RESEÑAS
Grandes de lo macabro, Joan Boix; Ediciones B; 160 págs., BN, 18,00 €.
Aunque parezca mentira, la disponibilidad entre nosotros de ciertos cómics algo añejos depende de factores que no siempre tienen que ver con su calidad. Además, en lo que a cómic nacional se refiere, se diría que la recuperación de forma digna de este tipo de material depende casi exclusivamente del arrojo, el empeño y las filias de gente como Joan Navarro, Antonio Martín y José María Carrasco. Sin embargo, otras veces, la testarudez del esfuerzo repetido y constante da sus frutos y, contra todo pronóstico, aparece en nuestro mercado una obra como la que ahora nos ocupa.
Y es que Joan Boix – que tiene sus admiradores fieles y sus seguidores acérrimos – nunca ha sido considerado por el grueso de críticos y editores del país como un primera fila del Cómic, pero eso no le ha impedido trabajar de forma incansable para el medio desde hace más de 47 años. Las características que le han permitido conseguir semejante proeza, a pesar de la indiferencia de muchos, son fáciles de identificar: una gran habilidad para el dibujo, la capacidad para adaptarse a las expectativas de cada cliente y su pasión por la Historieta. Eso ha hecho posible que se cuente entre los dibujantes del Team Fantomen escandinavo y, también, que llegada la ocasión de relanzar al Capitán Trueno ante la notoriedad que puede otorgarle una próxima película, Ediciones B contase con él. Luego, pasado ese primer voto de confianza, las páginas que fueron llegando a Ediciones B fueron tan del agrado de los editores que no resulta difícil imaginarse cómo continuó el asunto. Porque, claramente, Ediciones B no es una empresa que se distinga por reeditar cómic adulto antiguo que, además, no pertenezca a su fondo editorial y, por lo tanto, si esta «novela gráfica» ha visto la luz ha sido gracias a que el trabajo del autor les sedujo.
Así pues, en Grandes de lo macabro nos encontramos ante una recopilación de 20 historietas de tinte terrorífico que Joan Boix realizó entre 1975 y 1985 y que fueron publicadas originalmente en cabeceras hoy míticas como Creepy, Dossier negro, Cimoc, S.O.S., Rambla y Comix Internacional. Algunas de esas historietas serían posteriormente recogidas en distintos álbumes, dos de ellos publicados por Editorial Astri, quienes se olvidaron de pagarle a Boix por los derechos y beneficios. Pero dejando aparte viejas anécdotas, si el presente volumen tiene un especial interés, éste reside en el hecho de que esta recopilación es también una selección y esta selección permite evidenciar ante los nuevos lectores las que son las mejores virtudes de Boix.
Por un lado, el artesanal cuidado que le dedica al dibujo posibilita que en este viaje a través del tiempo le contemplemos en diferentes momentos de su carrera y nos sean más fáciles de percibir algunas de las influencias que le han marcado, como pueden ser las de Alberto Breccia y Jordi Bernet. Sin duda, en esta obra hay «momentos gráficos» enormemente conseguidos que merecían estar de nuevo a disposición de los lectores.
Por otro lado – y aceptando que Boix presenta a veces ciertos amaneramientos tanto gráficos como narrativos – esta recopilación contiene algunas historietas en las que Boix hace gala de la virtud que más admiro de él: su capacidad para demorarse en una escena detenida, donde apenas ocurre nada, y cargarla de absoluta tensión. Esto último puede verse en las excepcionales Réquiem para una figura, El insecto, El caso del señor Valdemar y La fobia, relato al que pertenece la ilustración de cubierta.
Así que, si sois fans irredentos del terror y os gustan los alardes gráficos, es probable que esta obra no os decepcione.
Portada y cinco páginas de Grandes de lo macabro
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)
[Entrevista a Joan Boix en ZN]
El mundo según Ptolomeo, de Bernardo Vergara; Diábolo Ediciones; 80 págs., color, 13,95 €.
En el Píldoras Nacionales 13 dije algo de lo que sé que tendré que retractarme muchas veces. Vayamos con la primera.
Si en aquella ocasión daba un paso al frente para destacar el trabajo de Monteys y Fontdevila en El Jueves, era porque siempre me ha desagradado cierta tendencia al dibujo feista y desaliñado que les es propia a algunos autores que colaboran en la revista que sale los miércoles. Pero, evidentemente, no todo lo bueno de El Jueves se acaba con Fontdevila y Monteys – ¡ni mucho menos! – y ahí está cierto antropólogo venusiano para reivindicarlo… porque Bernardo Vergara es un autor a seguir como bien demuestran trabajos suyos como éste que ahora nos ocupa, su serie Los ilegales o sus guiones para Harry Pórrez.
El mundo según Ptolomeo es un cajón de sastre donde se agolpan variadas colaboraciones de Bernardo Vergara en publicaciones diversas. Casi todas ellas comparten ese punto de mirada satírica sobre nuestra realidad social que las hace aptas para ser recopiladas bajo el paraguas del estudio que, sobre nosotros, hace un observador extraterrestre. Nuestras incoherencias, manías y mezquindades se visten así de gala en las inspiradas manos de Vergara, quien no deja títere con cabeza de forma tan divertida que uno acaba consintiéndole sin problemas sus burlas sobre lo propio, lo cercano y lo ajeno. Y es que, de hecho, con el álbum sucede algo curioso: cuando a tu alrededor alguien se está quejando sobre algo que sucede, siempre puedes enseñarle una historieta de El mundo según Ptolomeo donde Vergara expone con humor aquella misma situación (me pasó con mi esposa y el capítulo sobre Los nuevos Telediarios).
A lo largo de todo el álbum Vergara utiliza grafismos distintos, algunos planos y funcionales que contribuyen a transmitirle a los personajes una fuerte sensación de zafiedad, otros emparentados con la estética de Fontdevila y que son los que yo personalmente prefiero. El tipo de historieta que realiza permite también una profusión de diseños de página distintos, todos buscando aprovechar el espacio disponible para organizar las ocurrencias sobre la temática de turno (impagables las comparativas de los cuadros sinópticos).
Para acabar, decir que las historietas dedicadas a 300 y a El señor de los anillos entran un tanto con calzador en el tono del libro, pero son tan buenas que seguro se queja del detalle.
La guerra del profesor Bertenev, de Alfonso Zapico; Dolmen Editorial Glenat; 80 págs, color, 18,95 €.
«Ya había disfrutado de la estupenda Café Budapest de Alfonso Zapico, y esta obra, anterior en el tiempo pero publicada con posterioridad en España, también me ha encantado.
El talento de Zapico para los diálogos es asombroso. Favorecido por una rotulación en minúsculas, combinado con un dibujo casi caligráfico con el que se atreve a enfrentearse a los más difíciles encuadres, acompañado de un adecuadísimo color plano que juega su baza expresiva de cuando en vez y una rejilla de 3×3, que alterada aquí y allá marca el compás de la historieta, hace que la lectura sea endiabladamente fluida, y que te veas atrapado en el mundo que el autor ha creado.
Esto fué lo que me llamó la atención al empezar a leer, lo rápidamente que la forma de narrar de Zapico te absorve, pero también me sorprende gratamente su solvencia a la hora de afrontar un género que se me antoja tan dificil como el histórico. La Guerra del profesor Bertenev, aunque cuenta una historia centrada en los personajes, especialmente el profesor, tratando temas más costumbristas o situaciones que podrían situarse en cualquier otro conflicto bélico, no esquiva el contexto histórico de la guerra de Crimea en que ha planteado la narración y da pinceladas a lo largo del álbum que ayudan a contextualizar la situación de los personajes. Evidentemente, un entendido en la historia de la época podría analizar mucho mejor en qué puntos acierta o falla el autor, pero lo importante es que, sean más o menos verídicos, estos elementos ayudan a dar densidad al mundo de León Semionovich Bertenev.
Espero poder leer pronto la próxima obra de Zapico, y mientras tanto, disfrutaré la espera paseando por las calles de Zapiburgo.»
Senderos, de Koldo Azpitarte y Paco Roca; Lautaku Ediciones; 272 págs., Bitono, 22,00 €.
«Una señal de normalidad. La publicación de una obra como Senderos no hace sino reafirmar la condición de normalidad a la que se está llegando en el mundo de la edición de tebeos en este país.
Hace unos años una monografía sobre un autor español de 40 años recién cumplidos resultaría como mínimo una extravagancia. Más si cabe si no se trata de un autor de superhéroes, y más aún si se trata de un lujoso libro en cartoné de más de 250 páginas, editado con mimo, rigor y profesionalidad, en las antípodas del libro/homenaje de fan.
Senderos se estructura a través de una exhaustiva entrevista que sigue la carrera de Paco Roca desde sus inicios hasta la actualidad, acompañando la misma con profusión de ilustraciones, bocetos, diseños de páginas… y jugosas historias cortas que corrían el peligro de permanecer escondidas en publicaciones dispersas.
El merito de Koldo Azpitarte, el entrevistador y (como mínimo) coautor del libro es el de desaparecer, no mostrarse, hacerse invisible para que así pensemos que estamos ante una suerte de autobiografía de Paco Roca, reflexiones en alta voz de un autor ya maduro y plenamente consciente de su oficio, de su arte y de lo que quiere obtener con su trabajo. Y en ese sentido, Senderos es revelador, ofreciéndonos no solo algunas claves interesantes para interpretar el trabajo de Paco Roca, sino también bastante información útil sobre el mundo del cómic y sobre el oficio de historietista.
Reitero que no debemos olvidar la colección de historias cortas, y no tan cortas, que nos regala el libro. Era una pena que una comedia costumbrista de la calidad y el desparpajo de Como cagallón por acequia no estuviera disponible en un solo volumen.»
El experimento, de Juaco Vizuete; Ediciones Glénat; 96 págs., color, 19’95 €.
«Propongo hacer un experimento (en realidad, se trata de un microejercicio de estilo, pero permítaseme la licencia): escribir una breve nota de recomendación de El experimento de Juaco Vizuete sin apelar a lo sabido, sin adentrarse en la maraña de sus referentes para buscar alusiones que lo avalen. El “referentismo” es el mal de todos aquellos que alguna vez hemos intentado leer de forma productiva obras tan estimulantes como la de Vizuete. Buscamos ataduras en lo ya conocido, puesto que sin anclajes vamos a la deriva. Pues bien, si damos por supuesto el interés de la propuesta gráfica del autor, que ya se reveló como un excelente creador en su primera obra y que no ha hecho sino confirmar su talento en las posteriores, y si prescindimos de los elementos que anclan la obra en el discurso común, sólo nos queda la deriva.
Y a la deriva vamos pasando las páginas de El experimento, contemplando la libertad formal del autor, hipnotizados por el comportamiento errático de los personajes, alucinados, como esos mismos personajes, por la incertidumbre ontológica. ¿Cuál es el
experimento? ¿Qué está pasando? Y vamos de la ciencia ficción superheroica al puro terror paranoide, pasando por la fantasía porno y por algún que otro interludio poético, en busca de un sentido que se intuye y se escapa. En la primera página de historieta (segunda de la obra) el autor se pregunta ¿Es grave, doctor?, y, en cinco viñetas, nos ofrece un tratado sobre la alucinación. El resto del libro es la alucinación en sí misma, la vida de la mente en tres dimensiones (más una cuarta y una quinta que se barruntan esquivas). Ese es el experimento de Vizuete. El nuestro, es (o debería ser) leer la obra y reflexionar sobre la naturaleza terapéutica de los experimentos narrativos.»
Buñuel en el laberinto de las tortugas, de Fermín Solís; Astiberri Ediciones; 128 págs., B/N 18,00 €.
«Es complicado decidir cuáles han sido los títulos más destacados en un año especialmente interesante para el cómic, un 2009 que ha confirmado el buen estado editorial, creativo y mediático de una disciplina que, gracias al fenómeno de la novela gráfica, al fin y al cabo una etiqueta convertida en moda por el bien del medio, está recuperando al lector adulto. Además, el producto encuentra poco a poco su espacio y está más visible en las superficies de venta, incluyendo nuevas plazas, aunque aún queda mucho por aprender, mientras el peso cultural de las viñetas se hace más evidente.
No están todos las que son, pero son todos los que están, y si hay que decantarse por una referencia que aúne calidad artística a todos los niveles, en fondo y forma, apostando por la historieta autóctona, el último trabajo del Fermín Solís, Buñuel y el laberinto de las tortugas, es uno de los más sugestivos de la temporada. El autor cacereño se dio a conocer con el cómic recopilatorio Dando tumbos, al que siguieron títulos como La Otra vida, No te quiero…, Los días más largos o Lunas de papel. Su último reto es una obra compleja que, dada su naturaleza, puede interesar a amantes del cine y aficionados al cómic por igual, dando por hecho que alimenta la curiosidad e inquietud literaria.
Solís elucubra sobre cómo pudo ser el rodaje de Las Hurdes, tierra sin pan, tercera película del maestro Luis Buñuel, uno de los primeros documentales hecho en España. Retrata un momento decisivo en la vida del cineasta: la ruptura con el grupo surrealista y la búsqueda de sí mismo, exiliado, asqueado de EE.UU., odiado en Francia por los sectores radicales de derecha… Fue un antes y un después en la carrera de un genio indiscutible. Las viñetas, tan documentadas como libres, reflejan el carácter de un hombre plagado de contradicciones, de un artista sumido en el caos que pulula por un mundo impredecible.»
Archivo de Píldoras nacionales.
Por aquello de que a Ediciones B se le suele hacer el vacío por algún motivo oculto, voy a recomendar el próximo Pafman que sale en marzo 😉
Tomo nota de la recomendación, Tachuela. Muchas gracias… y a ver si alguien nos aclara eso del motivo oculto 😉
Mi teoría es que se asocia a Ediciones B/Bruguera como superventas y para niños, así que a ignorarlo. Y es una pena, porque la crisis está afectando demasiado a esta colección, ya se habla de cancelación 🙁
¿Te refieres a Pafman?
Efectivamente. Posible último tomo si las ventas no acompañan.