En realidad, el mundo que usted observa y, también el otro, el mundo del que yo provengo, no son planetas físicos son solo frecuencias, donde se expresa nuestra imaginación.
Tras la reseña esta semana de los tres primeros álbumes de
En esta cuarta entrega de Orlando y el juego viajamos a la España de distintas épocas; en los años 70 para descubrirnos la historia del cantautor Joan Casas, en pleno período Barroco para detallarnos la vida del bufón Dacio y su monito Seferino y en un medievo crepuscular donde Andrés «El Torcido», el padre Alonso y el caballero Don Diego de Iranzo han de custodiar unas reliquias que parecen poseer el don de atraer la lluvia.
La historia de ciencia ficción y mundos paralelos que narra el enfrentamiento entre Marcel y Orlando continúa en este álbum. Al igual que los anteriores, a la historia principal que se desarrolla en la Edad Media y abre y cierra el volumen, la complementan otras historias que se desarrollan en distintas épocas. En un primer momento pueden parecer relatos sueltos e inconexos pero solo cuando se acaba la lecturas se aprecia lo complejo y ambicioso de la historia, ya que todas están entrelazadas entre sí. Esto es una de las características más notables de la serie, ya que cuanto más lees más ganas tienes del siguiente tomo. La historia va adquiriendo más matices con cada nueva página.
En La danza de los errantes conviven cuatro historias dispares entre sí. Los tres capítulos de la historia principal son un ejemplo de aventuras en la Edad Media con escenas de acción desenfrenada. La historia de Joan es un historia intimista de sueños y ambiciones rotos, una reflexión sobre la creación que además contiene un cómic de superhéroes. Le sigue una reflexión sobre el universo en el que se mueve la serie que nos revela parte de sus secretos. La historia de Dacio es una reflexión sobre la apariencias y de nuevo la creación de cuentos con forma de fábula y que es la mejor historia del volumen. Estás tres historia tienen en común como nos narran los distintos pasos de la creación sea del tipo que sea.
Como en toda la serie, Durán juego con la débil frontera entre lo real y lo imaginario, sigue ejerciendo de hábil titiritero haciéndonos partícipes del gran juego que es esta serie. Los juegos, los cómics, la música y la imaginación siguen siendo partes vitales de las historias, sobre todo los ligados a finales de los setenta y principios de los ochenta, que es cuando Durán era un niño. Esta serie parece ser donde más de sí mismo ha volcado, no solo por los homenajes que hay en este número, sino también por las palabras de Marcel en la tercera historia, que son un especie de manifiesto de su pensamiento y resumen de su obra.
Durante este tomo todos los personajes tienen que tomar decisiones que les generarán pérdidas y decepciones, de una vida que como un juego ellos no pueden controlar. Sin embargo encuentran la manera de ser felices. Marcel en este tomo tiene una gran importancia, cosa que no ocurre con Orlando que pasa más desapercibido.
En el apartado gráfico, tenemos el estilo habitual de Durán. A pesar de ser una obra a color la línea y la tinta siguen siendo las grandes protagonistas aunque dejando espacio para el color. Su estilo cambia en función de la época en la que se desarrolle la narración, lo mismo sucede con el color. Este no es meramente descriptivo sino que lo usa como elemento narrativo para potenciar las sensaciones. En este álbum abundan las escenas de acción, algo no muy habitual en su obra, pero las resuelve de forma muy solvente. La narrativa es muy buena como es habitual en todos sus trabajos, aunque hay alguna viñeta que no funciona muy bien en la tercera historia por usar algún plano demasiado forzado.
Diábolo Ediciones hace un gran trabajo de edición en que se puede ver el gran cariño que ponen en todo lo que hacen. Este álbum deberia haber salido en Mayo, pero un problema con el color magenta provocó que Diábolo tomase la decisión de retirar la edición defectuosa por respeto al autor y sus clientes. Una decisión que les honra y de la que editoriales más grandes deberían aprender, ya que no lo hacen con errores más graves.
Luis Durán nos regala otra piezas más del maravilloso juego al que nos invitó hace cuatro años y en el que ha invertido casi diez años de su vida. Con cada tomo va aumentando la sensación de fascinación, con unas historia que funcionan de maravilla como relatos sueltos pero que adquieren una enorme complejidad cuando se ven en conjunto. Nos quedamos contando los meses para la aparición del último álbum, aunque sin olvidar que el viaje es más importante que el destino. Y este viaje merece la pena, sobre todo si nos lleva uno de los mejores autores que ha dado este país: Luis Durán.
Guión - 8.5
Dibujo - 7.5
Interés - 8.5
8.2
Magia
Luis Durán como siempre equilibra la fantasía con la realidad, construyendo unas historias que perviven en el tiempo. Orlando y el juego se confirma como una de la mejores series que ha dado el cómic patrio.