El Píldoras Nacionales de esta semana acoge una nueva firma invitada que muy amablemente nos ha cedido dos estupendas reseñas sobre cómics de ayer que vuelven hoy. Así pues, Luis Javier Capote Pérez reseña para todos vosotros El Jabato Color (Víctor Mora y Francisco Darnís) y Joyas Literarias Juveniles (varios autores)
RESEÑAS
El Jabato Color, (G) Víctor Mora (L) (T) (C) Francisco Darnís (P) Antonio Bernal; Ediciones B. S. A. / Editorial Planeta DeAgostini; 2,95 € (primera entrega); 7,99 € (las restantes).
La nostalgia se cotiza, dicen los entendidos y, como añadió cierto sabio, el negocio es el negocio. Quizá por eso en los últimos años, el mercado español haya asistido a la recuperación de gran parte del fondo editorial perteneciente a la extinta Bruguera. La empresa del gato negro está inextricablemente unida a la época dorada del tebeo, marcando con su desaparición a mediados de los ochenta el fin de aquélla. El paso inevitable del tiempo ha hecho que los niños de entonces sean hoy adultos, lo que, unido al indudable valor comercial de los recuerdos, ha movido la publicación de material clásico en la forma de reediciones que, todo hay que decirlo, son idénticas en lo positivo y en lo negativo al original. En esta ocasión le ha tocado el turno a uno de los héroes aventureros facturados por el ilustre Víctor Mora: el guerrero íbero conocido como El Jabato.
El Jabato reproduce fielmente el esquema de trabajo que hizo célebre a don Víctor: un trío de personajes donde hay un cabecilla, un forzudo y un tercer elemento que va desde lo cómico (con Fideo de Mileto y Merlini como exponentes más populares) hasta lo paternal (con Crispín, el escudero del Capitán Trueno, como ejemplo más claro.) En esta ocasión, el escenario escogido sería la Hispania vinculada a Roma, siendo el Jabato un guerrero íbero que decide enfrentarse por la fuerza al dominio de los romanos. En sus primeras correrías conoceremos también a su amigo Taurus, el músculo del equipo, y a su interés sentimental, la patricia Claudia (que tendrá con el protagonista una relación de amor-odio en sus comienzos análoga a la que mantuvieron el Capitán Trueno y Sigrid de Thule.) Más adelante hará su aparición el insufrible poeta Fideo de Mileto, completando un trío que recorrerá el mundo antiguo desfaciendo entuertos a galletazo limpio.
La serie es aventura pura y dura, que hará sonreír a quienes crecieron con las aventuras del valeroso guerrero íbero en una antigüedad que, desde el punto de vista histórico, está tan plagada de garrafales errores y anacronismos brutales como cualquiera de las obras de Víctor Mora. No hay que buscarle, empero, tres pies al gato. El Jabato es una obra de evasión, y reclamarle fidelidad académica sería tanto como planteárselo a los productores de cualquier clásico del cine. Como pasa con estos productos, es una lástima que no se aprovechara la oportunidad para darle un formato más atractivo para las nuevas generaciones, en la forma de un nuevo coloreado o una rotulación moderna. Sin embargo, es evidente que el negocio de esta historia pasa por sacar rendimiento de algo que no requiere más inversión que poner nuevamente en marcha las imprentas, así que ocioso sería pedirle, una vez más, peras al olmo. Al menos, queda una vez más la posibilidad de disfrutar de las magníficas portadas de Antonio Bernal.
Joyas Literarias Juveniles, Varios autores; Ediciones B / Planeta DeAgostini; Serie de sesenta y un números en tapa dura, color, 2,99 € (primera entrega) 7,99 € (restantes).
Hasta la segunda mitad de los años ochenta del siglo pasado, una editorial dominó el panorama del cómic en España de forma incontestable: Bruguera. La empresa, casa de personajes como Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, Sir Tim O´Theo, Anacleto y tantos otros, copaba los quioscos con multitud de cabeceras que sumaban unas cifras de ventas con las que actualmente sólo se podría soñar. Una de las series más recordadas de esos tiempos es Joyas Literarias Juveniles.
La colección, que alcanzó casi trescientos números, presentaba en cada uno la adaptación en viñetas de un clásico de la literatura, centrándose especialmente en el género de las aventuras. Así, las obras más y menos conocidas de escritores de la talla de Julio Verne, Emilio Salgari o Sir Walter Scott se vieron convertidas en tebeos gracias a los cuales una generación disfrutó de las aventuras de Phileas Fogg, el Corsario Negro u Old Shatterhand. Más aún, sirvió para que a través del tebeo se interesaran por la Literatura, convirtiendo al noveno arte en un vehículo para la difusión de otro tipo de lecturas.
En sus páginas se volcó lo mejor de una generación de autores españoles. Nombres tan populares como el de Víctor Mora (padre literario del legendario Capitán Trueno) o tristemente tan olvidados como los de Antonio Bernal Romero (ilustrador de las portadas de la colección), Juan García Quirós o Luis Casamitjana Corominas firmaron adaptaciones que, con mejor o peor fortuna, conformaron una forma más que digna de homenajear y publicitar lo mejorcito de la Literatura popular. Después de todo, nunca hay que olvidar que la tarea de traspasar una historia de un ámbito a otro no es tarea fácil, con lo que el mérito de la serie es aún mayor, ya que en su inmensa mayoría cada número contenía el espíritu de la novela de la que provenía.
Desgraciadamente, cuando Bruguera se hundió en el marasmo editorial y Ediciones B recuperó lo que quedaba del naufragio, la serie, al igual que tantas otras, quedó sumida en un olvido empresarial que contrastaba poderosamente con el grato recuerdo que sus lectores atesoraban de la misma. Pero las buenas ideas perviven más allá de los vaivenes económicos y atraviesan las fronteras del tiempo y el espacio, por lo que no es de sorprender que, casi al mismo tiempo, Marvel se lanzara a editar un producto parecido (con guiones de Roy Thomas) y Ediciones B reeditara en el formato de los tomos de Súper Humor algunos de los números más memorables de la serie. Así pues, tampoco debe sorprender que, entre la legión de fascículos otoñales que pueblan los quioscos y librerías, se encuentre una recopilación de parte de la colección original.
Planeta DeAgostini ha lanzado una serie de sesenta y un números, cada uno de los cuales recopila tres ejemplares de la serie original, siguiendo principalmente el criterio de la autoría. Así, el primero tiene tres relatos de Julio Verne, el segundo otros tres de Robert Louis Stevenson, el tercero una tríada perteneciente a Emilio Salgari, el cuarto otra debida a la pluma de Sir Walter Scott, etcétera. Se incluyen también las portadas y portadillas originales, haciéndose mención expresa a la identidad de los autores responsables de la adaptación, lo que permite redescubrir (o descubrir en muchos casos) a buenos artesanos de la viñeta que dieron lo mejor de sí mismos en la aquella serie. Eso sí, la edición es tan fiel al original que conserva su particular colorido, así como la rotulación mecánica, señas de identidad de una época editorial casi olvidada. El resultado es una colección que gustará a los nostálgicos y que bien podría servir para introducir a los más pequeños de la casa en el mundo del tebeo y en el de la lectura de novelas de aventuras.
LOS PROFESIONALES RECOMIENDAN…
En carne viva, de Frank Giroud, Florent Germaine y Rubén Pellejero; Astiberri Ediciones; 144 págs., color, 19 €.
«Escribir esta píldora me ofrece la excusa de disfrutar de nuevo de la lectura de En carne viva, que había saboreado con placer, dos años atrás, en su versión francesa. Excusa del todo innecesaria, pues los libros de Rubén Pellejero viajan constantemente de la estantería a mis manos, donde nunca dejan de ofrecer una nueva enseñanza sobre este medio inagotable…
En carne viva es una historia compleja, inquietante, una historia de secretos familiares inconfesables, de traición, violencia, amor… de grandes pasiones humanas, en fin, al más puro estilo de Charles Dickens o Victor Hugo. Giraud y Germaine consiguen mantener vivo el interés a lo largo de la lectura, desplegando una batería de personajes interesantes y muy bien perfilados, y respondiendo satisfactoriamente a todas las preguntas en un sorprendente final, muy del gusto de los amantes del género.
Pero sobre todo, es una historia de COLOR. Decir COLOR junto al nombre Pellejero es suficiente para saber que estamos ante una obra de primera clase. Esta vez, el autor añade la versatilidad a la maestría, cambiando la sólida, casi matérica luminosidad que su dominio del gouache nos regalaba en las magníficas páginas de Malka o Un poco de humo azul, por la luz tamizada de la acuarela. Su acertadísima elección de las paletas, sobrias y limitadas, y por ello mismo siempre idóneas, y a pesar de ello, siempre diferentes, elegantes o feroces, descriptivas o simbólicas, es capaz de llevarnos de la voluptuosidad del cabaret a la decepción del fin de la comuna, de la serenidad de una merienda a la orilla del río al calor pegajoso del matadero, de la nostalgia de los barrios populares Parisinos al glamour de las exposiciones de principios de siglo, de la ternura a la violencia de cada acto creativo del artista deforme, incapaz de otro modo de comunicación. El perfecto uso cromático revela a cada paso el personaje de Tristán, el pintor de vísceras, el pintor de sangre. El “desollado” emocional..
Pero decir sólo que Pellejero es un mago del color es cometer una injusticia imperdonable. Su claridad narrativa, la variedad de sus recursos, la belleza de su dibujo y la exquisita ambientación de esta obra, nos hace viajar en el tiempo y el espacio, a un París verdadero y lleno de atractivo. Viajen, pues, señores. ¿Qué se puede hacer mejor?»
La Marea de San Pedro, de Tomeu Pinya; Astiberri Ediciones (Colección Sillón Orejero); 96 págs., color, 10,00 €.
«Cuando Tomeu Pinya nos invitó a la presentación de su nueva obra, La marea de San Pedro, pensé que asistir a la puesta de largo de un autor que publica con la competencia resultaba de lo más extraño. Pero como Tomeu es, sobre todo y ante todo, un “bon jan”, no pudimos decirle que no. Para entonces yo ya me había leído Un Pueblo Blanco, obra que publicó con Planeta DeAgostini en 2009, y creía tener muy claro el tipo de dibujo y de historia propias de Tomeu.
Entonces empecé a ver imágenes de La marea de San Pedro y comprendí que Tomeu Pinya es un autor al que nunca acabas de conocer.
La marea de San Pedro no es una historia original. De hecho, es una historia de amor casi ancestral. Romeo y Julieta, los amantes de Teruel, Love Story… Chico pobre conoce a hija de hombre rico, se enamoran, pero, ¡ay, las diferencias sociales! Una tragedia. Y todo ello enmarcado en una isla mediterránea, no importa cuál (aunque esos trajes regionales a mí, personalmente, me recuerdan a Ses Illes), y con un personaje omnipresente: el mar salvaje e impredecible.
Y sin embargo, leer La marea de San Pedro es un placer.
Yo venía de Un pueblo blanco, donde el día a día en el Bar del Barbudo se narraba con aguadas y tinta china, mientras que las historias que contaban los personajes de esta opera prima eran de un blanco y negro perfectamente entintado al más puro estilo años 80 norteamericanos. Y de pronto, La marea de San Pedro me desestabilizó. Demostrando una vez más su estupenda técnica (no en balde Pinya tiene una gran formación académica en Bellas Artes), Tomeu rinde su lápiz a la historia, buscando la mejor forma de plasmarla. Para un guión sacado de las entrañas de la tierra y del mar, Pinya opta por un trazo grueso, básico, sin tramas, sólo lápiz, carboncillo y grueso entintado. No hay adornos ni invasión técnica. Es una historia del tradicionario más básico y Tomeu le ha dado ese aire antiguo (que no anticuado) que sólo el lápiz logra. Detalles, los justos, y de fondo siempre el mar, que dibuja con trazos largos, gruesos y casi salvajes que crean en el lector la sensación de estar a la merced del océano, como lo están los habitantes de la isla.
Con cada nueva obra Tomeu Pinya se reinventa. Su lápiz está siempre al servicio de la historia, sabe ambientar ya no sólo con escenarios, sino sometiendo la técnica al guión, algo que pocos intentan y que contados autores dominan. Para nuestra gran suerte, Pinya es uno de ellos. Espero ansiosa su próximo trabajo.»
Pinocho Blues, de Carlos Bibrián; Ediciones Glénat; 352 págs., B/N 19,95 €.
«La llegada de Pinocho Blues, de Carlos Bribián, a las librerías, supone su primera gran obra de envergadura, tras haber participado en diversos certámenes desde su ciudad de residencia: Zaragoza. Pinocho Blues nos propone un paseo por la fantasía, inspirada en el cuento clásico de Carlo Collodi: Pinocho; en una revisitación libre de la obra, donde reina la aventura. Una historia que comienza con la marcha del protagonista desde su aldea, Sombrilla, al bosque de la Ilusión, con la tristeza de turno de su creador: Gepeto. Sumergiéndonos en un viaje asombroso, en busca de unos tesoros que se encuentran en el bosque; casualmente descritos en un mapa encontrado al azar. Su única obsesión es paliar la desdicha de su amo, inmerso en la pobreza más absoluta, al igual que la aldea donde habita, sumidos en una profunda crisis económica. La llegada al bosque será su prueba de fuego ante las fuerzas del mal, en la figura de Ego y sus lacayos, llamados Negativos. En su camino se encontrará con un hada, la princesa Trufi, algún que otro zorro, brujas, un pájaro grifo y diversas muchachas; de las que se enamora sin ser correspondido, en cierta manera. Su única protección ante tanta adversidad, será una reliquia perteneciente a Gepeto, que le conducirá hasta el final de esta aventura, en un combate sin igual contra Ego; aclarando muchos aspectos iniciales de la historia.
Bribián nos proporciona un relato épico, lleno de ternura en ocasiones, en la que se puede apreciar cierta influencia de la obra creada por Jeff Smith: Bone. Una Novela Gráfica llena de giros argumentales sorprendentes, narrados con un dibujo excelente, que hace de Pinocho Blues, una entretenida obra de fantasía para los más adeptos al género; que a buen seguro abrirá el camino de éste joven autor a nuevas publicaciones. «
Senderos, de Koldo Azpitarte y Paco Roca; Lautaku Ediciones; 272 págs., Bitono, 22,00 €.
«Previamente al inicio de la lectura de este grueso volumen, su edición se me antojaba un poco precipitada. En principio, parece que este tipo de retrospectivas se deban dedicar a autores con una trayectoria editorial más extensa.
Craso error.
Huelga decir lo interesante del trabajo de Paco Roca. Su obra y galardones hablan por sí solos. Sin embargo, si quisiera resaltar la importante labor que Koldo Azpitarte y la jovencísima editorial Laukatu hacen en este libro.
Todo el material del que consta este libro tiene un peso e interés tan grandes que, al concluir se echa en falta poder acceder de este modo a la obra de más de nuestros autores de tebeos.
En lo particular, es una gozada tanto poder leer acerca de la trayectoria profesional de uno de los más importantes creadores de este país, como disfrutar de algunos de sus bocetos, ilustraciones e historietas difíciles de encontrar fuera de este formato.
Espero con impaciencia al próximo título de esta editorial.»
Archivo de Píldoras nacionales.
Lagrimón acabo de soltar recordando esto de las joyas literarias.
¿De dónde me viene mi afición a los comic sino es de aquí?
Por cierto, ¿Por qué había tantas letras al lado de los comics? ¿Realmente esperaban que fuésemos a leer la novela pudiendo «verla» al lado?
Y lo del jabato, sí, está bien, pero claramente es para mí la serie B del Capitán Trueno
Ya puestos ¿Alguien se imagina un grupo de superhéroes españoles con trueno, jabato, enmascarado….Los guardianes de la historia que podrían llamarse… (Que conste que no cito a Roberto Alcazar y Pedrín a posta para no liarla, por la carga política que llevan y tal)(Aunque claro, los otros no estaban tan desprovistos de carga ideológica, especialmente el enmascarado)
>>>>Por cierto, ¿Por qué había tantas letras al lado de los comics? ¿Realmente esperaban que fuésemos a leer la novela pudiendo “verla” al lado?
Si te refieres a aquellos libros doraditos (Joyas Literarias Selección?), yo leía el cómic como si fuese una especie de tráiler de lo que llevaba la novela, o sea que para mí sí que servían de algo las «letras», jejeje.
Aun me acuerdo cuando descubrí los personajes recurrentes que aparecían en diferentes novelas de Verne (el capitán Grant, Robur…) gracias a estos libros. Seguramente eso es lo que me llevóa apreciar la continuidad después en cómics de Marvel.
«el jabato, sí, está bien, pero claramente es para mí la serie B del Capitán Trueno»
En cambio, a mí me gusta más que Trueno.
Conozco un montón de gente a la que le gusta más Jabato que Trueno. Yo soy más del Capitán, pero me hice con los primeros de este coleccionable del Jabato… y oye, entiendo que haya gente que lo prefiera.
Además, que como fan de Bud Spencer y Terence Hill, me divierto con cualquier cosa protagonizada por un guaperas y un bruto que pueden con todos, jajaja 😉
Eso de ser «serie B» tampoco es que sea malo, pueden ser buenos.
Por ejemplo, además de los de marvel, también leo comics de DC que tampoco están tan mal. 🙂
Queda usted en mi lista negra.
Como fan de Editorial Valenciana más que de Bruguera, no puedo más que discrepar con lo de la supuesta «carga ideológica» de Roberto Alcazar y Pedrín y El Guerrero del Antifaz.
Como siempre, los personajes más longevos y vendedores del comic español son siempre denostados y ninguneados.
Hay que recordar que Roberto Alcazar y Pedrín llegó a los 1200 números, especiales aparte, cifra a la que no ha llegado ni Action Comics.
Y El Guerrero del Antifaz, en su época dorada, 20 años antes que Trueno, vendía más que este, o como mínimo lo mismo.
Pero claro, uno son los franquistas, y otros los buenos. No estoy de acuerdo.
El que la epoca fuera franquista, no implicaba que los tebeos tuvieran esa ideología ni que Manuel Gago (nuestro Stan Lee particular) lo fuera.
Bastante tuvo que sufrir el hombre la censura para desprestigiar así esos magníficos TEBEOS, con mayúsculas.
Por cierto, no soy un troll, lo prometo. Leo (como muchos otros) esta página desde hace varios años buscando noticias de DC, pero no comento.
Lo que pasa es que el ninguneo a Editorial Valenciana me molesta bastante, pues entre Bruguera y esta había una relación que se parecía bastante a la actual Marvel – DC.
En mi humilde opinión, Bruguera pegaba más fuerte en los comics de humor, y Valenciana en los de aventuras.
Propongo un artículo sobre el tema, fuera de ideologías y con el máximo respeto, escrito por alguien más habilidoso que yo en estos asuntos.
Es todod un honor estar en esa lista tuya, J Space.
IsraelF: Mencioné lo de la carga ideológica de RA y P a conciencia, para abrir debate. Ver estos comics fuera de su tiempo, de la forma de pensar mayoritaria de la época puede llevarnos a error.
Sin conocerlos en profundidad, sí que me recuerda este tema a algunas historias de superhéroes de los 60 en EEUU que aparentemente son muy retro o desfasadas y en aquellos momentos era muy avanzada para su época.
Como cuando apareció Sue Storm o Jean Grey: Ahora pueden parecer historias con
mujeres de adorno o para la limpieza, pero por aquel entonces, estar en un grupo de superhéroes de igual a igual no era tan fácil. (También con Wonder Woman pudo pasar algo parecido).
En realidad, envié el mensaje a donde no era, Alfeizar 😀
Efectivamente, Alfeizar. Estoy de acuerdo contigo.
No es lo mismo reflejar el pensamiento de la época, o incluso del propio autor (pues ellos eran los guionistas y los dibujantes), que ser un encargo directo del Generalisimo como han acusado algunos al Guerrero del Antifaz.
Hasta he llegado a leer que Roberto Alcazar era en verdad Primo de Rivera caricaturizado, cuando el propio Vaño expreso por activa y por pasiva que era el mismo de joven.
Si gustáis: http://www.manuelgago.com
Me deja asombrado las cifras de ventas que alcanzaban estos tebeos y que citais aqui,yo por edad no conoci a estos personajes y ahora que me estoy acercando a ellos,he podido comprobar de primera mano,el giro que ha dado esta industria en nuestro pais,sin duda sería un hecho muy interesante de analizarsi en su día funciono,porqué ahora no???
Lo de Roberto Alcázar tiene su miga, puesto que Hernández Cava y Federico del Barrio ya analizaron las circunstancias creativas que acompañaban a este ti8po de historietas en El artefacto perverso, luego Calatayud hizo su particular versión del mismo en Peter Petrake (recientemente reeditado por El Patito Editorial) y en breve asistiremos a la versión ultimate del personaje en una próxima novedad de Astiberri.
En cuanto al Guerrero del Antifaz, a mí me encantaba tanto como el Capitán Trueno. Gago era un genio… y Mora y Ambros otros que tal
Ahora no creo que funcionen por dos razones:
– La competencia con los superheroes actuales sería fuertísima, tendrían que abrirse hueco y eso es muy, muy difícil.
– La historias tenían su trasfondo en su momento. Ver a Trueno viajando por el mundo y ganando a cualquiera, fuera vikingo, tártaro o árabe gustaba mucho en un país apocado, que había sido marginado por años por todo el mundo (literal esto último) (No digo nada de eso de casarse con una escandinava/sueca)
De todas formas, creo que cuando lleguen a estrenar una peli de Trueno (¿Se dejó apartado el proyecto o aún siguen con el?) se acompañará de sus aventuras en comics y ya veremos si engancha a los nuevos mocosos….
– La competencia con los superheroes actuales sería fuertísima, tendrían que abrirse hueco y eso es muy, muy difícil.
Sin embargo,los mas ancianos del lugar insísten una y otra vez en la afirmación,de que el genero de los superheroes esta de capa caída en estos tiempos ( y mas aun en los 90 ).Esto me hace suponer que coincidiria la edad de oro del genero super heroico,con el» boom»de los tebéos en españa,por lo tanto sigo sin entenderlo,a no ser claro, que una cosa sea la calidad de los comic de super de la epoca y otra la distribución que sufriéra en españa,que me imagino que no sería comparable con la de hoy día.
>>>Ahora no creo que funcionen por dos razones:
– La competencia con los superheroes actuales sería fuertísima, tendrían que abrirse hueco y eso es muy, muy difícil.>>>
Públicos diferentes. El mes que viene publican una nueva historieta del Capitán Trueno que parece salida de un fanfic. A ver qué tal le va.
>>>Me deja asombrado las cifras de ventas que alcanzaban estos tebeos y que citais aqui,yo por edad no conoci a estos personajes>>>
La cosa es que antes leían tebeos los adultos y los niños. Actualmente sólo algunos adultos, y así no hay quien haga caja.
Bueno, Trueno parece de esos personajes que hoy en día encontraríamos en una novela rosa; tal vez si hacen énfasis en su relación con Sigrid (y a ésta la pintan cañón, para atraer más público masculino)…
Oh, definitivamente me hago viejo, Toni. Pero qué buenos recuerdos, compañero.
Un saludo.
>>>tal vez si hacen énfasis en su relación con Sigrid (y a ésta la pintan cañón, para atraer más público masculino)…>>>
Justamente lo contrario de lo que van a hacer en este nuevo álbum. Me imagino que en cuanto lo publiquen, algunos blogs estallarán de indignación y todo el mundo acabará enterándose, así que no destripo.
El problema que tienen las nuevas aventuras que hacen del Capitán Trueno es que son muy cutres. Es evidente que funcionarían bien (igual que funcionó bien por el factor nostalgia el coleccionable que salió el año pasado, que ha propiciado la aparición de este del Jabato, igual que Esther y su mundo se ha vuelto a convertir en todo un fenómeno social) si las hiciesen bien, respetando el look antiguo, y no queriendo hacer cutreces como la que parece que se nos viene encima.
John Space dijo:
Trueno parece de esos personajes que hoy en día encontraríamos en una novela rosa;
Ahí te equivocas, John Space. El capitán Trueno es demasiado bueno para ser el protagonista de una novela rosa (que siempre tienen un lado misterioso, torturado, que es lo que les atrae a las protagonistas). Sigrid también está demasiado buena para ser protagonista de una novela rosa (normalmente chicas del montón, con las que la lectora se puede identificar).
Para no irnos muy lejos del mundo del cómic, tenemos el caso Candy Candy (serie de animación de la infancia de muchos) en que el chico bueno (Anthony) era eliminado de un plumazo, y el verdadero amor de Candy era el torturado Terry.
Gaeta
¿el caso Candy Candy? ¡Cielos! No hables muy alto, que como se entere la parienta la vamos a liar, tiene un trauma con la muerte de Anthony que ni te cuento.
Por cierto, eso sí que era «novela rosa» ¿No?
Las superventas de estos tebeos (y otros muchos) en su época obedecen al contexto histórico y a la ausencia de competencia de otros medios que teminaron imponiéndose. Lo mismo puede decirse de la literatura de bolsillo, que aquí, como en otros países, alcanzó cifras millonarias y hoy su consumo es una sombra de lo que fue.
Yo soy más de El corsario de Hierro, aunque me encantan los tres tríos.
Y lo de la carga ideológica de El Guerrero del Antifaz o de Roberto Alcázar (y Pedrín) es evidente, pero también la había en el Capitán Trueno (esos jíbaros, por ejemplo…) ¿Fruto de su tiempo? Pues sí, pero ahí está. Pero sólo por el desarrollo argumental que tuvo a lo largo de los años El Guerrero del Antifaz bien merece una posición más destacada en el género de la que ostenta: el personaje y su entorno evolucionaban como pocos lo han hecho en la historia del comic.
Ahora parece que se recuerda a todas estas historietas más por la (desopilante) censura que sufrieron que por el inagotable entretenimiento que aportaron.
Yo también soy más del Corsario de Hierro.
Aunque mi etapa favorita de todos los tiempos y de todos los comics es la primera mitad de la colección del «Guerrero», hasta su boda, especialmente cuando se hace tan grande el personaje que termina dirigiendo las tropas de Bayaceto contra los tartaros.
Cada x años me la releo, en blanco y negro y apaisada, como de diseño, nunca a color.
Y mientras tanto, Gago dibujando tropecientas páginas a la semana por cuatro duros.
«como se diseñó», quería decir.
¿Versiones ultimate de esos personajes? Desde luego, en tomos independientes. Eso eliminaría dos características de esos comics: el kiosko, y el «continuará» que mantuvo en los 40 y 50 a los niños esperando novedades en esos kioskos.
Aunque miedito me dan. No tengo nada en contra, pero me apuesto algo a que pintan a Roberto Alcazar con una relación gay con Pedrín.
Aunque espero que no lo hagan, pues sería delito, que Pedrín tenía la edad del primer Robin, 11 o 12 años (aunque solucionaba mejor los casos que Roberto).
Seguro que Jotace se tendría para varios artículos.
Ya que se habla del tema, aquí hay un proyecto de película del Guerrero del Antifaz:
http://www.youtube.com/watch?v=6G1P7fJDQgU&feature=player_embedded