Parker 4: Matadero

 

Edición original: Parker: Slayground, diciembre 2013, IDW Publishing.
Edición nacional / España: Parker 4: Matadero, septiembre 2014, Astiberri Ediciones. Colección Sillón Orejero.
Guión, dibujo, tinta y color: Darwyn Cooke.
Formato: 104 páginas a bitono editadas en cartoné.
Precio: 16 €.

 

No hay duda. La ristra de halagos a la obra de Darwyn Cooke está justificada del todo. Pocos autores norteamericanos actuales están a su altura. Es como si quien nos ocupa, Paul Pope, Brandon Graham o Farel Dalrymple ocuparan una especie de Olimpo egoísta de autores superdotados. Egoísta porque el talento que atesoran estos individuos es apabullante. Y lo mejor, dicho talento viene acompañado de personalidad. Cada uno es hijo de sus propios padres y parecen habitar universos únicos en su particularidad.

Pero hablemos de Cooke. Como imagino que sabrás, tras una más que evidente carrera previa en el mundo de la animación bajo la batuta de Bruce Timm en las series de Batman, Superman y Batman Beyond, la carrera del neoyorquino despuntó en DC Comics con Batman: Ego y sus páginas para la Catwoman de Brubaker. Pero la joya que le coronó vino con el nombre de The New Frontier, magnífica obra que certificó sus capacidades al tiempo que constató su querencia por épocas pasadas, concretamente por los años cincuenta y sesenta y la silver age, que incluso conoció una adaptación cinematográfica animada. The New Frontier demostró su capacidad para fabular con mitos creados por otros y presentó su habilidad para conjugar política y aventura, cierto tono nostálgico pop, aire retro y un toque noir. De este modo, no resultó extraño conocer la noticia de que el canadiense quería dar un volantazo a su carrera con la adaptación en viñetas de la serie de novelas del personaje Parker escritas por Donald E. Westlake bajo su seudónimo Richard Stark. El material de partida, en principio a años luz de su periplo super-heroico, una vez analizado provoca el pensamiento de que el mismo Parker podría deambular por los bajos fondos de universos como el sugerido por New Frontier. ¿Significa esto que Cooke ha infantilizado la fuente? La respuesta es que no. A primera vista, su trazo cartoonesco puede haberlo vuelto algo más naif, pero lo sugerente del personaje ha sido trasladado de manera fiel a la página. En el cine, John Boorman con Lee Marvin (A Quemarropa, 1967) o Brian Helgeland con Mel Gibson (Payback, 1999) retrataron antes a Parker. Incluso Jason Statham se ha atrevido a darle vida (Parker, 2013). Y desde luego, cada versión ha resultado sui generis. Como no podía ser de otra forma, la de Cooke también lo es.

Darwyn Cooke es un as del diseño. Su página se despliega pensada con la habilidad de un cirujano, con el criterio de un diseñador de corte moderno, con querencia por las líneas rectas, el art decó y el diseño industrial norteamericano de los años cincuenta. En cada pieza del decorado, en cada aplique y embellecedor, Cooke pone un empeño casi fetichista en recrear la época donde transcurren las desventuras de Parker. Ojear sus páginas es observar un mundo plausible, una idealización de la Norteamérica de los años cincuenta, con sus hombres trajeados y los grandes Chevrolets. Pero Cooke no es solo un esteta. Sus secuenciación en viñetas domina el tempo narrativo, logrando ansiarnos con sus escenas de acción, al tiempo que nos hace bailar con calma cuando la melodía disminuye su ritmo. Sus páginas parecen storyboards de una estilizada película de animación. Y ya pueda o no interesarte lo que cuenta -que lo logrará-, la calidad del arte te arrastrará hasta el último cuadro.

Desde un punto de vista narrativo, Cooke no se arredra en mostrar los tonos directamente negros de la moralidad de su personaje protagonista. Parker es un ladrón y un asesino tal y como lo muestra Westlake en sus novelas. Y tal como hizo al tiempo el mismo Jim Thompson, ambos logran que la perspectiva egoísta de su protagonista se convierta en la nuestra, por muy sádica o cruel que nos parezca. En este Matadero, Parker debe hacer frente a unos gangsters que le acorralan en un parque de atracciones cerrado en invierno, tras escapar con el botín de un robo. Como un depredador, Parker logra conocer el terreno de modo que los hombres que le persiguen irán cayendo uno a uno. La tensión de la caza, a pesar de lo trillado del tema, rezuma cada página, con el ritmo del mejor de los thrillers y un trazo que llevará a Cooke a los altares del noveno arte. Y si no, al tiempo.