Y el tiempo avanza para todos. Y cuando llegas a la conclusión de las tramas de una serie, uno no puede evitar preguntarse preguntarte una serie de cosas al respecto. Paletos Cabrones ha tenido un gran éxito crítico, ¿Por qué no exprimir el mundo? ¿Estamos realmente ante el cierre de la serie? ¿Ha merecido la pena el recorrido para llegar a este punto?
Jason Aaron nos conduce al clímax de su trama. Se trata de uno absolutamente satisfactorio, aunque, tal vez, algo falto de sorpresas. El guionista opta por la opción más lógica y antepone la verosimilitud a lo artificioso o al cliffhanger.
Estructuralmente, se trata de un arco argumental que supone el punto álgido de las tramas horizontales. Pero que está dividido de forma clarísima en dos tramos: en el primero, tenemos una guerra entre dos equipos (de menor interés en el marco general, pero que aporta cierta información de cómo funciona la trastienda y los “despachos” en el ámbito deportivo) y la ansiada venganza de Roberta Tubb. Eso hace que sea un poco disperso narrativamente. Pero esa falta de concreción no resta efectividad no desmerece la narración. A pesar de todo, deja a uno la sensación de que han quedado cosas por contar.
Esta es una historia construida con paciencia durante los 20 números que (por el momento) integran la serie. Esta historia se ha desarrollado con un tempo inusitado. Me atrevería a decir que el éxito del que ha gozado es un caso muy particular y poco extrapolable.
Aaron demuestra ser un gran narrador, una vez más, puesto que es imposible encontrar fisuras en esta trama que nos ha traído. Pero, realmente, creo que no es lo verdaderamente importante cuando hablamos de Paletos Cabrones. Y es que la serie pretende ser el espejo de la white trash sureña, con todos los “valores” (y la falta de ellos) que representan y que tan integrados tienen en su idiosincrasia.
Lo más obvio hubiese sido optar por lo caricaturesco, o por la sátira de brocha gorda. Pero el guionista opta por hacer un retrato tridimensional muy humano y, hasta cierto punto, universal. Toma varios puntos de vista y es significativo como le da la misma importancia al protagonista que al antagonista, sin olvidar a una serie de secundarios que también han sido protagonistas en sus respectivos números. Este es un ejemplo de cómo se debe construir un microcosmos con personajes muy humanos, y con una serie de capas de complejidad. Huye de los clichés y crea un mundo muy particular y, por tanto, memorable.
También se puede aplicar a los temas de esta obra. Cuestiones como el retorno al pueblo, como un pueblo deprimido y olvidado debe lanzarse a la criminalidad como única opción de supervivencia, la opresión que trae consigo, el deporte como fuerza necesaria de inclusión y que ese sea la causa de legitimización de toda la corrupción que lo rodea, la venganza, las consecuencias o la imposibilidad de huir del pasado son cuestiones complicadas de abordar y que todos hemos experimentado en menor o mayor medida.
Pero lo hace con el estilo sucio y descarnado al que nos tiene acostumbrados. Leer al Aaron deja en el lector una sensación similar a la que puede tener cuando participa en una pelea de bar. Es una violencia muy remarcada, pero nada hiperbólica o artificiosa. Es creíble.
El trazo de Latour encaja a la perfección. Es consciente y rigurosamente feísta. Es violento, expulsa al lector, exige un ejercicio de voluntad, como quien se adentra al sórdido y hostil condado en el que suceden las peripecias. Latour maneja perfectamente la narrativa y sabe seleccionar con mucho tino cual debe ser la viñeta empleada en cada momento para hacer impactantes cada una de las escenas. Rema en el mismo sentido una minuciosa selección del color que se mueve siempre en tonos tenues, oscuros y naturalistas. Salvo en los momentos de mayor tensión dramática o de acción física, en los que todo queda bañado por un rojo muy artificioso, pero que se ha convertido en una de las señas de identidad de tan rabiosa serie. Es un recurso sumamente efectivo y estimulante.
La edición que nos ha traído Planeta incluye la trágica explicación del factor principal por el que la serie ha sufrido una serie de retrasos editoriales: el fallecimiento del padre de Jason Latour. En una serie tan emocional para el equipo y el dibujante no se ha visto capaz de dibujar tras lo sucedido (teniendo en cuenta que la trama principal también parte con un padre que muere). También trae el magnífico panegírico realizado por el dibujante, junto con una serie de portadas, como la que les hermana con Pájaro Burlón se incluyen.
Paletos Cabrones me ha dejado un regusto a un pescado del Mississipi rociado con salsa picante. Un cierre espectacular a las tramas que también sirve como mero punto y aparte para que en un futuro (con suerte) se vuelva al condado de Craw. De un universo tan rico no se puede escapar. Ni el autor, ni el lector. Cuando el silbato del entrenador Boss suene, más te vale escucharle.
Guión - 8.5
Dibujo - 9
Interés - 8
8.5
Touchdown
Un cierre de tramas coherente, espectacular y potente a una serie que no se anda con paños calientes.
Una pedazo de obra. Esperemos que los asuntos personales de Latour se solucionen pronto y los dos Jason la retomen a su debido tiempo.
Gracias por la crítica Pedro.
En mi caso, este cuarto tomo me decepcionó bastante. El problema es que el final de este tomo pone las cartas sobre la mesa de lo que va realmente Southern Bastards. Esto no va de vencer a un mafioso de un pueblucho de mala muerte, sino de vencer al cáncer que consume el Sur. O al menos mostrarlo para que los lectores le reconozcamos. Y para ello Aaron comete una locura de guión imposible que rompe todo atisbo de “realismo” que la serie tenía hasta ese momento. Scalped rozó en varios momento la suspensión de credulidad con sus diferentes giros, pero siempre se movió en los terrenos de lo realista igual que series como The Shield o The Wire. Southern Bastards destroza esa barrera y se mete en terrenos imposibles e irreales, que van a provocar que aunque el tebeo pueda seguir estando muy bien, creo que no llegará a los niveles de Scalped. Y es una pena, porque Scalped es NOIR con mayúsculas, mientras que Southern Bastards ahora es solo un comic noir, no se si me explico.