anclada en una era pasada, por lo cual se coqueteaba con la posibilidad de actualizarlo al presente siglo XXI pero desde la editorial no se daba el paso definitivo. Esto finalmente ocurrió, concretándose en un nuevo Archie #1 que reintroduce al grupo de amigos en este nuevo Riverdale, que en esencia no deja de ser el mismo de siempre.
La editorial en los últimos años ha comenzado a actuar con ambiciones de destacar en el medio, buscando competir palmo a palmo con los otros sellos que se disputan la mitad de mercado que no controlan Marvel y DC. Esto se demuestra una vez más en la iniciativa de New Riverdale en los autores elegidos para ejecutar el relanzamiento. En esta nueva serie de Archie tenemos como guionista nada menos que a Mark Waid, y como dibujante a la multipremiada y popularmente reconocida por Saga, Fiona Staples.
Por estos nombres y por la relevancia del personaje, las expectativas eran tan altas como la curiosidad por ver cómo se moderniza a un personaje como Archie Andrews, a todo su grupo de amigos y compañeros de escuela, y al mismo poblado de Riverdale. Sin ser rompedores de manera innecesaria y planteando la actualización más en las formas que en el contenido, Waid y Staples cumplen con lo que se esperaba de ellos de parte del público más amplio, a la vez que ofrecen un producto totalmente apto y agradable para los viejos seguidores del personaje que no estaban tan de acuerdo con la necesidad de un relanzamiento.
La esencia de los personajes y del entorno en el cual se mueven es completamente respetada, sosteniendo todas las características reconocibles, y también sin cambios drásticos en los diseños que son actualizados al 2015. Salta a la vista desde la primera página tanto el hecho de que es un cómic de estos tiempos como de que es un cómic de Archie.
Staples plantea diagramaciones de página dinámicas propias de los cómics mainstream, a la vez que su mismo trazo digital se diferencia radicalmente del que se podía ver en la serie de Archie anterior, histórica, que concluyó en el #666. Esto además de desplegar su virtud conocida con la expresividad de los personajes, aportando mucho a los diálogos que escribe el guionista.
Y por el lado de Waid, justamente, a la vez que consigue reintroducir a personajes con mucha historia respetando su esencia también logra presentar una historia que puede ser interesante e intrigante para el público que se acerque a este #1 por mera curiosidad. Para ello, comienza por darnos la bienvenida a Riverdale desde la voz de Archie Andrews hablando directamente al lector, para luego contextualizar rápidamente sobre el conflicto básico que seguramente se extenderá por estos primeros números: acaba de terminar su relación con su pareja desde la niñez, Betty Cooper, por un motivo que no termina de explicitar y solo se refiere a este como el “incidente del lápiz labial”.
Generando ese pequeño misterio, Waid desarrolla el guión del primer número dividiéndolo en tres partes, reproduciendo en una escala pequeña el esquema de introducción, conflicto y desenlace. En torno a la reciente ruptura, se mostrará cómo se sienten tanto Archie como Betty así como los compañeros de escuela que sienten que si ellos no están juntos ninguna relación tiene posibilidades, situando como nudo de este #1 la intención de reunirlos con un final que por supuesto no cierra la historia sino que invita al #2… en el cual se verá el origen del triángulo amoroso completado por Veronica Lodge.
Con una idea simple pero bien resuelta, los autores logran un muy buen cómic que es de género romántico, centrado en jóvenes comunes, sin necesidad de escenas de acción ni nada que se le parezca; es decir, nada más y nada menos que narración de personajes con los que el lector puede identificarse, empatizar e interesarse, sin traicionar en absoluto la esencia de Archie. De esta forma, cumple perfectamente el objetivo planteado de antemano.
Cabe destacar dos cuestiones de este primer número, una dentro del trabajo de Waid y Staples pero que va más allá, y otro detalle editorial que también se relaciona con la tarea presente. La primera es el rol decisivo que cumple Jughead en esta historia, lo cual es lógico por ser el mejor amigo de Archie pero dobla su relevancia porque la segunda colección del nuevo Riverdale será precisamente la suya, a cargo de Chip Zdarsky y Erica Henderson.
Y el segundo detalle es la inclusión en esta revista de la primera aparición de Archie Andrews en Pep Comics #22, una breve historia de seis páginas en la cual ya se encontraban todos los elementos esenciales del personaje: la ciudad, los protagonistas, otros personajes del reparto, las situaciones conflictivas (incluso el triángulo amoroso sugerido), etcétera. Además de ser una pieza histórica y curiosa (por ejemplo, por el hecho de que Archie odiaba que lo llamasen así y pedía que le dijeran Chick, jamás pensaron que terminaría siendo el nombre del sello editorial), es destacable que Waid logre reproducir para el lector de cómic del siglo XXI, alterando y actualizando diferentes elementos, esta misma introducción.
Debo reconocer que esto me llama la atención. Con excepción de «Life with Archie» (Un muy buén «What if» de su vida o con Betty o Veronica, terminando en su consabida muerte), no había leido mayor cosa del personaje en más de 20 años. Hasta me dan ganas de desempolvar algunos viejos números, de soñar si en las p{aginas incluiran a Josie & the Pussycats, a Sabrina, a Cheryl. Y si alguna editora se anima a mostrar esta nueva etapa con nombres originales o mantienen los otorgados en su momento por Novaro (Si, crecí con Archí, Beti, Veronica, Carlos, Torombolo, la señorita Canuta, el Señor Paz, Gorilon, Ester, Dilton…)