Otra nota a pie de página, una página más. En este lugar, donde la tinta no se seca jamás.
Hay lugares en el mundo en los que la vida es tan despiadada que en ocasiones a uno, desde la comodidad de vivir en un país en estado de paz, aunque sea con mayor o menor escasez, se le antoja ciencia-ficción conocer lo que otros seres humanos experimentan en su día a día, lo que conocen como normalidad. Lugares donde la vida no vale nada, donde las aspiraciones son ceniza y llegar vivo al día siguiente a veces es una sorpresa y a veces, un jarro de agua fría al saber que la tortura no ha terminado. Gaza es uno de esos lugares.
La historia del conflicto israelí-palestino es una de esas cuyo origen exacto se pierde entre las décadas y cuyo fin parece imposible de alcanzar. La creación de un Estado Judío tras el final de la Segunda Guerra Mundial y el consecuente enfrentamiento del pueblo palestino desplazado llevó a una ocupación israelí casi total del territorio en disputa, a excepción de un pequeño rincón conocido como la Franja de Gaza. Una región aislada y fuertemente controlada por Israel en la que desde 1948 decenas de miles de refugiados palestinos de las zonas ocupadas han vivido apelotonados junto a los habitantes originales, sumando en la actualidad una densidad de población comparable a la de las grandes urbes, con una población de 1,9 millones de personas, la gran mayoría en condiciones de extrema miseria. Una situación que a lo largo de este y el anterior siglo ha estado regada por distintos conflictos y sucesos, pero que siempre se ha mantenido en la misma línea: la de David contra Goliat. Las fuerzas israelíes, a varios años luz de distancia tanto en riqueza como en potencia militar, mantienen con mano de hierro un control asfixiante y despiadado sobre la población de la Franja. Un control que ha despertado en numerosas ocasiones la indignación de los observadores internacionales y que el gobierno de Israel justifica por la enorme proliferación de grupos terroristas y atentados suicidas entre la población palestina.
Mucho se ha escrito y hablado sobre el conflicto palestino, pero sin duda una de las voces más importantes dentro del periodismo ha sido la de Joe Sacco. Nacido en Malta en 1960 y criado a caballo entre Melbourne y Los Angeles, Sacco se licenció en Periodismo en la Universidad de Oregon y, tras varios años sin encontrar un rumbo claro para su carrera, terminó dando en el clavo al unir sus dos pasiones: el periodismo y el dibujo. Su labor como periodista de raza, desplazándose a zonas conflictivas y persiguiendo los hechos históricos a través de sus protagonistas, encontró una simbiosis natural en sus habilidades como caricaturista y terminó dando lugar a su primer gran trabajo, Palestina, un álbum publicado en 1991 en el que el periodista relataba su perspectiva del conflicto y que a la postre lo erigiría como el gran referente del cómic periodístico. Sus trabajos han explorado otros temas como el conflicto bosnio, con obras como Gorazde: Zona Protegida, ganadora de un premio Eisner, o la explotación de los pueblos indígenas de Canadá con su recién estrenada Un tributo a la tierra.
Notas al pie de Gaza surge en cierto modo como una revancha. El regreso de Joe Sacco a la conflictiva región tuvo su origen en un artículo sobre Palestina en el que trabajó junto al también periodista Chris Hedges. Tal y como Sacco relata en el prólogo de la obra, ambos descubrieron cierto episodio poco documentado ocurrido en 1956 en la ciudad de Khan Younis. Cuando la publicación para la que realizaban el trabajo los obligó a borrar el párrafo sobre ese punto concreto, Sacco se molestó y decidió viajar de nuevo a la Franja de Gaza en 2002 para investigar sobre esas notas a pie de página tan desconocidas en las que ya nadie se para a pensar frente al incesante riego de nuevos episodios.
Publicada en 2009, Notas al pie de Gaza nos narra los hechos acontecidos en 1956 durante el enfrentamiento conocido como la Crisis del Canal de Suez, en el que Francia, Gran Bretaña e Israel se aliaron para atacar al Egipto de Nasser por una serie de intereses geopolíticos. Dentro de estos movimientos, Israel ocupó la Franja de Gaza (por aquel entonces bajo control egipcio) y llevó a cabo dos despiadadas matanzas de civiles en las ciudades palestinas de Khan Younis y Rafah. A través de los testimonios de incontables palestinos que vivieron aquellos sucesos, Joe Sacco nos relata dos funestas atrocidades que según las cifras oficiales se saldaron con 275 y 110 muertos respectivamente.
La grandeza de la obra de Joe Sacco no reside únicamente en la información que consigue desentrañar durante sus investigaciones, sino la manera que tiene de mostrárnosla. Notas al pie de Gaza no se limita a relatarnos los dos episodios que retrata de boca de su autor, sino que el periodista maltés nos hace partícipes del propio proceso de investigación en el que se sumergió durante meses en suelo palestino. Tras una magnífica introducción histórica para comprender el contexto del conflicto cuando tiene lugar la ocupación israelí en 1956, Sacco nos convierte en testigos de todo su trabajo: su traslado a Gaza, su relación con su amigo y traductor Abed, sus incontables entrevistas a ancianos que vivieron las matanzas… Todo conforma un gran entramado que hace de la obra un relato extraordinariamente honesto que sirve también como manual de prácticas periodísticas, y que permite al lector forjar sus propias conclusiones a partir de la misma información que el autor obtuvo tras un arduo y exhaustivo trabajo. Parece obvio que Sacco se posiciona del lado propalestino en el conflicto, pero no pretende atraernos sin más a su postura, sino que nos facilita la información suficiente para que valoremos el conflicto desde nuestro punto de vista.
Es muy interesante de hecho cómo el propio autor reflexiona sobre las dificultades a la hora de analizar un hecho histórico en base a los recuerdos de sus participantes. La memoria es traicionera, especialmente cuando la información que guarda es sobre experiencias traumáticas, y Sacco hace hincapié en ello para mostrarnos lo delicada que es la verdad. Que en muchas ocasiones no es más que una quimera, y que el objetivo del periodista debe ser unir las verdades de toda la gente posible a fin de extraer una lectura que podamos considerar lo más cercano posible a lo que un día sucedió en el desierto.
Pero sin duda, otro de los elementos más interesantes de la obra es la, en cierto modo, irrelevancia de lo que cuenta. Porque mientras Sacco trata de averiguar lo que sucedió en 1956, en el momento en el que realiza su obra (y hoy mismo) el conflicto sigue en carne viva. Esa manera de relatar su investigación, mostrándonos el día a día de Rafah y Khan Younis en 2002, sirve para que Notas al pie de Gaza sirva igualmente como retrato de actualidad de la situación de la región y de sus habitantes. El autor deja florecer en muchas ocasiones sus propias dudas sobre la utilidad de escarbar en una historia con 50 años de antigüedad cuando cada día hay un atentado palestino en suelo judío, una casa derribada en los distritos fronterizos o un civil palestino víctima de los misiles israelíes. Y es precisamente ese díptico el que permite comprender lo profunda que es la herida que existe en Gaza, y lo difícil que se antoja acabar con un enfrentamiento que lleva décadas criando a nuevas generaciones en la más absoluta violencia.
La obra finaliza con una extensa recopilación de documentos y entrevistas que el periodista ha utilizado como fuentes para investigar tanto los episodios de 1956 que dan sentido al cómic como aquellos sucesos violentos que el autor presenció durante su estancia en la región. Unos apéndices imprescindibles para completar el retrato del conflicto.
El trabajo de Joe Sacco cuenta además con la ventaja de que sus cualidades como dibujante son más que sobresalientes. El autor maltés cuenta con un estilo detallista que deslumbra especialmente en sus escenarios, retratados con un detalle asombroso y una perspectiva digna de un arquitecto. Gracias a ello consigue empaparnos de la atmósfera que envuelve a las ciudades palestinas y hacernos sentir dentro de sus calles. Sus rostros son quizás algo exagerados y menos expresivos, con un estilo que recuerda a la clásica caricatura periodística, pero se olvida gracias a su excelente dominio de la narrativa, tanto a nivel de planos como de la propia rotulación, que entremezcla la voz de narrador del periodista con los diálogos de sus entrevistados con una soltura excepcional.
Podéis encontrar dos ediciones distintas de la obra, publicada en España por Reservoir Books, sello de Penguin Random House. Tenéis por un lado la edición en tapa blanda, que es la que se acaba de lanzar este año, y por otro la antigua edición en tapa dura publicada originalmente en 2010. Por su volumen recomiendo la primera (es la que he leído yo), pero ciertamente la mínima diferencia de precio (solo un euro más) hace muy atractiva el siempre vistoso cartoné. Además, debo decir que había leído algunas opiniones negativas al respecto de la traducción de Marc Viaplana, pero más allá de dos erratas mal contadas a nivel de carácter, me ha parecido un excelente trabajo de adaptación por su parte.
Notas al pie de Gaza es una obra sensacional, un trabajo periodístico de altísima categoría que reafirma a su autor como un referente en el cómic periodístico. El gran problema de su lectura es el tremendo mazazo que supone para el lector conocer la penosa vida que han llevado y llevan los habitantes de la Franja de Gaza. Todos nuestros problemas cotidianos pasan a percibirse irrisorios, pasajeros, frente a la rutina de un pueblo para el que la miseria es el pan de cada día y para el que no parece haber posible escapatoria. Porque ¿qué futuro se puede esperar para generaciones enteras criadas entre el odio y los escombros?
Guion - 9.5
Dibujo - 8.8
Interés - 10
9.4
Dolorosa
Joe Sacco vuelve a Gaza para contarnos un cruel episodio del pasado a la vez que nos recuerda cómo se sigue viviendo en uno de los lugares más peligrosos del mundo. Un trabajo periodístico extraordinario.