Siempre hay alguien que paga el pato. En esta vida todo cuesta algo y cualquier avance, éxito o progreso requiere sacrificios. Desafortunadamente, los que cargan con ese peso no están destinados a conocer gloria alguna. Son los hijos malditos de la historia, aquellos que se quedan atrás para que otros puedan avanzar. Cada época y cada sociedad cuenta con sus propios marginados, relegados al olvido sin tener mayor culpa que la de existir. Muchos intentan salir adelante, pero pocos lo consiguen. Hoy vamos a hablar de un puñado de estos hombres y mujeres que en el Japón de los años 70 intentaron cambiar su suerte, y a duras penas lo consiguieron. Hoy hablamos de
La editorial Gallo Nero se ha especializado durante los últimos años en el manga alternativo más clásico e imprescindible. Pese a ser joven y tener poca experiencia en el mercado del cómic japonés en nuestro país, Gallo Nero ha ido a por todas y ya ha publicado varias obra maestras del underground a través de autores como Yoshiharu Tsuge, Junichiro Tanizaki o Masahiko Matsumoto (quien, por cierto, compartía una estrecha amistad/rivalidad con el autor de la obra que hoy tenemos entre manos).
Si algo tienen en común los autores anteriormente citados, es el descontento con la sociedad que les tocó vivir. Como buenos artistas al margen de las tendencias comerciales, y por ende del gran éxito, sus obras hablan de soledad, fracaso y alienación. Sus plumillas navegan entre la tristeza y la nostalgia de la vida, aún a riesgo de naufragar. No son obras vitalistas, y esto puede asustar a más de uno, pero todas ellas ofrecen una lectura profundamente humana que se hace necesaria tanto en los años setenta como a día de hoy.
A finales de los años cincuenta, Tatsumi tuvo a bien acuñar el término gekiga (literalmente «imágenes dramáticas») para referirse a historietas de corte mucho más adulto a las empleadas en el manga de éxito, principalmente dirigido a niños. La corriente surgió de bibliotecas públicas y librerías de alquiler que fueron la cuna de muchos autores de corte alternativo. Algunos estudiosos y aficionados comparan esta circunstancia con la que protagonizó Will Eisner al referirse a sus propias obras como novelas gráficas en lugar de comic books o historietas.
La etapa más prolífica de Tatsumi podría considerarse entre los años sesenta y setenta, coincidiendo con su participación en la revista experimental
Siete de las nueve historias que recoge el tomo Pescadores de medianoche fueron seleccionadas entre las cien que creó el autor durante 1972 y 1973. En aquel entonces, tal y como explica el propio Tatsumi en el prólogo del volumen publicado por Gallo Nero, Japón estaba sumergido en un proceso de acelerado crecimiento económico que terminaría por convertir al país en una potencia mundial. El fuerte desarrollo industrial tuvo graves consecuencias como fueron, por una parte, la emisión y vertido de grandes cantidades de residuos contaminantes tanto a la atmósfera como a los ríos y el mar como, por otra, la aparición de marginados sociales que nunca se beneficiaron de ese desarrollo. El autor confiesa que siempre se sintió muy conmovido ante las lamentables circunstancias de la vida y el trabajo de esa gente; por ello, la atmósfera oscura de estas historias refleja bien sus sentimientos de entonces.
La primera historia aquí publicada, que además da nombre al tomo, da buena muestra del tono de las historias a las que se refiere Tatsumi en el prólogo. Narra las aventuras de dos jóvenes en la gran ciudad, a la que acudieron hace algunos años siguiendo cantos de sirena y aún no han sabido adaptarse. La desesperación, hasta el punto de hacer cualquier cosa por salir adelante, es el tema de la historia. En ciertos aspectos, como el dúo protagonista y sus circunstancias, recuerda a la película norteamericana
En
La tercera historia del recopilatorio,
Y seguimos con la cuarta historia presentada por Tatsumi,
La siguiente historia,
La penúltima historia de la colección, titulada
Y por último tenemos
Al terminar de leer este volumen de historias cortas de Yoshihiro Tatsumi uno siente que los años setenta no quedan tan lejos, por lo menos desde el punto de vista social. Aunque hayan pasado más de cuarenta años, muchos de los temas aquí planteados siguen vigentes a día de hoy y una comprende que la historia, con diferentes personajes, tiende a repetirse. Y no hablamos de la historia con mayúsculas, sino de la que puede vivir cualquier persona desde la intimidad de su vida. Ansiedad, incertidumbre por el futuro… emociones y sensaciones que uno puede sentir hacia los retos que plantea la vida moderna, fuertemente basada en el progreso social.
Venimos a este mundo a vivir, pero en ocasiones nos olvidamos de ello y nos rendimos ante una rutina que nos ahoga. Los personajes de estas historias son conscientes de esta situación y luchan por cambiarla, huyendo siempre hacia adelante, aunque eso implique correr toda la vida.
Guión - 8
Dibujo - 8
Interés - 8
8
Un amargo testimonio social del Japón de los años setenta. La otra cara del milagro económico japonés narrada por un autor underground irrepetible. Especialmente recomendado para aquellos que busquen introducirse en el gekiga o manga para adultos.