Píldoras Nacionales 54: Entrevista Díaz Canales – Guarnido

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RESEÑAS

Rapide!, Ángel Muñoz; Ediciones de Ponent; 176 págs., BN, 18 €.

Rapide! es un cómic sobrado de encanto y buenas ideas… en manos de un autor que a nivel narrativo todavía debe madurar para que todas esas virtudes suyas -indudables- lleguen a insertarse en un relato bien trenzado.

Su planteamiento motríz es enormemente posibilista: meterse dentro del Dragon Rapide que en 1936 transportó al golpista Franco de Canarias a Marruecos; pero hacerlo desde que este avión saliera del aeropuesto de Croydon (Inglaterra) hasta el término de su viaje. Así pues, esta es tanto la historia de aquellos que viajaban en el avión, ajenos a las intenciones de los organizadores del crucero, como el retrato de una derecha española que proyectaba sus anhelos en aquel vuelo; ambas líneas argumentales aderezadas con grandes dosis de creatividad.

En lo que respecta a la tripulación del Dragon Rapide, Ángel Muñoz mezcla personajes reales y ficticios, repartiendo abundantes dosis de protagonismo entre ellos, pero otorgando el rol principal a una pareja de investigadores (periodista estadounidense él, miembro de Scotland Yard ella) que andan tras la pista de un corresponsal del ABC al que creen culpable de un asesinato. En esta parte, si alguna cosa destaca, es el grafismo, la caracterización y la ambientación. Para contar una historia de raiz tan nuestra, Muñoz da unos cuantos rodeos que desprenden el aroma del Hollywood más clásico, llevándonos desde la Lousiana animista a la Casablanca donde Sam tocaba el piano, todo ello servido a través de un estilo muy cercano al de Daniel Torres, ideal para retratar este tipo de escenarios.

Por otra parte, el apartado histórico-político se recubre de un velo muy particular, al reflejar el autor buena parte de lo referente al alzamiento y a sus instigadores con un manifiesto surtido de iconografía satánica. Dicha apuesta simbólica, en la que aparecen dragones, parcas, diablos y machos cabríos, dota al conjunto de un aliento fatalista que sus compases finales no dejan de confirmar, constituyendo otra de las grandes bazas del cómic.

Sin embargo, como apuntábamos al principio, estas y otras muchas buenas ideas no acaban de sedimentarse lo bastante como para que podamos hablar de un trabajo redondo, porque también son unas cuantas las carencias de las que adolece Rapide!. En buena medida, parte del problema está en su retrato de personajes, que si bien estaban admirablemente construidos a nivel gráfico, tienen pies de barro en lo que a su bosquejo psicológico se refiere. Son pocos, estereotipados y muy esquemáticos los rasgos que los definen y, por eso mismo, la interacción que entre dichos personajes se produce siempre tiene algo de impostura, de falacia. Por supuesto, no en el sentido de que los protagonistas oculten sus intenciones -que a menudo lo hacen- sino en el de que ellos mismos no resultan creibles. De hecho, mucha es la información que se pierde. Sobre aquello que lleva cada personaje en su interior, puesto que casi siempre los vemos como de lejos, pero también sobre por qué sucede lo que sucede a su alrededor. El autor ha realizado un fenomenal trabajo de investigación para confeccionar la obra, pero buena parte de lo que ha aprendido no queda lo suficientemente explicitado en su guión. A esta imperfección, la principal, se le añaden otras de menor importancia, como que muchas veces Muñoz construye sus planos generales desde una excesiva distancia, dotando por ese motivo a los espacios cerrados de una extraña amplitud y haciéndolos parecer demasiado vacios, diríase que teatrales.

Quedan sus muchos aciertos como promesa de un próximo trabajo todavía mejor, promesa firme sin duda a tenor de la enorme progresión que este autor realizara desde su anterior trabajo, La traición sabe a oro negro, que bebía de fuentes similares a las de Rapide! pero con menor oficio. Seguiremos informando.

[Entrevista a Ángel Nuñoz en Humor a l’art].

Blacksad 4: El infierno, el silencio, José Luis Díaz Canales y Juanjo Guarnido; Norma Editorial; 56 págs., color, 15 €.

El éxito incontestable cosechado por Blacksad a lo largo de sus cuatro entregas deriva, en buena parte, de aquello que también provocó la acogida más bien fría dispensada por la crítica a sus primeras entregas. Y no me estoy refiriendo aquí a esa tendencia del crítico iluminado a menospreciar todo aquello que sea alabado por las masas, sino más bien al hecho de que las grandes virtudes que auna esta serie son también aquellas que la sitúan dentro de la convencionalidad, aunque esta sea una convencionalidad singular y enormemente virtuosa.

Me explico.

Aunque indudablemente las impresionantes dotes de Juanjo Guarnido como ilustrador cautivan la mirada de cualquier audiencia, la verdadera baza de Blacksad la constituye su cercanía, su familiaridad para con el imaginario del lector, la potencia con la que sus códigos resuenan ante el público, haciendo que resulte enormemente fácil meterse en sus historias. Lo consigue tanto por su adscripción al género negro salpimentado con alguna pizca de humor, modelo narrativo de tradición netamente popular, como por la utilización que hace del rico simbolismo antropomórfico que tan cercano se nos ha hecho gracias al cine animado. Policias, ladrones, conspiradores, mujeres fatales y detectives privados… felinos esquivos, sabuesos fieles y asnos simpaticotes… Canales y Guarnido funden de forma perfecta dos de los discursos narrativos que mayor impacto han tenido en la cultura de masas y, por eso mismo, consecuentemente, triunfan… puesto que son tan efectivos los atajos comunicativos que toman… que nada impide que el lector conecte fácilmente con lo que cuentan.


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Sin embargo, tanto atajo a veces tiene sus riesgos y, en Blacksad, el riesgo que se cierne sobre el lector es el de que este acelere demasiado el paso y se pierda las vistas serenas y matizadas que senderos menos hollados hacen más evidentes. Es decir, es tanto el poder del simbolismo antropomórfico, tan marcados los contenidos que lleva asociados, que a veces cuesta ver más allá de ellos, intuir tras la caricatura de un personaje la verdadera hondura que habita en su interior… y, por lo tanto, captar todo el calado de la peripecia que protagoniza.

Dicho riesgo se hace patente en El infierno, el silencio; tanta es la soltura expresiva del trazo colorido de su dibujante. Pero, dado que Canales y Guarnido son perros (¿o será gatos?) viejos, a estas alturas ya saben como contrarrestar ese riesgo de diversas maneras. Por un lado, introduciendo imágenes fuertes en ese gracioso mundo de los funny animals: imágenes tales como un yonqui deforme de ojos rotos pinchándose su dosis o una embarazada cayendo por los suelos sin que nadie mueva un dedo por ayudarla. Por otro lado, segmentando la narración en dos tiempos, el presente y sus flashbacks, maniobra que tanto obliga al lector a hacer un ejercicio de recomposición de unas piezas que no se le facilitan de forma lineal como transmite una acuciante sensación de urgencia y amenaza, sabedores como somos del fatídico destino que aguarda a un pobre desgraciado; alguien que -a pesar de todas sus miserias- no deja de resultarnos digno de simpatía o, cuanto menos, de compasión. Bien es cierto que Canales y Guarnido también introducen alguna que otra subversión en los estándares habituales del género negro, modelo narratológico a menudo muy encorsetado, logrando con todo ese surtido de originalidades huir ligeramente de ese espacio de convencionalidad del que hablábamos al principio, convencionalidad que por otra parte juega a su favor a muchos niveles, cuando facilita las diversas elipsis de la trama o el despertar de la empatía en el lector.


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Resumiendo pues, queda claro que esta cuarta entrega de Blacksad constituye una oportunidad perfecta para que se acerquen a este gatuno detective aquellos que todavía no lo conocen, ahora que sus pasos nos llevan hasta la Nueva Orleans del jazz, la magia negra y los escándalos de acaudalados hombres de bien cuyas fortunas se gestaron a costa de las gentes que nunca podrán pagarse un abogado… pero que todavía pueden hacerse oir a través de la música.

[Reseña de Blacksad 1: Un lugar entre las sombras en Zona Negativa + Reseña de Blacksad 3: Alma roja en Zona Negativa + Reseña de Brujeando (Teresa Valero y Juanjo Guarnido) en Zona Negativa + Entrevista a Juanjo Guarnido en Zona Negativa].

ZN ENTREVISTA A… JUAN DÍAZ CANALES Y JUANJO GUARNIDO

Toni Boix: Atendiendo a la diversa tradición de la novela policiaca, para vosotros, narrativamente hablando, ¿Blacksad tiene más de juego que de manifiesto?

Juan Díaz Canales: De manifiesto no tiene apenas nada, en tanto en cuanto no somos muy dados a la reivindicación de ningún género concreto. En cuanto al juego, me parece un término un tanto ambiguo. Si por juego se entiende dosificar la información y variar el ritmo de la historia con fines creativos, hay bastante de eso. Pero la meta no es la de manipular al lector ni por supuesto querer deslumbrar con un artificio enrevesado, sino encontrar formas narrativas apropiadas e interesantes.

Juanjo Guarnido: El hecho de optar por los personajes zoomorfos combinados al género negro tiene en si algo de juego, pero es más un reto que otra cosa o, al menos, desde un principio lo enfocamos así.

Toni Boix: Entiendo lo que me decís, aunque la pregunta por el manifiesto no iba relacionada con reivindicar el género. Antes bien, dado que la novela policíaca ha explorado ámbitos tan dispares como los enigmas de Christie y Doyle o la crítica social de James M. Cain, os preguntaba hasta qué punto vosotros habíais querido transitar entre ambas tradiciones, la del juego y la del posicionamiento crítico.

Juan Díaz Canales: Ya veo lo que quieres decir. A mí en general no me interesa especialmente la novela policíaca entendida como un juego de ingenios. Me parece entretenida pero algo vacía de contenido. En ese sentido, siempre hemos pretendido que, géneros a parte, Blacksad sea una historia no tanto de crítica social como de personajes.

Toni Boix: Siguiendo con el tema del relato como ardid, ¿el doble discurrir temporal que utilizáis en El infierno, el silencio tiene que ver con esa voluntad de jugar con el lector?

Juan Díaz Canales: Pues precisamente es un buen ejemplo. Elegí las dos tramas paralelas en diferente tiempo para contar la historia, porque me pareció una manera muy eficaz de darle al libro el ritmo adecuado. Se trataba de trasmitir al lector la misma sensación de urgencia y de agobio que tiene Blacksad en su carrera desesperada por encontrar a Sebastian. Al final, más que en un juego se convirtió en un reto. Tanto para nosotros, pues es ciertamente complicado contar una historia así, como para el lector, que debe recomponer todas las piezas del puzzle para entender la historia. ¡Espero que no hayamos fracasado!

Toni Boix: En absoluto. En determinado momento esa urgencia resulta muy palpable y la combinación de flashbacks y tiempo presente hace que todo parezca posible en la trama… hasta que luego ya queda claro que Hannah ya ha elegido quién va a ser el padre de su hijo.

Juan Díaz Canales: ¡Es un alivio escucharlo! 😉

Toni Boix: A toro pasado, parece claro que Blacksad era una apuesta ganadora. Pero, en su día, ¿os costó mucho colocar la idea en el mercado francés?

Juan Díaz Canales: No, la verdad es que hasta la fecha hemos tenido siempre a los hados de nuestra parte. Desde el primer momento en el que empezamos a mover el proyecto, ya hubo al menos tres editores que mostraron interés en la serie. Con eso y con todo, sí que tuvimos que oír cosas del estilo de “esto del cómic protagonizado por animales ya no se lleva…”

Toni Boix: Juan, al principio, al tiempo que Blacksad iba acumulando premios en nuestro país y crecía su número de ejemplares vendidos, cierta corriente de opinión cuestionaba su apartado argumental tildándolo poco menos que de resultón y convencional. ¿Cómo viviste todo aquello?

Juan Díaz Canales: Pues lo vives como un aprendizaje más. Por un lado, guiándome por el sentido crítico he intentado ver que hay de cierto en esas críticas para poder corregir el tiro. Por otro lado también he procurado tomármelo con la distancia suficiente para no acabar negando los aciertos que pudiera tener. Siempre me he enfrentado al trabajo con honradez, sin querer engañar a nadie, y pienso que esa honradez ha de ser extensiva a la manera como te enfrentas a tu obra una vez que esta ha sido publicada. Al final, la lección más importante es que es imposible gustarle a todo el mundo. Y no está mal, la variedad es la que le da gracia a la vida. En cuanto antes asumas esto, mejor.


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Toni Boix: ¿Tenéis conciencia de que vuestra apuesta por utilizar animales antropomorfos de carácter marcadamente simbólico como protagonistas de Blacksad propicia cierta estereotipación de los personajes? ¿Hasta qué punto eso es algo que os interesa a nivel narrativo y en qué medida miráis de compensarlo con recursos que aporten matices a los personajes?

Juan Díaz Canales: El estereotipo está en la base de lo que pretendíamos hacer: aprovechar la imagen de los animales como metáfora visual, de tal manera que de un golpe nos llegara gran cantidad de información de manera visual. La metáfora visual es un recurso intrínseco al cómic y que todo el mundo utiliza en sus múltiples variantes. En nuestro caso, no nos hemos detenido en la simple identificación clásica, sino que hemos intentado explotar el recurso en sus mil variantes. Quiero decir que la elección de un animal a veces responde a la imagen clásica de las fábulas, otras tiene un reflejo simbólico, otras simplemente responde a un gag, una parodia, un guiño, un juego de palabras… Resumiendo, el estereotipo se ve a veces como algo limitado, pero es un recurso narrativo más, que bien utilizado te puede enriquecer mucho una historia.

Juanjo Guarnido: Nuestro uso de los estereotipos en relacion al aspecto físico de los animales, a mi parecer, no es más criticable ni menos lógico que el hecho de enrolar para un papel determinado a Steve Buscemi, John Goodman o George Clooney. Es una pura cuestion de “casting”.

Toni Boix: Bueno, de hecho no lo estaba cuestionando. Más bien os preguntaba si luego teníais la intención manifiesta de modularlo a través de otros recursos para poder así dotar de cierta hondura a determinados personajes o no necesitábais moveros de forma clara por ese terreno dadas las intenciones de vuestros relatos. De todas formas, siguiendo con eso, ¿la adscripción de una especie animal concreta a un determinado personaje viene siempre determinada por el guión o sólo es así en el caso de personajes con cierto peso en la trama?

Juan Díaz Canales: Todo el “casting” animal viene dado en el guión. Pero como en el resto del proceso de fabricación del tebeo, es susceptible de cambio una vez que Juanjo comienza a interpretar el texto y, por lo tanto, a aportar su valiosísimo punto de vista. Más de una vez se ha dado la circunstancia de cambiar el animal elegido para interpretar algún personaje importante. Sin ir más lejos, Sebastian, el protagonista de El infierno, el silencio, era un mono en la primera versión de la historia. Luego lo cambiamos a un perro, para centrar la referencia de “los cuatro músicos de Bremen”. Mi idea era un galgo, que al ser tan delgado cuadraba muy bien con la imagen del yonqui, pero finalmente Juanjo dio con la solución perfecta: un bóxer.

Juanjo Guarnido: También el personaje de Otero en Alma Roja cambió de la idea inicial, un chivo, a una lechuza, que parecía representativa de la fauna ibérica y sobre todo se prestaba a la confusion con el personaje de Liebber, un buho real, que hacía creíble el que uno fuera asesinado en lugar del otro…

Toni Boix: Mientras que en Arctic Nation, al tratar el tema del racismo, hacíais un esfuerzo por definir la raza de las diversas facciones que la trama enfrentaba, lo cierto es que ese aspecto de la raza no siempre tiene un evidente paralelismo entre nuestro mundo y el de nuestro gatuno protagonista. ¿Por lo general, el tema de la adscripción racial es algo de lo que soléis prescindir al abordar la creación de un personaje, incluso en sub-universos donde este detalle puede resultar tan relevante como el que retratáis en esta cuarta entrega?

Juan Díaz Canales: Hasta Arctic Nation no nos habíamos planteado las equivalencias raciales. Para mantener una cierta lógica realista, optamos por el color del pelaje, en vez de asimilar determinadas razas humanas a diferentes especies animales. En los tomos posteriores, hemos continuado la misma lógica para mantener una coherencia en el universo de Blacksad. Así, en el tomo 4 todos los músicos negros de jazz son animales de diferentes especies, pero negros. La metáfora creo que funciona, ya que incluso es menos forzada que en otros ilustres predecesores como Maus. Para Spiegelman los ratones son judíos (religión), los gatos nazis (un partido político), los cerdos polacos (una nacionalidad), y sin embargo el relato, lejos de resentirse, es una obra maestra.

Toni Boix: El hecho de que en este nuevo Blacksad os sumerjáis en Nueva Orleans y en ciertas trastiendas del mundo del jazz, ¿es algo que habéis hecho por convicción o por tradición, es decir, porque son escenarios que resultan relevantes para vosotros o sólo porque son arquetipos del género negro?

Juan Díaz Canales: Bueno, el género afortunadamente da mucho de sí geográficamente hablando. Si bien Blacksad está “empadronado” en Nueva York, entiendo que su teatro de operaciones puede desplazarse a cualquier punto de la geografía estadounidense sin que por ello se resienta el tono de relato policiaco. De hecho, no creo que Nueva Orleáns tenga una especial tradición como escenario de serie negra. Repasando por ejemplo las películas, para buscar documentación, no encontramos muchas ambientadas ahí. La elección de Nueva Orleáns corresponde más bien a lo sugerente que nos resultaba como ciudad con personalidad propia, completamente atípica dentro de los EE.UU. por su pasado en el que se mezclan las culturas española, francesa, africana y anglosajona. Además, es un lugar casi mítico ya que es la cuna del jazz.

Juanjo Guarnido: Es además una ciudad con una personalidad apabullante; pero hay que ir allí para darse cuenta, y por fortuna tuve la buena idea de hacerlo en la epoca en que abordaba el principio del album…


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Toni Boix: Por de pronto, como referencia del género ubicada en Nueva Orleans, a mí me venía a la cabeza El corazón del ángel, película que creía teníais un tanto en mente dado que incluso uno de vuestros personajes se llama Fausto y ese nombre está cargado de resonancias satánicas.

Juan Díaz Canales: Si, tienes razón. El corazón del ángel es una referencia clara. De hecho es una peli que nos encanta a los dos.

Toni Boix: Dicho esto, y dejando de lado Nueva Orleans, me gustaría saber cuál es vuestro sentir respecto al jazz, un tipo de música que tiene no pocos aficionados entre los veteranos autores de cómic de nuestro país como Tha o Jordi Bernet.

Juan Díaz Canales: En mi caso, mi interés por el jazz ha llegado sobre todo después de empezar Blacksad. ¡Es una cosa más que le tengo que agradecer a la serie!

Toni Boix: Juanjo, en este último Blacksad diría que tu paleta de colores se ha vuelto menos oscura, más luminosa. Si es cierto y no es una cuestión de calidad de reproducción de tus originales, ¿eso es algo que tiene más que ver con tu evolución como artista o con la evolución del universo de vuestro felino detective y las exigencias de ambiente de esta aventura?

Juanjo Guarnido: Responde a la exigencia narrativa de este guión en concreto, en el que los “flashbacks” que salpican la historia y explican los prolegómenos se desarrollan durante el día, mientras que la accion “lineal” del álbum transcurre durante una sola noche. El cambio brusco de paleta y de luminosidad ayuda al lector a comprender el corte temporal. En fin, ¡al menos así lo espero!

Toni Boix: En la anterior entrevista que te hicimos a raíz de la publicación de Brujeando nos comentabas que en Blacksad podías soltarte menos a nivel de trazo y que Brujeando te había permitido crecer en ese sentido, en detalles que tal vez podían pasarle desapercibidos al lector. ¿Constatas que has incorporado en este nuevo Blacksad elementos de la progresión gráfica que Brujeando te permitió conquistar?

Juanjo Guarnido: Totalmente, creo que mi entintado ha mejorado sensiblemente y es gracias a la experiencia de Brujeando. Gente con bastante ojo clínico y cuya opinión nos es valiosa, como JL Munuera, han tenido a bien hacérmelo saber y no poco que me alegra.

Toni Boix: También nos comentaste que constituía una fuente de motivación para ti el sorprenderte a ti mismo con esos hallazgos gráficos que, en ocasiones, aparecen de forma natural. ¿Te has podido dar ese gusto en esta ocasión y, si es que sí, podemos aventurar que mientras que en Brujeando esos hallazgos tenían que ver más con la soltura del trazo, en este cuarto Blacksad están relacionados con tu forma de capturar la iluminación de ciertas escenas particulares, como las sesiones espiritistas de la curandera o las conversaciones a pleno sol bajo la sombra oscilante de los árboles?

Juanjo Guarnido: No… el color y la iluminación no son terrenos en los que me sienta lo bastante seguro de mí mismo como para trabajar “sin red”. Por eso elaboro tan exhaustivamente las maquetas en las que estudio la paleta cromática precisa y el tratamiento exacto de la luz, hasta las sombras más secundarias. Si no hago este trabajo preparatorio, me pierdo o me estrello. Por otro lado, ciertos efectos muy vistosos como las sombras en la secuencia del patio a la que haces alusión son bastante menos complicadas de lo que parece.


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Toni Boix: En alguna ocasión la agilidad felina de Blacksad propicia que describáis visualmente ciertas escenas desde códigos gráficos cercanos al comic-book. Tal vez algunos lectores también recuerden las ilustraciones sobre personajes Marvel que realizaste para Forum al principio de tu carrera. ¿Qué vinculación tienes con ese tipo de cómic y hasta que punto a Juan y a ti os gustaría dar vuestra versión de algún superhéroe clásico?

Juanjo Guarnido: Siempre he sido lector de cómic americano y de superhéroes, aunque los ultimos años me pierdo bastante en la multiplicacion de universos que han desarrollado y encuentro bastante obscena, por lo exagerada y sistemática, la estética actual que impera, salvo por ciertas joyitas de buen gusto como Adam Hugues o Daniel Acuña. Últimamente no sigo prácticamente nada. Y creo que mi versión de alguno de mis superhéroes favoritos sería demasiado “retro” para ser aceptable…

Toni Boix: Sin pretender desvelar detalles de la trama del cómic, resulta un tanto curioso la irrupción de cierto componente aparentemente sobrenatural en el marco de un relato de serie negra. ¿Cómo se os ha ocurrido y hasta qué punto pretendéis ahondar en esta historia en próximas entregas de la serie?

Juan Díaz Canales: Se trataba de enfrentar a Blacksad, un personaje racional y escéptico, ante una situación de marcado carácter sobrenatural. Acostumbrado a buscar respuestas y desenterrar verdades ocultas, de repente se ve ante una situación para la que no tiene explicación. Es lo menos que le podía pasar en una ciudad mágica como Nueva Orleáns. En cualquier caso, no pretendemos dar un viraje de corte fantástico a la serie.

Toni Boix: Bueno, pues parece que Blacksad no se lo ha tomado mal… y por la ilustración de la última solapa, se diría que los encuentros entre vuestro chico y su “guardaespaldas” no se han limitado a la ciudad de Nueva Orleans. Cambiando de tercio, supongo que la voz en off del principio de esta historia pertenece a Blacksad, pero luego, hacia el final de la historia, su contenido se hermana con los pensamientos del “malo de la película”. ¿Se trata únicamente de un elemento formal, de resonancia poética, o pretendíais que en cierta forma el bueno y el malo se asimilasen?

Juan Díaz Canales: De hecho durante el clímax de la narración se encabalgan las voces de 3 personajes (Blacksad, Fausto y Sebastian) sin que veamos a ninguno de los tres hablando… Bueno, es más bien un elemento formal para dar vida a la secuencia de “confesión” que normalmente queda demasiado explicativa y poco emocional. Somos conscientes, eso sí, del esfuerzo de concentración que supone para el lector, ya que el cómic no tiene sonido y sólo la lógica puede hacer que éste distinga a un personaje de otro.

Toni Boix: El resultado es brillante, ciertamente, como también lo es ese encadenado de sueños entre Sebastian y Blacksad, aunque reconozco que a mí me llamaba especialmente la atención esa confrontación entre “el bueno y el malo” respecto a lo que representa el infierno para cada uno de ellos, siendo ambos tan distintos pero siendo sus infiernos relativamente similares. En cierta forma, lo que dice Blacksad sirve para remarcar lo que Fausto calla, la referencia a los amigos. Bueno, prosigamos. Ya casi para acabar, una pregunta tópica pero inevitable. Diríase que el mismo Blacksad, al tiempo que se han iluminado los colores con los que Juanjo retrata su mundo, también vive una existencia más plácida que en las primeras entregas de la serie, hasta el punto de que sus comentarios en off son menos oscuros. Poco a poco, ¿va pasando de responder a unos ciertos clichés para convertirse en una especie de sosias vuestro en cuanto a su forma de ver las cosas?

Juan Díaz Canales: Es inevitable que según avanza la serie el personaje vaya evolucionando y se vayan filtrando más ideas sobre cómo vemos nosotros el mundo. Pero eso no convierte necesariamente a Blacksad en nuestro sosias. De hecho, si él se va apaciguando, nosotros en cambio nos vamos haciendo más viejos y viendo la cosa más negra (risas!)

Toni Boix: Finalmente ya, seguro que los lectores no desean que el importante lapso de tiempo que pasó entre el tercer Blacksad y este cuarto suponga que estáis desarrollando la misma aversión que Conan Doyle le acabó profesando a su criatura estrella. ¿Podemos decirles que duerman tranquilos?

Juan Díaz Canales: Absolutamente. Nos encanta Blacksad y en la medida que sigamos disfrutando como hasta ahora con el personaje, continuaremos la serie. El lapso de tiempo ha sido debido a un cúmulo de circunstancias laborales y personales que, creo yo, sería extraño que se repitieran. El guión del tomo 5 ya está bastante avanzado y espero que antes de acabar el año, podamos meternos en producción.

Juanjo Guarnido: Después, nuestra idea sería mantener un ritmo de salidas de un tomo cada dos o tres años… si nuestras fuerzas lo permiten!

Toni Boix: Pues esperemos que sí y brindemos por ello… aunque preferiría que no fuese con bourbon.

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Juanen
Juanen
14 abril, 2011 12:42

15€ por 56 paginas
¡¡¡¡ 15€ por 56 paginas !!!!!!
Pero ¿nos hemos vuelto locos?
 
Luego se critica Predicador, Sandman y los tochales que te dan mas de 10pag/1€. Este sale a 0.3pag/1€
Esto si que es para ricos.

jorgenexo
jorgenexo
14 abril, 2011 15:11

Pues sí, pero es el precio standard de album europeo. Y, en este caso, además, bien los valen. Al menos para mí.

JAVIE
JAVIE
Lector
14 abril, 2011 15:38

En efecto es el precio normal en un BD frances,a color y en tapa dura,eso si,llegara el dia en que lo reediten en españa e un solo formato y ahi sera cuando compraré.

dairi
dairi
Lector
14 abril, 2011 16:01

Me encanta como le queda el arte a Juanjo Guarnido, esa relacion en la paleta de ¿acuarelas?, da asombrosos resultados.

demanio
demanio
Lector
14 abril, 2011 17:53

que entrevista tan interesante!
gran trabajo. me encanta la serie blacksad.
saludos.

Chango1985
Chango1985
15 abril, 2011 0:43

Vale todos y cada uno de los euros que pagué por cada album.
Me apena un poco que una de las mejores obras hechas por españoles las tengan que editar los franceses y luego tener que conprar derechos de publicación y andar traduciendo. Un poco triste.