Una de las cosas que más me gustan del cómic es la falta de complejos que suelen tener sus autores para abordar temas y reflexiones trascendentales y profundas sin la necesidad de renunciar a los géneros y argumentos más descerebrados y molones. Que Vaughan quiera volcar sus inquietudes como padre y las convierta en una space-opera con reyes con cabeza de televisor, o que Remender convierta su amarga y violenta adolescencia en una historia sobre una escuela para asesinos, es el mayor alegato que existe para recordar que la profundidad y la calidad de una historia siempre puede ir de la mano de las cabriolas y los fuegos artificiales con las que tantos disfrutamos tanto cuando pisamos una sala de cine o abrimos un libro. La introspección no tiene por qué estar reñida con la espectacularidad, y cualquier historia sirve para hablar de aquello que te preocupa o te ronda la mente. Incluso una con un halcón cyborg alimentado por el metal.
Este verano ha llegado Murder Falcon, la nueva obra del aclamado artista Daniel Warren Johnson. El creador estadounidense se encuentra en un momento envidiable, su debut como autor completo con Extremity le valió hace un par de años una nominación al Eisner y actualmente está conquistando a los lectores pijameros con su particular Wonder Woman: Dead Earth. No es raro que tuviéramos mil ojos puestos en su siguiente proyecto personal en Image Comics y que haya sido compra indispensable en cuanto ha llegado a nuestras tierras de la mano de Planeta. Soltaos la melena y enseñad los cuernos porque de este cómic solo podéis salir con dolor de cuello y pitidos en los oídos. Hablemos de Murder Falcon.
Jake es un chaval en un momento bastante complicado de su vida, alejado de toda la gente que le importaba y de su pasión por la música tras una desagradable experiencia. Sin embargo, el destino llama a su puerta en forma de halcón hipervitaminado con un brazo de metal y bandana. Murder Falcon es un héroe llegado de otro mundo, unido a Jake por un vínculo espiritual y que necesita su música para poder luchar y cumplir su objetivo: derrotar al mal que lleva meses lanzando horribles monstruos a la Tierra y que pretende abrir una brecha a través de la cual terminar de conquistar nuestro planeta y poner fin a nuestra especie. Un mal que solo podrán derrotar aunando el poder de un buen solaco de guitarra y un brazo biónico.
Descubrí a Daniel Warren Johnson en una pequeña locura divertidísima llamada Ghost fleet, una serie de Dark Horse en la que el aún poco conocido artista compartía cartel con un también desconocido Donny Cates. Aquella serie se vio golpeada por las malas ventas y tuvo que terminar de forma abrupta, pero su dibujo ya dejaba ver que estábamos ante un fuera de serie. La obra por la que ya casi todos hemos oído hablar de él es Extremity, publicada también por Planeta el año pasado, una historia madmaxiana que cautivó a muchos lectores. Las comparaciones, por supuesto, van a ser inevitables, tanto por proximidad en el tiempo como por similitud de formato (miniseries de 12 y 8 números respectivamente). Sin embargo, estoy bastante seguro de que esas comparaciones van a ser muy dispares en función del perfil del lector que se acerque, y en mi caso la experiencia entre ambas ha sido completamente diferente. En primer lugar, una obra que comienza con estas páginas a mí ya me tiene conquistado.
Como veis, el enfoque es muy diferente con respecto a su anterior obra. Mientras que aquella serie era mucho más cruenta y despiadada, Murder Falcon se plantea como una fantasmada de esas que podrías guionizar con un colega mientras bebéis cerveza y suena Five Finger Death Punch de fondo. Esto no tendría que ser malo per se, pero la verdad es que el arranque de la obra (dejando de lado esa maravillosa apertura) se queda un poco en los fuegos artificiales y adolece de un ritmo algo precipitado que se centra en lo cafre de la propuesta y no tiene el desarrollo que sin embargo sí conseguía el autor con mucho oficio en Extremity. Mis sensaciones en el inicio del tomo fueron un poco frías, si bien las espectaculares viñetas que se marca el artista bien merecen continuar pasando de página.
Y sin embargo, el tomo va cogiendo un ritmo de mejora que va in crescendo hasta su final. Mientras que los últimos números de Extremity me resultaron un poco más grisáceos y no consiguieron mantenerme tan pegado como su primera mitad, con Murder Falcon la experiencia es la contraria. El drama de Jake va cogiendo más lustre según avanzamos, y su desarrollo mejora sustancialmente en la recta final para terminar con unas páginas finales que tocan la patata. Es una evolución que curiosamente se asemeja mucho a la descripción que da Daniel Warren Johnson del proyecto. El autor cuenta en entrevistas que la idea surgió de algo tan tonto como el título, que su hermano quería usar como pseudónimo de skater y que le pareció lo suficientemente pintón como para empezar a escribir un desvarío lleno de acción y de rabia metalera. Sin embargo, el relato se fue empapando de la importancia de la música para el autor (Johnson es guitarrista) como vía de escape para sobrellevar los momentos más complicados de su vida. No vamos a decir que el guion brille, pero la mejora que experimenta con el paso de los números es muy destacable.
En cualquier caso, no podemos dejar de remarcar que el atractivo principal de Murder Falcon es su dibujo. Daniel Warren Johnson es, simple y llanamente, una bestia parda. El artista, acompañado por el color de Mike Spicer, nos regala una sinfonía de mamporros y epicidad. Johnson tiene un don para saber impactar con sus secuencias de acción, impregnándolas de proporciones grandiosas al más puro estilo Pacific Rim y con una cinética en su trazo que salta de la viñeta. Un gran trabajo acompañado por una edición de gran calidad de Planeta a la que, sin embargo, le tengo que poner un pero. Sorprende el elevado precio del tomo, sobre todo teniendo en cuenta que es exactamente el mismo que el de Extremity, que contaba con ¡70 páginas! más en su haber.
Si buscas acción palomitera hipervitaminada, Murder Falcon es tu obra. La nueva serie de Daniel Warren Johnson va de menos a más a lomos de un dibujo espectacular y una acción descabellada y divertida. Lo que empieza con unos acordes algo desafinados termina con un solo final a dos guitarras sobre una batería a doble tempo mientras te llueven minis de cerveza alrededor.
Jo, pues si Extremity nos tiene enamoradosa a mi compañero de piso y a mí, este cae fijo.
Tengo que hacerme también con Ghost Fleet, ¿está publicado en España?
No.
Me temo que no, pero si controlas de inglés lo tienes en tomo reeditado por Image. Tiene un final muy apresurado, pero es macarrísimo.
Muy de acuerdo con la reseña. Aunque peca un poco de guión el final te hace soltar alguna lagrimilla. Vamos, toca temazos, baladas y los solos de guitarra es ese dibujo espectacular. No lo dudes Linkin Boy, este muchacho promete!