Mundo independiente: Injection #1

 

Edición original: Injection #1 USA (Image Comics).
Guión: Warren Ellis.
Dibujo: Declan Shalvey.
Color: Jordie Bellaire.
Formato: Grapa USA, 24 páginas.
Precio: 2,99 $.

 

Warren Ellis, Declan Shalvey y Jordie Bellaire consiguieron el año pasado el reconocimiento casi unánime de la crítica y el público con una colección de Marvel. Sí, de Marvel, como leéis, amigos hipsters. No pasa nada, el universo no se va a colapsar por ello, ¿veis?. En su breve estancia en Moon Knight (publicado en España por Panini como Caballero Luna: De entre los muertos) nos ofrecieron media docena de historias independientes entre sí que impactaron sobre el lector como media docena de balazos. Tal vez la primera de ellas fue la más rutinaria, pero el resto, sin vocación de ser obras maestras que fuesen a revolucionar el medio, alcanzaron unas notables cotas de calidad y entretenimiento haciendo un uso inteligente y honesto del formato grapa mensual: «si estamos ante un producto de consumo rápido, vamos a asumir tal condición y hacer todo lo posible para que tal ingesta sea nutritiva, paladeable e indiscutiblemente sabrosa«, parecía ser la hoja de ruta que escritor, guionista y colorista se habían trazado.

Ahora Ellis, Shalvey y Bellaire vuelven a colaborar juntos en esta Injection publicada por Image comics. En ella han ido en dirección opuesta a la que tomaron en esos seis números del Caballera Luna: en lugar de ofrecer historias autoconclusivas, aquí parece que la comprensión y gran parte del disfrute de esta primera entrega depende fuertemente de leer de seguido un buen puñado de números para hacerse una idea clara y precisa de qué está pasando. No es tanto que lo contado sea enigmático, sino que más bien lo que resulta críptico es su exposición. Ellis se toma su tiempo y va disponiendo piezas cuya colocación suponemos que cobrará mayor sentido más adelante, cuando tengamos una mayor perspectiva en los siguientes episodios.

El marco concreto en el que la historia transcurre de momento es un misterio. Vemos y se habla de lugares que nos son familiares, especialmente de la geografía británica, pero da la impresión de que el mundo ha cambiado sustancialmente por las pasadas acciones de los protagonistas…pero no sabemos cómo. Los diálogos se desarrollan entre personajes que conocen el contexto, pero se juega con que la audiencia no, y es fácil perderse.

De lo que poco que podemos intuir es que estamos ante una historia de ciencia ficción con atmósfera de cuento de fantasmas. Todo comienza cuando el Ministerio del tiempo y la medida (tiene cierta gracia el nombre de esta ficticia institución al recordar a otra que recientemente se ha vuelto muy popular en la cultura popular española, ¿no?) reclama a varios miembros retirados de la llamada Unidad de Contaminación de Cruce de Culturas. Hace tiempo que estos eruditos especialistas en campos diversos -los cuales lucen todos en el antebrazo unos curiosos tatuajes estilizados que parecen jeringas- dejaron atrás los felices tiempos en que eran cinco y colaboraban juntos. Algo terrible sucedió en el pasado y dado el llamamiento del Ministerio parece que está volviendo a suceder. Los coprotagonistas, dañados en sus mentes y sus almas resultan bastante interesantes, con esa María internada en un sanatorio, y con ese Robin, recorriendo líneas culturales que tienen manifestación física en la campiña inglesa.

Como decíamos, el argumento no es explícito, y por tanto no estamos ante una obra que en este formato de entregas sea precisamente muy accesible. Es un cómic denso, el lector debe hacer cierto esfuerzo además de un acto de fe de que la historia que va a ser contada irá desplegándose y será fascinante. Pero hay claras señales de que esa fe será recompensada. Probablemente esta desorientación sea algo buscado por los autores, y precisamente hayan deseado invitar a los lectores a un viaje transitando por sendas distintas a aquellas por las que nos han guiado juntos en otras ocasiones. Y claro, siempre queda la opción de coger el cómodo tren del tomo recopilatorio, que lleva al mismo destino aunque salga mas tarde y recorra paisajes menos agrestes.

Y decimos «los autores» -no dejando que todo recaiga sobre los hombros de Ellis- porque además tenemos a Shelvey y Bellaire, que hacen de este primer número una delicia visual. Tampoco hay que desdeñar el trabajo a la rotulación de Fonografiks, que da una sensación ominosa y aplastante a los textos de apoyo. Estos nos suministran mucha de la escasa información que Ellis ha decidido darnos, aunque sea más relativa a los estados de ánimo y situaciones actuales de los personajes que a ponernos al corriente de qué está pasando.

Ellis nos presenta enigmas sobre el contexto mismo que esperamos que se vayan resolviendo, y que se vayan rellenando los agujeros de información que resulta esencial para la comprensión de la lectura. Pero ahí es donde el escritor decide mostrar que reside parte de su fuerza, consiguiendo que en lugar de desmotivar al lector (cosa que podría haber sucedido con mucha facilidad, y riesgo por el que hay que calificar de forma rotunda a este debut de valiente), éste sea incentivado a volver el mes que viene a averiguar qué sucede.

Y así, en algún lugar de Inglaterra, el hombre anteriormente conocido como el Jesús de internet ríe sabiendo que ha conseguido su objetivo de convertirse en camello de un producto cultural: y es que dándonos de probar solamente un poco nos ha enganchado y tendremos que volver a por nuestra dosis. Supongo que eso de Injection, nos tenía que haber dado ya alguna pista, ¿no?