Me es imposible volver a hablar de Pantera Negra como uno de mis Vengadores favoritos, sin sentir como si llevara repitiéndome desde tiempos de mis ancestros. Creación de Stan Lee y Jack Kirby para los Cuatro Fantásticos, el protector de Wakanda se valió de mi fascinación por el fantasma que camina de Lee Falk -culpa de los seriales de animación de la época-, no tardando en elevarse a lo más alto de mi top personal con aquella máscara de obsidiana eterna y su mirada acechante, así como con toda la mitología que había a sus espaldas. Fusión de tecnología futurista y cultura tribal, de dioses totémicos y el más sofisticado desarrollo de la civilización humana, el soberano de la nación jamás conquistada comenzó a ganarse mi lealtad con los padres de Marvel, terminando definitivamente de hacerlo cuando cayó en mis manos la etapa de Christopher Priest. Desde entonces, ni siquiera los desmadres de Reginald Hudlin o David Liss consiguieron minar un vínculo fortalecido por Jonathan Hickman, Jason Aaron y otros valedores de la grandeza del rey guardián de Wakanda. Con estos precedentes en mente, sobra decir que el nuevo volumen de Pantera Negra de Ta-Nehisi Coates, Brian Stelfreeze y Laura Martin era una de mis prioridades del All-New All-Different Marvel desde el momento en el que fue anunciado.
Proveniente del mundo de la prensa escrita, el curriculum del redactor experto en política social de The Atlantic Ta-Nehisi Coates lo convertía en el candidato idóneo para encargarse de la serie por diversas razones. No solo se trataba de un versado escritor que buscaba poner a prueba sus habilidades en diferentes medios a los que estaba acostumbrado, sino que el autor de Entre el Mundo y Yo: Notas de los primeros 150 años en América contaba con un vasto conocimiento en historia negra y cuestiones políticas. Algo muy importante a la hora de abordar un personaje como T’Challa, quien no solo tiene un importante valor simbólico como primer superhéroe de color, sino que también ha sido descrito en multitud de ocasiones como un rey antes que un enmascarado más.
Pero además se daba la casaulidad de Coates era fan de Marvel, y que durante su juventud había devorado obras como Pantera Negra de Christopher Priest. Una ventaja importantísima a la hora de entender al personaje, y que solo con abrir el cómic ya se hace patente. Lejos de otros guionistas estrella que llegan de otros medios con la intención de revolucionarlo todo, el primer rasgo por el que llama la atención Pantera Negra de Ta-Nehisi Coates es por ser sumamente continuista. Continuista con respecto a la situación en la que lo había dejado Jonathan Hickman tras la Secret Wars, pero sobre todo sumamente continuista al espíritu y la mitología que durante décadas habían desarrollado Lee, Kirby, McGregor, Priest, Hudlin y compañía.
Esto no significa que haya que tener un master en Pantera Negra para poder abordar este primer número de su etapa. El escritor conoce su oficio, y sabe resumir toda la información necesaria de forma fácil y accesible, sin perjudicar con ello la fluidez narrativa. Introduciéndonos en una Wakanda en conflicto a raíz del descontento generalizado derivado de las últimas crisis que han azotado a la nación, Coates crea un relato arquetípico en el que T’Challa debe mantener la estabilidad del trono, mientras diferentes focos de revolución surgen a lo largo de todo el país.
Sobra decir que se trata de una historia con fuerte carga política, en la que el guionista elude los maniqueísmos necesarios del pasado para hacer que nosotros -tanto como el propio protagonista- nos cuestionemos el rol de Pantera como sobertano absolutista de Wakanda. Cabeza del estado, de su religión, su ejército y del poder jurídico, es imposible adentrarse en estas páginas sin llegar a ver a linaje de Pantera Negra como si fueran los villanos de la historia. No unos villanos por voluntad propia ni de risa maquiavélica, sino unos que deben asumir su condición a la fuerza como defensa de todo lo que representan.
En otras palabras, T’Challa ejerce como antagonista frente a una revolución que aspira a crear una nueva Wakanda, no por ninguna motivación malvada, sino por mantenerse fiel a los mismos principios que deha defendido durante toda su vida. Hablamos por tanto de una historia repleta de grises en la que no hay ningún Klaw, M’Baku o Killmonger al que adjudicar el rol de villano, presentándonos Wakanda desde una óptica plural, divididida a lo largo de diferentes frentes. Así tenemos a Pantera Negra como rey a la fuerza, asumiendo dicho rol más por deber que entusiasmo, tras la muerte de su hermana Shuri a manos de la Orden Negra. A su lado, su madrasta Ramonda asume el rol de consejera y delegada real como el que antaño tuviera su tío S’yan -muerto durante la Guerra contra Muerte-, a la vez que las Dora Milaje crecen en protagonismo y se nos introduce a Zenzi, la misteriosa revolucionaria que está avivando el odio contra el trono Wakandas.
Si dejamos de lado a los figurantes que aparecen en forma de soldados o ciudadanos de a pie, se trata de un cómic con una eminente protagonismo femenino, en el que el soberano es prácticamente el único hombre con prominencia destacada. Esto otorga cierta aura de estructura de manada de leones al gobierno de Wakanda, donde hasta tenemos un Scar, que de momento se mantiene en la sombra desde una de las regiones que más problemas ha traído a T’Challa a lo largo de su reinado. Este aspecto tribal y primitivo -practicamente arraigado a un pasado prehistórico tan remoto como el culto al Dios Pantera-, crea un fuerte contraste frente a la majestuosidad con la que el Brian Stelfreeze representa la Ciudad Dorada como joya de la civilización.
Como aliado perfecto de Coates, el veterano dibujante potencia la identidad única de Wakanda como utopía africana a una dimensión que hasta ahora no se había visto, entre lo descomunal de su arquitectura y esa mezcla entre el pasado ligado a la tierra y la modernidad de ciencia ficción. Diseños como los de la Ciudad de los Muertos emergiendo de las aguas limítrofes a la ciudad -como unas fauces de marfil dispuestas a engullir todo lo que se le aproxime- son tan impresionantes, que casi invitan a orar a Bast para que los usen en la película de Ryan Coogler.
Sin embargo, aunque el trabajo de Stelfreeze es sublime y le otorga a la serie la personalidad gráfica perfecta, sería un error no hablar de la aportación de la colorista Laura Martin, quien con una paleta en la que destacan los colores telúricos, el negro y los azules acuosos, llena de fuerza y vitalidad cada una de las páginas del cómic. En términos de plasmación en viñetas, lo único que se puede achacar a este deleite para los ojos que nos ofrecen Stelfreeze y Martin por cortesía de Coates, es lo brusco que puede resultar en ocasiones el primero en las secuencias de acción.
Si a ello sumamos la densidad de temas con los que juega el guionista de Pantera Negra, se trata de un cómic que conviene degustar sin prisas, leyéndolo más como un libro que deslizándose por las viñetas como quien se desliza por una película en forma de viñetas. Disputándole al Capitán América de Nick Spencer el título a la serie de superhéroes con más carga política de la actualidad, la narración de Pantera Negra de Ta-Nehisi Coates puede recordar en gran medida a la de Ed Brubaker, cuidando con un primoroso tacto el desarrollo de cada uno de los pilares sobre los que se apoya su historia.
Desde esa atalaya, el escritor crea un cerco de temas que van desde la validez de la monarquía como sistema de gobierno en pleno siglo XXI, su responsabilidad con respecto al pueblo, la rebelión como instrumento de cambio, los fines ocultos que pueden esconderse detrás de la misma, la esclavitud del deber y ese fantasma de muerte que parece acechar a todo. La revolución que se nos presenta es una revolución a nivel conceptual, a nivel de estado, a nivel social, a nivel de género e incluso a nivel sexual. Una revolución entre la Wakanda del pasado y la que lucha por nacer, donde las Dora Milaje recuperan su condición como -más allá de meras gualdaespaldas- verdadero cemento de la nación, frente a un T’Challa agotado tras interminables conflictos en forma de Morlun, el Doctor Muerte, los Cinco del Fénix, Namor o Thanos y su Orden Negra.
Coates tiene muy en cuenta todo ese bagaje -siendo la desactivación de los fondos de vibranium lo único que parece haber ignorado-, presentándonos a un Pantera Negra consciente de ser el último vestigio de un linaje que se extingue, pero también de que la única alternativa a su reinado es el turbulento caos y la violencia que todo levantamiento armado conlleva.
En otras palabras, estamos ante un arranque sumamente prometedor, imprescindible para cualquier lector que tenga un mínimo de aprecio al personaje, y que tiene todas las bases para tomar el testigo a Priest como la gran etapa icónica del Rey de Wakanda en el siglo actual. Realizada con sumo cariño por su protagonista y con un pasmoso despliegue de talento por parte de sus responsables, Pantera Negra de Ta-Nehisi Coates, Brian Stelfreeze y Laura Martin es todo lo que uno quiere encontrar en un buen cómic de Black Panther, así como una de las delicatessens más sólidas y poderosamente estimulantes que nos ha ofrecido la iniciativa All-New All-Different Marvel.
Lo que viene
La proximidad de la edición de Panini Comics con respecto a la original hace que únicamente haya tres números más publicados por Marvel Comics. De los mismos, se puede decir que la colección continúa una progresión ascendente, sin altisonancias, desarrollando cada una de las piezas dispuestas sobre el tablero mientras nuevos jugadores entran en escena. A grandes rasgos, es fácil entender porqué los responsables de la adaptación cinematográfica están tomando Pantera Negra de Ta-Nehisi Coates como uno de sus principales referentes, ya que el elenco protagonista ya deja intuir la itención de discurrir por un rumbo muy similar.
Lógico, si tenemos en cuenta que lo que está planteando el escritor con esta saga a largo plazo no deja de ser una vuelta de tuerca al relato de origen del personaje, actualizado con la adición de elementos de las etapas de McGregor, Priest y Hickman. Al igual que su padre hiciera en su momento, T’Challa se ha visto envuelto en conflicto de difícil solución en el que -como ocurriera en su día y como por desgracia ocurre en cada guerra que tenga lugar en una nación con recursos naturales- hay intereses internacionales en juego.
En su día, todo lo que tuvo que hacer frente T’Chaka es a un mercenario belga acompañado por un grupo de insurgentes con fusiles, lanzas y escudos de mimbre. Cincuenta años más tarde, tanto el escenario como el protagonista son muy diferentes, y T’Challa hace frente a una revolución con matices mucho más complejos, en los que el Pantera Negra cuenta con muchos más aliados y rivales, en un relato en el que la línea entre quien representa al bien y quien al mal es mucho más difusa.
Enlaces de interés
Entrevista de Ta-Nehisi Coates sobre Pantera Negra como The Black Experience para
Ta-Nehisi Coates sobre
Una mirada al
VALORACIÓN GLOBAL
Guión - 8.5
Dibujo - 8.5
Color - 8.5
Interés - 8.5
Pantera Negra - 9.5
8.7
Inicio sólido como el vibranium para una prometedora etapa que congrega las virtudes de las mejores etapas del personaje, en la forma de un apasionante blockbuster de política ficción. Escrita con gran manejo de la prosa y con un apabullante poderío gráfico, sumamente recomendable para asiduos del personaje y recién llegados que quieran descubrir su mitología
Como fan del personaje y con todo el material que publico Fórum de McGregor me alegro, también adquiri la incompleta etapa de Priest, la cual estaba muy bien también. Se nota que tanto el guionista como el dibujante se lo han currado mucho; y como buenos escritores de ciencia ficción son unos antropólogos natos y saben desarrollar como seria una sociedad como la de Wakanda y como esta se integraría en el mundo. Muy pocos guionistas de comics se molestan en «calentarse» tanto la cabeza para dar un aire mas espectacular y detallista a una serie. Menos mal, porque con la basura que saca ahora Marvel nos sacan un producto con calidad y que no insulta a la inteligencia. Esperemos que dure la cosa y lo apoyen las ventas
Esta serie es altamente recomendable, pero en secreto estoy esperando a que salga la peli de Pantera Negra y arrase, para que Panini se anime a editar los números que faltan de Priest, porque en aquel momento me molestó mucho que se cancelara la serie (eso sí, las ventas eran más bien escasas) ya que era una gran serie, con ideas geniales y un guión muy original, con Pantera Negra descubriéndose como un infiltrado en los Vengadores para saber sus intenciones reales para con Wakanda, una idea que en mi opinión no se exploró demasiado bien, ya que la serie tenia un perfil medio-bajo en ventas.
Espero que esta nueva serie (continuista de la etapa de Priest con sus Dora Milaje incluidas) tenga el éxito que el rey de Wakanda merece.
El primer número me ha sabido a poco, pero supongo que cuando la serie haya avanzado la re-lectura de la serie se prevé gloriosa, esperemos que el nivel de calidad se mantenga y se den todos los factores para una serie longeva y exitosa con estos dos autores.
Me encanta Pantera, la etapa y su relevancia actual en Marvel (aunque temo que saturan el personaje con tanto protagonismo de golpe).
Errata: «devorado» por «deborado»
Actualizado, Duma. Muchas gracias que en muchas ocasiones se escapa alguna que otra errata de estas 🙂
Excelente dibujo del genial Steelfreeze, secundado de forma fenomenal por Chris Sprouse.
Sobre la historia, me parece super interesante y de alabar el gran esfuerzo que realiza Coates para dotar a la serie de una personalidad propia, y aprovecharla para realizar un análisis ideológico-filosófico-político de lo que significaría liderar en solitario una nación, aportando gamas de grises a los consabidos extremos de blancos y negros.
Pero lástima que para mí el resultado sea un tanto fallido, ya que por una parte, la parte política lastra tremendamente el ritmo del storytelling, haciéndose al principio muy interesante, pero finalmente repetitiva y tediosa, y por otra, me parece que el autor se olvida de que al fin y al cabo, Pantera Negra no es un líder elegido democráticamente, y por tanto no es más que un déspota-dictador, y por tanto, por muy buenas intenciones que tenga para su patria, cualquier análisis político sobre sus decisiones no puede ser realista ni ir a ningún lado, ya que al final, lo que quiere el personaje es IMPONER su visión (por mucho que esta vaya cambiando a lo largo de la serie y en teoría adecuándose a lo que el país realmente necesita) de lo que debería ser el país. Por lo que recuerdo de cuando la leí, al final deja las decisiones sobre el mismo en una especie de Consejo de sabios, los cuales al fin y al cabo, tampoco han sido elegidos democráticamene, y él se reserva derecho de veto, con lo cual, sigue tratándose de un gobierno despótico. Aunque bienintencionado, eso sí.
Supongo que al autor, nacido en Baltimore, Estados Unidos, esto de las monarquías, le debe parecer un concepto romántico, al modo de como suelen describir a los reyes los autores de manga, como afables y justos gobernantes que sólo se guían por el interés de su país, pero la verdad es que esperaba un análisis un poco más serio y realista de todo un premio Pulitzer.