Mundo Independiente: Huck #1

 

Edición original:Huck #1 (de 6) USA, Image Comics.
Guión: Mark Millar.
Dibujo: Rafael Albuquerque.
Color: Dave McCaig.
Formato: Grapa, 32 páginas.
Precio: 3,50$.

 

La relación de Huck, el nuevo lanzamiento de Mark Millar con el mundo del cine es muy estrecha. No, no me refiero solo a patente la vocación de éste cómic (como prácticamente todos los del escocés desde hace años a esta parte) para ser adaptado a la gran pantalla al estar prácticamente concebido para ser vendido como licencia. Ni a que las frases promocionales viniesen a decir algo así como que es un cruce entre Forrest Gump y Superman: The Movie. Todo eso es cierto, pero a lo que me refiero es a que la más reciente versión fílmica del Hombre de Acero fue crucial para la idea de este proyecto. Cuenta Millar que cuando vio la película y llegó a la escena en la que Kal-El le rompía el cuello a Zod, a pesar de comprender que a nivel de lógica interna de lo establecido en el filme se era consecuente, mancillar así la bondad de Superman para él fue mas que suficiente. Y que a pesar de haber sido él uno de los abanderados más prominentes de una visión cínica, violenta, deconstruida y sórdida de los superhéroes (estamos hablando nada menos que del guionista de Kick-Ass, de The Ultimates o del segundo tramo de The Authority, después de todo), o precisamente por ello, se dio cuenta de que se había llegado demasiado lejos.

Y es que a pesar de lo dicho anteriormente, no hay que olvidar que Millar adora y comprende bien cómo funciona el último hijo de Krypton, ese Hombre del mañana de buen corazón, genuinamente altruista, el alienígena crecido ente nosotros con el poder de un dios que podría hacer cualquier cosa que quisiese…y que decide hacer lo correcto. Lo demostró hace años, cuando escribía la serie de Superman Adventures que seguía la continuidad de los maravillosos dibujos animados televisivos de Bruce Timm y Paul Dini. Y lo reafirmó con Red Son, ese Elseworld en el que un Kal-El que se crió en un koljos soviético (en lugar de en una granja de Kansas) seguía siendo a pesar de los errores que podía cometer, un amigo que venía a ayudar. Otra fuente de inspiración para Millar fue cuando conoció a un hombre con severos problemas de aprendizaje que a pesar de las dificultades que eso ha acarreado sobre su vida, decía ser plenamente feliz al seguir la simple máxima de hacer una buena obra al día. La perspectiva vital de esta persona impactó sobre Millar y le hizo cuestionarse si el mundo no sería un lugar mucho mejor y los que vivimos en él mucho menos desdichados si todos atesorásemos esa ingenuidad tan pura.

Volviendo a Superman, tanto referirnos a él para hablar de Huck no es baladí: después de todo, mucho de lo que acabamos de decir es un tema central en el concepto bien entendido del Hombre de Acero. Además, resulta que la historia ( un huérfano criado en una idílica población rural estadounidense que al crecer usa los superpoderes que descubre que tiene para echar una mano con las pequeñas cosas a sus convecinos) podría perfectamente ser la de un Clark Kent sin identidad secreta ni traje en una Smallville que, agradecida, protege su secreto del mundo exterior. Incluso hay momentos en que lo gráfico nos evoca en un punto al magnífico Las Cuatro Estaciones de Jeph Loeb y Tim Sale, gracias probablemente en gran parte a la genial labor del colorista Dave Mc Caig, la auténtica estrella de este número de debut. Es curioso porque los tonos aquí son mas bien veraniegos y otoñales, y a pesar de eso a lo que mas nos recuerda de aquella revisión del primer año del hombre de acero es a la parte de primavera; lógico temáticamente, pero no deja de ser paradójico. Quizás no es tanto que las obras se parezcan entre sí, sino que ambas, cada una a su modo, en una medida posiblemente traten de transmitir el espíritu de las pinturas de Norman Rockwell.

Siguiendo con el apartado gráfico, Rafael Albuquerque mantiene el gran nivel al que nos tiene acostumbrado en American Vampire, pero desde una óptica como hemos dicho, tierna, cálida. De nuevo, la relación con el cine queda patente dada la abundancia de viñetas horizontales, que emulan la experiencia cinemascope de la gran pantalla.

Millar consigue llegarnos al corazoncito con este relato de un joven no demasiado brillante pero lleno de buenas intenciones (de ahí la comparación con Forrest Gump) cuyo mundo comienza a tambalearse cuando se decide por primera vez a no limitar sus buenas obras a su entorno más próximo. El escocés se ha ganado (también es verdad que uno ha de reconocer que sigue siendo seguidor suyo) que esperemos con interés al mes que viene para conocer las consecuencias de ello, especialmente si están apoyadas por tan espléndido apartado gráfico. Es la primera de tres miniseries de seis números cada una. Que no decaiga.