El tablero de la vida.
«En una partida ningún movimiento es insignificante.»
Échecs es el título en el mercado francófono de la obra de debut como autor completo de Víctor L. Pinel (Madrid, 1988), una palabra que en francés hace referencia tanto a ajedrez como a fracasos. Una doble acepción que nos da muchas pistas sobre lo que nos vamos a encontrar en este cómic, pero que no se ha podido mantener en la versión en castellano que ha publicado Nuevo Nueve con el título de Piezas, también acertado, pero sin el definitorio juego de significados del francés. Un debut al que el autor madrileño llega tras dibujar tres álbumes con guion de Séverine Vidal – Rose, el tercer álbum de la serie Les petites marées, La casa de la playa (Nuevo Nueve) y La inmersión (Nuevo Nueve) – y uno guionizado por Philippe Pelaez – Hacen falta hombres (Harriet)-, en los que hemos podido ver como su dibujo y narrativa iban evolucionado hasta adquirir un estilo propio. Ahora se lanza a un nuevo paso en su carrera al igual que otros autores españoles como José Luis Munuera o Jordi Lafebre y, a tenor de esta primera incursión, todo apunta a que alcanzará un éxito similar al que han cosechado ambos.
Al igual que en sus anteriores trabajos, en Piezas Pinel nos ofrece una obra que podríamos catalogar como intimista y profundamente humanista, aunque el mensaje final que nos queda es mucho más positivo y alegre que en sus colaboraciones con Vidal y Pelaez que tenían un sabor bastante más amargo. Para su debut como guionista, el autor madrileño nos ha traído una historia romántica protagonizada por un amplio elenco de personajes que se comportan en sus fracasadas y complejas relaciones amorosas de una forma similar a los movimientos de las diferentes piezas del ajedrez. Un símil que está realmente bien construido que no solo juega con la idea de que algunas personas se comportan al igual que las piezas del ajedrez, sino también con la idea de que toda acción y decisión que tomamos tiene una reacción que afecta en mayor o menor medida a quienes nos rodean de la misma forma que nos sucede a nosotros con lo que hacen quienes están en nuestro entorno.
Las historias están contadas de manera paralela y entrecruzándose todo el tiempo y lo que les sucede a los personajes es un reflejo de los diferentes momentos que pasan las relaciones sentimentales. De forma que nos encontramos con personajes que no son capaces de mantener una relación estable, otros que se están en pleno proceso de divorcio, una pareja a la que la rutina ha provocado que se estanquen, otra que está viviendo cada uno en un lugar diferente, etc. Todos los personajes están inmersos en una relación marcada por la sensación de haber fracasado o de estar a punto de hacerlo por diferentes motivos. Pero todos, de manera más o menos activa, se están moviendo para tratar de buscar la felicidad. Unos lo hacen despacio como si fueran peones y otros de forma más alocada como los caballos. Sin saberlo, todos comparten un tablero común perfectamente diseñado por Pinel en el que hay sorpresas y giros de guion que nos demuestran que es un jugador extraordinariamente hábil. Pese a que algún giro sea previsible y algún otro algo tramposo, al igual que sucede con otra decisión narrativa que no revelaremos para evitar hacer spoilers, la sensación final es que el autor ha logrado que todo encaje a la perfección y domina los movimientos de cada pieza.
Una de las grandes virtudes de la obra es la construcción y caracterización de los personajes que son los que sostienen toda la estructura de la obra. Un trabajo extraordinario en cada uno de los miembros del elenco de protagonistas sirve para hablar del amor y las relaciones de todo tipo, pero al tratarse de personas que son de diferentes edades, genero, sexualidad y clase social también sirve para mostrarnos el rico crisol que compone las sociedades occidentales hoy en día. En cada una de sus personalidades vemos como Pinel introduce de forma sutil elementos que los asemejan a las piezas que representan. Todos ellos reflejan de forma muy veraz sus emociones de manera que se puede empatizar con ellos, aunque lo normal es que lo hagamos más con unos que con otros por nuestras propias experiencias, pero todos están muy bien construidos y resultan creíbles. Aunque si los tomamos como un colectivo en lugar de forma individual vemos una cierta ingenuidad sus representaciones puesto que no hay ninguno que sea realmente una mala persona o muy egoísta. Sin embargo, es lo que nos solemos encontrar en las comedias románticas que es el tipo de historia que ha querido construir el autor madrileño, algo que hace a la perfección.
La principal pega de la obra nos la encontramos con el noveno capitulo en el que Pinel opta por explicarnos con todo tipo de detalles las diferentes conexiones que hay entre los personajes, algo innecesario ya que con las piezas que había ido dejando a lo largo de historia cualquier lector puede construir sin problemas el puzle que nos había propuesto. Pero el mal sabor de boca que nos puede dejar ese capítulo no empaña la maravillosa experiencia de una lectura coronada con una escena final antológica que nos recuerda lo maravillosa que es la señora Dubois.
Gráficamente Pinel no tenía nada que demostrar, puesto que ya nos había demostrado su pericia como narrador en sus anteriores trabajos. En esta ocasión nos encontramos con unos diseños de personajes muy bien diferenciados, algo nada sencillo en una obra con tantos protagonistas, y con unos saltos entre una escena y otra que en ningún momento nos resultan confusos ni alteran el ritmo interno de la obra que funciona a las mil maravillas. Lo que más destaca es la gama de colores de tonos pastel por la que ha optado el madrileño que casa a la perfección la intimidad que transmiten las historias.
La edición de Nuevo Nueve tiene la calidad que vimos en los anteriores trabajos de Pinel y en todas sus obras.
Con Piezas Víctor L. Pinel nos demuestra que además de un sólido dibujante es un prometedor guionista capaz de crear una obra que emocione a cualquier lector que se acerque a ella. Una historia romántica y que respira positividad con unos personajes que nos recuerdan que el amor no se construye únicamente por el azar y que nuestras decisiones hacen que crezca o muera. Sin duda, estamos ante el que a finales de años será uno de los tebeos más bonitos que nos hayan llegado en este 2024 procedente desde el mercado francófono. ¡Todo un jaque mate a nuestros corazones!
Lo mejor
• Los personajes y sus circunstancias, tan realistas como variados.
• Lo perfectamente que están atadas todas las historias y giros de guion, aunque alguno sea algo tramposo.
• La gama de colores pastel elegida cuadra a la perfección con el tono de la historia.
Lo peor
• El capítulo nueve sobreexplicando las interconexiones de los personajes es prescindible, ya que no es necesario para comprender la historia.