El cine de ciencia ficción de la última década, en términos generales, ha decidido alejarse premeditadamente de los esquemas de la space opera o la fantasía científica apostando aparentemente por una visión más humanista, ofreciéndonos un reflejo de nuestra desapegada sociedad, en constante lucha por la supervivencia de la identidad del individuo frente a la vorágine de la comunidad o a su pretendida alienación por parte de los poderes facticos. Pero, en muchos casos, en el cine de ciencia ficción reciente estos temas son apenas visibles entre propuestas definidas por la acción estética y los efectos especiales de última generación, creando historias que en realidad funcionan como piezas intercambiables entre sí, sin personalidad o carisma, en las que un autor como Philip K. Dick ha sido continuamente vejado y ninguneado con adaptaciones como Paycheck (2003) de John Woo, Next (2007) Lee Tamahori, el remake de Desafío Total (2012) de Len Wiseman o, posiblemente la única rescatable, A Scanner Darkly (2006) de Richard Linklater. No ha sido el único escritor que ha padecido esta moda, pero sí el más significativo, en una industria como la de Hollywood capaz de engendrar regularmente producciones tan espectaculares como realmente olvidables, sean dramas mesiánicos apocalípticos como las Señales del Futuro (2009) Alex Proyas, reinterpretaciones de viejos clásicos vanamente existencialistas y de mensaje ecológico como Ultimátum a la Tierra (2008) de Scott Derrickson o simples aparatos de pirotecnia futurista como el Yo, Robot (2004) protagonizado por Will Smith y nuevamente con Alex Proyas en el sillón de director que nunca rentabilizó mejor que en sus prometedores inicios en filmes de culto como El cuervo (1994) y Dark City (1998).
El cine de ciencia ficción de gran presupuesto poco puede aportar al género hoy en día, su mastodónticas estructuras, sus habituales repartos de lujo en los que sus estrellas temen ensuciarse el traje, sus guiones políticamente correctos y oportunistas con guiños de cara a la galería tocando levemente temáticas de actualidad relacionadas con el medioambiente o la degeneración democrática, caen por su propio peso, la capacidad de aunar una trama sólida e inteligente y el entretenimiento puro y duro parece hoy una especie en vías de extinción. Este panorama lleva, sobre todo a los espectadores veteranos, a valorar más si cabe la ciencia ficción clásica, marcada por piezas indispensables como 2001 Una Odisea en el Espacio (1968) de Stanley Kubrick, El Planeta de los Simios (1968) de Franklin J. Schaffner, Blade Runner (1982) de Ridley Scott y, otras genialidades mal llamadas menores o de culto, como Regreso al Futuro (1985) de Robert Zemeckis, Robocop (1987) de Paul Verhoeven o Depredador (1987) de John McTiernan. No obstante, en los últimos años también hemos podido disfrutar de pequeñas joyas, ligadas normalmente a producciones más modestas y austeras, con una mayor libertad creativa, casos como Hijos de los Hombres (2006) de Alfonso Cuarón, la inédita en España The Man from Earth (2007) de Jerome Bixby y Richard Schenkman, Moon (2009) de Duncan Jones, Distrito 9 (2009) de Neill Blomkamp o incluso la más reciente Looper (2012) de Rian Johnson, títulos en los que descubrimos el valor de la perspectiva y la visión más intimista capaz de ofrecernos el género cuando se apuesta más por el fondo que por la forma.
En definitiva, producciones más alejadas del canon predominante definido por la trilogía distópica moderna formada por las, por otro lado indispensables, Matrix (1999) de Lana Wachowski y Andy Wachowski, Minority Report (2002) de Steven Spielberg y V de Vendetta (2006) de James McTeigue, auténticos blocksbuster que han definido la ciencia ficción de principios del siglo XXI. La influencia de estas, lamentablemente, ha engendrado y alentado una tipo de cine de género de gran presupuesto verdaderamente estéril y totalmente maniatado en sus planteamientos. De esto no se puede desentender el Oblivion de Joseph Kosinski, aunque esa hubiese sido su intención, y la película protagonizada por Tom Cruise, tan deudora de sus colaboraciones con Steven Spielberg en la mencionada Minority Report o en La Guerra de los Mundos (2005), no puede escapar a la tendencia y maquinaria orquestada por Hollywood en los últimos tiempos. Pero, antes de hacer leña del árbol caído, pongámonos en situación, Joseph Kosinski es un director de origen judío polaco, llegado desde el mundo del videojuego donde ha estado ligado a proyectos como Halo 3 y Gears of War, y que saltaría a la gran pantalla en 2009 de la mano de Disney con el inesperado éxito de Tron: Legacy. Pero antes de esto, Joseph Kosinski estuvo trabajando en una novela gráfica para Radical Books titulada, como bien adivináis, Oblivion, en la que Arvin Nelson le ayudaría en los guiones y Andrée Wallin se encargaría del apartado gráfico aunque, a día de hoy, es difícil conocer más datos sobre este proyecto. En todo caso, Joseph Kosinski había decidido llevar su historia al cine, proponiéndoselo primeramente a Disney pero esta, al no ponerse de acuerdo con su autor para reinterpretar la historia de cara a una calificación para todos los públicos, cedió sus derechos a Universal Pictures que elaboró un guión escrito por William Monahan y revisado por Karl Gajdusek y Michael Arndt.
La historia del cómic de Joseph Kosinski, la misma que encontraremos en la película protagonizada por Tom Cruise, se sitúa en el año 2073, en un futuro postapocalíptico provocado por la guerra sostenida contra unos invasores extraterrestres, los scavengers -no confundir con los más peligrosos escraches-, a los que se acabó derrotando a costa de perder el planeta después de la destrucción de la Luna que cambiaría para siempre y de forma definitiva la fisionomía del planeta Tierra. La población superviviente fue evacuada hacía una colonia en Titán, la mayor de las lunas de Saturno, sólo Jack Harper y su compañera Victoria permanecen en la Tierra encargándose de patrullar y reparar drones de combate que deben defender las grandes estaciones de extracción de recursos vitales del planeta. Todo cambiará el día que Jack Harper sea testigo de la llegada de una nave espacial de la que consigue rescatar a una desconocida que le obligará a hacerse preguntas y cuestionarse su misión. En esta sinopsis de la historia ya se puede intuir que no todo es lo que parece, Oblivion nos vuelve a hablar de un mundo oculto a nuestros ojos, no cibernético y de corte steampunk como en Matrix pero sí uno lleno de mentiras y engaños y falsos dioses. Este es mostrado por Joseph Kosinski de una manera visual espectacular, uno de los puntos fuertes de la película, su recreación de un planeta Tierra desolado, desértico, con sus mares secos y carentes de vida, en el que perviven los vestigios de la antigua civilización. En la medida de lo posible los efectos especiales no intentan atosigar al espectador, sino hacerle partícipe de la aventura, deslumbrarle con una ambientación realista e incluso intimista, en contraste con la residencia tecnificada y futurista en la que los personajes protagonistas viven a todo lujo.
En esta primera parte de la película, cuando esta juega con el misterio, nos embauca con su grandilocuente banda sonora y nos rinde ante su factura visual la cinta funciona, aunque con un ritmo demasiado mortecino y con unas interpretaciones algo acartonadas de Tom Cruise y Andrea Riseborough. Luego, la trama intenta volverse compleja, busca hacernos reflexionar e implicarnos pero, por desgracia, no lo consigue debido al que el armazón queda demasiado a la vista y la trama se vuelve predecible e incluso algo tediosa. El problema de Oblivion es jugar con elementos y conceptos que ya hemos visto en otras películas de ciencia ficción, algo que intenta disimular, y lo consigue hasta cierto punto, hasta que finalmente queda patente, en sus evidentes vueltas de tuerca, la simpleza del conjunto frente a todo lo que este intentaba abarcar. Llegados al final sí se nos plantean preguntas, pero no sobre las posibles e interesantes interpretaciones o matices que se podrían haber derivado del relato, sino sobre las inconsistencias y debilidades del guión que intenta mezclar la acción futurista de Minority Report (2002) de Steven Spielberg, la propuesta metafísica y existencialista de 2001: Una Odisea en el Espacio (1968) de Stanley Kubrick o la introspección humanista del Moon (2009) de Duncan Jones. Todo esto no impide disfrutar de la película como entretenimiento ligero, superando el escollo de su ritmo, pero haciendo el juego de palabras fácil, sí resulta fácilmente olvidable al inclinarse por esa modélica ciencia ficción despersonalizada de la que Joseph Kosinski no es capaz de rehuir para dotar a su cinta de unas señas de identidad propias. Formalmente correcta, eficaz como insiste en recordar cierto personaje de la película, pero no lo suficiente para hacernos olvidar sus defectos.
Mientras, el plantel reducido de actores, se pierde aquí en el desierto supliendo sus carencias a base de glamour, con Tom Cruise haciendo de sí mismo, sin ver las diferencias de matices entre este Jack Harper y el Ethan Hunt de cualquiera de las entregas de Misión Imposible protagonizadas por el actor, un par de actrices como Andrea Riseborough y Olga Kurylenko que desfilan más que afrontan sus respectivos y opuestos personajes, un Morgan Freeman que parece de paso y un Nikolaj Coster-Waldau -el Jaime Lannister de la serie Juego de Tronos– cuyo carisma es premiado con un rol plano y totalmente inocuo. Curiosamente, la mejor librada de la experiencia es la veterana Melissa Leo, la ganadora en 2010 del Oscar a la Mejor Actriz de Reparto por The Fighter de David O. Russell, teniendo en cuenta que su interpretación se limita en todo momento a su aparición a través de una pequeña pantalla de ordenador repitiendo, una y otra vez, tono, órdenes y directrices al personaje de Andrea Riseborough. En cualquier caso, la auténtica protagonista de Oblivion es la banda sonora del grupo de música electrónica M.8.3. formado por Nicolás Fromageau y Anthony Gonzalez, con arreglos de Joseph Trapanese, configurando aquí una vibrante y épica partitura que aporta toda la pasión que le resta al filme de Joseph Kosinski y consiguiendo incluso meternos en algunas partes de la historia mientras, en ocasiones, por el contrario, la música parezca seguir su propio rumbo o ir algo a contracorriente respecto a las correrías de Tom Cruise en la pantalla. En definitiva, Oblivion es una película cuya factura nos incita a aprobar su meritorio intento pero que acaba dejando un regusto amargo, por un ritmo demasiado pausado y por una trama que acaba siendo demasiado referencial de otras cintas del género, conformándose con seguir la línea impuesta por otros en lugar de apartarse de ella e intentar algo diferente.
A mi me gustado, puede sobrar fácilmente una media hora, pero está muy bien los efectos especiales y son excelentes los paisajes. El argumento y el desarrollo puede beber de otras películas pero a mi sinceramente me ha gustado, menos el final que me ha dejado una sensación rara.
Yo le daría un 7, no es una obra maestra pero cumplía mis expectativas.
Arranca bien y termina mal, desperdicio de Olga K. y otros actores.
En términos generales estaría de acuerdo contigo Coloso7, la ambientación me parece muy buena y los efectos especiales no rechinan como en otras producciones, pero creo que el ritmo y las interpretaciones acaba matando a la película. Y, con otro final la película dejaría mejor recuerdo posiblemente, pero ese desenlace hace caer todas las piezas de dominó y comprobar algunos absurdos del guión o, tal vez, cuestiones que no se explican y deberían.
Ni historia, ni personajes ni interpretaciones, el mayor atractivo de las películas postapocalipticas o de catástrofes es disfrutar de los decorados. Salvo raras excepciones es ahí donde se concentra la creatividad.
Bueno Jordi, te doy la razón que la escena final sobra, lo peor de la película diría yo.
No sé me habrá gustado porque no esperaba nada.
Pues venga, por un céntimo de euro, películas destacables en todos sus aspectos pero argumentalmente deleznables como, por ejemplo, Avatar.
El Imaginario del Doctor Parnaso
A riesgo que me acusen de nuevo esta tarde de tener mal gusto, a mi me moló bastante -aún sin ser una gran peli- Señales del futuro.
Pues venga, por un céntimo de euro, películas destacables en todos sus aspectos pero argumentalmente deleznables como, por ejemplo, Avatar.
Casablanca sin ninguna duda, una fotografía maravillosa, una ambientación que se presta para una buena space opera, pero nada, ni un marciano verde con antenas.
La sensación que comenta Jorge la encontré yo en 2012, aquella basura sobre el fin del mundo y los mayas, las escenas en la que se destrozan los países es a-co-jo-nan-te, unos efectos de la hostia, pero como peli es putrefacta.
«Un día tenemos que hacer un top de pelis chulas, con planteamientos interesantes, ambientación cojonuda, decorados, efectos, vetuario, caracterizaciones, etc. expectaculares pero que, como pelis, son una puta mierda, básicamente por ser argumentalmente deleznables. »
Kravinoff mira a la derecha. Kravinoff mira a la izquierda.
…
Drácula de Bram Stoker.
…
Kravinoff huye del lugar del crimen.
Me gustaría puntualizar lo que dice Javié sobre 2012: Como peli es putrefacta, pero las escenas en las que destrozan los paises son acojonantes y los efectos son la hostia.
Que parece que hemos dicho lo mismo, pero no.
Coño, es que solo por ver como destrozan el Vaticano ya vale la pena pagar el precio de la entrada.
¿Eso es que no has visto Soy Omega?
Totalmente de acuerdo con Prometheus y Soy leyenda. Pensaba que era el único. Mucho ruido pero pocas nueces.
Pues yo la peli no la he visto, pero es que a mí Cruise me da kosinski. En lo referente a su calidad como actor, así, en general; luego, reconozco que es de los que dan el pego en las escenas de acción y que para eso es un profesional como la copa de un pino, que se cuida, se mantiene en forma y tal. Pero no puedo con él.
En cuanto a, por un céntimo de euro, películas destacables en todos sus aspectos pero argumentalmente deleznables como, por ejemplo, Avatar.
P’os la de El Hombre Lobo del Benicio del Toro.
El libro de Eli es una de la diez películas mas mierdas de lo que va de siglo, y lo digo así de tranquilo, conceptualmente es un caos y lo peor es que por lo que he podido hablar del tema con amigos, el libro está de puta madre, lo que tiene aun mas delito, es que ya no es que escribas mal, es que ni siquiera sabes adaptar.
Soy leyenda, sin ser la octava maravilla, de hecho no es ni la octava ni ninguna, no la calificaría como mierda completa, no es una buena película eso está claro, pero tiene un mínimo de sentido,un ritmo, un trabajo detrás, en fín…
«Drácula de Bram Stoker»
Nunca me ha convencido como adaptación de la novela de Bram Stoker. De hecho, aunque podría destacar en muchos aspectos, los cambios que introduce -amor eterno, vete a tomar por culo Coppola- cambian substancialmente el mensaje de la obra original.
«¿Eso es que no has visto Soy Omega?»
«¿Soy Omega? ¿Esa es una adaptación italiana de la que oí hablar? Pues no, no la ví, ¿qué tal está?»
«Aquí se tradujo como El Último Hombre Vivo, y es la adaptación de Soy Leyenda con Charlton Heston ….finales de los 60 o inicios de los 70. Tiene su punto la película.»
Es increíble como un libro tan fácil de adaptar todo el mundo se lo pase por el forro reiteradamente. The Omega Man puede ser entretenida , siempre tiene gracia ver a Charlton Heston tirando de carisma, pero su fidelidad es todavía más nula que la versión de Will Smith convirtiendo a los vampiros en fanáticos de una secta e introduciendo un montón de cambios que, desde luego, no mejoran el material original. Mucha Guerra Fría… La de Will Smith tiene cosas buenas pero esas criaturas descerebradas que se inventan le restan gracia al mensaje de la novela y del final ya ni hablamos. ¿No hay ningún estudio y director que haya captado la ironía y la épica de ese sencillo final?
La versión más fiel hasta ahora es El último hombre sobre la Tierra de Vincet Price sino en el guión, en el que si trabajó al principio Richard Matheson, sí al menos en sus conceptos y en el tono.
Pues yo creo que El reino de los cielos podría haber sido una gran peli: tenía una cojonuda historia real, tenía un montón de secundarios de lujo -Jeremy Irons, Liam Neeson, Brendan Gleeson-, tenía a Eva Green para alegrarte la vida, tenía Edward Norton para interpretar a Balduino IV, el rey leproso que derrotó a Saladino, y hasta un guión medianamente respetuoso con la «verdad histórica» (muy bien en el tratamiento que se la da a Saladino), quitando un par de chuminadas al final.
Y, ¿a quién ponen de protagonista?
¡A Orlando BLoom!
Joder, he visto insectos aplastados en parabrisas con más carisma.
«jorgenexo
ha comentado el 24 abril, 2013 a las 10:54h
guión medianamente respetuoso con la “verdad histórica”
Claro, hombre: un aldeano centroeuropeo enseñandoles ¡a los árabes! a canalizar agua. Con dos cojones. Si el 11S hubiera sido posterior a 2005 habría sido en desagravio por esta peli.» Eso entra dentro de las chuminadas con: el final en el que vuelve a su poblacho a hacer de herrero – el discurso pro derechos humanos al final del asedio de Jerusalén – y alguna otra que me olvido.En pro: tratamiento que se le da a la corte del Reino de Jerusalén, muy acertado, visión que se da de Saladino, que era un tipo tan grandioso que lo admiraban sinceramente sus mismos adversarios cristianos, muy acertado, visión de esos asesinos fanáticos que eran los templarios, también acertado, y memorables escenas del asedio de Jerusalén.
Echo en falta una buena batalla de Hattin, pero con lo distorsionada que suele aparecer la historia medieval yo, personalmente, me doy por satisfecho.
Pues venga, por un céntimo de euro, películas destacables en todos sus aspectos pero argumentalmente deleznables como, por ejemplo, Avatar.
Apuntar la 2ª y la 3ª The Matrix. Técnicamente me parecen buenas, pero el argumento es malo con ganas.
Han sido las primeras que me han venido a la cabeza.
Y coincído con «2012» que la parte de destrucción y explosiones es muy buena, pero que el resto es un bluff considerable.
Y del mismo director metería también «Independence Day» y «Godzilla».
Y «La Guerra de los Mundos» de Spielberg, que lo tiene todo en el apartado técnico, pero se me hizo enormemente pesada.
Skyfall, que técnicamente es lo suficiente resultona como para engañar a media humanidad, incluido críticos, pero la peli hace aguas por todos los lados.
Bueno, no sé yo si es mejor que Avatar 🙂
No es difícil encontrar bluffs en el cine actual porque desde hace unos años Hollywood se ha dado cuenta de que llega con «aparentar ser buena».
Es sorprendente la cantidad de películas que «fingen» ser buenas a base de comprar a los mejores profesionales de la industria para darle prestigio al asunto.
Para los que preguntan por Soy Omega, les respondo con dos palabras: The Asylum.. 😀
A mi Oblivión me entretuvo. Tenía buena fotografía, aunque confieso que desde el principio acerté con respecto de adonde iba la película, es decir, estaba cantado. Aunque … quizas haber visto el trailer influyó en mi percepción. Eso debo analizarlo más detenidamente.
El punto es que aunque me entretuve reflexionando sobre el papel de las mujeres en películas de ciencia ficción y fuera de Alien (donde la feminidad/hembrismo es el tema principal del subtexto), cuando una mujer representa el papel de esposa, usualmente es más como obstáculo que como apoyo, representando el status quo perfecto que o bien atrapa al protagonista o bien es el estado perfecto que se busca alcanzar.
Las cosas que uno piensa en el cine.