Once años de puro gozo y libertad.
«El grupo editorial ha pasado, por lo tanto, a la categoría de resistencia cultural, es decir, terrorismo.»
Aunque resulte difícil de admitir, la inmensa mayoría de los cómics que se agolpan en la sección de novedades de cualquier librería especializada son mediocres, siendo generosos. Las causas se relacionan con la repetición de premisas mil veces tratadas, la premura con la que se producen y tener que ceñirse a esquemas prefijados por editoriales que no suelen querer productos arriesgados para proteger sus inversiones y personajes. Por suerte, siempre se cuelan un puñado de excepciones que nos siguen demostrando la increíble riqueza del medio gracias al trabajo de autores que se arriesgan con propuestas excitantes y novedosas. Sin embargo, la situación del mercado hace que sean productos que suponen un riesgo enorme para unas editoriales que suelen tener menos capacidad económica que la grandes que optan por esos productos que mencionábamos antes. Entre las editoriales más arriesgadas y novedosas destaca desde hace más de once años el catálogo Autsaider Cómics. A lo largo de su trayectoria, la editorial balear nos ha dado muestras de su capacidad para publicar cómics y libros de una calidad fuera de lo normal y con ediciones pensadas hasta el minino detalle que dejar ver un amor absoluto por cada cómic que publican, lejos de otros producidos en cadena. Un espíritu algo Kamikaze que quienes buscamos algo diferente en nuestras lecturas tenemos que agradecer, ya que nos ha permitido poder leer en castellano a autores internacionales como Kaz, Hanakuma, Benjamin Marra, Kamagurka & Seele…, y descubrir a autores patrios como Adrián Bago, Irene Márquez, Magius o César Sebastián entre muchos otros. Ellos, junto con el resto de los autores que han publicado con la editorial, se dan cita en Once, la antología de historias breves que han sacado para celebrar su undécimo aniversario. Un perfecto ejemplo de su trayectoria editorial, ya que es una revista primorosamente editada, con una variedad temática y estilística y muy arriesgada en un mercado que, por desgracia, hace tiempo que no tiene espacio para propuestas de este tipo.
Al igual que un festival de música te permite descubrir grupos y solistas que por diferentes motivos no habías escuchado, las revistas antológicas de cómic que siempre fueron parte de la industria te abrían las puertas a autores diferentes a lo que te hacían comprar un determinado ejemplar. Algo que se ha perdido y que era una estupenda escuela para autores noveles a los que permitía evolucionar y ganar dinero mientras veían sus páginas publicadas, pero también les permitía cultivar un tipo de historias breves sin continuidad que a lo largo de la historia del medio ha dado obras de incuestionable calidad. Por desgracia, son formatos que difícilmente volverán, así que cuando surge un editor capaz de sacar uno adelante, esa cabecera se convierte en un oasis que hay que visitar esperando que tenga continuidad.
Como ya hemos mencionado en las páginas de Once se dan cita todos los autores que ha publicado en la editorial. En las páginas de la revista nos encontramos con cómics breves y autoconclusivos de diferentes géneros, relatos breves, entrevistas e ilustraciones. Una mezcla que hace que nos encontremos ante una publicación repleta de historias de lo más variadas y heterogéneas marcadas por el denominador común de la calidad, pese que, como siempre sucede en las antologías, hay bastante irregularidad entre las diferentes propuestas.
Entre las historias cortas prima sobre todo el humor, pero también hay espacio para obras donde nos encontramos con la acción desmedida y la autoficción. Entre las mejores historias que contiene la revista habría que citar las maravillosas historias firmadas por Kaz o Kamagurka & Seele que, como siempre, contrastan su acabado gráfico heredero de corrientes ya clásicas del medio con un delirante humor surrealista. Un sentido del humor que comparte con la bizarra historia que nos propone Hanakuma. En un estilo mucho más inclasificable tenemos la historia de Furillo, un personalísimo homenaje a las historias de terror que veíamos en cabeceras como Creepy, aunque con mucho humor de lo más escatológico como es marca de la casa. Igual de personales e inclasificables son las propuestas de Irene Márquez o Dr Alderete, o la autoficción de Adrián Bago. También hay que destacar el pequeño vistazo a los universos de guerreros ultraviolentos de Víctor Puchalski o Víctor Dvnkel. Igual de fascinante resulta la increíble combinación de imagen sacadas del cómic noir más clásicos con textos extraídos de una canción flamenca que nos regala Cesar Sebastián. Además, también hay espacia para ver algunos de las próximas novedades que nos van a traer desde la editorial con la historia de Pete Morisi que forma parte de la serie estadounidense pre-Comics Code Los cigarrillos de Satán. Una parte del cómic norteamericano más desconocida como los trabajos de Sylvie Rancourt de la que vemos varios de sus cuadros. También hay que destacar las fantásticas ilustraciones de Ryan Heshka y la fabulosa portada de Kaz.
Todo eso y mucho más nos encontramos en una propuesta maravillosa e imprescindible que demuestra qué es de verdad el cómic underground y de autor. Unas historias que no se casan con nadie y respiran libertad absoluta tratando temas poco habituales desde un enfoque que dista mucho de ser el convencional, lo mismo que sucede con el aspecto gráfico. Ojalá la propuesta tenga continuidad en un futuro, pero si no es el caso, Autsaider nos han regalado con Once una cabecera pasa a la historia del cómic patrio gracias a un contenido que vale su peso en oro.
Lo mejor
• La calidad del plantel de autores que se dan cita en la cabecera.
• Volver a leer historias breves de todo tipo.
• La edición es una maravilla.
Lo peor
• Que no sea un proyecto con una continuidad garantizada. Queremos muchos números más.
Pintaza, pa la saca