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RESEÑAS

Bacterias, de Calo; Planeta deAgostini; 112 págs, color, 12,95 €.

Han sido diversas las personas que alabaron el trabajo de Calo en Bacterias, aunque la primera en hacerlo – de manera informal – y quien más llamó mi atención fue alguien al que no asocio con este tipo de cómic: el editor David Hernando.

De todas formas, fueron unas voces y otras las que hicieron que me acercara a un autor al que apenas le había visto alguna historieta corta en BD Banda que, sin ser mala, no llevaba demasiado a ninguna parte. Bacterias es algo distinto creo que, precisamente, por aquello que más hacía dudar a los seguidores de Calo: la mayor extensión del relato. Siendo éste un autor que tradicionalmente se ha manejado en historietas cortas, algunos dudaban de su capacidad para sostener una historia extensa, pero han sido concretamente esas mayores posibilidades para desarrollar a sus personajes las que me han permitido saborear con la justa intensidad las virtudes de este creador.

Poco me han importado las circunstancias concretas y – más o menos – excepcionales que Calo ha decidido otorgarles a sus protagonistas: madre huérfana y soltera la una, al cargo de hija y hermanos; artista alcoholizado el otro. Salvo algún momento que constituye la excepción, no creo que el castellonense haya tenido éxito en reflejar de forma clara y relevante el trasfondo que esconden esas particularidades. Ahora bien, lo que sí ha logrado – y a la perfección – es usar esas «mochilas» con las que cargan ella y él para contar un cuento encantador de chico y chica no se deciden a apostar por una vida juntos que les ayude a trascender la insatisfacción de su situación actual… aunque se mueren de ganas de hacerlo. Un dibujo que transpira elegancia y buen rollo, mujeres – como dice Don Álvaro – de las que te enamorarías irremediablemente y un retrato de lo más creible de esos vaivenes propios del enamoramiento que son fruto de la tensión resultante del cruce de nuestras inseguridades con nuestros anhelos.

Enmarcando la peripecia sentimental de Elodie y de Vincent, un pintor prehistórico y alguien en el futuro que parece contemplar el fin de nuestro planeta nos recuerdan que situaciones como la de nuestros enamorados se repiten día tras día a lo largo y ancho del tapiz que conforma la historia humana y que… en toda su magia, no dejan de constituir una insignificancia para el transcurrir del universo (eso… o que se me va la pinza) 🙂

Nosotros las bestias, de Abel Ippólito; Edicions de Ponent; 172 págs., B/N 16,00 €.

Si lo comparamos con Bacterias, el otro cómic que acabamos de comentar, podríamos decir que Nosotros las bestias se situa en las antípodas del trabajo de Calo por tonalidad, estilo de dibujo y complejidad del guión.

Si en Bacterias el grueso del argumento transpiraba optimismo y buen rollo, en Nosotros las bestias se nos sumerge en un escenario infernal, febril y despiadado: un complejo turístico aislado del resto del mundo y dominado con mano férrea por un alemán tetrapléjico, donde los más ricos de entre los ricos pueden ahogarse en todo tipo de placeres prohibidos. Hasta allí acompañamos a Cristiano, un autor de cuentos infantiles cuya vida ha perdido todo sentido tras la desaparición de su hija y el abandono de su mujer y al que, por un extraño azar, le será ofrecido el dominio de aquel oscuro cenagal de los sentidos.

En lo que respecta al dibujo, mientras que Calo hace gala de una limpieza de trazo envidiable que complementa con un atractivo y luminoso uso del color, en Nosotros las bestias Abel Ippólito se maneja en acabados gráficos distintos, no todos siempre igual de bien resueltos. Su retrato de los cuentos que dibuja el protagonista es muy compacto, así como arrebatadoramente inquietantes son las ilustraciones a lápiz que abren cada capítulo del libro. El conjunto del cómic, sin embargo, adolece de una cierta tosquedad artística que, sin ser molesta, le resta algo de expresividad a algunos momentos de la historia. De todas formas, cabe afirmar y repetir que lo mejor de Ippólito, en lo que al apartado visual se refiere, se encuentra en su habilidad para la composición de página y la elección de planos en cada viñeta, consiguiendo así levantar un discurrir narrativo muy rico en detalles y acontecimientos.

Ippólito vehicula así un guión estructuralmente complejo, donde la peripecia de Cristiano se nos sirve a través del cuento que él mismo ha realizado y de los sueños y alucinaciones que complementan su día a día en el islote turístico, donde la interrelación con un variado elenco de secundarios es constante. Para mí, es aquí donde reside el mayor interés de esta obra: en su retrato de secundarios y en la elaborada trama en la que todos se ven envueltos, abocados a un desenlace vertiginoso en el cual todas las piezas entrarán en juego fatídicamente. La maestría de Ippólito en este sentido se hace patente ya al principio del cómic, en su concepción de esas figuras paternas lisiadas pero, no obstante, mucho más tenaces en el regir de sus destinos que el entumecido Cristiano (magistral esa escena donde el retrato de la madre difunta del protagonista evidencía su ausencia como mediadora entre padre e hijo).

Cabe decir que, a pesar de las virtudes enumeradas, no estamos ante una historieta redonda. Como sucedía en Bacterias, en Nosotros las bestias la circunstancia de Cristiano aparenta ser más una excusa argumental que movilice determinados momentos de la trama que no un verdadero elemento caracterizador del personaje. Si su actitud mojigata y sin temple – que hace que todo el mundo abuse de él – está bien presente y adecuadamente desarrollada en toda ocasión, no sucede así con el duelo por su hija, particularidad mucho más interesante que se encuentra reflejada de forma creible casi únicamente en sueños y delirios. En este mismo sentido, se echa en falta saber algo más de la ex-esposa de Cristiano, quien también ha perdido a una hija pero que no parece ni acordarse de ello. Otro elemento insuficientemente elaborado es el del sendero de depravación moral que transcurre en paralelo a Cristiano y que motivará que éste acabe abrazando hasta cierto punto su lado oscuro: por lo general, todas las inmoralidades parecen reducirse al ámbito de lo sexual, una concepción un tanto trasnochada hoy en día.

Pero que este último párrafo no nos distraiga de lo esencial: Nosotros las bestias es una obra cuidada y ambiciosa, realizada con cariño y tesón por Abel Ippólito a lo largo de varios años, que se sigue con interés y emoción y deja un rastro de incomodidad en el léctor. Esperemos que una respetuosa recepción de este trabajo por parte del público anime a su autor a seguir planteándose historias tan grandes como ésta.

LOS AUTORES PRESENTAN…

Nombre de la obra: Me quedo muerto
Autor: Javier Blanco
Edita: Colectivo De Tebeos
8.00 € – Rústica con solpas – 64 páginas.

Comentario del editor:

«Con Me quedo muerto el joven, y aún novel, historietista Javier Blanco ofrece un retablo de lances juveniles y brinda la primera piedra de un retablo aún en construcción. Universos juveniles con el botellón, el cachondeo, la fiesta y la contención, como divisa. Reflejo de costumbres, sátira de un cotidiano devenir y oferta de lúdica lectura. La sonrisa por encima de la acidez. Un plato agridulce, como servido desde un restaurante chino, para gozar de sus múltiples componentes. ¡¡Atentos a esta recreación actual de las antiguas “pandillas juveniles”, dará que pensar…!!»



LOS PROFESIONALES RECOMIENDAN…
Antonio Altarriba (guionista El arte de volar) recomienda…


Playlove. Donde las calles no tienen nombre, de Miguel Ángel Martín; Rey Lear Editores; 232 págs., BN, 21 €.

«Playlove de Miguel Ángel Martín apareció hace ya más de un año (Ed. Rey Lear). A pesar de ello, la escojo para esta “píldora” porque creo que en su momento no se valoró debidamente.

Estamos ante una obra en la que Martín se aleja de esa escenografía de cuero, mutilaciones, viscosidades o putrefacción que él cultiva y resulta tan lascivamente inquietante. En apariencia nos mantenemos en el mundo casi correcto (apenas hay sexo explícito) de las relaciones de pareja. Pero Martín es un maestro en inocular veneno en jugosos caramelos. Su propio dibujo, lineal, claro, de figuras aniñadas constituye la primera trampa. Basta entrar en sus viñetas y en la sensualidad de su trazo para entender que contiene un cierto grado de perversión. Playlove es, en ese sentido, un libro perverso que viene a dinamitar las actuales convenciones románticas. Por mucho que disfracemos de pasión nuestros juegos amorosos sólo hay dos maneras de vivirlos, en el arrebato destructivo o, ya diluidos, en la conservadora estrategia de la pareja estable. Y, por muy amantes que nos veamos, por muy deseantes, incluso lujuriosos, que nos queramos, entre la crueldad posesiva y la monotonía doméstica la mayoría acabamos escogiendo lo segundo. Playlove es un golpe bajo contra la cotidiana y muy asumida hipocresía del corazón.»

Sergio Morales (Divulgador – Tirafrutas) recomienda…


Bernet: 50 años de viñetas, de Antoni Guiral; Ediciones El Jueves; 368 págs, color y BN, 38 €.

«El libro del año lleva por título Bernet: 50 años de viñetas y es el resultado del último buceo de Antoni Guiral por los mares de la historieta española, concretamente en el trabajo gráfico de uno de nuestros grandes autores: Jordi Bernet (Barcelona, 1994). Con la inestimable ayuda de Francisco San Millán y Javier Mesón, el libro recorre de forma exhaustiva la bibliografía del autor barcelonés, lo que sirve además para resumir la vida del dibujante español medio y sus problemas de publicación desde 1960 hasta la actualidad. El libro se estructura como una biografía del artista sazonada con una impecable selección de material que sintetiza de manera ejemplar lo apuntado por el texto. El gran formato escogido para la publicación de este tomo nos hace apreciar con mayor nitidez el trazo de un autor que tiene en su haber personajes como Torpedo o Clara, por citar sólo dos de los más conocidos por el lector. De forma muy amena avanzaremos por años prolíficos y otros más difíciles, por el mercado español y el extranjero, seremos testigos del auge y el declive de las revistas… para, en definitiva, advertir y apreciar la evolución gráfica de un Jordi Bernet que es, indiscutiblemente, un referente del cómic español.»

Julio I. (Xornadas Banda Deseñada de Pontevedra) recomienda…


Aventuras de Cacauequi, de Jacobo Fernández; El Patito Editorial; 70 págs., B/N 12 € (gal.), 15 € (es).

«En la primera página de las notas que acompañan a estas Aventuras de Cacauequi (edición anotada) (El Patito Editorial 2008) aparece la siguiente aseveración: toda la historia del pensamiento puede estar mal. Y tanto. Jacobo Fernández lo tiene claro, y nos lo relata como solamente los grandes “contadores de historias” saben, jugando con el lector, forzándolo a que descifre lo que está viendo y leyendo, a que reinterprete a su manera la historia como más le convenza. Pues en estas aventuras nada es lo que parece. Con dos partes perfectamente definidas: una primera en la que se cuenta la historia de Cacauequi y otra, en la que se pretende explicar de manera más o menos “científica” todo lo sucedido, sale a relucir un universo tan mágico y personal que podría dar lugar a mil historias más, pues tan importantes son los personajes principales, como ese número interminable de adorables secundarios que podrían ser protagonistas de sus propias historias en nuevas entregas.

Mención aparte merece el apartado gráfico, en donde Jacobo ya ha conseguido un estilo propio que lo hace reconocible a primera vista, logro que me imagino harto complicado para un autor y que encaja como anillo al dedo en sus “historias fantásticas”.

Aventúrense. Detrás del telón encontrarán a “Cacauequi o el placer de la inocencia” y a “Casuarina o el devenir del nihilismo” en una historia de lectura placentera y evocadora a partes iguales. Y si esto les pareciera poco, no duden en visitar a Los amigos de Archimboldo Roque (Factoría K de Libros 2008) o a Marcopola, la isla remera (Bang Ediciones 2009) Sin contar sus innumerables relatos ilustrados, de los cuales el más reciente, Mil cousas poden pasar. Libro 1 (Edicions Xerais de Galicia 2009) acaba de recibir el Premio Merlín de Literatura Infantil 2009. «

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jbg
jbg
10 diciembre, 2009 12:29

Gracias, Toni por sacar la previa de mi comic a pesar de la movidilla de la semana pasada, disculpas de nuevo por el malentendido y espero que te te atraiga algo más el comic.
Saludos

M. Sanz
M. Sanz
10 diciembre, 2009 13:23

Jajajajajajaja…
Jajajajajajaja…
Qué bazofia es esta de Me quedo muerto…
¿Cómo se atreve a publicar alguien eso?
¿Es que ya no queda autocrítica en este país?

jbg
jbg
10 diciembre, 2009 13:39

Eso me preguntaba yo, pero fíjate, hay gente que se atreve con cualquier cosa

Sergio (tirafrutas)
Sergio (tirafrutas)
10 diciembre, 2009 16:48

El trabajo de otra persona NUNCA debería despreciarse. Dice muy poco del que desprecia…

M. Sanz
M. Sanz
10 diciembre, 2009 20:08

Señor Tirafrutas, lo siento pero esta «cutrez» que presentan en el fanzine ese de Me quedo muerto sí se debe despreciar. El dibujo es vergonzoso, la narrativa es inexistente, la rotulación es penosa y la cubierta (esos logos maravillosos) es lamentable. Alguien le tiene que decir a su perpretador que es de lo peor que se ha hecho en la historia del mundo del cómic… si tenemos valor para llamarle cómic.

Señor Boix, explíqueme por favor qué valores testimoniales y de espontaneidad tiene… que vamos cayendo en el «todo vale».

I´m with a Skrull!
Lector
10 diciembre, 2009 20:20

Los libros de Teo tienen una calidad grafica aplastante, y el dibujante de Las tres mellizas es un artista como la copa de un pino, que diseños de personajes mas elaborados, con tanto detalle.
Como mucho, al creador, que envidia que a ti te han publicado, y otros seguimos igual.

guolberin
guolberin
11 diciembre, 2009 11:42

No entiendo eso de llamarlo fanzine para despreciarlo más, ¿los fanzines son malos ahora?

Tono
Tono
6 marzo, 2010 19:14

M Sanz, cómo te pille Felipe no tienes campo para correr. (Cómprate el cómic y lo mismo lo pillas). Me encanta ver tu criterio para comentar algo que no conoces. Por cierto, eres tan listo que no te das cuenta que, por ejemplo, Álvarez Rabo, es enorme y dibuja como el culo.

Ten un poco de criterio. Me quedo muerto es un cómic enorme, el único inconveniente es que como no sepas de qué va o quiénes son sus protagonistas y no tengas la imaginación lo suficientemente clara para empatizar ese grupo de amigos con los que tu tienes (o has tenido) puedes perder el hilo.

Te recomiendo los teletubbies.

Tono
Tono
6 marzo, 2010 19:16

Libertad creativa, el arte no está en las normas. Burócratas de los trazos!!!