El Vertigo más underground
«Yo escapé de la depresión durmiendo.»
Gilbert ”Beto” Hernandez es una parte indispensable del comic underground. Nacido en 1957 en Oxnard (California), es el mayor de los hermanos Hernandez. Una de las duplas de hermanos más famosas del comic. Ambos fundaron la revista Love & Rockets, leyenda total y absoluta del comic independiente americano.
En la revista L&R ambos realizan historias en solitario, con raras colaboraciones. Cada uno tiene su “serie” principal, además de pequeños complementos. Jaime tira millas con las aventuras de Hopey y Maggie, Beto con las de Luba y todo el universo que la rodea.
A pesar de ser norteamericano de nacimiento y no hablar español, las historias de Beto están enraizadas en una concepción latinoamericana del mundo. Los nombres de los personajes, su manera de entender el amor y la muerte, las relaciones personales, la mezcla entre magia y realidad, las tradiciones ancestrales, el catolicismo mezclado con cierto paganismo indígena, los pueblo y los lugares.
Beto sitúa las tramas en un ambiente imaginario, indeterminado de una Latinoamérica ideal. Ideal en el sentido que se basa en una idea abstracta, conceptual, no en que sea idílica. La mayoría de estos elementos han provocado que se vean conexiones entre su obra y la de Gabriel García Márquez, aunque Beto no conociera la del colombiano hasta que sus cómics ya llevaban años publicados.
Las aventuras de Luba y su familia se han visto reeditadas varias veces por La Cúpula y suelen corresponder a reediciones americanas. Sin embargo, según nos confesó el propio Beto en el último Cómic Barcelona, Love and Rockets no paga las facturas. Si bien, Jaime tiene sus trabajos como ilustrador (es un dibujante más dotado), Beto apuesta por explorar otros mundos editoriales. Lo que le ha llevado a DC en más de una ocasión como guionista o autor completo.
En DC, concretamente en la línea Vertigo, ha publicado Grip (ejem) o Yeah! (con Peter Bagge)… y también Pereza, el tomo que vamos a retro-reseñar. Pereza vio la luz en 2006, se trata de un número unitario tipo álbum de 192 páginas. Se trata de la primera novela gráfica de Beto Hernandez y la publicó DC bajo el sello Vertigo. La única vez que se ha publicado en España fue también en 2006 de la mano de Planeta.
El protagonista principal de Pereza es Miguel Sierra, un adolescente que se sumerge en un coma de un año para huir del aburrimiento adolescente, lo que le convierte en una leyenda del instituto. Miguel despierta “relajado”, tranquilo. Se dedica a reactivar sus relaciones personales, a saborear su regreso y a la “paladear” su desadaptación. Se ha perdido un año de la vida de su pueblo, de sus amigos y de su pareja. Su ritmo es más lento, vive como en una ensoñación e intenta reconstruir su manera de entender la vida, su sistema de valores y su “ubicación” en el mundo.
Pero este cómic es mucho más que estas cuatro líneas de la trama.
Esta novela gráfica contiene muchos de los elementos que han caracterizado la obra de Gilbert Hernandez. Personajes de origen latinoamericano, una historia coral, con personajes femeninos importantes y diferenciados, elementos que mezclan la magia y la fantasía con un costumbrismo de pequeños detalles. Los protagonistas van y vienen, roban el centro de la historia para explicar sus dudas, miedos y valores.
Tenemos todos estos “lugares comunes” con su obra más conocida pero aquí hay también personajes nuevos, una historia cerrada y menos preeminencia de las mujeres.
El hecho de que se trate de una historia cerrada contrasta fuertemente con Palomar, cuya estructura es de historia-rio. Con un tono parecido constreñir la trama con un inicio y un fin (y eso que aquí se nos da la cosa empezada ya) da una sensación rara, como si el lector se hubiera perdido algo. También se nota que, al tener menos tiempo para tratar a los personajes, estos tienen mucha menos elaboración que los de Luba y su mundo, donde Beto les dedica el tiempo que le da la gana. Esto es un contraste importante porque uno de los puntos fuertes de Gilbert Hernandez es la profundidad y evolución de sus personajes a lo largo de los años.
La obra, no en vano, es ambiciosa. Trata muchos temas y algunos muy oscuros. La gracilidad y belleza de los personajes, sus sonrisas y expresiones agradables contrasta fuertemente con la crudeza de lo que vemos en Pereza. Se habla de suicidio, salud mental, infidelidad, traición, egoísmo, conflictos familiares, angustia adolescente, odio, violencia y rock’n roll.
El aparente “buenrollismo” de Miguel no esconde sus tendencias autodestructivas y la anticlimática relación con Lita. Esta mezcla de luz y oscuridad, de sonrisas y conflictos humanos poco agradables puede incomodar al lector. Es una combinación agridulce y algo desasosegante.
No en vano, forma parte de la mayoría de la obra más personal del autor matar y humillar a sus personajes (sus creaciones) sin remordimiento. Como también forma parte de su esencia la mezcla de elementos mágicos fantasiosos. Aquí tenemos un abracadabrante limonar y la presencia de un hombre-cabra satánico.
Está dicho que la obra de los Hernandez no trata de nada, son historias sin una trama definida, que fluyen, sin objetivo ni fin, inasibles, tenues, donde se mezclan los temas, los hechos y los giros de guion a mero capricho del guionista. Un poco como la vida misma y como esta novela gráfica.
El dibujo es 100% el estilo más reconocible de Beto con un uso del blanco y negro absolutamente maravilloso, con el que expresa la ominosidad de la historia, el tenebrismo de la trama y que permite hacer reconocibles los personajes. Un blanco y negro que expresa una concepción del mundo contraria a lo que nos muestra Pereza, una realidad que mezcla magia y costumbrismo, llena de matices y contradicciones que mezclan perfectamente con la humanidad de los personajes.
Los iniciados en la obra de Beto admitirán que su punto fuerte a nivel gráfico es la representación de los personajes, sus rasgos, la expresividad y la variabilidad con un estilo aparentemente sintético.
Sin embargo, sus figuras sufren de cierta rigidez y los fondos son un aspecto que le generan al autor el titulo de esta obra. Estos aspectos quedan ocultos bajo la fuerza narrativa del guion. Hernandez mete todas sus fichas en el texto, más concretamente en los diálogos (se incluye el monólogo interior). Éstos son lo suficientemente detallados, expresivos y personales para que definan y hagan reconocibles a los personajes.
Beto es un autor muy literario, que define y se define por su prosa, cristalizada en las voces y diálogos. Pereza está llena de microhistorias explicadas en primera persona, relatos insertados en medio de la trama general que no cambian el sentir de la historia (o sí) y enriquecen la lectura.
En concusión, Pereza es una obra que contribuye a nutrir el enorme mosaico que es el universo de Gilbert Hernandez. Una obra para DC pero que está mucho más allá de un encargo que permite “pagar facturas”. Una obra que también demuestra la intención que tuvo la editorial (a través de Vertigo) de ofrecer todo tipo de cómics pero que precisamente por esa circunstancia no ha sido reeditado nunca en nuestro país. Si formara parte del catálogo de La Cúpula seguramente tendríamos varias ediciones.
Lo mejor
• Una obra de un gran autor que se prodiga poco.
Lo peor
• Lo descatalogada que está.