o La Sombra del Maestro es Alargada |
Título original: Ray JAP
Fecha de edición: 2008
Guión y dibujo: Akihito Yoshitomi
Color: B/N
Formato: Libro rústica, 204 págs.
Glenat (6,9)
Sinopsis: Ray es una médico con una particularidad: posee unos ojos que le permiten ver a través de las cosas. Su visión puede atravesar paredes, cuerpos, objetos, etc Esto hace que sus intervenciones en la clínica Sawa sean siempre un éxito, pero Ray tiene otra motivación: encontrar a la misteriosa organización que la mantuvo cautiva durante años y la que le robó sus ojos originales para venderlos a alguien por una importante suma de dinero. Pero de hecho es la propia organización la que va detrás de ella, enviándole “regalitos” en forma de operaciones urgentes a las que debe hacer frente. Ray también busca a Koichi, su novio de cuando estaban encerrados por la organización junto con otros niños no registrados a nivel oficial a los que se le extirpaban órganos para venderlos a pacientes ricos. Pero Koichi se hace de rogar y parece que nunca le alcance, rodeándole un halo de misterio. Sus compañeros de la Sawa también se presentarán como muy ambiguos, la ayudan pero parecen mantener secretos con ella. ¿Conseguirá Ray desarticular la organización?¿Cuáles son sus objetivos finales?¿Qué relación tiene ella con el jefe de la misma?¿Qué esconden sus compañeros de trabajo, especialmente el director y su amiga Misato? ¿Realmente su amor por Koichi (o la imagen que tenía de él en su juventud) es correspondido en la actualidad? Y más preguntas que me dejo en el tintero.
Entre líneas: Akihito Yoshitomi no debe sonar a muchos aficionados al cómic, ni a los seguidores de Marvel/DC ni tan solo a los nuevos lectores de manga de unos años para acá. Pero a mediados de los 90 Planeta editó 6 comic books de un manga llamado EatMan, las aventuras de Bolt Cranck, un caza recompensas que tiene la habilidad de comer cualquier cosa que sea metálica, desde un tornillo hasta un camión, asimilándolo en su cuerpo y creando armas para la defensa o el ataque según le convenga, normalmente a través de los brazos. A medida de que va cumpliendo misiones iremos descubriendo aspectos de su pasado, motivaciones, el porqué de esa habilidad y el corazoncito de un aparentemente frío Bolt.
El autor nos presenta ahora Ray, que tiene algunos puntos en común con Eatman. Los dos mangas están protagonizados por personas con un poder extraordinario, ya sea la posibilidad de comer metal o ver a través de las cosas. Pero no están considerados superhéroes ni se los trata como tal. Con un desarrollo típico pero bien llevado, las dos historias van avanzando en segundo plano mientras misiones/operaciones se suceden en el plano principal de la narración. También iremos conociendo más detalles de ellos a medida que pasen los capítulos y, al menos en la serie que nos ocupa, las operaciones “temporales” acabarán dejando el camino totalmente a la trama secundaria pero constante, pasando a primer plano y aumentando el interés del lector. También habría un paralelismo entre Bolt y Ray, dos personas a las que les cuesta mostrar sus emociones pero que a medida de que pasen los tomos esa imagen de frialdad se romperá al conocer más detalles de sus pasados.
Todos somos iguales ante…….. Ray. No puedes presumir de ciertas cosas con esta chica!
Como decía, el desarrollo de Ray empieza siendo clásico y nada novedoso, dando más importancia a los desafíos que la miseriosa organización le envía para su resolución que el tramado secundario, que es saber quién organizaba todo eso y qué se ha hecho de Koichi y el resto de niños en cautividad. Incluso en los primeros tomos la serie baja bastantes enteros cuando realmente no consigues involucrarte mucho en estas pequeñas historias de operaciones al límite, ya que sabes que no repercuten en la historia general. Hasta el punto de poder obviar algún bocadillo o aligerar la lectura sin que te pese lo más mínimo. Sabes que no te vas a perder nada. Esto se acentúa cuando el autor coge, como homenaje, el personaje de un “conocido médico sin licencia con una cicatriz en la cara y larga gabardina negra”, apodado BJ (vale, es Black Jack, de Tezuka, OK?). Sin mostrarlo nunca de cara o a cuerpo completo (¿temas de derechos del personaje?), se usa su figura como motor de la historia al principio, dejando caer que fue Black Jack el que rescató a Ray de las garras de la organización y le implantó esos ojos tan especiales. Digo que las sensaciones negativas se acentúan porque si te planteas usar un personaje tan emblemático como Black Jack además de un autor tan conocido y respetado como es Tezuka, lo único que puedes hacer al menos es algo potable con él, y no meterlo como figura misteriosa en un manga que no está a la altura del original. Es decir, Ray palidece (al menos en los primeros tomos) al compararse con la magnífica Black Jack del maestro nipón. Aunque en su descargo es muy posible que el autor no buscara adrede una obra de tal calidad, sino algo más ligerito, como veremos a continuación.
Sin poder destripar mucho de los últimos tomos, tengo que decir que esta historia recuerda fuertemente a otras, dentro del mundo del manga e incluso de fuera, más allá de la evidente y quizá injusta comparación con la serie anteriormente citada: para empezar el recuerdo de la serie Detective Conan es muy fuerte. Como sabréis, esta conocida historia de Gosho Aoyama se centra en los intentos de Shinichi Kudo, un brillante detective adolescente, en desenmascarar y hacer detener a toda una organización de hombres de negro que le proporcionaron un veneno que le hizo mutar su cuerpo al estado de un niño. Todo este entramado de “misteriosa organización al fondo” es muy parecido entre la obra de Akitomi y la de Aoyama. Aunque con objetivos distintos (una pretende proporcionar órganos sanos de niños criados para tal pretexto y la otra es “simplemente” una organización criminal, hacer el mal por el mal), la posición en la historia es similar, una figura oscura al fondo del túnel donde ni Conan Edogawa (alter ego niño de Shinichi) ni Ray consiguen llegar nunca (bueno, Ray sí porque la serie es finita de 7 volúmenes, mientras que Aoyama lleva años con el tema y lo que le durará). El excesivo corte en historias auto conclusivas también recuerda a D. Conan, ya que la historia secundaria va progresando pero demasiado limitada por la dictadura de los capítulos. Pero el hecho de que Ray sea una serie con un número limitado de volúmenes hace que esa progresión sea constante y visible en cada “capítulo-operación”, mientras que Aoyama quita y pon la organización de MIB cuando quiere y le conviene, haciendo que muchos capítulos sean de relleno esperando a que los mortíferos Vodka, Gin o Vermouth salgan a escena de nuevo, y no precisamente para tomarse una copa (humor, humor).
Continuando con series manga, no dejamos el reinado del Maestro nipón. Pero en este caso no me detendré en lo bueno que era el autor, que ya lo sabemos, si no en uno de sus personajes. Ray podría ser perfectamente una especie de homenaje o desarrollo adulto de Pinoko, la ayudante que BJ consigue sin proponérselo en medio de la operación en uno de los capítulos. Pinoko “nace” del tumor muy desarrollado que tiene un paciente en la barriga. Este tumor tiene vida propia, e impide a BJ extirparlo. El médico le promete que no la matará a lo que ella accede. Una vez fuera, reconstruye su cuerpo, con el aspecto de una niña pequeña. Aunque sabemos que Pinoko nunca crecerá, se nos antoja que Ray pueda ser un homenaje / inspiración / mezcla de una Pinoko madura y una visión femenina del mismo BJ: arisca, solitaria, etc
Dejando de lado el cómic, ya desde el principio de la lectura de Ray relacionas la misma con varias películas, entre ellas La Isla. Con esta pista ya estoy explicando demasiado a los que hayan disfrutado con la historia protagonizada por Ewan Mc Gregor y Scarlett Johanson, pero es que realmente si al principio de la historia me lo recuerda, todo lo que se descubre en los últimos tomos aún me hace pensar más en ella. Pese a tener puntos en común, es de justicia mencionar que Ray tiene aspectos propios, como los misteriosos deseos del jefe de la organización (el cuál curiosamente no parece un mal hombre, aspecto que añade misterio a la trama), o las maquinaciones en la sombra de Koichi.
También el plantel de secundarios y sus secretos es un punto a favor del autor: desde el director del hospital hasta su amiga Misato, todos tienen sus características propias y de todos llegas a dudar de su sinceridad con Ray. De hecho es una constante en la obra que el autor muestre al lector una segunda cara de estos personajes, a veces con reacciones a espaldas de Ray, o con comentarios con doble rasero, situaciones que la médico no vive pero que sí muestra al lector. Revisando los tomos intermedios (donde se empieza a abandonar el esquema “capítulo operación sin desarrollar la trama secundaria” y explicar lo que realmente importa) me doy cuenta de que el autor marea mucho la perdiz con algunos asuntos, esencialmente las personalidades verdaderas de algunos secundarios, que si Shinoyama es Koichi, o si el director la salvó de la organización, o si Shinoyama trabaja para ellos. Es a partir del tomo 5 aproximadamente donde las posiciones ya están claras y no dudas de nadie, la serie toma un impulso con continuas revelaciones sobre toda la trama y no para hasta el final. Es esta parte la que realmente vale la pena, ya que se centra por fin en el caso principal y deja de lado las manipulaciones, secretos, miraditas y demás.
Aunque luego mejore bastante, los primeros tomos son un amalgama de errores e impresiones si no negativas sí suficientes como para dejar un posito duradero. Tarda demasiado en arrancar, la estructura por capítulos no le hace ningún bien a la trama secundaria, que es realmente la importante, ya que queda como pequeñas pistas que cuando están dando lo mejor de sí, se acaban abruptamente con el capítulo. Precisamente esos primeros tomos contienen una estructura demasiado repetitiva y rígida en su desarrollo: suelen empezar con Ray en su casa, en la cama, con alguna pieza de ropa sugerente. Shinoyama, su fiel escudero en lo profesional ( y más cosas que no detallaré aquí) viene a buscarla para algún trabajo complicado, a veces en sitios recónditos. El viaje sirve para desarrollar su relación personal, que adquirirá mucha importancia en los últimos volúmenes. Los casos en sí mismo suelen ser al límite, tanto de tiempo (por ejemplo, lo que tarda en dar una noria una vuelta completa!) como de esperanza de vida, casos rarísimos (se podría hacer el paralelismo de que si Detective Conan y toda su trouppe atraen a los asesinatos hasta el punto de que el propio autor hace guasa de ello, Ray es atraída por casos muy singulares), a veces servidos en bandeja por la organización misteriosa, con el consecuente cabreo de Ray y repaso de su historia pasada en la reclusión con los otros niños y sobretodo con Koichi. Recuerdos, afirmaciones de que encontrará a los malos y reafirmación en quién es ella y su condición de médico pueblan habitualmente estos primeros tomos. La operación en si suele quedar cortada por un fundido en negro, llevándonos ya a la finalización de la misma, cuando todo ha acabado satisfactoriamente. Esto me irritaba considerablemente durante la lectura, ya que sistemáticamente no acaba ninguna operación (creo que quizá alguna llega hasta la suturación), más que por no acabarla sino por una esquematización excesiva del capítulo. Otro aspecto de las operaciones que me disgustó bastante es lo limpias y exactas que son las intervenciones. Ni un fallo, ni una imprecisión, cortes limpios y precisos. Parece que la sangre no manche, que no ensucie, que todo sea demasiado blanco sobre negro. En las operaciones de Black Jack, todo es más imperfecto, la sangre sale a borbotones y ensucia los instrumentos y vestimentas de los protagonistas. En una palabra, es más real. No tan puro, no tan aséptico, aunque sepamos que para operar se deben garantizar ciertos parámetros, como una buena iluminación, limpieza y esterilidad de personas y aparatos, donde lo blanco y lo aséptico predominan. Pero el dibujo de Yoshitomi tiene tanto contraste entre el blanco y el negro que no hay espacio para el gris (recuerda mucho al hecho por ordenador de Gantz), perdiendo algo de credibilidad. Además, aprendes más en dos mini historias de las de Tezuka que con los 7 tomos de Ray. De acuerdo, es posible que el autor no tuviese en mente hacer una serie didáctica como sí quiso hacer el Dios del Manga con sus conocimientos de medicina al haber estudiado la carrera obligado por su padre, pero realmente no tienes la sensación de aprender nada.
La parte final del capítulo sirve para que algún personaje se redima de sus actos, o que atesore lo buena que es Ray, etc, aparte de seguir dando pistas de la trama secundaria. La relación entre Ray y Shinoyama sigue avanzando en esos momentos.
¿Cuál es el objetivo del jefe de la organización?¿ Y qué papel tiene Koichi? ¿Está en contra o a favor de Ray? Pues es muy sencillo. Sin querer destripar nada, el objetivo último de la organización, más allá de vender órganos de niños criados bajo su manto, es recuperar las sensaciones de la infancia, de la inocencia, de la felicidad de saber que no sabes nada, del descargo de las preocupaciones del día a día, y de reencontrarse con alguien muy especial. Realmente estoy evitando pronunciarme mucho sobre esta parte final, porque sería un spoiler bárbaro, pero realmente los últimos tomos son bastante buenos, liosos pero adictivos, dando explicación a bastantes cosas y detalles que hemos ido conociendo a lo largo de los tomos.
Otro tema a tratar sin que sea responsabilidad del manga en sí es el trato de Seinen de la obra. Mirad, qué queréis que os diga. La mitad de la obra no es seinen ni de broma, aunque tampoco se pueda decir que sea un shonen típico de peleas juveniles. Está en un entremedio, y aunque los tomos finales mejore mucho, queda una sensación extraña ver el membrete de seinen que le ha asignado la editorial, sabiendo por la Red que la revista donde se serializó originalmente está consagrada al shonen (y con abundante carne lujuriosa expuesta). Cosa que coincidiría con lo siguiente: el medianamente abundante fanservice que se trae el autor. No deja pasar la mínima ocasión para enseñar carne, ya sea Ray en la cama, o en posiciones sugerentes en los tomos, o las separaciones de capítulos. Braguitas, pechos, figuras estilizadas, no me extraña que el pobre Shinoyama no deje de exclamar “Damn! No he traído la cámara!”. El resto de enfermeras no se quedan cortas precisamente, y al haber unas cuantas escenas de lucha (si, en una serie aparentemente de médicos), patadas al aire y braguitas por doquier están al orden del día. No es exagerado, pero sí es constante y palpable. Como no podía ser de otra forma todo el grupo visita alguna playa o piscina particular, con lo que Shinoyama ya pierde el sentido con tanta monada. Este tipo de capítulos son un MUST en toda serie ecchi (erótico/ festiva/ carne por doquier) que se precie. Aquí no llega a tanto (las operaciones son serias, eso sí, no va enseñando el culito) pero no lo disimula ni pierde ocasión. Este tema de la carne expuesta también me hace dudar de la calificación seinen. Dejémoslo en un intermedio, un intento del autor de hacer algo serio dentro de una revista shonen, pero que quizá por “contrato” u obligado por la editorial tuvo que dedicar cierto número de páginas a “mostrar cacho”.
Ya he comentado algo sobre el dibujo. No es malo, ni mucho menos, es claro, con un entintado fino (creo que no casaría mucho un entintado grueso con una operación delicada donde la exactitud y la pulcritud son básicas), buen uso de tramas, algunas escenas espectaculares y con gran sentido cinematográfico. El problema radica en lo que comentaba antes de las operaciones. Tampoco me ha acabado de gustar el tratamiento de las caras: la mayoría son demasiado planas, sin volumen, demasiado blancas. Excepto el director Sawa y el jefe de la organización misteriosa, que ya están entrados en años, el resto de personajes, bastante jóvenes, no poseen volumen, ni arrugas ni artefactos de la piel. Además algunos tiene bastante parecido, así que Kenji, Koichi de joven y alguno más se confunden. Claro que sabiendo lo que pasa luego lo entiendes, pero no es excusa. Pero por el resto bien, correcto y bien ejecutado. La edición de Glenat por su parte es también correcta, con pequeñas notas a pie de página y con onomatopeyas originales, al igual que la lectura oriental.
No me imagino a BJ saltando así desde su coche…. ya decía yo eso de medicina ficción…..aaiins
Valoración: Sensaciones encontradas con este Ray. Unos inicios titubeantes y demasiado clónicos entre sí (paradoja de la serie, y no digo más) en los primeros números, deja paso a unos tomos medios que sirven para centrar más la trama y olvidarse de operaciones quirúrgicas que no llevan a nada, para después levantar el vuelo en los tres últimos tomos sacando a la luz por completo la temática que quería explicar y que deja un buen sabor de boca, aunque algo confuso. Los sentimientos negativos del principio combaten las opiniones positivas del final, dejando al manga un poco en tierra de nadie, al igual que el hecho de considerarlo seinen cuando es un shonen a medio crecer hacia seinen. Una excesiva estratificación de los primeros compases te hace pensar que no habría problema en haberla dejado en 5 tomos, acelerando lo que realmente importa y dejando de lado esas operaciones en primer plano. Aunque también es cierto de que esas operaciones están ahí para darle tiempo al autor de presentarnos a los protagonistas y su trayectoria vital, sus relaciones, pensamientos etc. Se debe tener paciencia ya que lo bueno está al final. Se podría decir que empieza siendo una historia de médicos y acaba siendo una historia de amor, todo aderezado con acción, peleas y el misterio de la organización detrás de todo ello. Por los últimos tomos vale la pena seguir las aventuras de esta chica con un pasado misterioso y con muchas preguntas por responder.
no soy seguidor habitual de manga. lo dejé con aquellos míticos de dragon ball y alguno otro como Outlaw StAr, cowboy bebop.
pero esta premisa promete.
Solo he leido el primer tomo de este manga pero me parecio taaaaan flipada… ¡que me encanto! estoy deseando poder seguir leyendola. Y sobre los defectos que le pones a la serie… bueno, que tenga historias que no hagan avanzar la trama principal tampoco creo que sea malo, yo siempre me quedo con ganas de cosas asi en series como Naruto o Bleach (aunque claro, con rellenos como los que hacen en el anime de estas series no me extraña que no hagan «relleno»).
Ainsss si todo el relleno fuera como el Thor de Fracttion …
Por cierto, buen articulo/analisis de este manga 🙂 no se suele hablar mucho de manga en esta web.
Una pregunta, el barbas de la foto ¿es BJ? Pués porqur tu lo dices y supongo que en el manga te lo dejan muy claro pero vamos, muy cambiado le veo.
Y usar a este personaje para series de medicos no es novedoso, ahí tienes «Say you BlackJack»
Vale, no hace falta que contestes, ya se que es el director, no B.J.
Comentar que existe una secuela de un tomo único llamada Ray+ donde ya no disimula y dicen claramente que es BlackJack, de hecho aparece el nombre completo en la + del titulo. Este tomo no ha sido editado por Glenat en España y por ahora no tienen intención de hacerlo por el discreto exito de Ray.
Y ahora el autor va a empezar un «remake», continuación, etc. de la obra magna de Tezuka que se llamará Black Jack 2009.
No se si es un valiente o un jeta por el atrevimiento de coger un personaje tan mitico. Veremos.
Y para terminar, tambien tiene serie de anime.