¡25 entregas! No imaginaba que esta sección alcanzaría tal cifra. Un poco más de esfuerzo, y llegará a la mágica cifra de 50 entregas. Mientras tanto, para celebrar 25 entregas, esta semana comentamos el debut de dos miniseries que nos han llamado la atención y no han decepcionado.
Last Stop on the Red Line #1, de Paul Maybury y Sam Lofti
Pese a la pérdida de licencias históricas, ya sea Usagi Yojimbo o Star Wars, Dark Horse Comics sigue siendo una editorial a tener en cuenta. La casa de Mike Richardson cuenta en su catálogo con interesantes novedades como esta,
Como introducción, el primer número de esta serie es bastante confuso en su primera lectura. Maybury cambia de perspectiva constantemente, saltando de un personaje a otro, y oculta mucha información al lector, lo que obliga a releer pasajes clave para entender un poco mejor quién es quién y por qué la historia toma ciertos derroteros. Pero incluso tras una segunda lectura quedan muchas dudas por resolver. Ignoro qué tiene planeado el guionista, pero espero que sepa darle una conclusión satisfactoria a esas incógnitas y que su narativa no sea una cortina de humo con la que fingir complejidad. Sería triste que eso sucediese porque la serie conjuga elementos muy interesantes. Además de misterio y magia, tenemos un retrato de la cara más oscura y deprimente de Boston, la de los vagabundos que tratan de sobrevivir el día a día en una ciudad donde el coste de la vivienda se incrementa constantemente.
Además, el dibujo de
En definitiva, me he quedado con ganas de más leyendo el debut de Last Stop on the Red Line. Más vale que Maybury sepa atar todos los cabos sueltos satisfactoriamente.
Road of Bones #1, de Rich Douek y Alex Cormack
Siempre me he preguntado por qué IDW mo apuesta más por las series de autor en vez de licencias como Star Trek. Como parte de un conglomerado con la ambición de posicionarse como gigante del entretenimiento, le interesa capturar ideas nuevas y conceptos frescos, no solo publicar cómics descafeinados del Juez Dredd. Y de las series de autor que publican, uno nunca sabe muy qué esperar. Tan pronto sacan al mercado Ragnarök como alguna serie deficiente. Hace unas semanas me llevé una agradable sorpresa con Ghost Tree, una de las nuevas miniseries de la editorial, y esta semana vuelvo a quedarme satsifecho con una de sus propuestas.
Los creadores de la serie, Rich Douek y Alex Cormack, fueron capaces, durante unos minutos, de hacerme sentir parte de la fuga de un gulag. El primer número de su serie nos expone a un mundo salvaje, gélido y de hambrunas. Solo el protagonista y sus amigos ofrecen una chispa de esperanza en un ambiente como ese. Una chispa que, sin embargo, los autores desvanecen con un final de episodio descorazonador que nos deja en una situación interesante.
Consiguen ese efecto gracias a un buen guion y un estupendo dibujo. Douek entiende que su historia depende de lo bien que consiga caracterizar a sus personajes, retratar la naturaleza hostil del entorno que habitan, e insinuar la presencia de fuerzas sobrenaturales. Sin mayores pretensiones, su guion cumple con nota esos objetivos. Por su parte, el trabajo de Cormack es tan adecuado estilísticamente para la historia que narra, que cualquier deficiencia o carencia que tenga se vuelven irrelevantes pasadas las primeras páginas. Dibuja figuras ásperas, de rostros miserables, y fondos muchas veces parcos en detalles. Justo lo que uno imagina al pensar en un gulag: gente al límite de sus fuerzas, con el cuerpo destrozado, y habitando chozas ruines. Pero cautiva sobre todo por su notable uso de sombras y su coloreado, con los que transmite la sensación de frío. Un frío que congela los huesos y atrofia músculos.
En definitiva, Road of Bones debuta con un número escrito y dibujado competentemente. Esta es la clase de cómics de autor que me gustaría ver más a menudo en el catálogo de IDW.
Pues tienen buena pinta los dos, en especial el de Road of bones. Habrá que echarle un ojo.