Nightwing – Un Nuevo Orden.

 

Edición original: Nightwing: The New Order núms. 1-6 USA.
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guión:Kyle Higgins.
Dibujo:Trevor McCarthy.
Entintado: Trevor McCarthy.
Color: Dean White.
Formato:Rústica, 152 págs. A color.
Precio: 14,95 euros.

 

En toda actividad creativa, cine, literatura o cómic, donde se narra una historia, no hay nada más tentador que imaginar un futuro nuevo para nuestra sociedad. Se trata de crear un lienzo en blanco con el que poder explorar un sinfín de nuevas situaciones en las que insertar nuevos conceptos. En los comics es un recurso manido que ha dado resultados tan satisfactorios, como Kingdom Come, obra magna en la que nos desplazamos al ocaso de los héroes. Con Un Nuevo Orden, Kyle Higgins, nos lleva a un futuro cercano, al 2028, en el que la humanidad, y más concretamente Dick Gayson, en su faceta de Nightwing, acaba con las actividades metahumanas durante un intenso combate entre héroes y villanos en la ciudad de Metrópolis. Un enfrentamiento que acaba con su paciencia, que le abre los ojos y usando un aparato, del que nunca se dice o explica nada, quedando en mano del lector deducir o imaginar lo que crea conveniente, zanja la batalla de una vez por todas. Aparato que tiene, en manos de su dibujante, Trevor McCarthy, el aspecto de otro famoso instrumento dimensional usado en la película de 1987, He-Man, Los Amos del Universo. ¿Un guiño al lector? Tal vez, pero ahí está para ser el desencadenante físico de la historia que quiere adentrarse en la especulación de un futuro controlado por la policía y una sociedad que elimina y penaliza la tenencia de superpoderes.

Un futuro en el que Higgins nos introduce gracias a un narrador que nos va contando la historia, añadiendo detalles, información que ayuda a ir meditando sobre la actitud que tienen los protagonistas frente a la sociedad que hay establecida. Una sociedad que considera positivo el cambio y en la que todos creen fervientemente… hasta que aparece un desestabilizador, un agente del caos, pues la vida siempre se abre paso, y pone del revés las creencias de Dick Grayson.

Grayson no tiene dudas respecto a la decisión que tomó en su día. Considera que el mundo es un lugar mejor, que todo está donde debe estar, que lo que ocurría antes era algo fuera de lugar y que sin poderes todo es más normal. Y es en este punto donde Higgins torpedea la línea de flotación de Grayson y lo enfrenta a un cliché, que funciona pues lo usa de manera muy orgánica, para derrumbar por completo su torre de creencias. Y es que usar clichés para desarrollar una historia no es un ejercicio de mala praxis en si mismo, pues el resultado hace que la trama se ponga en marcha y los acontecimientos se desarrollen de tal manera que la historia no deja de ser interesante. Su ritmo es trepidante, sus diálogos atractivos y la interpretación que se hace de algunos personajes muy importantes en la vida de Grayson es algo que añade valor a todo el conjunto.

El guionista no busca sumergirnos en una historia profunda, sesuda, con intricados textos, en los que todo resulte denso e inaccesible. Higgins quiere una historia más ligera, más agrietada para que el lector pueda aferrarse a ella gracias a esas fisuras que muestra en su trabajo. Y es que en esa sencillez está el atractivo de este tomo. Todo resulta simple, que no simplón, se mueve con soltura, de tal forma que uno disfruta con la lectura de una obra que no va a cambiar la forma de ver e interpretar nuestro entorno, ni va a elevar nuestro espíritu a un nuevo estado, pero sí va a dejar un poso mental de tal forma que será recordada con afecto.

Todo cuanto se desarrolla en el tomo gira alrededor de la evolución de Grayson, de como ha de volver a enfrentarse a si mismo y su forma de pensar, por los cambios que le rodean. Una resistencia al cambio que está muy bien tratada, pues el cambio no llega de golpe, no aparece de repente, sino que se va filtrando lentamente hasta que activa el mecanismo adecuado para mover la historia en nuevas direcciones.

Higgins se ve muy bien acompañado por los lápices de McCarthy, cuyo estilo se amolda a la perfección a la historia que requiere de un dibujante capaz de mostrar un mundo diferente al nuestro, pero familiar, al tiempo que se ha de poder percibir la oscuridad que parece estar adherida a las paredes de los edificios. El dinamismo de McCarthy deslumbra a la mínima ocasión, con movimientos muy naturales, una anatomía cuidada y un férreo control, de la expresión facial, fundamental para poder transmitir el dilema moral del protagonista.

Un Nuevo Orden no es una obra revolucionaria, ni pionera, ni pretende serlo, su objetivo es más mundano, pero igualmente importante y es el de llevarnos a un futuro distinto, donde poder explorar en un escenario nuevo, como se desarrollarían unos acontecimientos extremos en manos de personajes conocidos por todos los lectores. Y cumple a la perfección.