Un niño eterno atrapado entre dos mundos.
«Peter no es ni esto ni aquello, ni aquí ni allá. Es un entre-dos. No es un pájaro ni es un niño, pero vuela como un pájaro y se comporta como un niño.»
Aunque la gran mayoría de la gente cree que el escocés James Matthew Barrie (1860-1936) creó a Peter Pan para una obra de teatro representada en 1904 que posteriormente adapto a una novela con el título de Peter Pan y Wendy que se publicó en 1911, lo cierto es que había creado al personaje en la novela de 1902 El pajarito blanco. Sin embargo, la enorme popularidad que alcanzo la historia con Wendy, Campanilla y el capitán Garfio ha eclipsado esa primera aparición que, a diferencia de la posterior, nunca había sido adaptada a ningún otro medio. Algo que ha cambiado el murciano José Luis Munuera (Lorca, 1972) que se fijó en esa primera historia para adaptarla al cómic libremente. El resultado es Peter Pan de Kensington, la tercera adaptación de un clásico literario universal que aborda el creador de Los Campbell tras el estupendo resultado que había tenido con Bartleby, el escribiente y Cuento de Navidad. Una historia de fantasmas. Al igual que las dos primeras la editorial responsable de publicarla en nuestro país es Astiberri, con una edición de una calidad similar a las anteriores y que cuenta con un interesante prefacio de Richard Comballot y un posfacio de Álex Romero.
Aunque durante el día los londinenses jardines de Kensington son un punto de encuentro para los adultos y un perfecto escenario para los juegos de los más pequeños, al caer la noche el mundo sobrenatural se enseñorea de ellos y campan a sus anchas criaturas como luminosas hadas, árboles parlantes y sombras terroríficas. Un mundo de fantasía que coexiste de forma paralela al nuestro y en el que se pierde la niña de seis años Maimie Mannering tras el cierre de las puertas de los jardines. Mientras trata de encontrar la salida se encuentra con el enigmático y volátil Peter Pan y el cuervo parlante Solomon que se embarcaran en una aventura para tratar de ayudarla a encontrar la forma de volver a su casa.
La adaptación de Munuera es muy libre, ya que el texto original no tenía una estructura al uso y la historia que podemos leer en este cómic ocupaba solamente seis capítulos. Tampoco tiene mucho que ver el Peter Pan que se presentaba en El pajarito blanco con el que se ha instalado en el imaginario colectivo, ya que originalmente está descrito como un ser a medio camino entre un niño y un pájaro y no tenía referencias a casi nada de lo que conocimos sobre el personaje en las obras posteriores. Así que, para hacerlo más reconocible, el autor murciano opta por incluir algunas referencias a todo los que rodea Nunca Jamás y el diseño de Peter Pan está también más basado en lo que conocemos del personaje en la novela de 1911, pero con un diseño heredero de las primeras ediciones ilustradas de la novela y alejado de las mallas y de la inocencia de la versión de Disney. Pero esos cambios en el personaje son más profundos, ya que el Peter de esta obra es mucho más ambiguo, enigmático y melancólico y con un toque casi oscuro que en otras versiones. Un personaje que está atrapado, casi congelado, entre la infancia y la edad adulta que ni crece ni evoluciona, pero sobre todo que no conoce el amor lo que le dota de una dimensión más trágica.
Como sucede en todas las historias de Peter Pan y en función de lo que queramos profundizar en la lectura nos encontramos ante una divertida historia de aventuras llena de imaginación, pero que esconde una enorme cantidad de segundas lecturas. La principal nos habla de lo que se pierde cuando se crece y el mundo adulto nos obliga a dejar de lado la imaginación y la capacidad de soñar para centrarnos en otras actividades, presuntamente, más productivas y “maduras”. Algo que también está presente en esta versión en la que además también se habla sobre la muchas veces difusa frontera entre la realidad y la ficción con los jardines como nexo en el que ambas se funden. Un lugar que representa la libertad lo que lo contrapone contra las obligaciones que hay en Londres, de esta forma la búsqueda de Maimie se convierte en una metáfora entre permanecer en la fantasía asociada a la infancia o la realidad de la edad adulta. Una elección que todo debemos hacer en algún momento ya que la realidad, a diferencia de lo que sucede con Peter, siempre termina por alcanzarnos.
Munuera consigue crear un Peter Pan diferente pero muy fiel al de Barrie, algo que tal vez es la principal virtud de esta adaptación, que junto a la de Regis Loisel es la más destacada en el cómic. Pero no se trata de la única virtud destacada de esta versión ya que también hay que mencionar la fabulosa parte gráfica en la que nos encontramos con unos escenarios que nos trasladan al Londres Victoriano y en los que la evocadora belleza de lo sobrenatural está siempre presente. Sin embargo, la parte gráfica más destacada es esa atmósfera llena de misterio y amenaza que nos recuerda en todo momento que los jardines son en un lugar intermedio entre lo real y lo desconocido. Todo está más insinuado que mostrado creando unas sensaciones de peligro inminente y tensión a las que contribuyen de forma decisiva las gamas de color empleados por Seydas, que vuelve a demostrar su capacidad para potenciar enormemente los dibujos del autor murciano.
Otra de las características habituales en las obras del autor de Zorglub es su sentido del humor heredero de grandes maestros como Goscinny que aquí hace acto de presencia con la familia de hadas que sirve como parodia de las clases altas que protagonizan los mejores gags de la obra. Aunque ese humor no es impedimento para que veamos algunas escenas que bien pudieran formar parte de cualquier historia de terror como son los encuentros con unas sombras que también habitan los bosques y que Munuera sabe dotar de la sensación de amenaza que precisa el momento y que junto a las aristas que vemos en Peter dota a la obra de un inesperado y bien resuelto toque de oscuridad.
Con Peter Pan de Kensington José Luis Munuera firma una adaptación modélica que tiene entidad por sí misma sin dejar de ser fiel con el espíritu del texto original. Un trabajo en el que vuelve a demostrar su capacidad para adaptarse a cualquier tipo de historia ofreciéndonos uno de los dibujos más dinámicos y expresivos del cómic actual, además de ir progresando a pasos agigantados como guionista y que aquí nos deja algunos diálogos realmente brillantes.
Lo mejor
• El retrato de un Peter Pan mucho más complejo de lo habitual.
• La atmósfera del relato.
• Las capas de lectura de la obra.
Lo peor
• Que la obra original no sea apenas conocida.