Píldoras azules

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Pildoras_Azules_Portada

Edición nacional/ España: Astiberri
Guión: Frederick Peeters
Dibujo: Frederick Peeters
Formato: Cartoné, 216 págs.
Precio: 18€

 

Hay que ser muy valiente para crear y enseñar una obra como Píldoras azules, obra que ha servido en mi caso de carta de presentación de Frederick Peeters del que no había leído nada hasta la fecha. Y digo que hay que ser muy valiente porque esta obra de poco más de doscientas páginas es una ventana abierta de par en par en la que el autor muestra el lado más íntimo de su vida junto a su pareja Cati. La obra no pasaría de una mera anécdota si no fuese porque Cati es seropositiva y esto le confiere una dimensión totalmente diferente a la historia por varios motivos, en primer lugar porque a día de hoy las palabras V.I.H esconden muchos tabús y sobretodo mucha ignorancia. Hablar de una enfermedad que según datos de Médicos sin fronteras de 2008 había 33 millones de habitantes infectados (34 millones en 2010 según Unicef) y que en ese año acabó con la vida de 2 millones de personas de los cuales 280.000 eran niños menores de 15 años. Una enfermedad global pero que el porcentaje más alto de pacientes está en África subsahariana con el doloroso honor de contar con el 70% de personas afectadas por el virus. ¿Queréis otra cifra igual de preocupante? Tan sólo el 20% de personas con el virus reciben el tratamiento ART que puede salvarles la vida. También es cierto que hay datos para la esperanza, y es que en agosto del año pasado se descubrió la molécula capaz de eliminar el virus con lo que los diarios se llenaron de titulares que todos deseamos leer, especialmente los pacientes afectados y sus familiares, que parece ser que el virus puede (y entrecomillo lo de puede) que tenga fecha de caducidad, alrededor del año 2030.

Estas son las cifras que nos llegan y que son fácilmente accesibles mediante internet, prensa escrita o televisión, pero como con todas las enfermedades cuando se adquiere una verdadera dimensión del problema, del drama, es cuando esta enfermedad toca a alguien cercano o en este caso cuando alguien te lo explica en primera persona como hace Frederick en la que podríamos catalogar como una de sus grandes obras maestras. Vaya por delante que no estamos ante una obra divulgativa o destinada a explicarnos la enfermedad, es la historia de cómo Frederick conoció al amor de su vida, Cati, de cómo el destino quiso que años después se volviesen a encontrar ya con ella casada, un tercer encuentro años después en el que Frederick conoció a su hijo y el que sería el definitivo, en la fiesta de año nuevo del año 2000 en la que coincidió con ella descubriendo que se había separado de su marido, pasarían la noche hablando de mil cosas e iniciándose una relación preciosa entre ambos que le llevaría a varias citas hasta el momento en que marcaría sus vidas para siempre, aquel en el que Cati le desvela que es seropositiva y que su pequeño también ha heredado de ella la enfermedad.

Cuando todos desaparecen para que nazca el amor.
Cuando todos desaparecen para que nazca el amor.

La forma en la que Frederick resuelve ese momento a nivel gráfico es absolutamente brillante, en dos páginas y media que dura la secuencia se desbordan los pensamientos del autor por la página, vemos como se aleja inconscientemente de Cati para rápidamente volverse a acercar y mostrarse fuerte, esa viga que sirve de apoyo para la construcción de algo enorme, una apuesta por una vida futura juntos. Lo que viene a continuación es el planteamiento de todas las dudas que nos pasarían por la cabeza si estuviésemos en la piel del autor, la gran mayoría de ellas son resueltas de forma madura, como probablemente las afrontaríamos cualquiera de nosotros, obviamente se tratan temas íntimos como el sexo, ambos resuelven juntos sus dudas para salir de esas zarzas en las que Cati parece haberse metido para proteger a aquellos que intentaban acercarse a ella con el único objetivo de protegerlos y sin darse cuenta que la que resultaba herida era ella. La obra está llena de metáforas, algunas gráficas, otras las encontraremos en boca de sus protagonistas, el momento rinoceronte es absolutamente brillante, y la viñeta en la que Frederick se encuentra sentado en la bañera después de que se les haya roto el preservativo haciendo el amor está cargado de simbolismo. Con todo, no sólo está compuesta de momentos resueltos a nivel gráfico de una forma brillante, por encima de todo estamos ante una obra en la que destacan momentos deliciosos como los que coge protagonismo el pequeño de Cati, como poco a poco Frederick nos enseña ¿de forma inconsciente? cómo fue su acercamiento al hijo de Cati con varias secuencias preciosas, p.e el momento en que el peque se acerca a él durante una fiesta. El momento Dumbo o su visita al hospital, y claro está, aquel tan temido por los que somos padres novatos, la primera bronca al peque ante algo que ha hecho mal, y el ataque de miedo posterior que nos viene. Y claro esta, no sería un Peeters esta obra sin sus muchos momentos reflexivos, de entre todos me quedaría con la escena onírica del mamut en la que el autor realiza un ejercicio divan donde trata de encontrar respuestas al porqué la vida les ha puesto esta prueba, absolutamente brillante.

Frederick y el peque de Cati
Frederick y el peque de Cati

Aunque pueda parecer lo contrario, Píldoras azules no es una obra dramática, ni se esconde en ella ningún tipo de mensaje moral, estamos ante una historia que la palabra que mejor la describiría es naturalidad, porque esa es la forma en la que Frederick nos introduce su vida y nos hace partícipes de lo que significa convivir con un paciente seropositivo, y ahí reside la elegancia que transmite la historia, perfectamente podría haberla convertido en algo lacrimógeno lleno de momentos duros como seguro tuvieron que pasar, no digo que huya de esas escenas pero sí que no se recrea en ellas buscando el momento fácil. Píldoras azules está planteada como es la vida misma, una montaña rusa emocional en la que tan rápido estás arriba como abajo.

¿Que porqué te quiero?
¿Que porqué te quiero?

Si brillante es tanto la historia como los diálogos y los momentos escogidos merece la pena también detenerse en el trazo del autor, estamos ante un estilo que en un vistazo rápido puede parecer difícil de digerir, su trazo sucio, grueso, a veces exagerado puede no parecer el más indicado para una obra de corte más intimista, y esa puede ser la sensación tras la primera, segunda y tercera página, poco más dura esa sensación, a la que entran en juego los protagonistas te das cuenta que no sólo es el estilo idóneo para una historia de este tipo sino que además rápidamente quedas encandilado por su trazo hasta el punto de que donde lo veías como un trazo brusco, casi con dejadez se transforma en el más delicado, el más elegante, en definitiva, te has convertido en un fan del estilo de Frederick Peeters.

Esta pequeña joya del noveno arte se merecía el mejor de los contenedores y este viene de la mano de Astiberri editorial que mima hasta el extremo sus publicaciones, sabiendo que tienen entre manos un producto gourmet le dedican una edición en tapa dura con papel de calidad, artículo introductorio firmado por Oscar Palmer y una historia de dos páginas titulada Post Scriptum con la que se cierra la historia principal en la que vemos a Frederick y Cati poco antes de la publicación de la obra, una historia realizada en el mismo momento que la obra pero que nunca había visto la luz. Aunque la joya escondida de esta edición es una historia nueva de ocho páginas que sitúa a los protagonistas trece años después, un colofón perfecto en el que los distintos protagonistas nos dan un mensaje de esperanza, eliminan tabús de un plumazo y nos dan un golpe de realidad, desde luego el mejor final para la mejor de las historias y que sirve para demostrar que pocas cosas hay en la vida por las que valga más la pena luchar que el amor.

Enlaces de interés

Entrevista con Frederick Peeters (5/7/2012)
Entrevista con Frederick Peeters (9/7/2009)
Reseña de Píldoras azules

  Edición nacional/ España: Astiberri Guión: Frederick Peeters Dibujo: Frederick Peeters Formato: Cartoné, 216 págs. Precio: 18€   Hay que ser muy valiente para crear y enseñar una obra como Píldoras azules, obra que ha servido en mi caso de carta de presentación de Frederick Peeters del que no había…

Valoración

Guión - 9
Dibujo - 8.5
Interés - 9

8.8

Valoración

Frederick Peeters abre una ventana a su vida para descubrirnos como es su relación con su mujer Catie, una bellísima historia de amor y superación.

Vosotros puntuáis: 9.5 ( 5 votos)
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Japacore
Japacore
Lector
11 agosto, 2015 9:50

Para mí, la obra de Peeters que más me gusta, junto a Paquidermo.
Sin embargo, no me gustan nada sus otras obras. Su pseudo-ciencia ficción no me resulta interesante ni atractiva. Ni Lupus, ni Aama, ni Koma. Está claro que no es un autor hecho para mí, por más oportunidades que le haya dado.

Japacore
Japacore
Lector
En respuesta a  Raúl López
11 agosto, 2015 13:53

Lo cierto es que yo me acerqué a Peeters porque siempre había leído buenas críticas de sus obras. Y me gusta cómo dibuja, pero no soporto sus guiones. Parece que todos sus personajes tienen traumas y nunca se llega a saber por qué. A mí me deja con una sensación de insatisfacción absoluta. Pero es cuestión de gustos, claro.
Sin embargo, Píldoras Azules sí que me gustó mucho, al tratar de un tema real y humano, y siendo ese tema el sida, del que realmente no tenemos mucha información, lo que me pareció muy interesante.

marc slayton
marc slayton
Lector
11 agosto, 2015 22:10

Píldoras Azules se ha convertido en ese cómic que regalas a quién no lee cómics para demostrarle que es un arte serio que no sólo está dedicado a niños o frikis.
Vamos, lo que la mayoría llama Novela Gráfica para distinguirlo de los «cómics» de superhéroes (cómo odio que hagan eso!)
Pero a mi me ha pasado como a Japacore. Me gustó tanto Píldoras Azules (firmado y todo que lo tengo por Peeters en el Saló del Cómic) que le he ido siguiendo todas sus obras. Ninguna me ha acabado de convencer. Quizás el listón estaba muy alto, pero hasta Lupus que me parece muy guay, el final me dejó con esa misma sensación de insatisfacción que comentas.

Jose Angel Ares
Jose Angel Ares
Lector
13 agosto, 2015 0:48

El cómic con el que descubrí a mi autor favorito y el que me llevó a empezar a usar el pincel. Píldoras me encanta, toda su obra me encanta y con cada nueva que saca, pule más y más la narrativa, un maestro.