Edición original: Event Comics – agosto 1998
Edición España: Planeta DeAgostini Comics – 2000
Guión: Brian Agustyn
Dibujo: Rick Leonardi
Entintado: Jimmy Palmiotti
Color: Elizabeth Lewis
Portada: Joe Quesada, Jimmy Palmiotti
Precio: 250 pesetas / 1,50 euros
En estos días en los que han visto la luz las primeras imágenes alusivas a la nueva franquicia cinematográfica protagonizada por Hellboy, se me ha ocurrido echar la vista atrás a unos años en los que las iniciativas que se salían de las grandes compañías nacían, crecían y morían a gran velocidad. Los noventa del siglo pasado constituyen una década en la que la crisis que se apoderó del sector vio surgir una avalancha de propuestas en las que, siguiendo el ejemplo «imaginero» autores de todo pelaje intentaron salirse de las condiciones impuestas por las editoriales importantes, publicando tebeos bajo un sello propio y manteniendo la propiedad de sus creaciones.
El tebeo del que quiero hablar en el día de hoy, combina dos ejemplos de creación independiente, que han corrido suerte dispar. Por un lado, tenemos a Hellboy, el personaje creado por Mike Mignola, y que no necesita presentación -pudiendo encontrarse mucha información aquí-. Por otro, tenemos a Painkiller Jane -más datos, aquí-, la justiciera que Jimmy Palmiotti y Joe Quesada crearan para Event Comics, la empresa que, durante cinco años, daría espacio y trabajo a personas como Amanda Conner, John Cebollero o Dave Ross. Hace veinte años, los dos personajes tendrían una aventura en común que, por su extensión y equipo creativo, bien podría considerarse más como curiosa anécdota que como tebeo realmente memorable.
Si se deja a un lado la popularidad y la permanencia en el mercado -lo que no es, desde luego poca cosa- veremos que ambos personajes han corrido vidas paralelas. Ambos son supervivientes de una época prolija en creaciones de todo pelaje, suerte y condición. Ambos han dado el salto a otros sectores del entretenimiento, aunque no es lo mismo tener dos películas de presupuesto notable que un telefilme y una serie de televisión de la factoría Syfy Ambos tienen películas en el alero, aunque la de Hellboy está mucho más avanzada que la de Painkiller Jane. Vidas paralelas, suerte dispar, que se reflejará en la historia de su encuentro.
La historia que reúne a Hellboy con Jane Vasko comienza cuando una urna proveniente de una cultura amerindia es desenterrada durante unas labores de edificación. El artefacto es llevado a un museo y, contra las advertencias de uno de los presentes, abierta. Esta apertura libera a una entidad de corte malévola, que amenaza con convertir la ciudad en una foresta e imponer sobre ella su dominio. La antigua policía y el investigador de fenómenos paranormales habrán de unir fuerzas para revertir el proceso y encerrar nuevamente a su sobrenatural enemigo.
Como ven, la historia no es lo que se dice un dechado de originalidad y usa una de los dos premisas habituales en este tipo de productos: la unión frente a un oponente común, en este caso, sin reparto de galletas previo. La presencia de Hellboy trae consigo los inevitables tintes «lovecraftianos» que son intrínsecos al personaje y su mundo, en tanto que Painkiller Jane pone su músculo, su valor y su resistencia a morir, para conformar un equipo en el que se destila una buena química entre sus integrantes. Poco más se puede decir y hacer, cuando lo que tienes entre manos es un tebeo de veinticuatro páginas, lo que equivale prácticamente a una grapa mensual.
Más allá de la portada y de las tintas, ninguno de los padres fundadores de los personajes concurre a la aventura, dejando el encargo en manos de un equipo creativo compuesto por personas que, sin ser artistas de particular relumbrón, sí eran autores sobradamente competentes, que desempeñaron su labor con el oficio que les caracterizaba. En la parte literaria tenemos a Brian Augustyn, al que se debe -precisamente junto a Mignola- esa gran historia alternativa que es Batman: Luz de gas. En la parte gráfica está uno de mis dibujantes preferidos, Rick Leonardi, que esparció su arte como dibujante de apoyo en La Patrulla-X o Los Nuevos Mutantes, teniendo en los primeros dos años de vida de Spider-Man 2099 su trabajo más extenso. Por su parte, las labores de pincel corren a cargo de Jimmy Palmiotti, co-fundador de Event Comics y co-creador de Painkiller Jane, cuyas tintas se adaptan bien a los lápices de Leonardi. Completa el equipo la colorista Elizabeth Lewis, que redondea la parte gráfica, dando como resultado un tebeo sólido, disfrutable y olvidable.
Este cruce es un buen ejemplo de una estrategia comercial que, en aquellos días, abundó profusamente y se cerraría -al menos, en esa etapa- con el encuentro entre los Vengadores y la Liga de la Justicia. La posibilidad de arrejuntar a dos o más personajes y aprovechar la popularidad ajena para beneficiar la propia, era una opción que, en aquellos días inciertos, se había convertido en viable. La unión que traía la fuerza, también podía suponer la supervivencia y los adversarios de siempre se convertían en circunstanciales aliados, ante la presencia -más o menos pujante- de nuevos contendientes en la liza comercial. En el caso de Event Comics, Painkiller Jane sería su propiedad más rentable, protagonizando varios cruces, de los cuales este es el que, en mi opinión, merece más la pena.