Nighthawk #1 (2016-)

 

Edición original: Marvel Comics.
Guión: David Walker.
Dibujo: Ramon Villalobos.
Color: Tamra Bonvillain.
Formato: Grapa, 22 páginas.
Precio: $3.99.

 

No me gusta nada la idea de transferir personajes de mundos alternativos al universo tradicional. Pero si ese es el precio a pagar por una serie regular del Nighthawk de Supreme Power, ya no me parece tan mala idea. Sin duda lo mejor del accidentado relanzamiento del Escuadrón Supremo, este Nighthawk es un personaje de lo más interesante. Un Batman hiper-violento, sin miedo a matar, cuyos padres murieron a manos de racistas blancos y, como consecuencia, tiene una visión sobre los conflictos raciales… bastante curiosa, bordeando -o incluso abrazando- el racismo. Se merece, desde luego, algo más que una ya lejana miniserie.

Tras su excelente Shaft, David Walker era la persona adecuada para narrar las nuevas historias de Raymond Kane y así lo demuestra el primer número de Nighthawk. ¿Cómo aprovechar a un vigilante nocturno con tanto potencial? Fácil: lo mandas a la zona más pobre de Chicago, ciudad conocida por su mote “Chi-raq”. La miseria, las drogas, la violencia, el crimen, los abusos policiales, la corrupción… hay de todo excepto instituciones fuertes que sepan proteger al ciudadano. Por no hablar de esa enfermedad llamada racismo. Y Nighthawk piensa salvar Chicago cueste lo que cueste, sin importarle las consecuencias y las víctimas.

Este no es un cómic que se anda con chiquitas. Ya la primera página comienza con un grupo de supremacistas blancos adoradores de la bandera confederada y armados hasta los dientes (¿Charleston?). Una televisión informa sobre el último ciudadano negro muerto a manos de un policía. Por si no ha quedado claro, incluso el universo Marvel tiene un lado oscuro. “Desolador” sería una buena forma de describir este número. Otro adjetivo sería “violento”. Nighthawk pone a prueba el sistema de calificación por edades de Marvel, mostrando toda clase de actos violentos y sencillamente crueles. Sangre, huesos rotos, carne perforada, mutilaciones, y muertes.

Me veo en la obligación de comentar que no entiendo la decisión de Marvel de calificar esta serie como apta para mayores de 12 años. ¡Es incluso más violenta que la nueva Punisher! Es más, una etiqueta de mature readers o publicarla bajo el sello MAX podría haber hecho más impactante este primer número.

Llegados a este punto cabe preguntarse también qué diferencia hay entre Nighthawk y Punisher. Consciente de ello, Walker no tarda en señalar un elemento que separa profundamente a ambos: la rabia. A diferencia de Frank Castle, el Halcón Nocturno es un hombre consumido por la rabia. Rabia hacia uno mismo; rabia hacia sus padres y su inútil pacifismo; rabia hacia el mundo entero. Si Punisher es un despojo humano incapaz de sentir cualquier emoción básica, Nighthawk es prácticamente una bomba de relojería desquitándose con cualquiera que tenga el infortunio de cruzarse en su camino. Para colmo de males, bajo su identidad publica, el empresario Raymond Kane, la mecánica se invierte, y es la violencia quien le persigue. Nighthawk es verdugo y víctima del sistema a la vez, una combinación nada ideal.

No todo es tan oscuro y despiadado, eso sí. Para compensar tanta brutalidad se encuentra la antigua villana Nightshade, ahora reformada y reconvertida en una Oráculo sarcástica y petulante que aporta ese necesario toque de humor. Pero aunque no fuera necesario se agradece su presencia porque Walker ha sabido adaptarla a los nuevos tiempos y la escribe genial.

De nada sirven tantas buenas ideas sin un dibujante que no solo sepa expresar lo que tienes en mente, sino también hacerlo mejor. Ramon Villalobos es ese dibujante. Fuertemente influenciado por películas como Boyz ‘N’ the Hood, el mexicano dota a la serie de un potente estilo visual. Aun pecando de algunas limitaciones -empezando por cierto estatismo-, el trabajo de Villalobos sorprende por su tratamiento de la violencia, impactante pero no glorificada, y una interpretación de Chicago a medio camino entre la actualidad y la primera mitad de los años 90, una era también marcada por los conflictos raciales. Los colores de Tamra Bonvillain también hacen su parte, y alejan a la serie del aspecto oscuro y gris por el que muchos cómic sobre vigilantes se suelen caracterizar. No hay ninguna otra serie en el mercado que se asemeje visualmente a Nighthawk.

¿Falla en algo este primero? Desgraciadamente sí. El supuesto villano del primer arco no aparece hasta las últimas páginas y no parece ser muy destacable. Pero es verdad que veintidós páginas no dan para mucho, así que toca esperar a los siguientes números para comprobar qué tienen los autores en mente.

Que un cómic te deje con ganas de más siempre es una buena señal. Que lo haga un cómic prácticamente ignorado por su propia editorial es una agradable sorpresa. Nighthawk es, en mi opinión, uno de los estrenos de Marvel con más potencial y una serie que probablamente hará justicia a su protagonista. Atentos a este cómic porque podríamos estar ante uno de los sleepers del año.