La versión de Blancanieves que no te habían contado
Los cuentos clásicos siempre han sido (y seguirán siendo) una fuente inagotable de adaptaciones. Las historias infantiles forman parte del tejido de nuestras infancias, y sus relatos están grabados en la mente popular por encima de prácticamente cualquier cosa. Gran culpa de ello la tienen, por supuesto, los clásicos de Disney, pero no son la única de las infinitas versiones que han surgido a partir de los originales. A fin de cuentas, una de las constantes del arte siempre ha sido la de revisitar historias del pasado, amoldarlas a la actualidad o retorcerlas para explorar nuevos horizontes y sorprender al lector. Y de eso algo sabe Neil Gaiman.
A lo largo de su carrera, el legendario guionista británico ha disfrutado una y otra vez adaptando y reinventando una enorme cantidad de historias. Ya surjan de la mitología antigua o de la literatura clásica, Gaiman siempre ha disfrutado explorando su pasión por los cuentos (¿pues qué son si no los mitos?) y pasándolos por el particular filtro de su pluma. Por supuesto, su celebérrima Sandman es el ejemplo más conocido, pero de ningún modo el único. En su faceta de novelista nos ha dado una inmensidad de novelas y, sobre todo, relatos cortos en los que ha jugado a su antojo tanto con la mitología antigua (ahí están American Gods o Mitos Nórdicos) como con la literatura clásica.
Nieve, Cristal, Manzanas es uno de esos ejemplos. Publicado originalmente en 1994 como un trabajo benéfico, este relato apareció posteriormente recopilado en la antología Humo y Espejos (1998). En él, Gaiman adaptaba el cuento clásico de Blancanieves con un giro tan atractivo como el de narrarnos la historia de los hermanos Grimm dándole la vuelta por completo, usando a la madrastra, legendaria villana, como eje de la historia. Una madrastra no tan malvada, empeñada en salvar a su reino de la no tan angelical hijastra con la que comparte castillo.
Pero si hoy estamos hablando de este relato es porque años más tarde cumpliría con otra de las tónicas generales en la obra de Gaiman: el salto al cómic. El británico siempre ha vivido a caballo entre ambos mundos y ha aprovechado su propia producción literaria para alimentar su bibliografía comiquera con adaptaciones que expandieran el público al que alcancen sus historias. Así, hemos visto saltar a las viñetas obras tales como Cómo hablar con chicas en fiestas, El Puente del Troll, la propia American Gods o, recientemente, Estudio en Esmeralda. Nieve, Cristal, Manzanas ha sido el último de sus trabajos, publicado por Dark Horse el pasado 2019 y traído a España por Planeta Cómic. Pero si el nombre de Gaiman es el que nos hace acercarnos, es el desempeño de su dibujante el que nos hace quedarnos para siempre.
Colleen Doran es el nombre de la artista a la que Neil Gaiman se acercó con la idea de adaptar el relato, una decisión totalmente lógica teniendo en cuenta que ya habían trabajado juntos anteriormente no solo en Sandman, sino también en un proyecto muy similar al que nos ocupa: la adaptación al cómic del relato El Puente del Troll. Sin embargo, en esta ocasión la idea de ambos sería la de recurrir a un estilo de dibujo inspirado en el trabajo de Harry Clarke, célebre ilustrador y artesano de vitrales de principios del siglo XX. Y el resultado es sencillamente increíble.
Cada página de Nieve, Cristal, Manzanas es una pequeña obra de arte magnífica. Con un trabajo casi totalmente a la vieja usanza, la artista estadounidense abraza por completo la decisión de inspirarse en Clarke y realiza composiciones apasionantes. Las viñetas tienen poco lugar en la obra; en su lugar, la gran mayoría de las páginas se muestran como piezas únicas, en las que la información de cada escena se solapa con el resto del mismo modo que podríamos ver en un mural religioso. Este efecto hace que todo el relato respire cierto realismo siniestro, como si estuviéramos descubriendo una historia escondida en las paredes de una vieja iglesia. O mejor dicho, en sus vidrieras. Porque efectivamente, Doran consigue evocar ese aspecto que mencionábamos más arriba. Los intensos negros de su estilizado trazo unidos a su decoración sobrecargada y su coloreado vibrante logran a las mil maravillas su objetivo: que sintamos que nos estamos asomando a unos lujosos y aterradores vitrales iluminadas por una puesta de sol. Su trabajo es sensacional, y es una pena que la editorial no haya optado por una edición de mayor tamaño para disfrutar de él, porque sin duda habría merecido la pena.
No es que el mérito del libro caiga únicamente sobre los hombros de su artista, claro está. Al no haber leído el relato original no puedo dar mi opinión sobre la fidelidad de la adaptación que realizan en el cómic, pero sí puedo decir que al menos lo que llega a las viñetas es un relato maravillosamente escrito. La propuesta de Gaiman es muy original y consigue hacer sonreír al lector según va descubriendo cómo el escritor es capaz de retorcer de manera tan cruel y precisa los hitos y detalles de la historia original hasta darle la vuelta por completo al cuento. Todo ello, claro, envuelto en la prosa de Gaiman, que siempre es una garantía absoluta de mínimos de calidad.
Así, el resultado final es una obra que quizás podría pasar algo desapercibida por ser “otra adaptación más de Gaiman”, pero que sin duda merece muchísimo la pena, especialmente por su espectacular dibujo. No en vano la obra logró hacerse en 2020 con un premio Eisner a Mejor adaptación de otro medio, así como con una nominación para Colleen Doran en el apartado de Mejor dibujante. Nieve, Cristal, Manzanas es una obra con potencial para satisfacer a un enorme espectro de lectores, que se verán maravillados tanto por su arte como por la deliciosa perversión del cuento con el que crecimos.
Lo mejor
• El soberbio arte de Colleen Doran.
• La idea resulta original y está ejecutada con gran calidad por Gaiman.
Lo peor
• Su elevado precio.
Guion - 8.5
Dibujo - 9.5
Interés - 8
8.7
Siniestra
Colleen Doran realiza un trabajo artístico asombroso en su adaptación del singular relato con el que Neil Gaiman retuerce el cuento de Blancanieves.
Según parece traslada el texto íntegro del relato. Así que caerá. Eso lo convierte casi en un libro ilustrado o en un cómic literalizado?. En este sentido recuerdo también el Soy Leyenda ‘de Steve Niles’ y Elman Brown como otro gran ejemplo de ‘cómic literalizado’
Es magnífico, Blancanieves art decó