Edición original: Un trône pour Natacha (Dupuis, 1975), Double vol (Dupuis, 1976), Le treizième apôtre (Dupuis, 1978). Edición nacional/ España: Natacha vol.2 (Dolmen, 2015). Guión: François Walthéry, Maurice Tillieux, Lemasque, Mittéï, Gos. Dibujo: François Walthéry. Color: Carla Vittorio. Formato: Tomo cartoné 176 págs. Precio: 30€.
Hace unos meses comentaba, a colación del primer integral que aglutina los tres recomendables álbumes iniciales de Natacha, que la serie de François Walthéry crece a ojos vista y que, tras unos comienzos indecisos, donde el joven aspirante va tentando sus armas, coge carrerilla y se afianza en unos estándares de calidad y diversión elevados. Walthéry había creado a su azafata de armas tomar con solo 24 años y eso se nota: pese a la experiencia obtenida en el estudio de Peyo (su mentor, con quien empezó a trabajar a los 17 años) y a la colaboración de escritores y amigos para pulir chistes y situaciones, el carisma de los personajes quedaba por encima de las aventuras que protagonizaban. Por suerte -lo anticipaba también- no había que esperar mucho a que la maquinaria se perfeccionase. En este segundo volumen ya hay pruebas luminosas de lo que sostengo.
Natacha vol.2 compila las historias Un trono para Natacha, Doble vuelo, Juego de manos, juego de villanos y (una de mis favoritas) El décimotercer apóstol, además de varias historietas breves, entre las que destaca La estrella del alba, y divertídísimos extras como la «Entrepitufa a Peyo», sobre el creador de los pitufos, o una parodia en dos páginas de Benito Sansón (también conocido en España como Valentín Acero), que en breve llegará a España de la mano de Dolmen en una ampliación de la exitosa línea Fuera Borda.
Un trono para Natacha
Spirou #1893 (julio 1974) – Spirou #1912 (diciembre 1974). Álbum en 1975
El cuarto álbum de Natacha supone la incorporación de Maurice Tillieux, padre de Gil Pupila, a los guiones de la serie. Para ello recicla las tramas de dos episodios de su cabecera Félix, Le Roi y Le colonel, adaptadas convenientemente al carácter de la azafata y su troupe. Requerida para una delicada misión de espionaje, Natacha deberá convertirse en guía turística al servicio del monarca del país ficticio de Thenia (inspirado en el ex presidente de Senegal, Léopold Sédar Senghor), quien cobija en su embajada a un indeseable buscado en media Europa: el coronel Von Tripp. El fiel Walter la acompañará en labores de cocinero.
Un trono para Natacha acusa la remezcla antedicha con un ritmo irregular donde funcionan mejor bromas y secuencias aisladas que la aventura en su conjunto. Muchos de los gags son clásicos del estilo francobelga, como las dotes culinarias de Walter (que remiten al Pirluit de El anillo de los Castellac) o la cocinera enamoriscada, que el mismo Walthéry admite que incluyó en el guion como recurso cómico a la manera del Ideafix de Uderzo. Luchas y persecuciones, exquisitamente coreografiadas, adquieren una legibilidad cinematográfica, como viéramos en el tomo anterior. El dibujo no cesa de perfeccionarse, con un tratamiento exquisito de los fondos y la expresividad creciente de sus criaturas, si bien alguna vez cae en cierta atonía visual, como en la conversación telefónica de las págs. 30-31, a lo que no es ajena la desmesurada fragmentación en viñetas (31 entre las dos planchas mencionadas).
El punto más remarcable de esta entrega es el crecimiento de Natacha como personaje. Imbuida definitivamente con los ropajes de una heroína de acción, indómita y física, se rebela contra el paternalismo de las instituciones -por no mencionar el machismo- obligando a los demás a seguirle el juego, algo que dará un salto de gigante en el siguiente álbum.
Doble vuelo
Spirou #1928 (marzo 1975) – Spirou #1937 (mayo 1975). Álbum en 1976
Este breve capítulo tiene un poderoso arranque con Natacha secuestrando el avión en que viaja, pilotado por el recurrente comandante Turbo, y pidiendo un rescate a las autoridades. Como ya habrán adivinado, nada es lo que parece. De ritmo frenético, sobre todo en su primera mitad, solo le perjudica un desenlace que en sus últimas páginas remeda el de Un momento de pánico, incluida en el anterior volumen.
A estas alturas la serie goza de la consistencia suficiente para homenajearse a sí misma. El arranque de Doble vuelo evoca el de la primera entrega (Natacha, azafata de vuelo). Walthéry convoca a Mittéï para que le ayude a cohesionar sus ideas, con resultados óptimos.
Juego de manos, juego de villanos
Spirou #1964 (diciembre 1975) – Spirou #1969 (enero 1976). Álbum en 1976
Con guion de Jacques Stoquart (quien firma con el seudónimo de Lemasque), se trata de un divertido cuento de «asesinato en lugar aislado», con solución inesperada (al uso de Agatha Christie, para entendernos). El pretexto es una convención de magos entre quienes se oculta un espía de una potencia extranjera. Trece páginas sobran para construir una historieta ligera con los ingredientes habituales de la serie: humor, intriga y unas gotas de acción medida milimétricamente. He de admitir que me resultan refrescantes estas rupturas del corsé del formato álbum (ya sean 48, 56 o 64 págs.) que permiten variar de intenciones y estructuras con suma facilidad. Juego de manos, juego de villanos es un buen ejemplo de ello, con planchas más centradas en la fisonomía de las figuras que en el detalle de los decorados.
El décimotercer apóstol
Spirou #2014 (noviembre 1976) – Spirou #2046 (junio 1977). Álbum en 1978
Joya de la corona de este volumen integral, sin duda, El décimotercer apóstol roza la perfección gracias a un guion meticuloso de Tillieux, que dosifica la trama general con acierto, y al virtuosismo de Walthéry, que firma sus mejores planchas. Tillieux volvió a fusilar dos capítulos de su serie Félix (Les trois croix y La terre tremble), sin que esta vez se aprecien las costuras lo más mínimo; al contrario, el ritmo atrapa, las fluctuaciones (cómicas, pero también de caracterización, como la borrachera de Walter en págs. 102-103) enamoran y Walthéry, en pleno dominio de su técnica, insufla autenticidad a los parajes, además. No en vano visitó Turquía durante un mes para tomar referencias y empaparse de la cultura otomana. «Es la más exótica de las aventuras de Natacha«, alega el autor. «Si uno se fija bien en los fondos, encuentra un montón de detalles precisos de la vida en Turquía en los años ’70, antes de que el turismo de masas transformara completamente ese país.»
Todo en El decimotercer apóstol resulta modélico. Natacha, de vacaciones con Walter, se ve implicada en un misterio arqueológico al más puro estilo Indiana Jones (anticipándose a En busca del arca perdida, con la que tiene curiosas coincidencias) o James Bond, del cual Walthéry es admirador confeso (inevitable recordar Operación Trueno en las bellísimas escenas acuáticas que homenajean al Franquin de La guarida de la morena), por no aludir al preceptivo Tintín, también a la caza de tesoros en varios de sus álbumes. Las secuencias de acción vuelven a brillar, como de costumbre, solo que esta vez no las empaña el engarce: impresionantes panorámicas de la vida en el puerto, accidentados viajes por carretera o descansos bucólicos en playas paradisíacas, cada rincón de este álbun encierra una delicia inesperada. Tillieux tampoco da respiro y seduce una y otra vez con juegos de palabras e ingeniosos quiebros argumentales. El espléndido color aplicado por Carla Vittorio, con intensos azules, contribuye -y no poco- al goce visual.
Walthéry acostumbra a fijarse en amigos y conocidos para diseñar personajes nuevos, a fin de incurrir lo menos posible en el vicio típico del artista: retratar a todos los personajes con rasgos semejantes. En El decimotercer apóstol refina perceptiblemente este modus operandi en una amalgama casi insuperable con los ecos de los maestros de la escuela de Marcinelle (Franquin y Peyo, sobre todo).
Natacha llega aquí a una de sus cimas con una impecable aventura para grandes y pequeños. Y esto es solo el comienzo para una heroína que, ¡por fin!, parece hallar su merecido hueco en el corazón del aficionado español.
Edición original: Un trône pour Natacha (Dupuis, 1975), Double vol (Dupuis, 1976), Le treizième apôtre (Dupuis, 1978). Edición nacional/ España: Natacha vol.2 (Dolmen, 2015). Guión: François Walthéry, Maurice Tillieux, Lemasque, Mittéï, Gos. Dibujo: François Walthéry. Color: Carla Vittorio. Formato: Tomo cartoné 176 págs. Precio: 30€. Hace unos meses…
Una gran colección y un gran autor que he redescubierto hace poco. En estos álbumes se reconocen los rasgos distintivos de la BD juvenil más clásica, con mezcla de humor, emoción y acción perfectamente aquilatados. Y Natacha sigu siendo un personaje femenino que puede correr aventuras sin dejar de ser femenina, ser sexy sin ser la damisela en apuros. El otro día la comparaba con Yoko Tsuno, la otra referente de Spirou y, con todas las virtudes que tiene la aventurera japonesa, le falta esa picardía o incluso diría que humanidad.
En fin, una inmensa noticia que se recuperen estos autores y estas obras. Desde aquí reclamo que también se editen Yoko Tsuno de Roger Leloup e Isabel, de Will!!
Una gran colección y un gran autor que he redescubierto hace poco. En estos álbumes se reconocen los rasgos distintivos de la BD juvenil más clásica, con mezcla de humor, emoción y acción perfectamente aquilatados. Y Natacha sigu siendo un personaje femenino que puede correr aventuras sin dejar de ser femenina, ser sexy sin ser la damisela en apuros. El otro día la comparaba con Yoko Tsuno, la otra referente de Spirou y, con todas las virtudes que tiene la aventurera japonesa, le falta esa picardía o incluso diría que humanidad.
En fin, una inmensa noticia que se recuperen estos autores y estas obras. Desde aquí reclamo que también se editen Yoko Tsuno de Roger Leloup e Isabel, de Will!!
A mí me encanta Yoko Tsuno. Una edición así de la creación de Roger Leloup me haría la boca agua, sinceramente.