¡Esta semana estrenamos nuevo nombre! Para celebrarlo quería hablar de estrenos interesantes esta semana, pero las editoriales americanas me decepcionaron. Tras semanas y semanas publicando números uno, esta vez no hubo ningún estreno destacable. Así pues, la entrega de hoy se centrará en dos series que debutaron la semana pasada pertenecientes al mismo género, la ciencia ficción.
Judge Dredd: Toxic #1, de Paul Jenkins
Paul Jenkins se ha labrado una larga carrera trabajando para las dos grandes editoriales de superhéroes, destacando su paso por Hellblazer y el popular relanzamiento de los Inhumanos, y publicando series de creación propia en distintas. Pero le faltaba trabajar con un personaje que inevitablemente todo guionista británico inevitablemente tiene que escribir si no quiere exponerse a la deshonra. Estoy hablando, obviamente, del Juez Dredd. IDW le ha concedido esa oportunidad con una miniserie de cinco números.
Jenkins no se arriesga mucho en su debut. El Juez Dredd descubre la presencia de inmigrantes ilegales entre los trabajadores encargados del procesado de residuos en Mega-City One, y sucede lo que tiene que suceder en un cómic del Juez Dredd. Se desata un movimiento xenófobo en la ciudad que hace peligrar la estabilidad política de la urbe. Casualmente, el cabecilla del movimiento es un señor gordo, de piel ligeramente anaranjada, y con ganas de hacer Mega-City One «Great Again«.
Un debut poco arriesgado, desde luego. Sin embargo, es de agradecer que no caiga en la trampa de limitarse a gritar el mensaje de su historia en cada página, como sucede muchas veces en cómics de temática política. Pocas cosas me desagradan tanto como la condescendencia hacia los lectores, especialmente cuando oculta la superficialidad de una obra. Soy consciente de que el fascismo y la xenofobia son detestables, lacras que se resisten a desaparecer; necesito algo más que un simple confirmación de que mis ideas son las correctas.
Por eso me gusta que Jenkins expone sus opiniones sobre temas de rabiosa actualidad al mismo tiempo que desarrolla un misterio interesante alrededor de los origines de los inmigrantes ilegales, que sirve también para examinar el día a día en uno de los rincones más olvidados de Mega-City One. Y con un poco de sátira, un componente esencial en toda historia del Juez Dredd. En definitiva, esto no el Twitter de un escritor, sino una elaborada historia con mensaje, dos conceptos diferentes. Menos mal que es así, porque el dibujo de Marco Castiello y los colores de Jason Millet, muy apropiados para la estética distópica en la que se mueve el Juez Dredd, lo merecen. Me gusta que diferencian bien los sitios en los que transcurre la historia, saltando de edificios limpios a calles repletas de basura tóxica. Y saben hacer buenas escenas de acción, otra cosa esencial en los cómics de 2000AD.
No creo que Toxic esté destinada a ser un clásico, pero pronostico que seguirá siendo una lectura interesante incluso cuando las futuras generaciones desconozcan quién es Donald Trump. Siempre y cuando Jenkins sepa estar a la altura en los siguientes números.
Dead Kings, de Steve Orlando y Matthew Dow Smith
¿Qué historia me quieres contar, Steve Orlando? Agradezco que confíes en mi inteligencia y que no conviertes el primer número de tu nueva serie en una exposición del contexto rutinaria, que no hace avanzar la historia. Suficiente tengo con autores como Scott Synder. Pero estaría bien que dejarás un poco más claro de qué están hablando los personajes de tu obra.
Dead Kings nos lleva a un mundo arrasado por la magia y la tecnología hace treinta años. En este escenario, un hombre se ve obligado a volver a la región en la que creció. Su hermano, con quien tuvo bastantes disputas, fue capturado por la policía secreta de un gobierno autoritario que se estableció tras un golpe de estado. Para ello, necesita la ayuda de una guerrera cínica que fue traicionada por los golpistas.
Ese es el argumento de la serie. Necesité leer el primer número dos veces para poder entenderlo. Estoy seguro de que soy más inteligente que un chimpancé y, por lo tanto, si no soy capaz de entender una premisa tan simple, o bien tuve un mal día… o bien algo falla en la narración. Orlando quiere escribir diálogos poéticos y usa tantos términos ficticios que al final termina desorientando al lector. Hace falta un poco más de contexto. Si no fuesen tan innecesariamente poéticos, los diálogos podrían darnos mucha más información. Por lo menos, no hay motivo para pensar que los siguientes números vayan a cometer el mismo error. Habiendo presentado el universo de la serie y puesto en marcha la historia, Orlando puede centrarse en lo verdaderamente importante y convencernos de que su propuesta merece la pena aunque sea un poco genérica.
Por su parte, el dibujo de Matthew Dow Smith aprueba con nota. No será el dibujante más dinámico que he visto nunca, pero se maneja bien en las pocas escenas de acción que contiene el guion. La serie transcurre en una región gélida, y su estilo anguloso y sus diseños, unidos a los colores fríos de Lauren Affe, nos convence de que estamos en un sitio así, gélido e inhóspito.
Estoy muy decepcionado con el debut de Dead Kings. Sin embargo, esperaría hasta los siguientes números para el veredicto final. Quién sabe, quizás Orlando solo haya tropezado tratando de crear un inicio interesante.