Una vez que hemos analizado cómo fue la irrupción de
En primer lugar, existía un nuevo tipo de humano/mutante que respondía al nombre de U-Men, y que incluía a aquellos seres humanos que siguiendo las enseñanzas de Sublime, modificaban su cuerpo genéticamente para tener poderes mutantes, considerando que el Gen X era un bien preciado que todos debían tener a su disposición y no solo unos pocos elegidos. Todo ello creaba un clima social bastante enrarecido y convertido en una olla a presión a punto de explotar en la cara de los alumnos de la Escuela de Xavier.
Por otro lado, Xavier (con la mente de Casandra Nova) había revelado su existencia al resto del mundo, por lo que los habitualmente temidos y odiados mutantes, pero protegidos en la mansión Xavier, ahora vivían sabiendo que el homo sapiens conocía dónde vivían, y a qué se dedicaba la escuela Xavier.
Finalmente, Cassandra Nova, la hermana gemela psíquica a la que Xavier había asesinado en el útero pero cuyo “yo psíquico” había permanecido unido al bueno de Charles hasta que asumió consciencia propia y cuerpo propio (las culpas por la intrincada explicación y el lisérgico concepto pueden trasladárselas a Morrison y no a este redactor), tras su última batalla contra la Patrulla X había invadido como un virus el cuerpo del Profesor X, apoderándose de él y suplantando su identidad, generándose por tanto un caldo de cultivo cuanto menos interesante para el siguiente arco argumental.
Pues bien, este segundo tomo recoge todos aquellos elementos y los hace funcionar en conjunto, desatando en primer lugar, una manifestación frente a la puerta de la escuela Xavier, ante la que se sitúa una turba enfurecida y antimutante que pretende echar la escuela abajo, teniendo Emma Frost, Jean Grey y Scott Summers que lidiar frente a ello, con un Xavier que en ese momento no se encuentra accesible y un Hank McCoy que permanece en coma por las heridas que un poseído Pico le infringiera al final del tomo anterior.
En cuanto a Xavier, éste con su cuerpo pero poseído por la mente de Cassandra Nova se encuentra con los Shi’ar, siendo su objetivo aprovecharse de la larga amistad que ha existido desde hacía tiempo entre X-Men y la raza alienígena con rasgos aviares para tomar el control de dicho Imperio Estelar y someter a la Tierra y a cuantos planetas se le pongan por delante.
En ese sentido, resulta de agradecer que Morrison recupere un concepto tan interesante como el de los Shi’ar, pues no debemos de olvidar que dicha raza fue creada por nada más y nada menos que el Patriarca Mutante, Chris Claremont y por David Cockrun en el ya añejo X-Men #97 de Febrero de 1976, quien entre sus muchas y grandes aportaciones al grupo superheroico, incluyó el salto de éste a las estrellas, al espacio exterior mismo, haciendo que dicho giro argumental resultara creíble y lógico por alejado que pudiera parecer en principio.
De hecho, hoy en día se trata de un aspecto indisoluble de la Patrulla X, unida para siempre a la raza Shi’ar, a veces como amiga, otras como enemiga, pero inseparable de la misma, la cual es además hoy un pilar capital de la Marvel de las Galaxias junto a los Kree, los Skrull o los Badoon entre las muchas razas y seres que habitan el Universo Marvel que se extiende más allá del planeta Tierra.
Todos los aspectos analizados convierten este cómic en interesante y genial, tratándose de una de esas obras que no deben de faltar en la estantería del aficionado.
En cuanto al dibujo, y como ocurrirá con toda la etapa del escocés al frente de la Patrulla X, éste es su aspecto más endeble. Y es que, si bien ninguno de los dibujantes que acomete su labor es mediocre, el baile de ilustradores no sienta nada bien a la etapa que pierde consistencia, sobre todo si se comparan dibujantes de trazo más original o talentoso como
Sin embargo y pese a ello, obviar la compra de estos cómics y a este precio supone un delito que os aconsejo no cometáis. Nos vemos para el análisis de los dos siguientes tomos el mes que viene.
Guión - 9
Dibujo - 6
Interés - 9
8
Imprescindible
Grant Morrison nos ofrece su particular punto de vista sobre los Shi’ar en la siguiente entrega de este gran coleccionable.
El baile de dibujantes fue la gran lacra de esta etapa. Recuerdo cuando seguía esta etapa en grapa que cuando tocaba un número dibujado por Quitely era para celebrarlo, si tocaba uno de Van Sciver se podía aguantar pero si tocaba Kordey era para llorar. Y no es mal artista como ha demostrado en sus obras europeas pero en los X-Men no estuvo acertado
Di más bien que a Kordey no le dieron tiempo material para hacer un mejor trabajo. Lo cual es una pena, porque es un artista excelente. Podían haber metido otro suplente más, con el ritmo que llevaban no se iba a notar en el cómputo global.
Yo tengo la edición de Conosur (Pablo «muñones»!!), uno de los proyectos de edición argentina en plena crisis del 2001.