Reseñamos ahora el tramo central de la etapa de Tim Seeley en Nightwing. Si en los tomos anteriores el coche cogía velocidad, ahora alcanza ritmo de crucero, para luego pegar un brusco frenazo.
Brian Michael Bendis dijo en una ocasión, durante la promoción de Invasión Secreta, que el momento mas peliagudo a la hora de escribir un guion es el segundo acto. Es cierto. El segundo acto es la muerte de los guionistas. Es complicado que el primer acto aburra al lector o al espectador, y además siempre resulta mas interesante plantar semillas que verlas crecer. El tercer acto es el objetivo que todo escritor tiene (o debería tener) en mente cuando empieza a contar una historia. Pero durante el segundo acto nunca pasa nada, literalmente, y al mismo tiempo es la savia de la narración, porque necesitamos esa especie de paréntesis para dotar de una estructura sólida a lo que sea que queramos contar y para encariñarnos de los personajes. Dicho de otro modo, el segundo acto es un auténtico cabrón. Separa a los escritores de los aficionados, a los niños de los hombres.
Los guionistas tienen que hacer malabares para mantener la atención del lector durante el segundo acto. Los recursos para conseguirlo varían (van desde flashbacks hasta repentinos cambios en el punto de vista).
¿Logrará Tim Seeley sobrevivir al infierno del segundo acto?
En esta ocasión Nightwing descubrirá por las malas que el mal nunca descansa cuando vuelva a encontrarse con el Profesor Pyg y con un demonio que busca acabar con él y con todos a los que ama. Y justo cuando Dick cree haberse instalado cómodamente en Bludhaven, Blockbuster aparece para disputarle su puesto como protector de la ciudad.
Nigthwing debe morir es el mejor arco de Tim Seeley con el personaje hasta la fecha.
Quizá sea por su marcado ritmo de thriller (es difícil resistirse a una de esas historias, como Spiderman: Vuelta a casa o la tercera parte de La Jungla de Cristal),en las que el protagonista debe enfrentarse a un enemigo desconocido e implacable), o quizá es que Seeley haya flexionado sus músculos narrativos para escribir una historia trepidante y emocionante, pero el caso es que es imposible separarse de las páginas del comic mientras dura este arco.
Seeley se apoya para narrar este historia trepidante en aportaciones de Morrison a la mitología del hombre murciélago, y quizá esa sea la verdadera clave del éxito. No quiero menospreciar la labor de Seeley, pero, como dice el dicho, se pueden escribir historias durante años enteros con las ideas que Morrison apunta en una servilleta durante una noche de borrachera.
Sin embargo, la historia que sigue, Blockbuster, resulta un poco decepcionante. Seeley teje la historia clásica del héroe enfrentado quizá no contra su némesis, pero si contra aquello en lo que él mismo podría convertirse si se dejara llevar. Es un recurso interesante y que ha sido utilizado con maestría en otras ocasiones (me vienen a la mente los encuentros entre Daredevil y Punisher, o la relación particular entre Naruto y Sasuke), pero para que la estrategia funcione se necesita que el adversario tenga al menos el mismo carisma que el protagonista principal, algo que Seeley no consigue. Blockbuster no deja de ser un “tipo guay” (con coleta incluida) que se transforma en una enorme masa de músculos cuando se enfada.
En cuanto al apartado gráfico, Javi Fernández vuelve a la colección justo a tiempo para Nightwing debe morir. Si en la reseña anterior comentábamos que su dibujo era sensacional, en estos números no hace más que mejorar, confirmando que es uno de los mejores dibujantes (o por lo menos, uno de los que cuenta con más personalidad) de la plantilla de DC Comics.
En estos dos tomos los encargados del “relleno” en el aparto gráfico son Christian Duce, Miguel Mendoça y Minku Yung. Duce domina un estilo con reminiscencias de Lee Bermejo y de Gary Frank, mientras que el registro de Mendoça y Minku Yung es un tanto menos realista, aunque igualmente eficiente.
En conclusión, podemos afirmar que Seeley y Fernández mantienen el tipo y ofrecen una historia emocionante y entretenida, que raya en la genialidad en algunos momentos (como en el arco Nightwing debe morir), pero que se muestra un poco facilona en otros puntos (como en el arco Blockbuster). Ambos se encargan de preparar el terreno para una conclusión que llegará en los próximos números.
Mención aparte merece el trabajo de Javi Fernández, un auténtico prodigio a las tintas que continúa con su trayectoria meteórica. Aunque solamente sea por su labor, merece la pena comprar estos números.
Nigthwing nums. 5-6
Guion - 5
Dibujo - 7
Interes - 5
5.7
La serie sufre un pequeño bajón con respecto a números anteriores
Vale, vamos a ello. Estoy en algunas cosas de acuerdo contigo y en otras no. A grandes rasgos pienso:
Sobre el primer arco, «Nightwing debe morir» opino que lo mejor del mismo está en el tomo anterior. El preludio (número 15 usa) como número autoconclusivo es de lo mejor que se ha escrito en esta etapa y el cliffhanger te causa angustia. El 16 está muy bien, con el reencuentro de Dick y Damian: Seeley sabe darle una buena voz al personaje. En este tomo vendrían los actos 2 y 3 del arco, por seguir tu analogía. En ellos Seeley usa sus dos herramientas habituales para su etapa: reciclaje de una historia previa (Morrison en Batman y Robin) y empleo de reflejos oscuros del protagonista… y del coprotagonista de propina. Todo guionista tiene su estilo, pero Seeley a mi entender cae demasiado en seguir la misma fórmula una y otra vez. Pyg no está mal pero está cayendo en la zona de confort del estereotipo cuando debería ser grotesco y desconcertante. En el tercer acto todo esto se acentúa y el final boss pierde el aura mítica que mantenía.
El segundo arco finaliza en el próximo tomo. Aquí volvemos a Bludhaven para reciclar historias de Dixon y emplear a Blockbuster como reflejo oscuro de salvador de la ciudad. En general creo que este Blockbuster es menos amenazante y el nuevo trasfondo no supone ninguna mejora. Seeley retoma al segundo Tiburón Tigre, el de Snyder, tras emplearlo en Batman Eternal y Grayson, pero sobre eso si quieres comento en tu tercer artículo. La nueva Bludhaven tiene menos personalidades es más cutre/hortera que peligrosa. También tenemos un enfrentamiento de Dick con un pequeño ejército de villanos, muchos de baratillo, aunque creo que alguno se merecía un mejor trato.
Por último, que ya me he pasado. Hace poco leí el tomo 7 de la etapa de Dixon en Nightwing que público Planeta. Me parece que a pesar del rodaje y las interferencias editoriales es un buen ejemplo de cómo llevar al personaje y su mundo en un trabajo constante de desarrollo y construcción. Pero puede que sea una cuestión generacional…
De generacional nada, el Nightwing de Chuck Dixon le da mil patadas a este, es especialmente evidente cuando Seeley intenta hacer refritos de la etap Dixon con resultados claramente inferiores (se hizo lo mismo 20 años antes y mucho mejor).
Para mi no hay dudas de que Dixon ha sido, con diferencia, de él autor que mejor ha sabido tratar a Nightwing en un título individual, y el guionista que más ha hecho por Dick Grayson solo por detrás de Marv Wolfman (en los Titanes, peor le ha ido tratando al personaje en su serie propia).
Wolfman y Pérez crearon a Nightwing, pero estoy de acuerdo contigo en que la etapa de Chuck Dixon es la definitoria del personaje en solitario. Wolfman hizo un run corto y mediocre en la colección (el arco de los novios asesinos y el del nuevo Vigilante si no me falla la memoria) pero los años no pasan en balde y tampoco lo juzgaria con dureza. El sentido de mi comentario es que esas historias ya tienen unos tres lustros y a lo mejor yo conecto mejor con ellas por el momento en que las he leido y por compartir un contexto generacional. Igual los nuevos lectores que contacten con ellas por primera vez las ven como historias pasadas de moda, y propuestas más actuales las ven más interesantes y próximas a su sensibilidad. Cada generación tiene sus mitos!