Un nuevo cómic de Alan Moore es siempre una novedad a atender, tanto para los que siguen (seguimos) su obra a donde sea para ver qué se trae entre manos el barbudo de Northamptom, como para sus detractores preparados para juzgar que ya no es el mismo de antes y no les interesa lo que hace. Pero positiva o negativamente, el interés por cada novedad de Moore está allí.
Providence no es cualquier novedad, sino que es algo casi completamente nuevo de parte de Alan Moore después de varios años. No es un nuevo tomo de la Liga de Caballeros Extraordinarios, ni la reimaginación de otro cómic preexistente como Crossed +100, no es una adaptación de algún relato de su pluma ni la recuperación de un guión viejo suyo, y poco (nada hasta ahora) tiene que ver con su anterior historia lovecraftiana titulada Neonomicon.
En tal caso, sí se trata de una nueva historia de Moore sobre los mitos creados por Howard Phillips Lovecraft, algo en lo cual ha trabajado en otras ocasiones (además de la citada miniserie) pero según ha declarado en varias entrevistas previas a este lanzamiento nunca de la manera en que lo hizo para Providence. Asimismo, desde el #1 ya se notan varias marcas propias de Alan Moore, todavía con mucho camino por recorrer para esta serie limitada que tendrá 12 entregas.
Entre esas marcas autorales pueden señalarse, en primer lugar, las múltiples referencias literarias relativas tanto a la época (la narración está situada en el año 1919) como de la propia obra de H. P. Lovecraft. De estas últimas, las hay en relación a los seres de los mitos como de otros personajes que han protagonizado relatos de este escritor maestro del terror, como ser el mismo protagonista de Providence llamado Robert Black, que bien puede ser un análogo del personaje Robert Blake (que a su vez Lovecraft lo creó en base a su amigo, y luego también escritor de terror, Robert Bloch). En este sentido, durante el curso del #1 se ven varios elementos que juegan entre la ficción creada por HPL y la historia real, combinando ambas haciendo de este un mundo que podría ser el nuestro.
Una segunda característica repetida en la obra de Moore es la de intercalar una escena, de a una página, entre el relato principal dejando que el lector aporte de su parte para comprender el sentido de esa escena. Asimismo, este recurso aporta un pequeño golpe de sorpresa para el final de este primer capítulo al atarse los cabos de todo lo leído, empezando a conocer al personaje principal y su trasfondo.
Para ello recurre a otro rasgo que se ve prácticamente siempre en el trabajo del escritor inglés, que es la utilización de elementos que no son narrativa gráfica secuencial como complemento de lo que se narra en el cómic. En este caso es un texto escrito, a modo de diario aunque no es precisamente eso, por el mismo protagonista Robert Black.
En cuanto al mencionado trasfondo, encontramos uno de los temas relevantes que Alan Moore había anunciado que quería abordar: la homosexualidad en los albores del siglo XX. De este tópico puede ya vislumbrarse algo en Providence #1, aunque seguramente será más desarrollado en el devenir de la serie.
El otro tema, el principal diría, es el del terror de lo cual poco hay todavía para mencionar, y al ser fiel a la manera de escribir de Lovecraft es lógico y esperable que así sea. En su primer número apenas se esboza y se brindan algunos datos que dan la pauta de hacia dónde irá la narración, con qué clase de misterio insondable nos encontraremos y de qué manera afectará a los personajes de esta historia. En este sentido, le juega un poco en contra a Providence el hecho de ser una publicación de cadencia mensual y sin dudas se leerá mejor de corrido.
Una última marca autoral reside en el tratamiento y el reflejar un sentir de la época, algo que Alan Moore ha disfrutado de hacer en reiteradas ocasiones y especialmente en The League of Extraordinary Gentlemen. Esto es tocado en lo ya mencionado de la cultura gay en el comienzo del siglo XX y en las referencias a libros y escritores leídos por entonces, pero también hay varias referencias a hechos importantes del momento como ser el Tratado de Versalles, el proyecto de ley para prohibir el alcohol, y el hecho mismo de que el protagonista trabaje en el periódico New York Herald (que, no casualmente, fue donde se publicaron por primera vez Little Nemo in Slumberland y Buster Brown entre otros).
Nada hemos dicho hasta aquí del dibujante del cómic, algo que suele ocurrir en los cómics de Alan Moore en donde su figura opaca al resto salvo que esté acompañado de un artista igual de renombrado. Esto, desde ya, es un punto negativo para el escritor pero también es un síntoma de cuál es el aspecto más bajo de Providence. Sin ser un mal trabajo de Jacen Burrows, tampoco es para nada destacable limitándose a ser un mero ladero que poco aporta de su parte; un dibujo correcto que sirve como canal para la historia que cuenta Moore, y poco más. Desde luego que esto bien puede cambiar en el transcurso de la publicación, cuando tenga que realizar otro tipo de cosas como monstruos en escenarios de geometría imposible.
En pocas palabras, el #1 de Providence es un discreto comienzo para un cómic que prometía mucho en la previa y en esta entrega inicial sigue prometiendo sin concretar demasiado. No obstante, por lo poco que puede verse en el primer número ofrece lo suficiente como para tener crédito para seguir elaborando su historia en los subsiguientes once cómics que restan.
Guión - 7.5
Dibujo - 6
Interés - 7.5
7
Un discreto comienzo para un cómic que prometía mucho en la previa y en esta entrega inicial sigue prometiendo sin concretar demasiado. No obstante, por lo poco que puede verse en el primer número ofrece lo suficiente como para tener crédito para seguir elaborando su historia en los subsiguientes once cómics que restan.
A mí me ha dejado una gran impresión. Casi ha supuesto una especie de reencuentro con un autor que se me había caído un poco últimamente, y que en este primer número consigue transmitir una atmósfera profundamente escalofriante de forma muy sutil, además de enmarcar la historia e insuflar vida a los personajes con la aparente sencillez que caracteriza al mago de Northampton. El dibujante cumple esforzadamente, siendo el barbas quien mece el lápiz. No quiero ilusionarme (ya lo hago), pero creo que podemos estar ante una gran obra de Moore.
Opinamos parecido. Promete bastante, como ya dije, pero es solo el primer paso de la historia. La dejaremos avanzar, leyéndola mes a mes, y volveremos a ver qué tal salió todo dentro de un año.
Pues pinta bien la cosa excepto por el dibujo, y una pregunta: ¿Alan Moore tiene detractores, really?
Jaja sí, los tiene.
¿Pero en que se basan para hacer el hater con él? Porque yo hace unos meses empecé a leer La Liga de los Caballeros Extraordinarios, y, lo leí un poco escéptico pero al final me lograron convencer bastante y eso que me parece la más floja en comparación con Watchmen, V de Vendetta o Swamp Thing. Pero aún así es un cómic que está por encima de muchos.
Hay diferentes segmentos que odian a Moore por razones bien diferenciadas. Algunos, porque habla mal de los cómics americanos modernos. Otros, por la «fijación» de Moore por las violaciones sexuales. Otros tantos, por… No son muchos, pero sí ruidosos.
Explicaciones fuera, comparto plenamente la opinión de Mariano.
Alan Moore + H.P Lovecraft + Avatar Press = Compra asegurada para mí.
Pd: Si caí con Neonomicon que era una gamberrada menor con esta lo haré más todavía.
Moore es un imprescindible para mí. Y en este caso, además, espero mucho. Caerá tarde o temprano.
Gracias, Mariano, por el avance! 🙂