La década de los 90 fue propicia para que Marvel realizara algunos experimentos con algunos de los personajes más populares de la editorial, presentando versiones alternativas más acordes con los tiempos que trascurrían, más oscuros y violentos. También fue una época en la que Marvel rescató varios personajes olvidados de su vasto catálogo y les dio una nueva oportunidad remozados según los estándares imperantes en aquella década. Uno de los escogidos fue Jack Monroe, el Nómada, un personaje que había surgido de la órbita del Capitán América y a quien Fabián Nicieza le dio nueva vida y un nuevo propósito en una serie limitada de cuatro números aparecida en 1991 y que supuso algo más que una simple actualización repleta de grandes armas y demasiada actitud. La propuesta de Nicieza fue todo un rara avis para la época ya que supo combinar con mucho acierto la estética de los 90 con un potente mensaje social presente en todas las aventuras del personaje.
Jack Monroe fue el Bucky del Capitán América de los años 50. Recuperado por J.M. deMatteis como compañero de aventuras del Capitán América ya bajo la identidad de Nómada, fue utilizado por Mark Gruenwald durante su larga etapa a cargo de la serie del Centinela de la Libertad. Fue Gruenwald quien estableció el progresivo distanciamiento entre Monroe y Steve Rogers y quien arrastró al personaje hacia una actitud más violenta y una moralidad distanciada de los cánones clásicos. Fue en este momento cuando entró en escena Fabián Nicieza, un guionista polivalente muy activo en aquellos años quien llegó a guionizar importantes franquicias Marvel como los Vengadores y los X-Men.
La miniserie con la que Marvel dio una oportunidad al personaje, y que fue incluida en 1992 por Cómics Fórum en una cabecera genérica dedicada a recuperar series limitadas y arcos argumentales de series en curso, nos narra una investigación relacionada con drogas que lleva a cabo Nómada a través de medio Estados Unidos. Se trata de una intrincada conspiración que implica a narcotraficantes, traficantes de armas, proxenetas y espías comunistas. Una trama endiablada que llevará a Janck Monroe a encontrarse a algunos de los peores sujetos del país y que incluso le enfrentará al gobierno de los USA y antiguos aliados suyos.
Si nos quedamos en la superficie, la miniserie que devolvió la atención a Nómada se podría interpretar como un ejemplo perfecto de lo que los 90 significaron para los cómics de superheroes. El protagonista presenta un aspecto más duro, con el pelo largo, barba de tres días, atuendo negro y dos escopetas al cincho. Además la actitud del protagonista para con sus enemigos es más dura y no le tiembla el pulso a la hora de infringir daño extremo (para el recuerdo la escena de Nómada volándole de un escopetazo la rótula a un traficante) aunque sin cruzar la línea roja del asesinato. También la moral del personaje es más dudosa, infringiendo las leyes si es necesario para conseguir sus metas. En Nómada encontramos mucho de esta pose pero también encontramos algo más. Algo más profundo que queda patente en el desarrollo de la trama sobre tráfico de drogas que nos propone Nicieza. Los años 80 fueron especialmente duros en los USA en lo que respecta la guerra contra la droga y a las consecuencias de la presencia de la droga en las calles. Parte de esto queda reflejado en esta historia y sin limitarse a tópicos. Nómada se encuentra con traficantes y drogadictos en diferentes rincones de los USA y de todas las razas y clases sociales, evidenciando el alcance del problema y las turbias consecuencias. Este aspecto queda patente en el inesperado giro final de la miniserie y en el personaje de Bucky, una niña de un año que queda a cargo de Nómada en un intento de darle una vida mejor alejada de este mundo sórdido.
La serie cumplió con creces la tarea de posicionar a Nómada de nuevo en el universo Marvel y su éxito propició la aparición de una serie regular también a cargo de Nicieza. Esta serie, que duró 25 entregas, enfatizó aún más en la temática social y le sirvió a su autor para hacer un repaso por muchos de los problemas de la época. Desde los abusos policiales, hasta el maltrato animal, pasando por el racismo, el SIDA, las drogas, los derechos de los homosexuales y la corrupción política. Todo cabía en la serie y Nicieza se atrevió con temas hasta el momento impensables para una serie Marvel. Esta fue sin duda la cabecera más personal de las muchas que escribió para Marvel y supuso su particular recorrido por el lado oscuro del sueño americano. Sin duda fue una serie adelantada a su tiempo que hubiera encajado mejor en un sello como Marvel MAX que apareció bastantes años más tarde.
El paso de Nicieza por la trayectoria de Jack Monroe marcó al personaje hasta su fallecimiento durante la etapa de Ed Brubacker en Capitán América, y es sin duda una demostración de trabajo comprometido realizado dentro de los engranajes de una gran editorial. Una serie que ha aguantado muy bien el paso del tiempo y que en algunos temas sigue siendo tan vigente como entonces.
Valoración
Guión - 7.5
Dibujo - 6.5
Interés - 8
7.3
Notable
Interesante utilización de un personaje con una importante carga simbólica para recorrer el lado oscuro del sueño americano en plena década de los 90