Luces y sombras en la carretera
Últimamente hablamos mucho por la sección indie de Scott Snyder, y es que el famoso guionista de El Tribunal de los Búhos se encuentra en un momento de gran productividad desde hace unos años. El que fuera uno de los autores superventas de DC Comics (con no pocos detractores, todo sea dicho), comenzó a volcarse desde hace tres años en sus ideas propias y a sacar serie tras serie de la mano de un enorme abanico de artistas. La lista es larga: junto a Comixology lanzó más de media docena de miniseries como Clear o We Have Demons, con IDW apadrinó la antología Dark Spaces y la arrancó con la excelente Wildfire, y en DSTLRY lo estamos viendo también dejar su granito de arena dentro de la joven editorial con White Boat. Pero si tenemos que enmarcar el inicio de esta etapa creator-owned, la primera piedra sería Nocterra.
Estrenada en 2021 de la mano de Image Comics, Nocterra supuso efectivamente el arranque de esta nueva época para Snyder, una serie con aroma a blockbuster en la que el autor se juntó con el dibujante Tony S. Daniels, recién llegado también de la cabecera principal de Batman. Nocterra llegó a las tiendas de la mano de Image Comics, y tuvo además la importancia de convertirse en el primer proyecto nacido dentro de Best Jacket Press, el sello editorial creado por Snyder para dar cobijo a sus trabajos, a imagen de tantos otros como Mark Millar y su Millarworld o Rick Remender y su Giant Generator.
La serie nos presenta un mundo literalmente a oscuras. Un buen día, de manera inexplicable, el Sol desapareció y el mundo quedó sumido en la oscuridad total. Y lo que es peor, cualquiera que se mantuviera en ausencia de luz demasiado tiempo quedaba infectado por una extraña enfermedad capaz de convertir a cualquier ser vivo en un engendro negro, monstruoso y salvaje. Quince años después, el mundo resiste en pequeños reductos hasta las cejas de luces artificiales, que se comunican gracias al trabajo de convoyes que recorren con gran riesgo las sombrías carreteras. Val Riggs es una de esas conductoras, y un par de pasajeros misteriosos la meten de lleno en una frenética carrera para escapar de un asesino temible y quizás encontrar la manera de salvar a la humanidad.
Nocterra desembarcó en nuestras tierras hace ya un año de la mano de Planeta Cómic con un primer tomo del que hablé en su momento y me dejó una sensación tibia. Nos encontrábamos ante un trabajo palomitero con cierta aroma noventera, una aventura trepidante llena de acción y diversión, pero con pocas ideas refrescantes que ofrecer y un dibujo demasiado mainstream en el peor de los sentidos. Desde luego, no fue uno de los estrenos más interesantes de toda esta nueva hornada de Snyder, que sin ir más lejos se llevó un Eisner por Barnstormers junto a Tula Lotay. Pero lo que tiene Nocterra que no han tenido el resto de proyectos es ambición a largo plazo: frente a la avalancha de miniseries, la serie apocalíptica junto a Daniels alcanza ya los 16 números (más especiales), y sigue adelante. La pregunta era si su continuación realmente podría mejorar las sensaciones de su poco destacado arranque.
Con su segundo volumen, podemos decir que Nocterra no cambia de trayectoria, pero se asienta en la que trazaba en su primer compás. El tomo arranca con el especial Blacktop Bill, un one-shot dedicado a ponernos en contexto sobre el pasado y presente del enigmático villano principal de la serie. Un número macabro, a modo de cuento de terror a la luz de una hoguera, que profundiza en la crueldad del personaje y aumenta la tensión de cara al segundo arco. Cabe destacar que para este especial Daniels deja paso en el arte a Denys Cowan (con tintas de Kent Williams y color de Chris Sotomayor), un equipo que deja un estilo mucho menos normativo debido a su trazo sucio y grotesco, pero que se retroalimenta de perlas con la historia que nos narra.
A partir de ahí entramos, ya esta vez con Tony S. Daniels, en ese segundo arco en el que la trama nos lleva con el convoy de Val en su difícil pero infatigable misión para encontrar Eos, ese supuesto refugio en el que podrían utilizar la información que les dejó Gus para deshacer la oscuridad del mundo, pero con la problemática de tener que enfrentarse al infame Bill y a otros asesinos enviados por esa misteriosa organización detrás de todo. La serie continúa así muy en la línea de lo que ya nos mostró en su primer arco, con un ritmo muy alto de acción trepidante entre la que vamos recibiendo nuevas píldoras de información sobre el misterio que rodea a la oscuridad, además de reactivar el suspense con algunos cambios de lealtad interesantes.
Todo ello bajo esa profusa prosa de la que siempre hace gala Snyder y que, personalmente, suelo encontrar muy inspirada y consigue que conecte con sus historias más de lo que su trama pueda interesarme en primera instancia. El guionista decide mover el punto de referencia hacia el personaje de Piper, que pasa a convertirse en la nueva narradora y el nuevo eje emocional. Una narración en la que Snyder vuelve a tirar de ese recurso que tanto le gusta de coger un concepto de presentación y hacer que las reflexiones de su narrador giren alrededor de él. El “dónde estabas tú” del primer tomo se convierte en una curiosa parábola alrededor de algo tan peregrino como una fracción matemática, y aunque es cierto que a veces da la sensación de que lo estira demasiado, le da un empaque muy sólido al tomo.
Del dibujo poco puedo decir que no comentara ya en el primer volumen. Tony S. Daniels es un artista con un rollo al que soy poco afín, un estilo noventero y un poco vitaminado en el que hay un buen manejo de la acción y el espectáculo, pero con una presencia algo fría y poco personal, a lo que por si fuera poco se suman unas viñetas menos trabajadas que en el primer arco de la serie. Marcelo Maiolo coge el testigo de Tomeu Morey y se encarga de un color en el que sigo pensando que se podrían haber hecho cosas muy chulas para jugar con esa peligrosa oscuridad alrededor de la que gira el apocalipsis de la obra, en lugar de su convencional propuesta. Son páginas que podrían dar mucho más y que se quedan en una presencia gris con poca personalidad.
En definitiva, Nocterra continúa con un segundo tomo que si bien sigue sin dar grandes cosas, no puedo negar que poco a poco me ha enganchado a su propuesta a medio camino entre Mad Max y Pitch Black. El arte de Tony S. Daniels sigue resultando funcional pero poco estimulante, pero la desenfrenada carrera de Val Riggs por salvar al mundo es como pedir un cubo de alitas viendo el fútbol en un bar: no te va a aportar grandes cosas aparte de desconectar el cerebro un rato, pero tampoco te va a amargar el día relamerte la grasa de los dedos.
Lo mejor
• La historia sigue manteniendo un ritmo trepidante.
• El interesante one-shot de Blacktop Bill.
Lo peor
• El dibujo tiene muy poca personalidad y empeora algo con respecto al primer arco.
Guion - 7.3
Dibujo - 6.3
Interés - 6.5
6.7
Cañera
La serie de acción apocalíptica de Snyder y Daniels se mantiene firme con un segundo volumen que sigue sin sorprender, pero entretiene de lo lindo.
