Edición original: Outcast Vol. 1 A Darkness Surrounds Him Nº 1-6 USA (Image Comics, 2014). Edición nacional/ España: Planeta Cómic (2015). Guion: Robert Kirkman. Dibujo: Paul Azaceta. Entintado: Paul Azaceta. Color: Elizabeth Breitweiser. Formato: Tomo rústica de 160 páginas. Precio: 15,95€.
«La gente cree que Dios se preocupa por todos los detalles… […] Tan solo quiere que seamos buenos y que seamos buenos con nuestro prójimo. Así que… masturbaos todo lo que queráis».
«O Sacerdos Christi, tu scis me esse diabolum. Cur me derogas?.» Esto preguntaba en un perfecto latín Roland Doe, seudónimo de un niño estadounidense de la década de los años cuarenta del siglo pasado afectado por una supuesta posesión demoníaca, a uno de los sacerdotes de la Iglesia Católica que durante varios días y noches consecutivas intentaron realizarle un exorcismo. La realidad supera a la ficción se suele decir pero, en este caso, esta historia anónima, y a grandes rasgos desconocida, sirvió para dar vida a una de las pesadillas más populares y conocidas del cine de terror clásico cuando en 1973 se estrenó la terrorífica El Exorcista del director William Friedkin. El filme protagonizado por Ellen Burstyn, Linda Blair, Max von Sydow y Jason Miller se basaba a su vez en la novela homónima del escritor William Peter Blatty publicada un par de años antes e inspirada en el mencionado caso de Roland Doe del cual había oído hablar el autor en su estancia en la jesuita Universidad de Georgetown. La producción conmocionó al público y la crítica del momento, convirtiéndola instantáneamente en un referente insalvable, y derivando más tarde en un subgénero muy explotado en la gran pantalla y apoyado sobre las señas de identidad de El Exorcista.
La larga lista de crujidos y susurros espectrales, los vómitos y contorsiones físicas imposibles, los pacientes que balbucean en lenguas muertas, las lecturas compulsivas de la Biblia y el poder de Cristo capaz de obligar a Satán y sus sobrenaturales acólitos a abandonar el cuerpo de sus víctimas. Todo ello son clichés y tópicos de los que el cine de terror se ha apropiado para sus producciones durante décadas. Pero, por más que lo han intentado en Hollywood, ninguna de sus películas ha logrado reproducir la visceral experiencia original servida en bandeja de plata por William Friedkin. Lo más que han conseguido ha sido contarnos con cierto oficio relatos presuntamente basados en hecho reales y promocionar, o todo lo contrario, aprovechar para echar piedras al tejado de la religión y de la Iglesia Católica. Pero, mientras esto sucedía, nadie miraba a los cómics, un medio que siempre ha sentido interés por el género de terror y lo ha explotado mientras la censura así se lo ha permitido. En tiempos presentes basta mencionar un nombre para entender la relevancia de la viñeta en la revolución de algunos de los cánones preestablecidos de este tipo de historias. Estamos hablando de Robert Kirkman, el creador de The Walking Dead, ese terrorífico fenómeno que ha roto todas las barreras de la viñeta.
Es una meta que su autor ha logrado tomando las antiguas pautas y reglas del género para vestirlas con una narrativa más madura y vislumbrar en ella una lectura punzante y áspera, más social y humana, menos política que en el caso de las producciones de serie B herederas de George A. Romero, y por tanto más acorde con nuestros oscuros tiempos. La filiación de Robert Kirkman con el terror se encuentra en otros trabajos suyos más ligeros y paródicos como Marvel Zombies, Battle Pope o El Asombroso Hombre-Lobo, y se intuye en el aroma metálico desprendido por los litros de sangre vertidos en sus cabeceras superheroicas en la línea de Invencible, Brit y el Haunt de Todd McFarlane. No parece pues casualidad que después de fundar en 2010 Skybound Entertainment, su propio sello dentro de Image Comics, en el que se reúnen sus principales obras y lleva a cabo el mecenazgo de jóvenes artistas, el primer título que se animase a editar fuese el Witch Doctor de Brandon Seifert y Lukas Ketner. Esta reinvención del género de terror, con una estética y unos relatos orgánicos e imaginativos como pocos hemos podido catar y leer en los últimos años, puede haber servido de inspiración a nuestro guionista estrella para desarrollar junto al dibujante Paul Azaceta su última y más terrible pesadilla: Outcast.
Esta obra, cuyos primeros números acaba de publicar Planeta Cómic en España bajo la traducción de Paria, sirve para contrastar varios temas pero a priori y tirando de trazo grueso podemos hacer un par de valoraciones previas: 1)Robert Kirkman está demostrando ser bastante más que el simple escritor de The Walking Dead y todavía parece tener mucho que aportar al cómic; y 2)Outcast es uno de sos títulos que viene a corroborar que la viñeta es un medio cuya suma de características y aspiraciones ofrece más posibilidades de plantear vueltas de tuerca originales y estimulantes sobre cualquier género. En esta historia el creador Robert Kirkman deja a un lado los cadáveres putrefactos, pero no los cadáveres en sí mismos, ni su buena mano con el retrato psicológico de personajes, para adentrarse con decisión en el campo de terror sobrenatural y las controvertidas posesiones demoníacas. La premisa del cómic sigue la tragedia de Kyle Barnes, un hombre atormentado por sus recuerdos y por los demonios que le han perseguido desde pequeño malogrando su vida. Después del fracaso de su matrimonio Kyle regresa a su localidad natal y recupera el contacto con el reverendo Anderson, junto al que será testigo de inquietantes y perturbadoras manifestaciones sobrenaturales que parecen tener relación con su persona.
El miedo para Robert Kirkman, como expresa vehementemente en The Walking Dead, y como analiza de forma más retorcida en la presente Outcast, tiene su motor principal en lo humano que siempre acaba por eclipsar el elemento fantástico de sus historias. La crudeza de lo mundano y la claustrofobia hacía lo real, los secretos aliados con la sombra, la mentira y el crimen, como comenta Javier Agrafojo en su artículo para la edición española de la obra, se pueden casi acariciar en cada una de las viñetas de este cómic. En su enrarecida atmósfera, retratada diabólicamente por el trazo de Paul Azaceta al apropiarse de las luces y las penumbras que arropan a unos personajes de carne y hueso, tan tangibles como lo puede ser nuestro vecino del piso de al lado, el dependiente del supermercado del barrio o los padres de nuestro mejor amigo. Es una de las virtudes del afamado narrador estadounidense, su capacidad para la caracterización del alma mediante los lugares comunes, los diálogos precisos y la inteligente psicología que desprenden sus giros de guion. Todo eso lo tenemos en Outcast ilustrado mediante un soberbio manejo de la intriga en un argumento que partiendo de lo clásico logra mirar más allá y nos introduce el miedo en el cuerpo como solo los telediarios y periódicos más sensacionalistas logran hacer hoy en día.
Pero lejos del morbo de estos Robert Kirkman y Paul Azaceta se muestran en su propuesta rigurosos, no encontraréis una estridencia en su manera de narrar, siempre cuidada y medida al detalle buscando un enfoque que se haga incómodamente íntimo en la mente y la imaginación del lector. En la mencionada The Walking Dead hemos conocido durante estos años «lo que pasa después de un apocalipsis zombie», en Outcast descubrimos como afecta a la vida de las personas normales el verse acosadas por demonios propios y ajenos. La linealidad de otros trabajos de su autor se rompe aquí para abrazar una estructura más ambiciosa en lo expositivo, con juegos de apareciencias, recursos metatextuales y flashbacks al servicio del mal encarnado que van desenrrollando a su ritmo la madeja del misterio por cuyos senderos nos guia el apropiado dibujo de Paul Azaceta. En alguna entrevista Robert Kirkman ha asegurado que por primera vez al ponerse a escribir tenía ya en mente el final de la historia y, según podemos intuir en estos primeros capítulos, podría estar diciendo la verdad, pero nunca debemos confiar en un guionista de cómics pues tienen mucho en común con magos y prestigitadores. En cualquier caso, si sentis cierto placer en esas espeluznantes historias capaces de hacernos pasar pasar noches en vela, Outcast tiene muchas y serias papeletas para ser vuestra nueva pesadilla preferida.
Edición original: Outcast Vol. 1 A Darkness Surrounds Him Nº 1-6 USA (Image Comics, 2014). Edición nacional/ España: Planeta Cómic (2015). Guion: Robert Kirkman. Dibujo: Paul Azaceta. Entintado: Paul Azaceta. Color: Elizabeth Breitweiser. Formato: Tomo rústica de 160 páginas. Precio: 15,95€. "La gente cree que Dios se preocupa…
Paria (Outcast) Volumen 1: Una oscuridad lo rodea
Paria (Outcast) Volumen 1: Una oscuridad lo rodea
2015-04-24
Jordi T. Pardo
VALORACIÓN GLOBAL
Argumento y guion - 9
Apartado gráfico - 8
Interés - 8
83
8.3
El mejor cómic de terror de los últimos años en el que Robert Kirkman y Paul Azaceta nos ofrecen una pesadilla muy cuidada y medida donde la intriga se rasga con la caricia de un alfiler. La historia está llena de personajes de carne y hueso y momentos terroríficos capaces alojarse en tu cabeza y germinar en una adicción sobrenatural. Para los aficionados al género de terror Outcast es todo un macabro e interesante regalo.
Demasiada lenta. Seis números que realmente se podrían haber contado en tres. La trama no avanza y es reiterativa. No encuentro nada notable en el guión. Si no fuera porque el dibujante narra bien y el colorista hace espléndido trabajo, la obra sería tan mediocre como las de Steve Niles.
Yo creo que hay que desterrar un poco el mito de «se podría haber contado en menos números». Estamos demasiado acostumbrados al ritmo de los cómics de superhéroes clásicos en los que podían pasar mil cosas en un mismo número y, aunque es algo que en ocasiones yo mismo echo de menos, y aunque si hay cómics que abusan del decompressive, no creo que sea algo que se pueda aplicar a todo tipo de cómics, historias y géneros. El ritmo de Outcast me parece perfecto para lo que intenta contar y lo importante es que lo que cuenta retiene la atención y lo hace con oficio con un gran tacto para acercarse a sus personajes, con buenas caracterizaciones y diálogos y con muchas escenas muy bien retratadas.
Demasiada lenta. Seis números que realmente se podrían haber contado en tres. La trama no avanza y es reiterativa. No encuentro nada notable en el guión. Si no fuera porque el dibujante narra bien y el colorista hace espléndido trabajo, la obra sería tan mediocre como las de Steve Niles.
Pues a mi me ha gustado mucho. Precisamente que tenga un ritmo narrativo propio para mi es un hecho positivo en lugar que negativo.
El dibujo, brutal!
Yo creo que hay que desterrar un poco el mito de «se podría haber contado en menos números». Estamos demasiado acostumbrados al ritmo de los cómics de superhéroes clásicos en los que podían pasar mil cosas en un mismo número y, aunque es algo que en ocasiones yo mismo echo de menos, y aunque si hay cómics que abusan del decompressive, no creo que sea algo que se pueda aplicar a todo tipo de cómics, historias y géneros. El ritmo de Outcast me parece perfecto para lo que intenta contar y lo importante es que lo que cuenta retiene la atención y lo hace con oficio con un gran tacto para acercarse a sus personajes, con buenas caracterizaciones y diálogos y con muchas escenas muy bien retratadas.