En la primera parte de este recorrido por el Universo DC de la mano de John Ostrander nos quedó claro su capacidad para crear, recrear y jugar con decenas de personajes. Sin embargo, quizá por la envergadura de su trabajo, no se si supe transmitir la capacidad del guionista no sólo para sacar a estos caracteres del anonimato, sino especialmente para darles vida. No es lo mismo alabar la creatividad del escritor para dar con un personaje atípico como Amanda Waller que sentir cariño por ese muro aparentemente inmune al sacrificio de sus peones. No es igual hablar de lo antipático que resulta el carácter del Capitán Boomerang que expresar la extraña alegría que supone verlo volver a las páginas del Escuadrón tras sus breves ausencias. Y puedo haber repetido una y otra vez los trasvases de personajes entre sus colecciones, pero no la gratificante sensación de confianza que provocaba saberte en las sabias manos del Dr LaGrieve o el resquemor de ver de nuevo al Lobo de Acero paseando su inquietante seguridad en si mismo. Pero no hay problema, se nos presenta una segunda parte en la que el arte del narrador ha tomado poso y lo que le apetece no es el maravilloso baile de personajes (al menos no tanto), como adentrarse en las entrañas de unos pocos. En un momento en el que prima la oscuridad, la violencia y el argumento facilón, se lo ocurre a Ostrander adentrarse en la psique ¿humana?
En los comienzos de los 90, aunque aún encuadrada en ese tono ochentero de sus anteriores trabajos, coge de rebote un regalo (¿envenenado?) de su colega Tim, los chicos malos de Thanagar llegan a la ciudad. Pero su verdadera revolución es el run más largo de un personaje tan poderoso entre sus pares como temido por sus escritores, el espíritu de la venganza nunca fue mejor entendido. Y para despedirnos por todo lo alto, un alienígena alienado que puede representar el amor, la amistad y la pérdida de los seres queridos mejor que cualquier miembro de nuestra propia especie.
Para los que hayáis reconocido estas tres, sabed que he dejado fuera otras obras por su mucha menor duración o importancia, aunque es cierto que también trabajó con las grandes espadas editoriales. Además de tocar otros héroes como Aquaman o incluso Wonder Woman, escribió varias veces en Batman. Siempre de maneras experimentales como los números en los que introdujo un comic sobre el caballero oscuro en el propio universo del héroe o la entretenida Gotham Nights, donde nos mostraba puntos de vista totalmente alejados del murciélago a través de los ciudadanos de Gotham. Para los grandes al completo, la Liga, se atrevió con una serie sobre el legado en JLA Encarnaciones. Mucho más aventurera, igualmente es un acercamiento diferente alejado de la vorágine del momento. También es cierto que volvió a los eventos con Armagedon Infierno, pero su implicación y repercusiones palidecieron frente a las Leyendas. En todo caso, os puedo asegurar que con las tres series escogidas tenemos anécdotas y genialidades made in Ostrander para rato…
Ya hablamos esta serie inédita en España, y especialmente de la exitosa precursora que instigó su nacimiento, en el artículo sobre Tim Truman, pero aún quedan muchas cosas por decir. Especialmente corregir un fallo propio al considerar que la saga que da el pistoletazo de salida a la serie, en la que el polifacético artista aparece como coguionista junto a Ostrander, está comandada principalmente por el primero. Una vez analizada la carrera del segundo en su totalidad hay que hacer caso de Truman, que se consideraba un mero consejero, y darle al Cesar lo que es del Cesar, pues se nota la mano de nuestro autor no sólo en el tempo, sino en las discusiones políticas y filosóficas.
Lo que no queda más remedio es volver a comentar la polémica del truncado origen de los protagonistas, empezando por aclarar la propia opinión del autor sobre la continuidad: “Mi primera obligación para con el lector es una buena historia y a veces eso significa romper con la continuidad pasada […] Trato de mantener la confianza con ésta sin dejar que me ate las manos. Con Hawkman… bueno, eso fue una decisión editorial que estuvo fuera de mi alcance hecha antes de que llegara al cómic. Más tarde traté de reconciliar la continuidad lo mejor que pude […] Fui un fan antes de ser un escritor y voy muy hacia atrás para apreciar el viejo fan y sus preocupaciones, pero sacrificar nuevos lectores para satisfacer la continuidad es, pienso, un gran error. Así que elijo el camino intermedio lo mejor que puedo.”
Las últimas palabras son más relacionadas con su labor en El Espectro, como veremos más adelante, pero eso no quita su claro compromiso con ofrecer un producto redondo. Y en el caso de Hawkman y Hawkgirl la situación estaba difícil. Los personajes originales, Carter y Shiera Hall, fueron creados en 1940 por Gardner Fox y Dennis Neville como la reencarnación de una desgraciada pareja egipcia. Su versión de Edad de Plata, como los Thanagarianos Katar y Shayera Hol, nació en 1961 de la mano de otra vez Fox y Joe Kubert. Como en otros héroes de la época, se considera que los primeros viven en Tierra-2 y los segundos en la 1 hasta la llegada de las Crisis. Donde, en el único universo superviviente, se establece que los Hall vivieron en los 40 como parte de la Sociedad de la Justicia y los Hol llegaron más recientemente a la tierra y se incorporaron a la Liga de la Justicia. Entre medias, Tony Isabella y Richard Howell, habían dirigido las aventuras de la versión moderna antes y después de las Crisis, y tenían todas consigo para ser canon.
Sin embargo, la miniserie Hawkworld de Truman, que pretendía actualizar el origen de Katar y Shayera, tiene tanto éxito que se decide continuarla con una serie regular… directamente en el presente (la que nos ocupa). Esto anulaba todo el trabajo de Isabella, que se encuadra sin remedio en la polémica Tierra-85 (un cajón desastre sugerido en el compendio de la deseada edición absolute de Crisis en Tierras Infinitas, en el que también se cuelan, por ejemplo, el nuevo origen de Shazam de Thomas y Mandrake que Ordway arrollaría, o el Batman: La novia del demonio que sin embargo Morrison devolvería a la continuidad). Pero además dejaba en el aire todas las apariciones de la pareja de héroes en otras colecciones tras las Crisis (entre 1986 y 1990), que no son pocas en absoluto e incluyen eventos clave como Millenium o ¡Invasión!.
Ante las estacas ardientes de fans enfurecidos se vio Ostrander (en ese momento y durante mucho tiempo) que al principio se limitó a contar una buena historia, pero cuando los hados le fueron propicios se atrevió a arreglarlo. Y no solo el desaguisado, sino que incluso se atrevió con algunos aspectos que ya chirriaban, como que Carter compartiera alas y metal volador con su sosia alienígena. Esto lo soluciona en el primer anual de la colección, donde establece que el padre de Hol, Paran Katar, visitó la tierra en su juventud como Perry Carter, explorador de un Thanagar ávido de conquistas. Sin embargo, impresionado por la humanidad, decide ayudarles y, de hecho, inventa el famoso equipo de vuelo (que combina el Nth metal Thanagariano con las alas) gracias a la ayuda del arqueólogo Carter Hall. De todo esto se entera nuestro nuevo Hawkman gracias al encargado del museo de la SJA (un tal Gardner, guiño guiño) y un viaje en el tiempo vía Flash.
Pero las apariciones de un Hawkman y Hawkgirl post crisis previas a la llegada de los nuevos se explican de una manera, si cabe, más enrevesada aunque satisfactoria durante Hawkworld 22 y 23. Para ello Ostrander recupera un personaje creado por Isabella, Fell Andar, que era uno de los militares que participaron como avanzadilla en la Guerra de Sombras de Thanagar contra la Tierra. Aunque éste murió en la mentada saga, el escritor lo revive como agente doble de Thanagar que llega a la Tierra mucho antes que nuestra pareja. Aquí, se hace pasar por Carter Hall Jr. mientras su “padre” se encuentra desaparecido (más telenovelas deceítas, el Carter de los años 40 y sus compañeros de la SJA combatían eternamente en otra dimensión evitando el Ragnarok y por eso no se les veía el pelo desde los 50) y se casa con Sharon Parker, inocente víctima de sus maquinaciones. Esta pareja sería la que protagonizó todas las apariciones de los Hawks post-Crisis hasta ¡Invasión!, donde Ostrander nos revela un oscuro pasaje vía retro-continuidad. Como los Thanagarianos son parte de la famosa alianza, Sharon pilla a Fell Andar mandándoles información y éste intenta matarla. Ella escapa por los pelos y justo antes de morir cuenta lo descubierto al Detective Marciano, el cual pasa la información a un Maxwell Lord que decide echar tierra de por medio para no dañar la reputación del héroe.
Demostrado queda por tanto que el escritor cumple con lo que dice, pero vamos de una vez con lo de contar buenas historias. Y como artesano que es, ya en el primer número de la serie sobre Hawkman y Hawkwoman (se acabó lo de Hawkgirl) mete muchas buenas ideas que irá desarrollando. Como la obligación de Shayera Thal de espiar a Katar (aún no son pareja en absoluto, como se vio en la miniserie, y de hecho esa tensión sexual se mantendrá durante mucho tiempo para desesperación de los fans), la potencial rebelión de las clases bajas de Thanagar (para las que reacondiciona a los Man-hawks creados por Fox y aprovecha los Lizarkons inventados por Truman) y los traicioneros juegos que se traerán entre manos Andar Pul, jefe de la policía Thanagariana, y Thal Porvis, el poderoso padrastro de Shayera (ambos heredados de Hawkworld vol 1). Atención que, para no perder la costumbre de traernos personajes olvidados, por ahí se asoma Kanjar-Ro, viejo enemigo de la LJA de siniestro aspecto y peores intenciones. Y, como colofón, se intuye al final de este número la famosa llegada a la tierra actual. Pero lo más interesante del tebeo es la tremenda bofetada, y no me refiero sólo físicamente, que le propina Shayera a Katar, al que le hace ver lo ridículo que es ser el niño pijo que se preocupa por los barriobajeros y vuelve a casa para ducharse en un baño de lujo.
De hecho, esa es la clave de toda esta serie, la continua evolución de un Katar con madera de héroe pero que aún tiene mucho que aprender y madurar. Ya sabemos que Ostrander no es precisamente alguien que se amilane ante los conflictos de sus protagonistas, pero es que aquí se lleva la palma; la culpabilidad con la que Truman cargó al personaje (asesinato indiscriminado de un inocente y errado de su propio padre), su paso de rico bienintencionado a líder revolucionario, el choque de venir de un mundo fascista y extremadamente clasista a un país democrático pero irremediablemente hipócrita e injusto (esto será fuente de profundas y muy interesantes reflexiones para ser un tebeo de superhéroes)… y descubrir la diferencia entre compañerismo, cariño y amor, entre otros muchos nuevos sentimientos. Shayera no se queda corta y también descubrirá el amor, no precisamente con nuestro héroe, además de luchar entre la traición a sus líderes o a su compañero, la eficiente brutalidad policial o la débil legalidad terrestre y la irremediable atracción hacia ese espíritu abierto y generoso, aunque enervantemente naif, de Katar.
Volviendo a la colección, vemos al Ostrander desatado en la creación de un elenco de secundarios como Joe Tracy, agente de prensa de la pareja… porque el embajador thanagariano, Darl Klus, ha decidido hacerlos estandarte (y tapadera) de su planeta. También tenemos al departamento de policía de Chicago (el guionista consigue colar orgánicamente la idea de nombrarlos policías invitados en la tierra) con George Emmett, el comisario, Andrea Lencioni, compañera fiable, y Verzell Jones, el mentado interés amoroso de Shayera. En el tercer número introduce a Anna Taylor, ex de un joven criminal y madre soltera, a la que Katar acogerá en su rico apartamento. Esto provoca críticas (en cuanto a guion) tiranteces entre sus adinerados vecinos. Recupera a Mavis Trent (de los tiempos de Fox y Kubert), la comisaria del museo de historia y novia a ratos de Katar. Y, cómo no, también tenemos transvases como el de Howard Baxter-Foote, periodista aparecido en Manunter.
Por supuesto, también tendremos un distinguido elenco de villanos. Empezando por Byth, motivo de esta primara saga compartida con Truman, creador del personaje. Hasta el número 9 no terminan por capturar al escurridizo y malvado multiforme y toda su tropa, perdiendo por el camino al amor de Shayera y casi su credibilidad como heroína en la Tierra. En el 4 se inventa al investigador del museo Konrad Kaslak, que la liará parda con sus escasas dotes ocultistas, y en el 5 crea al Ladrón Sombra, que se haría tristemente famoso por matar a Firestorm (cuando este ya no estaba en manos de nuestro escritor).
Por cierto que no he nombrado al equipo artístico, con un Graham Nolan que irá evolucionando número a número, y un constante y siempre acertado Sam Parson al color. El dibujante es capaz de entregarnos portadas impactantes, personajes reconocibles (pese a su tendencia a las mandíbulas cuadradas) y rostros que expresan una buena gama de sentimientos, además de entintarse a si mismo la mayoría de las veces. En las escenas de acción es donde más se luce, pero es de esos todoterreno que sabe dibujar un despacho, una fiesta de la alta sociedad y un complejo de apartamentos vecinal, algo que le viene perfecto a la serie. El colorista no está al nivel de la primera miniserie, lo que también es lógico, pero se defiende en la cuatricromía creando ambientes en su mayoría oscuros y desasosegantes cuando lo merecen.
A partir del 10, un número en el que se desacelera y recapacita, se separan los destinos de la pareja y por tanto la serie se desdobla en argumentos y localizaciones entre la tierra y Thanagar. Nuevo personaje, Hyanthis, la verdadera abuela de Shayera y una lianta de no te menees. En el 11 aparece por vez primera, aunque a partir de ahí hace bastantes apariciones más, Weng Chang, o Chop Chop, de los Blackhawks (serie que Ostrander debía adorar y en la que pudo guionizar un episodio corto muy entretenido y todo un especial en el que mezclaba a los Hawks al completo con la historia de los EEUU). En el 12 comienza a acelerar en la parte de Thanagar mostrándonos desconocidos aspectos de su gobierno, sus cultos y, sobre todo, el lento pero imparable avance de la rebelión de las clases bajas, que continuará en el 14. Presentando para ello al shadowlord Tros Samoth, agente doble y líder de los rebeldes, y a Falthis Farr, cabecilla de los man-hawk. Y reaprovechando otros personajes de Truman como el jefe lizarkon Bladebat y la princesa de los bajos fondos Treska. En el 13 vuelta a la tierra (¿veis el patrón?) para traernos a la corporación Sunderland, Firehawk (que pierde a su padre la pobre) y de paso a nuestro querido Mandrake, de Firestorm.
Vuelve Shayera a la Tierra para el crossover con la Guerra de los Dioses, que un Ostrander ya veterano en estas lides aprovecha para barrer para casa. No sólo crea todo un panteón Thanagariano, los Celae, sino que se trae un segundo reportero de otra serie, Charlie Meyerson, esta vez de Firestorm. Además, goza de la presencia de Wonder Woman que hace buenas migas con nuestra heroína. Justo antes, por medio del segundo anual, el escritor ya se vio envuelto en la saga Armageddon 2001, para la que crea el androide de destrucción masiva Attila, que reaprovecharía en la serie regular durante tres entregas. En éstas se plantean interesantes dilemas morales, ya que el ultraconservador villano «sólo» quiere destruir clínicas abortistas. Después un aparente número de transición dibujado por Gary Kwapisz, porque no aporta nada (bueno, Ostrander se inventa un trasunto de Lobo, Smif’Beau, y su típica víctima, Tarquin Zapristi) sino trasladar los protagonistas a Thanagar y presentar la nave sintiente Sirius, que dará más juego.
Comienza la saga Fuga de Thanagar, donde se arregla la continuidad tal como explicamos debido a que reaparece el traicionero Fell Andar, que no estaba muerto (estaba tomando cañas). La rebelión llega a su punto álgido pese al divertidísimo pero peligroso juego de espías y dobles juegos. Vemos escenas impactantes que endurecerán el carácter de Katar… a la vez que demuestra lo aprendido en la Tierra al conceder libre albedrío a Sirius para rescatar a los rebeldes, los cuales nunca tuvieron oportunidad. Shayera por su parte es obligada a volver a la Tierra junto con Andar y traicionar a su nuevo hogar. Pero todo terminará encauzando en un final tan feliz como trepidante y en la creación de unos nuevos uniformes, algo horteras pero más fieles al original. Después vendrá un número de transición, en el que vuelve el Ladrón Sombra y se despide Nolan.
Y por fin, la saga final, El Último Vuelo, que empieza fuerte porque, atención, Ostrander crea junto a Jan Duursema al Dragón Blanco y su armadura, la cual hemos podido disfrutar en la reciente y fabulosa serie de HBO Peacemaker. Precisamente en ese número se plantean temas muy afilados como la libertad de expresión, por mucha mierda que se suelte, y al anonimato, por muy gilipollas que uno sea. Y perdonad el lenguaje, pero es que hablamos de un neonazi que distorsiona la verdad (su discurso es el típico racista de “son las minorías las que cometen crímenes”), aunque Ostrander, por medio de la boca de Katar, tiene maldita razón. Pese a este prometedor principio, y a que finalmente llega el deseado beso de los protagonistas, la saga adolece de sacar demasiados conceptos sin desarrollarlos demasiado, algo contrario a lo que siempre hemos defendido del autor. El arresto del villano se mezcla a presión con la vuelta de los Hawks originales (los Hall) y la traición del embajador Thanagariano, que pone en busca y captura a nuestros héroes y los obliga a refugiarse en un barrio de Chicago llamado Netherworld (inframundo).
Es aquí donde se incorpora Truman al dibujo y, por el nivel de rocambolismo, creo yo que también influyó en los guiones. Me explico, resulta que en Netherworld viven una serie de parias mutantes tipo Nightbreed. El guionista(s) se inventa personajes a mansalva para poblarlo, como el camaleónico Knowbuddy, Lefty y sus dos brazos izquierdos (y algo más), la moto humana Mustang Suzy, Null el mago de la gravedad, o Zululu, la drogadicta hermana del fallecido amor de Shayera (¡y me dejo muchos más!). En fin, vemos muchos tropos habituales de Truman como la salida de la adición por medio de la meditación y el entrenamiento, las luchas de bandas, músicos mutantes… entre todo el lío surge el villano de la función, Etienne Du Vipere o Conde Víbora, que ya nos habían mostrado con otra cara en el primer anual. Este poderoso psiónico lleva pasando de cuerpo en cuerpo desde el siglo XVIII y ahora quiere salvar a América de si misma junto con Hawkman (ya, yo tampoco lo pillo…). La cosa acaba en una súper-batalla con música subversiva, combates mentales y aliados inesperados, que deja la serie con mil flecos abiertos y poco sabor a final. Shayera moribunda y raptada, Katar perdiéndose hacia la estratosfera y el Conde huyendo en un cuerpo mutado. Ostrander se despide en el correo de los lectores avisando que en tres meses tendrán Hawkman de vuelta, pero no tan seguro si habrá Katar y Shayera.
Medio año después, comienza la prometida serie, Hawkman. El guionista, junto con Duursema a los lápices, Rick Magyar a las tintas y Matt Webb a los colores, se quedaría hasta el número 6 (atención que sería substituido por Kupperberg y McDonell, algún día tendremos que echarle un vistazo a eso…). Mantiene el misterio un par de números, pero efectivamente tras la máscara del nuevo Hawkman se encuentra Katar, que trata de encontrar a su desaparecida pareja. Finalmente lo hará, pero Shayera se encuentra bajo el influjo del malvado Conde. La serie tiene muchas apariciones estelares de la Liga (además de los habituales secundarios de otras series, en este caso el Dr Moon y la Corporación Sunderland, los policías de Chicago, los habitantes de Netherworld y alguna sorpresa más) y sirve para atar los cabos sueltos. En todo caso, se notan ya las ganas de Ostrander de dedicarse en cuerpo y alma a la serie que ha elegido y no la que le ha tocado. Es la hora del Espectro.
¿Os cuento un secreto? Todo este considerable repaso a la inmensa bibliografía de Ostrander, aparte de lo leído en la juventud, empezó con El Espectro, de pe a pa (y terminó con el Detective Marciano, pero eso lo veremos en un rato). Qué experiencia y qué manera de zambullirse en el universo propio de este escritor, tan alejado de lo que recordaba del Escuadrón. Ojalá pueda transmitiros una mínima parte de la emoción y el viaje que tuve la suerte de disfrutar, tal como hizo Alberto Morán hace mucho en esta misma página.
Y admito que el primer episodio no me dejó impresionado. Juzgado sin conocimiento del personaje, la trama es aparentemente simplona y el guionista se atreve con un número auto-conclusivo nada más empezar. Un viejo ratero llamado Louis Snipe espera a la muerte en una cama de hospital, el cacareado Espectro se mete en su alma para administrar venganza y casi queda atrapado dentro… su alter ego Jim Corrigan busca la libertad.
El Espectro nació en 1940 de la cabeza del mítico padre de Superman Jerry Siegel, acompañado por los dibujos de Bernard Baily en las páginas de More Fun Comics. No os perdáis el completísimo artículo sobre el personaje de Víctor José Rodriguez. El policía Corrigan muere en una encerrona a manos del gánster Gat Benson, pero se le ofrece la oportunidad de administrar justicia en la tierra como el todopoderoso Espectro ¿Quién llevó Corrigan a aquella siniestra trampa? Efectivamente, un ratero de poca monta, un tal Louis Snipe.
Por supuesto, Ostrander no se metió sin conocimiento ni a la ligera en semejante reto. Tras el final de Firestorm, la pareja de artistas (no olvidemos al gran Tom Mandrake) buscaba hacer algo nuevo. Ambos se sentían atraídos por el personaje y desarrollaron multitud de ideas que se materializaron en un pitch para DC: La clave de todo era Jim Corrigan. Ante el escepticismo de hacer una serie larga del Espectro debido a sus extraordinarios poderes, los autores proponían centrarse en su contrapartida. Una a la que además siempre se había pasado por alto. Un detective de los años 40 que, por tanto, ofrecía mucho donde empezar a excavar y crear, alguien que podía cambiar. Además, en una maniobra a lo “lección de anatomía” decidieron que Corrigan no había sido revivido por el Espectro, sino que llevaba muerto desde entonces, atrapado en la misión. El editor y amigo del guionista Dan Raspler se unió a la causa hasta que la editorial accedió, en base a la trayectoria de la pareja y esa prometedora interpretación del personaje.
Otra clave durante el larguísimo run será La Ira de Dios. Esa fuerza de venganza primigenia e incontrolable del Antiguo Testamento en lucha contra la piedad y el perdón que supuestamente predica el cristianismo. Es aquí donde los estudios de teología de Ostrander salen a la luz. Aunque se ha dicho que pretendía ser sacerdote, él lo ha desmentido con humildad alegando que lo dejó el primer año al ver la imposibilidad de conocer chicas siendo seminarista. Bromas del escritor aparte, las diatribas morales serán unas de las características de la colección.
Pero aún nos queda un último escalón en la creación de la serie, como ya hemos visto antes en el autor, una preocupación por el personaje y su rico pasado. Pero como él mismo se pregunta: “Con el Espectro, ¿cual continuidad mantengo? ¿La de Fleischer y Aparo? ¿La de Moench? Hay que recordad que todas fueron canceladas. Lo que intenté es usar elementos de cada una mientras creaba un todo cohesivo”.
Ahora si podemos volver a ese aparentemente inocuo número 1 donde se nos presenta un Jim Corrigan cansado de la carga sobre sus hombros, un Espectro que administra un cruel castigo, y una venganza que no acaba nunca. También aparecen tres personajes nuevos que serán primordiales, cada uno a su manera, la trabajadora social Amy Beitermann, el Inspector Nate Kane (¡Balzac!) y Danny Geller, el horrible acuchillador. Y por supuesto tenemos a Mandrake pasándoselo bien con muchas manchas negras, rostros diferenciados y exagerados, e impresionantes escenas para vislumbrar el poder del Espectro en toda su gloria. Para colmo se entinta así mismo y, por una vez, los colores del estudio Digital Chamaleon acompañan y no chirrían.
En el segundo número, otra historia de apariencia simple donde se suman más personajes cardinales al elenco, especialmente la adivinadora Madame Xanadu. Creada a finales de los 70, lo que más se aprovechará para la serie es su participación en el volumen 2 del Espectro (Moench), donde compartieron algo más que aventuras. Pero a partir del tercer número se desvela el pasado de Corrigan gracias a la insistencia de Amy, que va ganando protagonismo y profundidad. Es aquí donde vemos ese policía sin escrúpulos y como sus acciones le llevaron irremediablemente a blandir el espíritu de la venganza, repartiendo una “justicia” desmesurada. Y llevándole incluso, una vez adquiridos sus inmensos poderes, a negarle la muerte a su pareja, Clarice Winston. También conocemos al Capitán de policía Matthew Taylor y, en el quinto, aparece el diabólico Shathan, una creación de los sesenta en las páginas de Showcase como espectacular enemigo de nuestra estrella. Por cierto, que es cuando empecé a caer irremediablemente atrapado por el arte de Mandrake, cuyo dominio de las desasosegantes escenas infernales es apabullante.
Cuando Corrigan, más consciente de los excesos del espíritu de la venganza, comienza a dominarlo para ser menos violento, le vemos la verdadera cara a Xanadu. En un movimiento estratégico le roba el Espectro a nuestro Jim y administra castigo sin compasión sobre hombres abusadores. Pero consciente de una irremediable sed de venganza que terminará consumiéndola, decide devolver la fuerza al único capaz de controlarla. Superado ese problema se intuye uno mayor, el regreso de Azmodus (otra de las diabólicas contrapartidas del espíritu creadas por Fox en Showcase) en el cuerpo de Geller (el asesino en serie) y otros tantos. Los sacrificios de este demonio son espeluznantes y la serie toma de hecho un cariz cada vez más terrorífico. A lo que se suma la trama del acuchillador, que saca conexiones inesperadas entre Amy y el Inspector Kane. Aunque de una manera un tanto burda pero eficiente, Ostrander aprovecha para informar sobre el sida cuando aún era una pandemia incomprendida para muchos.
Comienza a intuirse el balance de poderes celestiales en una encarnizada pelea con Miguel, guardián de las puertas del cielo, el cual deja claros los límites del Espectro. Pero para peleas apocalípticas, la del espíritu contra Azmodus en un momento cumbre que desemboca en la trágica muerte de Amy. Ésta se había convertido en amor y confidente de Jim, pero debido a las obligaciones como Espectro la abandona a merced del acuchillador. Kane tampoco puede hacer nada y, aunque elimina al asesino, debido su terror al sida no es ni capaz de acompañar a Amy mientras agoniza. Es finalmente Xanadu la que le ofrece un último consuelo. El mazazo es claro y el viaje de Corrigan llega a su primera gran parada tras justo un año de colección. Pero atención que el segundo año empieza fuerte.
Ostrander se trae al padre Craemer de las páginas del Escuadrón Suicida y a éste no se le ocurre otra cosa que decirle al Espectro que su misión es interminable ¿acaso puede acabar con los horrores de guerra de, por ejemplo, Vlatava? Allí aparece el Conde Vértigo, el cual resulta una de las dos únicas personas (junto con el general Hafza) que se salvan del exterminio de toda una nación a manos de un espíritu de la venganza sin miramientos. Vértigo, destrozado y lloroso, apunta ¿qué diferencia mi tierra de otras? Y ante tal obviedad el Espectro se plantea si ha llegado la hora del juicio final. Aprovecha aquí el escritor para revelarnos, con el arte de Joe Philips y de la boca del Fantasma Errante, sobre la Ira de Dios. La primera encarnación de ésta, que inundó la tierra, era Eclipso, pero éste era incapaz de aplacarse y terminó encerrado. La segunda fue el Espectro, que acabó con Sodoma y Gomorra y acometió el exterminio del imperio egipcio (pese a la oposición de Nabu).
En la actualidad, Espectro se lanza a dos de los conflictos más enraizados de la tierra, los de Israel-Palestina e Irlanda del Norte-Inglaterra. En el primero aparecen los Hayoth, traídos del Escuadrón, y especialmente el hechicero Ramban, que es consciente del peligro que se está desatando. Mientras, Errante busca una alianza para terminar con dicha amenaza, reclutando a Destino (Inza Nelson), Etrigan y Zatanna. Constantine aparece, pero demasiado borracho para unirse al grupo. Eclipso, que se huele la debilidad del Espectro, termina tentándolo para acabar con la humanidad. A su poder combinado se enfrenta la alianza de Errante, mientras Ramban, Xanadu y Craemer invocan al alma, a Corrigan, y descubren su desolación. Jim recapitula y reclama al Espectro para si, liberándolo de la influencia de Eclipso, y permitiendo que acabe con el villano. Tras la violenta debacle, El Arcángel Miguel juzga al Espectro por petición propia, pero sale absuelto. Su misión es la justicia y no ha hecho otra cosa desde su creación, por muy duro que sea a veces administrarla.
Todo este horror a preocupado al mismo Bill Clinton que trama como acabar con el Espectro, para ello le ayudará una curiosa nueva creación, el Profesor Nicodemus Hazzard. En un delicioso episodio dibujado por John Ridgway en un tono perfecto, este experto de lo oculto comienza a informarse visitando a miembros de la JSA (Dodds, los Hall, Grant, Garrick y hasta Thunder) para descubrir la debilidad del espíritu ante la Lanza del Destino ¡Y hasta visita la biblioteca de Lucien! Para conocer el paradero de ésta. Mientras, se desatan poderosas fuerzas naturales, de las páginas de Firestorm vuelve Naiad, la elemental del agua, y en su interior descubrimos a Gea, el alma de la tierra que también nació en la serie del hombre nuclear. La Lanza es recuperada y, antes de escuchar el aviso de corrupción al portador, empuñada por Superman, que no está dispuesto a ver más exterminios por parte del todopoderoso espíritu. La batalla final es tan explícita como filosófica y, tras salvar a Superman de si mismo, el Espectro admite sus errores.
Tras tremenda saga, aún nos daría tiempo a un nuevo origen y un par de números auto-conclusivos antes del final del segundo año. Gracias al evento Zero Hour descubrimos que desde que Dios se hizo hombre, su ira no puede vagar sin alma humana que la temple, y que han existido varios de estos guías antes de Corrigan. Después descubrimos que la prometida de Jim, Clarice, sigue viva y atrapada en un cuerpo muy viejo, ya que el Espectro impidió su muerte. Y por último, acompañados a los dibujos por Mike Dutkiewicz y A. J. Kent, sabemos de un colega policía del pasado de Corrigan, Percival Popp (también creado por Siegel y Baily en aquella época), que recibe un gran favor por sus servicios.
¡Por cierto que aún no hemos comentado nada de las portadas! Cada número tuvo un artista diferente que interpretó al Espectro a su manera. Empezando por el propio Mandrake y pasando por talentos como Glenn Fabry, Charles Vess, Gary Leach, Matt Wagner, Mike Kaluta, Tim Truman, George Pratt, Bill Sienkiewicz, Alex Ross, Simon Bisley, Kelley Jones, José Luis García-López, Kevin O’Neill, Brian Bolland, Richard Corben, John Totleben, Bernie Wrightson … ¡por nombrar unos pocos! Aquí podéis encontrar un muestrario completo y sus autores. Y para completar tan excelso equipo, resulta que Peter Tomasi (que acabaría siendo el editor de la serie tras Raspler) se ocupaba del correo edición USA y comentaba los profundos temas religiosos y éticos planteados en los comics generando interesantísimas discusiones.
Comenzamos el tercer año desvelando el origen de Azmodus, que resulta ser la unión del primer recipiente humano del Espectro con el sirviente de Shathan que propició su final. El número termina con Craemer enfrentado a la vil criatura en la actualidad, y desarmándola con su temple y su compasión. Pero que le ganen en un combate moral no hace sino enfurecerlo, tras un interludio navideño en el que disfrutamos otra vez del talento de Ridgway, Azmodus vuelve para cumplir su venganza en la saga Des-creación. De nuevo combate épico entre los eternos enemigos, con Xanadu, el alma de Amy y hasta la de Percival de por medio, en la que el arrepentimiento y el perdón son los verdaderos valores que dan la vuelta a la batalla. Mandrake se sale del pellejo con escenas infernales, crueldad en estado puro y poderes que van mucho más allá de la lógica. Semejante desmelenamiento sólo es posible en sus diestras manos. En el epílogo, el padre Craemer sufre un juicio religioso, en el que es apoyado por Ramban, Xanadu y hasta Amanda Waller.
A continuación, un descanso de capítulos menos trascendentales en el que aparecen dibujantes invitados como Steve Pugh, Hugh Haynes y de nuevo Ridgway. Con la excusa de que Corrigan ayuda a Kane con casos difíciles, Ostrander se inventa personajes como el Hombre Crepúsculo o unos geniales Vampiros de Hollywood. Para terminar el año, cruce con el horrible evento Underworld, que al menos el guionista aprovecha para separar de nuevo al Espectro de Corrigan, demostrando lo necesario de, y el sacrificio que supone, su unión.
Para comenzar el cuarto año, una saga rara donde las haya, aunque si vamos conociendo a Ostrander no tanto, A la caza de América. Resulta que cuando los padres de los EEUU se reunieron por primera vez, también crearon al Espíritu de la Nación. Un constructo que, al igual que el Espectro, ha ido pasando de recipiente humano (el más conocido, el Tío Sam del UDC) gracias a un talismán de gran poder. Este objeto se encuentra fragmentado por culpa de las divisiones que desgarran el país y ahora una poderosa organización anda tras él. Son los (más oscuros) Intereses Nacionales y su propio agente, Shadrach, la Entidad Legal. Ayudado por Kane (la saga comienza porque es disparado), Craemer, Xanadu, y especialmente por Hazzard, nuestro héroe también se lanza a la recuperación de los pedazos de talismán.
Tras un paréntesis en el que Ostrander se divierte actualizando el mito del Capitán Miedo (creado en los 70 por Kanigher y Niño en Adventure Comics), volvemos a la saga. El guionista aprovecha para representar los problemas de EEUU como el racismo, el machismo, el genocidio nativo-americano, etc., además de inventarse personajes a mansalva; Armistead, Duchloss, Dwayne Hawke y el misterioso alienígena Hechicero en el bando de los Intereses Nacionales, Sojourner Tsange-Taylor y sus padres, el esclavo Barnabas y el amigo de un joven Jim, Rafe, representando al pueblo afroamericano, la señora Michael e hijo y Helen Belcanto (alias Hellion) denunciando el abuso patriarcal, David Randall sufriendo la homofobia del reverendo Angus Dinswoode, y el chaman William Arbol Solitario y los hermanos apache Tahzey Wovoka y Victorio Cutter luchando por los derechos de las primeras naciones.
De nuevo crossover con el evento de turno, The Final Night, durante el cual el Espectro protege a Gea ante el apagón del sol. Mientras, el Hechicero resulta ser Sam Wilson, una de las encarnaciones del Tío Sam engañada por los Intereses Nacionales. Pero no puede evitar que Dwayne Hawke haga desaparecer a Corrigan con la Lanza del Destino. La catarsis final se resuelve en el número 50 de la colección con muchos de los personajes nombrados uniéndose para crear al Espíritu de América, Patriota (horteramente diseñado por Mandrake, todo sea dicho). Este ente se enfrenta, junto con el Espectro alojado en el cuerpo de Kane, ¡al Grito Americano! Una malvada entidad creada por el gran Dikto como enemigo de Shade, y que revitalizó Milligan en su nueva versión del hombre cambiante.
Tras un número de descanso con Batman y Joker como estrellas invitadas (aunque ver al Espectro jokerizado no da mucho sosiego) nueva saga, La Caza de Jim Corrigan. La historia dura mucho y no es muy allá, Kane investiga un aparente asesinato cometido por Corrigan buceando en sus memorias (ahora que su espíritu reside en él). Por supuesto no había tal crimen, pero entre medias Ostrander deja otra de sus creaciones trascendentales; Michael Holt, el Mr. Terrific post-Crisis, el nuevo hombre-más-listo-del-mundo es afroamericano.
En Marzo de 1997, en algún momento entre estas historias, muere Kim Yale a los 43 años de edad, pareja sentimental y artística de John Ostrander. Un cáncer de pecho, que ya había hecho estragos en su cuerpo, nos arrebata a uno de los pocos talentos femeninos al guion que había podido gozar del éxito mainstream. Una mujer que comandó a un grupo de villanos. Que dio nueva vida a una heroína inválida. Que ayudó a fundar una organización, Amigos de Lulú, para promover a las mujeres en el cómic. No puedo imaginar el dolor del autor ante la pérdida de su pareja durante tantos años y con la que compartió tanto.
Lo que si podemos intuir es cómo se entremezcla su dolor con la siguiente saga, que marca el último capítulo de esta larga y maravillosa etapa del personaje. Sin descanso con la anterior, nos metemos en dicha historia, Dios ha desaparecido y el Espectro se encomendará a su búsqueda. Es inevitable mezclar, aunque sea de manera simbólica y algo maniquea, el dolor y desamparo de Ostrander ante un Dios que nunca responde pero permitió semejante pérdida. El personaje, el cual si puede buscar respuestas, comienza por el purgatorio interrogando a Deadman, sigue por el infierno preguntando a Duma y Remiel y termina ignorando el consejo de Lucifer en la costa australiana. Después visita panteones, entre el africano (que creó el propio escritor en las páginas de Firestorm), el Olimpo deceíta y los Nuevos Dioses, los cuales le conducen a la Fuente. A continuación, una búsqueda más simbólica de lo que significa Dios a través de una fantasía terrorífica. Por último, tras preguntar a muertos y fuerzas naturales, búsqueda interna por consejo de Craemer. Por el camino, descubrimos que el Espectro era Aztar, un ángel caído cuyo castigo fue representar la Ira de Dios. Somos testigos del maltrato de Jim Corrigan por parte de su padre, que cometió además violación y asesinato delante de sus ojos. Y por último encontramos a Dios, en un inquietante homenaje de Mandrake al Saturno devorando a sus hijos de Goya. Es la representación de Dios del propio protagonista (y creo yo que de Ostrander ante su dolor), uno cruel, orgulloso y demasiado enorme para ser aleccionado. En vez de eso Jim perdona a su padre, al Espectro, al mismo Dios… Y vuelve a la realidad, para confesar a Craemer su insoportable cansancio.
En un emotivo número final, Craemer realiza una necesaria ceremonia para liberar la carga de Jim Corrigan, su funeral. Se entierran sus huesos y se dicen las palabras adecuadas mientras aparecen todos los secundarios clave de esta fantástica serie; Nate Kane, Madame Xanadu, Mr. Terrific, Patriot, el Fantasma Errante, Profesor Hazzard, Ramban, el espíritu de Arbol Solitario, y la Cosa del Pantano representando a Gea. Además de la flor y nata de la SJA, la Liga y otros tantos héroes. Descanse en Paz.
Nos quedan, al menos, las palabras de Ostrander: “Tom y yo lo teníamos pensado desde el principio del run, sabíamos lo que queríamos hacer y tuvimos la suerte de hacerlo.” DC les avisó que los números estaban estancándose y que probablemente cancelarían en un año. Así que dijeron “Genial, usaremos ese año para atar las cosas, que es lo que hicimos. Nos dejaron hacer lo que queríamos hasta el mismísimo final del personaje. Eso hizo de la serie entera una gran historia, y estamos muy agradecidos de ello.”
Amén
Llegamos al final de este extenso y (espero) entretenido periplo con otro éxito del guionista y a la vez obra de culto para los fans del personaje, J’onn Jonzz el Detective Marciano. De nuevo y por última vez, Ostrander y Mandrake querían hacer algo diferente, y ahí estarán también de nuevo Raspler y Tomasi para apoyarlos como editores.
El personaje fue creado en 1955 por Joseph Samachson y Joe Certa en las páginas de Detective Comics como un extraterrestre traído a la tierra por error (gracias al Dr. Erdel, que muere en el intento), el cual decide hacer el bien como el policía John Jones. Nacido a las puertas de la Edad de Plata, siempre ha estado ligado a la Liga de la Justicia, siendo su versión post-Crisis al mando de la Liga de Giffen y DeMatteis la que conquistó la mayoría de nuestros corazones. De hecho, fue J. M. DeMatteis, junto con el dibujante Mark Badger, el que se atrevió por primera vez en los 80 a explotar el pasado del bueno de J’onn en la primera miniserie dedicada su figura. Aquel volumen 1 aporta algunos de los elementos que utilizará nuestra pareja de autores, aunque contradirían otros cuantos.
Por un lado, Ostrander y Mandrake querían explotar al máximo el carácter extraterrestre del personaje. Parece mentira que se hubiera usado tanto el pasado Kriptoniano de un bebé criado en nuestro mundo y no supiéramos casi nada del mundo en el que creció J’onn hasta convertirse en un adulto. Ambos exploraron como sería la sociedad marciana y como eso podría haber marcado a nuestro héroe. Desde ser un planeta de telépatas (habría reglas para no violar los pensamientos de otros, habría costumbres para disfrutar de una unión mental) hasta la capacidad de atravesar objetos y volar (no habría escaleras, ni puertas). Su pasión por el planeta le lleva al autor a renombrarlo en lengua marciana como Ma’aleca’andra, en honor a Malacandra, el nombre usado por sus habitantes en la novela Más allá del Planeta Silencioso de C. S. Lewis.
Por otro lado, la propia naturaleza solitaria del marciano y su capacidad para hacerse invisible deberían haber marcado su llegada a la tierra. Seguro que experimentó la violencia humana y observó nuestros más ocultos caprichos, pensó Ostrander. Sin embargo, en vez de repudiarnos eligió transformarse en uno de nosotros para entendernos mejor. Probablemente, hasta creó varias identidades diferentes para hacerlo. Por cierto, que el propio escritor admite que este último concepto se lo debe a Grant Morrison, al mando de la JLA justo en el momento en el que esta serie sale a la luz (de hecho, la serie en USA iba encabezada por un “de las páginas de JLA”). Gracias a su labor con el supergrupo que incluye al Detective, Morrison se une a la corta lista de guionistas que crearon conceptos marcianos, como dar nueva vida a la raza blanca o la centenaria base antártica de Z’onn Z’orr.
Y no podemos evitar incluir una tercera pieza en el puzle de esta nueva etapa del Detective. El aún reciente fallecimiento de Yale, hace que Ostrander refiera una y otra vez a la esposa e hija el protagonista perecidas por la plaga (personajes creados por DeMatteis pero sin darles nombre). Se nota el delicado tratamiento del recuerdo, la nostalgia y la aceptación de la pérdida a lo largo de toda la serie. Vamos, el escritor, a la hija de J’onn la bautiza K’hym… A lo mejor si hubiera llamado así a la esposa resultaría algo ñoño, pero en todo caso que padre e hija se llamen como John y Kim, considerando las circunstancias, me ha hecho un nudo en la garganta al leer ciertas escenas.
Y difícil tragárselo, porque ya el número 0 con el que comienza la serie es desgarrador. Muestra la horrible plaga que exterminó a la raza marciana y la muerte de la familia de nuestro protagonista, devorada por las llamas, en escenas más que impactantes. Una plaga además provocada por un personaje de nuevo cuño y clave, Ma’alefa’ak o Malefic. Éste, aunque aparentemente murió tras enfrentarse a J’onn por aquellos horribles sucesos, al final del número descubrimos que no es el caso.
A DeMatteis se le ocurrió este horrible exterminio de la raza marciana y que la debilidad al fuego de J’onn se debía al trauma de ver las interminables piras de muertos. Sin embargo, Ostrander imagina una plaga telepática que prende en llamas al que abre su mente a ella. Aunque es sólo una de las muchas incongruencias entre ambas versiones que se descubren en este primer número, por mucho que nuestro escritor trate de justificarlas ¡Y lo intenta! Por ejemplo, a los que sufren la plaga, Mandrake les dibuja un símbolo en la frente que inventó DeMatteis para marcar a los enfermos que debían ser quemados. O la verdadera forma marciana (aquella estirada creada por Badger que Beetle bautizó como “muñeco Gumby”), la cual aquí se llama “auténtico rostro” y sólo se utiliza en la intimidad, permitiendo al dibujante pintar normalmente a los marcianos con la característica forma del Detective.
Más difícil lo tiene el guionista para torear el primer viaje a Marte de J’onn, que se produjo en la primera miniserie del 88. En este caso, cuando Superman le pregunta al Detective si no había estado antes, éste le responde “sólo en sueños, o lo que parecían ser sueños”. Pero lo que es imposible de casar es la muerte del Dr. Erdel. En este caso fue DeMatteis el que le pegó una patada a la retro-continuidad, inventando que el buen doctor no había muerto, sino que ayudó a un J’onn en estado de shock, el cual lo borró de la memoria. Ahora Ostrander vuelve a las raíces y asegura que J’onn era más que consciente cuando llegó a la tierra y Erdel murió en la explosión resultante. Y en relación con esto, el policía John Jones, que se pensaba una invención de Erdel para habituar a J’onn a las costumbres humanas, ahora resulta que existió realmente. El Detective estudiaba efectivamente nuestras habitudes a través de este policía y, cuando Jones murió asesinado por evitar un caso de corrupción, decidió tomar su identidad.
Hay una última incoherencia que sin embargo Ostrander aprovecha para uno de los momentos más emotivos de este primer número. DeMatteis nos contó que J’onn llegó a la Tierra con su hija fallecida en brazos, la cual fue enterrada por Erdel. En esta nueva versión que nos ocupa, las llamas se han cebado con la familia del marciano, eliminando cualquier posibilidad de recrear esta escena. Sin embargo, cuando el rayo del doctor atrapa a J’onn para traerlo a la tierra, éste se encontraba fingiendo una conversación con su hija aprovechando su propio cuerpo multiforme. El pobre J’onn, delirando de pena por haber perdido a K’hym…
Pero justo después de este emocionante primer número, la serie ha de participar ya en un evento, el DC One Million. Teniendo que ambientar la serie nada menos que en el siglo 853. Pasamos del origen al final, en el que escritor y dibujante imaginan un majestuoso e inmortal J’onn que forma parte de su planeta natal casi como un elemental de Marte. Nos anticipan algunos de los villanos que tenían en mente para la etapa (algunos tendrían mejor fortuna que otros) y aparece por ahí un Darkseid que si que será capital en la serie. Pero sobre todo, nos cuentan sobre un Detective Marciano legendario, que ayudará a la humanidad y a muchas otras razas extraterrestres a lo largo de los siglos, infatigable, siempre heroico. Un detalle, al final del número, este J’onn del futuro deja un mensaje en la mente de Green Lantern, Kyle Rayner, que volverá al pasado para reencontrarse con J’onn en el siglo XX.
Ahora si, por fin, comienza la serie que tenía en mente nuestro autor, mezclando números auto-conclusivos con sagas algo más largas, presentándonos nuevos villanos que engrosen la leyenda del Marciano mientras posiciona sus habituales secundarios. Comenzando con el algo ridículo Hombre-Cabeza, aunque aprovecha para que J’onn vuelva a su identidad de Jones y nos presente al teniente Segarini. Luego el más interesante enjambre alienígena representado por Antares, dónde nos muestra a la identidad del empresario japonés Yuchiro Takata. Es el turno de la poderosa telépata Bette Noir, la única que volvería a aparecer por la colección, y de uno de los alter egos más simpáticos, el del torpe villano Bid Doof (al que acompaña de todo un supergrupo de patéticos malvados con Dust Bunny, Sparkplug, Weasel y un matón de dos cabezas). También entrevemos la vida de Jones, el cual comparte despacho con una tal Karen Smith que recientemente ha descubierto quién es su compañero en realidad. En el número también aparece el proyecto Cadmus y, lo más interesante, Malefic, el cual se encuentra en la tierra y lo primero que hace es asesinar a Karen.
Aún tendremos tiempo para dos historias sueltas antes de la primera saga. En una, Ostrander reinventa el origen de Jemm, Hijo de Saturno. Nacido en su propia miniserie durante los 80 gracias a Greg Potter y el inigualable Gene Colan, se creo precisamente para cubrir el hueco del Detective, que andaba perdido por la época. J’onn busca al asesino de Karen y se pregunta sobre este personaje, descubriéndonos que los saturninos son una raza de clones marcianos que se usaba como mano de obra y cuya libertad provocó el cisma entre marcianos verdes y blancos. En la otra, el siempre hábil John Arcudi sustituye a nuestro guionista mientras que Mandrake es sustituido por su esposa, la noventera Jan Duursema. En ésta seguimos las averiguaciones de Cameron Chase, que fue introducida en el episodio anterior investigando al Detective Marciano para el DEO (Departamento de Operaciones Extra-normales) y se hace con las notas de la difunta Karen sobre las desconocidas identidades de J’onn.
Después comienza la intensa saga del enfrentamiento entre J’onn y Malefic, en la que se mezclan todos sus compañeros de la Liga (que de hecho ya habían ido apareciendo aquí y allá por la colección). Aquaman, Wonder Woman, Acero y la Cazadora investigan Z’onn Z’orr para desubrir un Jemm destrozado por las torturas de, aparentemente, J’onn y son atacados por Malefic, el verdadero causante, que finge ser nuestro héroe. Es entonces cuando Ostrander nos desvela que ambos son hermanos gemelos y que el reverso oscuro de J’onn fue castigado sin poderes telepáticos por haber cometido una violación mental, el peor crimen entre el pueblo marciano. J’onn es llevado al satélite de la LJA, donde toda la liga le acusa (se suman Big Barda, Flash, Orion, Plastic Man y Superman). Nuestro héroe se ve obligado a trazar rápidamente un macabro plan del que saldrá exitoso de milagro, aunque su hermano muere sin remedio. Entre medias, descubrimos otro de los detallitos made in Ostrander, al inventarse que el traje de los marcianos se debe a una especie de planta sensitiva llamada Zo’ok, en homenaje a Zook, ridícula mascota de J’onn en los Detective Comics de los 60.
Mientras, las investigaciones de Chase han seguido su camino (apareciendo por ahí el Director Huesos), y en el siguiente número le llevan a interrogar a Fuego, en un nostálgico pero feminista episodio dibujado por Phil Winslade. Después tenemos un interludio con Bryan Hitch es su época más AlanDavisiana (de hecho lo entinta Paul Neary) para trasladarnos a ese futuro que vimos en el número un millón. Y otro número de relleno con el crossover del Día del Juicio, en el que el escritor recupera a Gypsy, compañera de J’onn durante la Liga de Detroit, y a H’ronmeer, el dios marciano inventado por DeMatteis.
Comienza una nueva saga, Anillos de Saturno, que nos llevará a clarificar todos los cabos sueltos con Jemm y los suyos. Par ello vuelve el Ostrander creador de personajes brindándonos a la Princesa Cha’rissa de los saturninos blancos, entre otros de los suyos como el capitán Kh’arr o de los rojos como primer ministro D’all (e incluso recupera a Synn y Jogarr de la miniserie del Hijo de Saturno), el Capitán de la nave Kharma y antihéroe Horatio Destiny, o el terrible y misterioso enemigo en la sombra Cabal (que resulta estar formado por una cábala ¡oh sorpresa!). La historia no es muy allá, aunque contiene los suficientes giros de guion para tenernos enganchados y, oye, no es que andemos sobrados de space operas, así que bienvenida sea. Lo mejor, desde luego, es el romance entre J’onn y Cha’rissa, en el que el escritor describe con delicadeza los procesos de sanación y recuperación del amor, tan dolorosos como necesarios y preciosos.
La trama de Cameron Chase llega a su fin en el ecuador de la serie para que ésta traicione a J’onn (por coacción de Huesos) y revele al mundo muchas de sus identidades. Entre ellas, un gato en Venecia, un joven habitante de las favelas de Rio, o las que vimos al comienzo de la colección. Aquí lo jugoso es saber que J’onn formaba parte, como Espectro de Bronce, de Experiencia de la Justicia. Un grupo que ocupó el vacío entre la SJA y la LJA según la retro-continuidad inventada por Dan Curtis Johnson y J.H. Williams III en la serie Chase (pues su líder, Acro-Bat, era el padre de Cameron).
Comenzamos la segunda etapa con una aventura en dos números con la SJA de invitados de lujo: Canario Negro, Doctor Fate, Hawkgirl, Sand, Centinela, Starman y la joven Star-Spangled Kid. Viajaremos a Apokolips donde Darkseid tienes horribles planes para la última y observamos que J’onn tiene algún asunto pendiente con Kanto (y conoce a Himo, uno de los clasicazos de Kirby). Posteriormente, gracias al título de Revelaciones, unimos una serie de capítulos sueltos que repasan el pasado del Marciano y sus amigos. Desde como conoció a Superman cuando éste era un niño hasta un cachondeo de capítulo con Blue y Gold (éste dibujado por Doug Mahnke). Pasando por Green Lantern, ¡nada menos que Abin Sur! (y nada menos que Truman a los lápices), Batman y el Espectro. Mandrake en estos dos últimos, pese a haber dibujado a ambos héroes en largas etapas, empieza a mostrar un cansancio que se refleja en la similitud de muchos de los rostros. Durante estas grapas se inventa unos cuantos secundarios y villanos de poca monta, pero averiguamos que J’onn dejó de representar a Espectro de Bronce cuando todos sus compañeros murieron a manos del Dr Trapps y que, gracias al Espectro (Hal Jordan), hay una pequeña parte de Marte en la tierra.
Este santuario será clave para la aventurera saga “Renegados de Marte”, tan entretenida como ligera. Al menos el guionista sigue a lo suyo y se inventa a un antepasado del Marciano, J’ahrl J’onzz (que vive en la Gran Esfinge de Guiza), a todo un grupo de descendientes marcianos que viven en la tierra usurpando vidas ajenas (Ch’all Ch’andrum, Syr’ria S’omm, N’il Z’ohrn, K’ar K’arlis, S’iff S’lonn, V’ok V’ira’an y Sh’lmann K’amm, yo creo que sólo por los nombres se merece un no-premio) y emparenta a Gypsy con los de Marte. A continuación, número con estrellas invitadas, los Centinelas de la Magia (Centinela, Diablo Azul, Doctor Fate, Doctor Occult, Faust, Madame Xanadu, el Fantasma Errante, Ragman y Zatanna), Etrigan y Morgana le Fey. El episodio se resuelve con la separación del Detective en dos cuerpos, uno marciano dominado por la personalidad de J’onn y otro humano con la de John Jones. Eso le dará cuerda a Ostrander para la etapa de Egos Alterados. El escritor comienza a repetirse en su juego de enfrentar alter-egos de moralidad diferente, aunque sale victorioso al darnos una solución muy humana al conflicto. Veremos de nuevo Diane Meade, nueva colega de Jones (aunque en realidad el personaje fue creado en la antigua etapa de Detective Comics) que termina sin empleo por su culpa. Aún nos da tiempo a un número auto-conclusivo más antes de la traca final, en el que Mandrake se despide de la colección.
“En mi vida” es una saga desarrollada completamente en el pasado, dibujada por un irreconocible (desgraciadamente) Eduardo Barreto. En ella conocemos a los padres de J’onn y Malefic, Sha’sheen y M’yrnn J’onzz. A los que por cierto ya nombró DeMatteis, dándoles las profesiones de hechicera y guerrero, que Ostrander modifica a Adivina-Detective y Filósofo-Matemático. Se indaga por tanto en las dualidades marcianas, amén de otras muchas costumbres. Pero sobre todo, se descubre que en aquella época Apokolips se inmiscuyó en el planeta a través de Godfrey (volvemos a los inicios del escritor en DC), la Abuela Bondad y Kanto, que aparenta amistad con un afectivo e inocente J’onn. Toda la mentira se descubre con un ataque de Furias Femeninas y Parademonios para llevarse a los niños y al consejo marciano. Metron hace de Deus ex Machina y permite a J’onn tratar de recuperarlos. Allí es cuando se hará enemigo jurado de Kanto y conocerá a Himón. Pero irremediablemente, Darkseid dejará su corrupta impronta en Malefik, el cual acabará llevando el camino que vimos al comienzo de esta epopeya.
Y como despedida de la misma, el peor día en la vida del Detective, dibujado por Jamal Igle. Por culpa de un Dr Trapps (¿recordáis? el villano que se cargó a Experiencia de la Justicia) con los poderes de Bette Noir (¿recordáis? una de las primeras villanas que vimos), J’onn revive desgracia tras desgracia de su vida. Sin embargo, su fortaleza interna le hará salir victorioso, reconciliándose por el camino con Diane y Chase (¿recordáis? Una en paro y otra traidora). Al final, Kyle decide dar el mensaje del J’onn futuro (¿recordáis? En one million), uno de esperanza tan básico como universal: “todo valdrá la pena.”
Recordadlo.
No puedo si no estar agradecido de las oportunidades que me brinda Zona Negativa de repasar la carrera de autores que de otra manera se me hubieran escapado del radar. Si bien a Ostrander siempre le he tenido cariño, ahora le tengo muchísimo respeto. Y qué decir de sus compañeros de viaje como Yale, de la que he desenterrado muchísima labor detrás de su pareja, McDonell, al que he terminado apreciando más de lo que podría imaginar, o Mandrake, ofreciéndonos un ominoso mundo de tintas oscuras.
Agradecido también porque me obliga a bucear en bibliografías no siempre disponibles. Si bien las dos últimas series revisadas he podido disfrutarlas en los siempre bienvenidos (aunque reducidos) tomos de la edición Universo DC de Planeta, la primera de esta tanda sigue sin verse por estos lares. Igualmente pasó en la primera parte de estas entradas, con una encomiable (aunque de cortísima tirada) labor de ECC en recuperar todo el Escuadrón Suicida, pero unos nulos esfuerzos, ni aquí ni en EEUU, en recuperar Manhunter o Firestorm.
En fin, que quería despedirme con un tono más personal ante un autor que ha demostrado que son las personas lo que importa. Da igual si éstas son villanos de tercera fila, héroes de segunda o poderosos de primera categoría. Un autor que, admito, me ha tenido obsesionado y agobiado durante el tiempo que me ha llevado redactar estos artículos. Un autor que para mi alcanzó su cénit de los tebeos de superhéroes con el Escuadrón Suicida y de los comics de fantasía/terror con el Espectro, además de dejarnos esa reivindicable joya que es Firestorm. Lo dicho, un autor del que estar agradecido.
Así que, para acabar con agradecimientos, me gustaría hacerlo con una enumeración de los escritores favoritos de Ostrander, por su humildad, lo que destaca, y porque se nota el amor al medio de los superhéroes: “REALMENTE buenos escritores en la industria hoy en día, gente cuyo trabajo admiro. Gail Simone, Geoff Johns, Brian Michael Bendis, Peter Tomasi, Grant Morrison (en mi opinión, su All Star Superman era el Superman QUINTAESENCIAL), Kurt Busiek (adoro ASTRO CITY), J. Michael Straczynski, Ed Brubaker, Greg Rucka, Mike Mignola, Joss Whedon y muchos otros más.”
Di que si John, brindo por ello.
Por supuesto, la wiki, muy buena entrada
Y la wiki de DC, valiosísima. Allí encontraréis el Hawkman is confusing, con ese título ya os podéis imaginar de que va este magnífico artículo. Si os interesa el tema no paséis sin echarle un vistazo
Ostrander habla sobre El Espectro (y otros muchos interesantes artículos suyos en la misma página):
Un sentido homenaje a Kim Yale (no os perdáis el enlace a un artículo de la propia autora)
Para fans del Detective Marciano
Podcasts
Y por cierto, aprovecho para incluir en la biblio una página a la que recurro mucho y vale su peso en oro, Mike’s Amazing World of Comics ¡Os recomiendo especialmente la sección de “Newstand”!
Uf Enrique que tremenda 2a parte. Me estoy tomando mi tiempito para leerlo completo, pero quería comentar que justo lo que me decís del primer número de Espectro me pasó también. Después de una nota (de otro blog argentino, donde colaboré un par de veces), empecé con el primer número y dejé. Pero después de tu nota, nada más que con esa tapa de Superman con la Lanza del Destino…listo, ya estoy obligado a retomar. Gracias!!
Gracias Dr Kadok! Dale esa oportunidad, número a número te va agarrando y ya no t soltará
Excelentísima segunda parte! Muchísimas gracias por el trabajo de redacción (con un estilo tan ameno) y de documentación. Los run de The Spectre y J’onn son tan geniales que resulta doloroso ver cómo se trata a estos personajes hoy día: de The Spectre nada de nada (ni para su 80 aniversario) y J’onn nunca tratado con el respeto que merece (hasta lo hacen mucho más débil de lo que es en realidad)
Por otra parte, disfruté muchísimo el volumen de The Spectre, tanto por sus espectáculares set pieces como por las ideas que se profundizan (el arco Buscando a Dios, soberbio).
Realmente, muchas gracias por este díptico de artículos y esperamos verte de nuevo, Enrique!
Saludos desde Argentina
Muchísimas gracias, con estos comentarios da gusto
Mucho se critica la jibarización, pero de no ser por la edición barata que sacaron de estos números, no lo hubiera leído yo en la vida. Y merece la pena a nivel de los grandes comics de vértigo.
Tú mismo lo has dicho, «edición barata». Lo que se critica ahora es que la jibarizacion que hace ecc no se nota en el precio, o sea que tiene el mismo precio una edicion en jibaro con tapa semirrigida que en tamaño comicbook y tapa dura. Los tochos aquellos con más de 500 páginas y unos 20 números por 25 euros estaban muy bien, por el contrario los Nuevos titanes salían muy caros.
Lo que se critica de ECC y la jibarizacion es lo absurdo que resulta reducir un tomo para abaratar costes pero que lo publiquen en tapa dura, que es más caro. A parte del papel semitransparente que usan.
Un tomo de esos te cuesta lo mismo que un Marvel Héroes, que si está a tamaño normal. Por lo tanto, que ahorren en costes no nos está beneficiando porque no notamos la diferencia.
Si saliera en tapa blanda por 25€, nadie se quejaría del tamaño reducido.
Pues creo que es relativamente barata la jibarización. Entiendo que se prefiera una versión de tamaño normal, pero tb tiene que haber una más barata. Pero aquí se da el caso de que no debe ser material muy rentable. El espectro hoy en día no te lo sacarían ni jibarizado. De hecho tb tengo la edición barata de jla. Y todavía no se sabe si la completarán en edición normal. Difícil cuestión sin los números delante.
Como bien dice Carlitos el problema no es en sí la jibarización sino las características de esa jibarización. Con la reducción le quitas al lector, sin embargo si le ofreces un precio ajustado le das algo a cambio. ECC lo único que hace es quitarle al lector, le reduce el tamaño con lo que en cierta medida estás mutilando la obra y al mismo tiempo le quita también con el precio tan excesivo.
Los Universo DC de Planeta ofrecían esa reducción pero a cambio daban muchas páginas de lectura a un precio económico, aparte de que se publicaron muchas obras que no se han vuelto a publicar.
De todo lo que salió en ese formato ECC únicamente ha editado el Flash de Waid y el Superman de Loeb y McGuinness.
El formato DC Pocket aunque económico no cubre el hueco de los Universo DC. Por un lado es más caro si tenemos en cuenta el ratio precio número de páginas,y a su vez solo está sirviendo para publicar lo mismo de siempre y que ya está publicado en otros formatos.
En fin como siempre ECC en lo que se refiere a DC riesgo cero.
Ese es todo un tema, yo prefiero siempre tener la obra en tamaño normal y que tal vez no sea en tapa dura pero si al menos semi rigida que logre perdurar en el tiempo.
Ya a esta altura del partido me molesta tener ediciones reducidas, y hablando de eso no entiendo porque todavía no se tiene novedades de ningún tipo para lograr editarlas como corresponde.
Muchas gracias Enrique por este trabajazo de arqueología comiquera en dos partes. Una pena que haya tantas cosas de Ostrander pendientes de recuperar o reeditar,y sobre todo que sea difícil que esas recuperaciones se puedan hacer realidad.
Me has dado ganas de releer su Detective Marciano(tengo la edición de Planeta).Lamentablemente no parece que podamos leer en castellano mediante medios legales Escuadrón Suicida,Firestorm,Manhunter o Espectro.
Un abrazo.
Muchas gracias Jaime, como podrás imaginar, un placer!
Hola a todos!
En principio mis felicitaciones a Enrique por este maravilloso artículo (y la primera parte también), sinceramente me has generado sentimientos encontrados.
Por un lado, muchas ganas de leer todas las obras que reseñás, sobre todo SS, de la cual solo pude leer aquella añorada maxiserie publicada por Zinco. Me quedo con ganas de Firestorm y Hawkworld sobre todo.
Por otra parte, y a raiz del análisis pormenorizado de tramas y personajes, siento nostalgia por la forma en la que se escribían las historias en aquellos tiempos, con mimo hacía los personajes, respeto por la continuidad, con tramas entretenidas, y trascendentales de un modo u otro para los protas y secundarios. Hoy día leemos cada paarruchada y volada de olla… Los personajes evolucionan cada vez menos, y pareciera que los autores ya no se preocupan por desarrollar tramas interesantes de leer. Solo nos queda la espectacularidad y los giros de guión sin sentido, que vuelven al punto de origen 6 números más tarde.
Coincido plenamente con lo que comentan por aquí respecto al rol importantísimo de los editores (con sus metidas de pata y todo) en el devenir de series y universos compartidos en aquel entonces.
Aquellos guionistas y editores eran, ante todo, profesionales en lo suyo. Hoy tenemos «guionistas» fans que dicen amar los personajes, pero no se les cae una idea original, y están bastante lejos de escribir con oficio.
Pido perdón por la catarsis de viejuno, y aprovecho la ocasión para mencionar que los artículos de Enrique despiertan pasión entre los foreros argentinos
Saludos!!
Hala, cuanto piropo, gracias!
En parte opino como tú, sobre todo en cuanto a editores se refiere. Generalizando, siento q antes lanzaban proyectos CON los autores y los mimaban. Mientras q ahora eligen autores para series mercantilizadas.
Es mi rabieta cebolleta del día 🙂
Total y absolutamente de acuerdo contigo Enrique.
Excelente trabajo, una locura de artículo te has mandado.
Un tremendo autor sin tanto marketing que se ha marcado obras de una calidad que más de uno quisiera tener.
En mi caso a este autor lo conocí de casualidad con las ediciones baratas de Planeta ya que me habían dado buenas referencias y no erraban en absoluto.
Y hablando de eso, coincido en que lamentablemente estos personajes en particular quedaron relegados a meros secundarios y se les dio un pesimo uso, ojala que algún día un autor los pueda emplear como corresponde.
Gracias Sith!
Desde luego, si hay alguien q demostró q no hay personaje malo es Ostrander
Gracias a ti, y es como dices.
Ojala ECC en algún momento se decida a publicar todas estas obras.
Muy divertido, gracias!
Espectro probablemente es LA obra de Ostrander. Que ECC no la tenga en catalogo ni se lo plantee, como el Starman de Robinson, por ejemplo, es algo muy elocuente.
Gardner Fox! Deberia haber una estatua suya en las oficinas de DC. Pero ahora alli ya no tienen ni cómics. Por lo menos aqui tenemos el coleccionable ECC de Gardner Fox.
…ah, perdon, que eso es en Tierra-Dos. Que despiste!
De nada, Drury.
Me uno a la petición de Starman y el coleccionable de Gardner Fox ;D
La pérdida de Planeta de los derechos de DC es una de las mayores tragedias de la historia de la edición de tebeos en España,al menos para el lector de DC.
Gran trabajo en ambas partes. He leído de Ostrander lo poco publicado por ZInco ya que lo de Ecc por estos lares argentinos apenas llega. Me apunto para leer el Marthian Manhunter, en inglés, que ya lo conseguí, a ver si consigo The Spectre, que ya lo tenía en la mira desde su nota por el aniversario,
Gracias gusgus, perdona que no había visto tu comentario hasta ahora. Sé que está disponible del Spectre una compilación de DC USA, pero nada de Hawkworld o Firestorm 🙁
Hace unas semanas releí la etapa de Ostrander y Mandrake en Detective Marciano, y la verdad es que ha sido una gozada. Ostrander construye toda una mitología para el personaje, da desarrollo a la sociedad marciana, a su pasado, a sus ritos y costumbres y al mismo tiempo se las arregla para conectar al personaje con el resto del Universo DC y ofrecer espectáculo con sagas superheroicas de calado,y por si todo eso fuera poco Mandrake también está soberbio.
Seriaza.