A estas alturas de la colección de New X-Men, dado el tiempo pasado desde la publicación de la misma por vez primera, y el contenido de las dos reseñas anteriores sobre los tomos publicados por Panini en la actual edición, de nada sirve manifestar cuantísimo ha influenciado esta etapa en el cómic superheroico, en los X-Men como grupo Marvel, o en el mundo del cómic en general, no siendo ningún secreto que a este redactor dicha etapa le parece casi perfecta.
Pues bien, este tercer tomo, un tomo de transición que va cosechando tramas que más tarde tendrán su importancia en los posteriores números de la saga, nos presentan en primer lugar a Xorn ya completamente integrado como profesor de la Escuela Xavier, que en esta ocasión, tiene que salvar a un mutante de la turba que trata de apresarle y matarle.
Esta historia, sirve como introducción al tomo y en ella Morrison expresa su desagrado ante el racismo y la ignorancia del común de las personas, que prefieren lapidar y asesinar a un muchacho que no comprende su mutación ni el mal que puede hacer con ella antes que tratar de buscar a alguien que pueda ayudarle.
Seguidamente, Morrison entra de lleno en un concepto clásico del Universo Marvel al que da una vuelta de tuerca adicional, como suele ser habitual en el escritor. En este caso, se trata del Proyecto Arma X, aquel que diera lugar al Lobezno que todos conocemos, a quien el gobierno a través de este proyecto secreto le puso adamantium en sus huesos, utilizándolo como una máquina de matar al servicio de sus intereses.
Pues bien, Morrison decide utilizar la X del Proyecto Arma X con su significado en números romanos, y nos dice que Lobezno es solo el décimo producto creado por este proceso, existiendo otros en camino, debiendo de enfrentarse a ellos la Patrulla X que se ve de lleno envuelta en una peligrosa batalla contra la brutal Arma XII.
En la comprensión de todo este juego de engaños y subterfugios sobre la experimentación sobre mutantes ayuda de foma puntual a la Patrulla X, Fantomex, un personaje de nueva creación, basado en el popular Fantomás, que se presenta aquí como un misterioso ladrón a sueldo acompañado de EVA, una nave espacial orgánica que le lleva a todas partes y le defiende sus enemigos.
Un concepto, como podéis ver, puramente morrisoniano, que por tanto resulta extraño a más no poder a la par que muy atractivo.
Fantomex se convertiría a partir de aquí en un secundario importante para toda la etapa de la Morrison al frente de New X-Men, y a posteriori, en un personaje a tener en cuenta, como atestigua el hecho de que Jonathan Hickman haya publicado hace muy poco un Giant-Size protagonizado por él dentro de su reboot mutante, el cual verá la luz en España entendemos que este mismo año.
No obstante, a nadie debe de sorprender este pequeño detalle, pues no es un secreto que Hickman adora la etapa de Morrison y que homanajea a ésta contantemente, como igualmente lo hace con el número mudo que pudimos ver en los tomos anteriores, y que a su manera, recrea en el Giant Size de Jean Grey y Emma Frost publicado en el mes de Agosto en España.
Por otro lado, Morrison nos lleva de vuelta a Genosha, víctima del genocidio orquestado por Cassandra Nova, donde los seguidores de Magneto creen que éste resucitará como un dios para proteger a todos sus seguidores, convirtiendo al amo del magnetismo en un ser más peligroso que antaño, y comenzando aquí una trama que dará que hablar a futuro.
En cuanto al dibujo, no es la primera vez que decimos que lo peor con diferencia de la etapa de Morrison es el baile de dibujantes de la misma, el cual se mantiene en este tomo, que sigue contando con Igor Kordey que baja mucho la nota de un dibujo que Phil Jimenez y John Paul Leon (nuevas incorporaciones a la colección) no realizan nada mal, siempre comandados por un sublime Ethan Van Sciver.
Otro imprescindible que no podéis perderos.
Guión - 7.5
Dibujo - 6
Interés - 7.5
7
FantomáXtico
Continuamos el análisis de la etapa del escocés lisérgico al frente de los mutantes de Marvel.
Hay una secuencia intercalada en el arco de Fantomex que me parece deliciosa, en cuanto a cómo lo narra Morrison, y es cómo muestra el relajo con que los cuerpos X «trabajan» y van a la misión del tren. Hay mucho relajo y chistes, claramente desconocen información relevante y afrontan la misión con el usual relajo de lo rutinario, hasta que se produce un quiebre (Fantomex diciendo lo que les va a pasar) y el tono de las siguientes viñetas con ellos cambia drásticamente, pasa a ser una pelea por la vida y siguen sin saber a ciencia qué les está atacando y qué es lo que realmente ocurre.