Edición original: Marvel Comics – septiembre 1991
Edición España: Comics Forum – marzo 1995
Guión: Roy Thomas
Dibujo: John Buscema
Entintado: John Buscema
Color: John Buscema
Portada: Rafael Garrés
Precio: 5,68 euros (novela gráfica de sesenta y cuatro páginas)
Hace veinte años Comics Forum decidió traer a España las novelas gráficas protagonizadas por Conan de Cimmeria. La primera de las obras escogidas resultó ser una de las más recientes (en ese momento): El pícaro. Con una nueva portada para la edición local ilustrada por Rafael Garrés, el inolvidable sello de la editorial Planeta brindó a la afición celtibérica una nueva historia del bárbaro arquetípico narrada por el que para muchos es su equipo creativo definitivo: Roy Thomas y John Buscema.
La trayectoria de guionista y dibujante en la franquicia hiboria no necesita ser recordada. Junto a Barry Windsor-Smith constituyen el trío que convirtió a Conan en un éxito que se prolongó durante un cuarto de siglo. En esta ocasión, tenemos sin embargo la oportunidad de conocer el trabajo del “gran John” como autor cuasi-completo. El mayor de los hermanos Buscema ya había hecho sus pinitos en esas lides un par de años antes con otro de sus personajes fetiche, Estela Plateada, en la novela gráfica El día del juicio. Ahora sería otro de sus guionistas habituales el que pondría la parte literaria las espectaculares ilustraciones que compondrían la historia.
El argumento, reconozcámoslo, es un poco el de siempre: Conan se mete sin comerlo ni beberlo en medio de una conspiración nobiliaria de las que se hacen en las alcantarillas del poder. Uno de tantos actos impulsivos le acaba colocando en el centro de dicha conjura en la que hay doble juego, odio fraternal y amor paternofilial. Señores crueles, algún gobernante noble, damas de alta cuna tan bellas como depravadas, sicarios con tanta fuerza como poco cerebro… en fin, algunos de los ingredientes habituales que uno se puede encontrar en el guiso nemedio de turno. No revelo nada si digo que la presencia del guerrero acaba haciendo que planes bien meditados salten por los aires y todo el mundo acabe luchando por salvar su vida. Tampoco si menciono el hecho de que hay dragones (al estilo dinosaurio habitual), hechiceros y monstruos (al estilo lovecraftiano habitual.) Mucho menos, en definitiva, si digo que éste es un tebeo de Conan de los de manual, pero afirmar eso sería ser injusto con el mismo.
¿Qué tiene esta historia de especial? Si se la observa por piezas, como he hecho en el párrafo anterior, no gran cosa. Si se suma todo ello con el guión de Thomas y, sobre todo, con las impresionantes ilustraciones de Buscema, tenemos una novela gráfica que se convierte en inmejorable carta de presentación para dar a conocer a una afición novata quién y qué es Conan el Bárbaro. El protagonista se presenta aquí en toda su esplendorosa humanidad: borrachín, pendenciero, putañero, hosco, basto… pero también noble, leal, bizarro y con un corazón más grande que su cabeza. Los nobles reflejan a través de su aspecto y lenguaje corporal sus respectivas naturalezas: nobleza, mezquindad, rencor, brutalidad… El capítulo final es en sí mismo un microrrelato de terror en el que la historia hilvanada por don Roy y las opresivas viñetas dibujadas por don John dan a la historia una conclusión tan épica como trágica.
El pícaro me ha dado la ocasión de leer un tebeo del gran John que no había encontrado previamente. Al repasarlo, con cierta nostalgia, sólo he podido parafrasear lo que se dice de Carlos Gardel y aplicarlo al desaparecido ilustrador: el mayor de los Buscema cada vez dibuja mejor.
Pedazo de tebeo, sí señor. Probablemente lo mejor que salió de la segunda venida de Thomas junto algunos números de Conan el Aventurero.
Un tebeo estupendo. Y, me repito again, para mí la mejor novela gráfica de Conan.
Y eso que, como bien señala Luis Javier en la reseña, no es una historia precisamente original. Pero tiene un algo que me chifla. Acostumbrado a que en muchas historias del cimmerio se confunda lo de ser estoico con tener un palo metido en el culo y ser menos expresivo que un bloque de granito, sorprenda el ver a Conan riendo, poniéndose fanfarrón al llevar dos (u ocho) copas de más… completamente desatado, yendo de juerga etílica en juerga etílica. Al menos, en la primera mitad de la historia; en la segunda, el tono de la historia cambia por completo y la actitud del cimmerio también.
Es como si a Buscema le hubiese dado por explorar (a su manera pero más a fondo de lo que lo han hecho la mayoría de los guionistas que ha tenido el personaje) aquello de «de grandes alegrías y grandes penas». (*)
Por cierto, que no era la primera vez que Big John ejercía de guionista (o al menos, de argumentista) con Conan. No sé si con otros pero, cuando menos, en varios de los números de Michael Fleisher para La Espada… este sólo ponía los diálogos, pero el argumento (y el lápiz) era de John Buscema. Curiosamente, están entre los números que más me gustaron de aquella etapa. Las historias de Buscema eran más comedidas que las de Fleisher. No salía tanto monstruo por página. E incluso Conan era menos omnipresente. Pero bueno, para gustos.
(*) Releyéndome, me doy la sensación de estar un poco flipado. Pero es que me encanta este tebeo, de siempre. Y no me canso de releerlo.
Jo, no encuentro la viñeta esa en la que pone la sonrisa bobalicona después de ser expulsado de la taberna. Una de mis favoritas del cimmerio desde siempre.
+1 a todo, Retran. Y Fleischer hay que decir más que es el origen de todos los males de Conan.