Si
Maestro de la procrastinación, lo cual se refleja abundantemente dentro de su obra (muchas de sus tiras tratan de sus dificultades para ponerse a trabajar) y también fuera (dan fe las pocas páginas publicadas en casi 30 años de carrera), Matt ha encontrado un material infinito sobre el que fantasear: él mismo. No a la manera de
NOTA: Este NO es el mismo material que editó hace década y media La Factoría de Ideas en tres volúmenes, sino su primer libro, anterior a aquel. Joe Matt publicó todas sus primeras historias en diferentes revistas y luego las recopiló en un libro que tituló Peepshow y hasta la fecha seguía inédito en España.
Aunque Matt se confiesa repetidamente adicto a los tebeos, trabaja como colorista en las series de Batman, se reúne de vez en cuando con sus colegas Seth y Chester Brown y se encierra cada día en su cuarto a leer o a intentar animar su producción propia, Peepshow, al revés que otras obras suyas como Buen tiempo, Pobre Cabrón o Consumido, no se entretiene demasiado en referencias a sus gustos historietísticos, más allá de generalidades como su amor a Crumb o su desprecio por los superhéroes. Peepshow, además del ineludible Joe Matt caricaturizado, tiene una clara protagonista: su novia
La educación religiosa del autor, con una madre fanática católica, unido a una feroz misantropía, explican, según el propio Matt, sus complicaciones para relacionarse. Tampoco ayudan su narcismo y su proverbial tacañería, que incluso le llevan a escribir un manual del roñoso (pág.50). El personaje Joe Matt es un compendio de irritantes defectos que mueven a la hilaridad: tal vez las planchas más logradas del volumen se correspondan con la titánica lucha interna del protagonista con los siete pecados capitales representados como sonrientes chimpancés liderados por la lujuria, una de las pocas historietas suyas con «continuará». Matt, preocupado por la repetición de conceptos, se permite lúdicos juegos como sus historietas de «playtime», construidas como fantasías oníricas con resonancias de
Al ser una obra primeriza, desarrollada entre 1987 y 1991 para varias revistas, el dibujo resulta bisoño, funcional, propenso a la expresión exagerada. El propio artista repara en ello y se preocupa de ir progresando en detalles y sutilezas, incluso de comentárselo al lector. Técnicamente, el aspecto más llamativo es la predisposición a rellenar la hoja de viñetas minúsculas, con desafíos como el de la pág. 44 con 54 viñetas dispuestas en nueve filas y seis columnas (Aunque parezca mentira, no es el récord: en la pág.74 se contabilizan 57). En la serie predomina el fondo negro tanto dentro como fuera de los márgenes de la viñeta, con la intención evidente de cohesionar el aspecto de las tiras.
Para bien o para mal, Peepshow ejemplifica los tópicos del género conocido como «slice of life» hasta el punto de que podría tenerse al tiempo como cumbre o como parodia; tal vez, en el fondo, un poco de ambos. Matt seguiría en la misma línea autobiográfica, perfeccionando poco a poco un estilo que le arrimaría a otro nombre propio del underground actual: