Soy un monstruo, no quiero serlo
«Mira, yo no soy homófobo, pero eso de que a un hombre le guste otro hombre…»
En ocasiones, uno cree ser un monstruo. Y lo consigue. No soy un monstruo (Distrito Manga) es la apuesta del mangaka Kazuki MINAMOTO para relatar ese escenario recurrente en todo joven gay salido del armario. La personificación de la enfermedad, visto así por sus iguales. Esta obra de realismo mágico, juega con la idea de monstruo. En el que te conviertes cuando lo crees lo suficiente, cuando tus compañeros, amigos y profesores te lo dan a entender. Este es un relato escrito desde la experiencia. E incluso la venganza en ciertas ocasiones. Aun así, conserva la ternura, la valentía y el reproche que debería tener.
No soy un monstruo narra la historia de un adolescente abusado en la escuela sistemáticamente por sus compañeros. En las solapas del manga se ven los protagonistas al límite, colgándose la soga al cuello. Ese deseo de acabar con todo y querer ser otra persona. Otro ser. Se trata del motor que mueve la narración. Y necesaria, ya que en una sociedad como la nuestra, esa homofobia rancia aún es capaz de aceptar a un monstruo que a un maricón. Y aquí habla la experiencia.
Minamoto es un autor que debutó en la revista G-men y se distingue por sus historias sensibles y profundas. Antes de este trabajo, Minamoto exploró historias TL para la Ranei Love Max. Es abiertamente homosexual y un activista de los derechos LGBTQ+, temas que frecuentemente aborda en sus obras. No soy un monstruo no es una excepción, ya que narra la historia de un chico gay enfrentándose a la homofobia en su entorno. Amar no es fácil, menos cuando tienes que justificar el porqué. Cuando cuestionan incluso un sentimiento que no puedes controlar. Esa incomprensión se enquista en rabia.
Monstruo salido del armario
La valentía del «monstruo» que surge de esta situación es uno de los puntos fuertes de la historia. “Necesitan un saco de boxeo, no creo que tengan una razón en particular,” confiesa el protagonista, mostrando un pasotismo que se convierte en una valentía arrolladora. Uno que se convierte en la peste. Esa gran enfermedad contagiosa que no puede ser tocada por nadie, te convierte en una especie de portador de males al cual no te puedes acercar. Ese periodo de la adolescencia que cuesta muy poco ser mezquino y taparse el trasero el grito de “¡que viene el maricón!”, al entrar en el vestuario. El manga tiene eso justo, esa recreación casi perfecta del prejuicio que hay detrás de un chaval gay. Cuenta sin victimizar, sin ridiculizar ni atacar, una escena que marca a muchos chicos y chicas del colectivo.
El dibujo no tiene grandes misterios. Recorre la tradición moderna del manga. El estilo de Minamoto se nota más en otras de sus obras, como Un Gay en la Treintena. Aceptando mi disfunción eréctil (MangaLine ES). El trato y la ilustración son algo más sencillos como si se tratasen de un dibujo animado. O Un jefe de cuento de hadas y su empleado ¿hetero? (Kitsune Books) en que el estilo está mucho más erotizado. Sin embargo, No soy un monstruo se dirige a un público diferente. A esos adolescentes que siguen odiándose por algo que no deberían.
Esta historia de venganza va más allá de un simple seinen; es una vuelta de tuerca que ataca directamente la intolerancia. El manga aborda el tema sin victimizar ni ridiculizar, presentando una visión honesta y realista del prejuicio y el dolor que enfrentan muchos jóvenes del colectivo LGBTQ+.
El gran mensaje del manga es claro: uno puede convertirse en un monstruo si lo tratan como tal. Sin embargo, también tiene sus fallos. A veces resulta reiterativo y algo irrealista en ciertos aspectos. Salir del armario es difícil, pero también liberador. La clave está en aceptarse a uno mismo, sin depender de la aceptación de los demás.
Uno mismo deja de querer ser humano. Deja de querer vivir. Y sinceramente a veces lo mejor es empezar de nuevo en otro lugar, con otra gente, con otro tú. No termina en tópico, de alguna manera esta historia no normaliza tener que luchar por las relaciones que son dañinas para uno. No hay que normalizar el dolor que uno padece por unos padres que lo maltratan, por unos compañeros que le odian o por unos amigos que no son como tal. No soy un monstruo es una historia potente y necesaria. Nos recuerda la importancia de ser críticos con las relaciones y el entorno que decidimos mantener.
Aunque a veces pueda parecer cínico, este cinismo puede ser un motor para el cambio. Después de reflexionarlo, definitivamente, no soy un monstruo. Ni tú tampoco.
Lo mejor
• Es una historia necesaria.
• El realismo mágico usado le da un toque diferenciador.
Lo peor
• En ocasiones, es algo repetitivo.
• Que el profesor de este chico sea tan idiota. Pero eso va por trama ¯\_(ツ)_/¯.
Guión - 7
Dibujo - 6.5
Interés - 8
7.2
Montruoso
'No soy un monstruo' es una obra conmovedora e importante. Sin embargo, no muestra nada nuevo. Se trata de un ejercicio para educar a adolescentes y adultos por igual. Ofrece una mirada honesta y valiente a los desafíos que enfrentan los adolescentes LGBTQ+.