El orden de los factores sí altera el producto
Mientras que el caos y la violencia se apoderan de la ciudad a lo largo de un día y una noche, el destino unirá a tres mujeres dispares cuyo único vínculo es un hombre misterioso que ofrece un trabajo muy peculiar: cada día hay un código oculto en el periódico que se debe descifrar y emitir desde la radio de una azotea a la hora exacta. El encargo está bien pagado, pero el origen de sus benefactores es más que cuestionable… y las consecuencias de fallar en su realización podrían ser desastrosas.
Noviembre cuenta con guion de Matt Fraction, dibujo de Elsa Charretier y color de Matt Hollingsworth; un equipo creativo estelar que ha dado vida a una serie publicada por Image Comics en el mercado norteamericano a lo largo de 4 tomos desde el año 2019 hasta el 2021. Ahora, aprovechando que la obra está completa y coincidiendo con el mes de noviembre, ECC Ediciones la trae al mercado español en un formato integral que unifica todo el material original.
Noviembre es un “thriller neo-noir” en el que se nos narra la historia de tres mujeres que ven cómo un día de noviembre se convierte en el más duro de sus vidas. Será un día que las llevará hasta el límite en todos los sentidos: al encontrarse ante sus peores miedos, deberán hacer frente a sus mayores debilidades y encontrar la forma de seguir adelante cuando todos los pilares de su vida se hayan derrumbado y ya ni siquiera sepan quiénes son. Se trata de un relato de género negro cuya trama, aunque funcional, no resulta especialmente innovadora, pero es que esa no es la principal virtud de este cómic, pues aquí cobra mucha más importancia la forma que el contenido.
Al igual que el código que debe descifrar una de las protagonistas cada día, la experiencia de leer Noviembre se presenta como una especie de puzle para los lectores. La mejor forma que se me ocurre de exponer las particularidades que presenta el guion de Fraction en esta ocasión es compararlo con una obra tan manida en esta clase de críticas como Pulp Fiction (Tarantino, 1994). Por muy explotada que esté la comparación, lo cierto es que resulta más que conveniente si tenemos en cuenta el ejercicio de narrativa “desordenada” por el que opta Fraction.
De manera similar a lo que sucede en la película del archiconocido director, en Noviembre se parte de la intención de contar una trama relativamente simple y repleta de tropos narrativos que irá ganando profundidad poco a poco gracias al uso de una narrativa cronológicamente “desordenada” que permite omitir determinada información con el fin de ofrecer una lectura más interesante. De este modo, el lector deberá poner de su parte para interpretar cada escena sin el contexto previo al que está habituado mientras intenta unir las deshilachadas piezas del rompecabezas al que se enfrenta para ir resolviéndolo.
Resulta, por tanto, muy apropiado que la trama que se narre no sea especialmente novedosa y esté llena de tropos narrativos. La “poca originalidad” de la trama se convierte, en esencia, en una pista fundamental en la que el lector debe apoyarse para entender la historia en general. Cada tropo que conocemos, cada giro que hemos visto cientos de veces, cada personaje estereotípico sirve como punto de anclaje al que el lector se puede agarrar para evitar perderse demasiado. Una trama que en situaciones normales podría dejarnos bastante fríos se convierte en un brutal y estimulante ejercicio de precisión en el que el lector se siente más partícipe que nunca.
Pese a contar con más de 300 páginas, el tomo integral de Noviembre se hace una lectura muy amena. Esto se debe en buena parte a la forma en que está dividida la historia. En vez de constar de capítulos que ronden las 20 páginas, como suele ocurrir en los cómics norteamericanos, Noviembre se compone de pequeños capítulos que oscilan las 10 páginas. Algunos son de 5, otros son de 15; algunos abarcan varias escenas, otros una sola. Lo importante, en todo caso, es que todos ellos consiguen atrapar al lector en su formato de «microlectura»: duran tan poco que se hace difícil no terminar de leerlos, aunque sea por inercia. Este concepto, además, “encaja” a la perfección con la sensación de pieza de un rompecabezas mayor que transmite cada uno de estos capítulos y permite construir una narrativa muy fragmentada de un modo relativamente sistemático que, nuevamente, sirve para apoyar la comprensión del lector.
El texto escrito por Fraction atrapa en todo momento gracias a sus diálogos dinámicos, reflexiones interesantes y escenas bien ejecutadas. En muchos casos, cada capítulo no funciona solo como un integrante más de un todo mayor, sino que prácticamente constituye un breve relato que podría funcionar por sí mismo. A esto se le suman unos personajes bien construidos que destacan por su tridimensionalidad.
El otro gran motivo por el que Noviembre resulta una lectura muy amena es el dibujo. Elsa Charretier vuelve a demostrar que es una maestra de la narrativa y nos ofrece un espectáculo visual cuya pulcritud también contribuye a guiar al lector entre tanto salto de escena. Charretier nos brinda un dibujo expresivo, impactante y de planos variados. Además, la artista expone un estilo más definido respecto a anteriores trabajos que puede recordar al de auténticos estandartes del noveno arte como Tim Sale o Bruce Timm. Todo ello se ve potenciado por el color de Matt Hollingsworth, quien controla con destreza el tono de cada escena en otro magnífico trabajo. En general, estamos ante un apartado visual absolutamente sensacional, que anima al lector a continuar leyendo incluso en los momentos en los que el guion se puede hacer un poco denso.
Aunque, si hay algo que no funcione como debería en este cómic, eso es la rotulación. Mucho ojo aquí, porque me refiero en todo momento a la rotulación de la edición original del cómic, que es la que yo he leído. No sé si en la española también ocurre o no. El caso es que la rotulación de Kurt Ankeny, por momentos, resulta tan difícil de entender que se vuelve frustrante. Busca un estilo de escritura a mano que sin duda es bonito desde un punto de vista estético, pero ineficaz a la hora de representar el texto con claridad. Creo que ha sido de las pocas veces en mi vida que me he tenido que parar a intentar “descifrar” el texto de una página durante un rato y, aun así, al final había algunas palabras que seguían sin quedarme del todo claras. Y en este caso, no creo que lo de provocar que el lector tenga que “descifrar” el texto sea intencionado. A su favor, debo decir que se vuelve algo más legible con el paso de los tomos. Un problema menor pero que resalta más en el marco de un trabajo tan redondo en general.
En conclusión, considero que Noviembre es una obra monumental, un nuevo caso de triunfante experimentación narrativa por parte de Fraction y la consolidación definitiva de Charretier como artista de élite. Pese a sus más de 300 páginas, es un tomo que se lee prácticamente del tirón en el que todo funciona como un mecanismo de precisión milimétrica. Una historia neo-noir que cumple en contenido y excede sobremanera en forma.
Lo mejor
• Cada escena constituye una unidad narrativa sobresaliente por sí sola.
• El apartado gráfico de Elsa Charretier y Matt Hollingsworth.
• Una estructura original y cautivadora…
Lo peor
• … Que, al ser tan atípica, quizá se pueda hacer un poco pesada para algunos lectores al principio.
• La rotulación de la edición original norteamericana.
Guion - 9
Dibujo - 10
Interés - 9
9.3
Monumental
Noviembre es una obra monumental, un nuevo caso de triunfante experimentación narrativa por parte de Fraction y la consolidación definitiva de Charretier como artista de élite.
Pues tiene buenísima pinta después de haber leído esta reseña. A ver si puedo hacerme con él pronto 🙂 ¡gracias!