Píldoras Nacionales 56: Entrevista a Álvaro Ortiz

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RESEÑAS

Máxima discreción, Andreu Martín y Alfonso López; Panini Comics; 112 págs., color, 14’95 €.

En el pasado Saló del Còmic de Barcelona, Andreu Martín decía que sus novelas solían tratar sobre el lado bueno de los malos y el lado malo de los buenos. Algo de ello puede encontrarse en Máxima discreción, una trepidante historia que nos adentra en las trastiendas de la sociedad del éxito, el alto standing y las amistades circunstanciales.

Debemos decir, por un lado, que la obra tiene de thriller ese encadenado de acontecimientos dramáticos que parecen dirigirse hacia un final inevitable y catártico, capturando así el interés del léctor y transportándolo con placer febril hasta una conclusión donde lo fatídico se entrecruza con lo sorprendente.

Pero como insinuábamos al principio, por otro lado, el relato tiene de negro ese gusto por la prospección en el lado oscuro de nuestras sociedades… siendo este lado oscuro -y oculto- aquel al que se llega partiendo desde las brillantes playas de una de las ciudades más de moda hoy en día. Seguramente, no es casual que los protagonistas de esta historia se parezcan tanto a los integrantes de la Trinca, adalides del humor y la crítica social durante los primeros años de la Transición y luego hábilmente reconvertidos en exitosos productores televisivos de forma parcial. Así también, el foco de Máxima discreción escoge recaer sobre un grupo de amigos y sus respectivas esposas: tres de ellos dirigen una empresa de importación que parece ir viento en popa, pero cuando un amigo común de los tres aparece muerto, la mala conciencia de uno de ellos provocará que el castillo de las apariencias se derrumbe y los hombres (amigos) se conviertan en lobos (para el hombre). Fotos de barbacoas idílicas y hojas de un calendario de marcada ortodoxia -cuasi religiosa- nos hablarán de ese escaparate de sonrisas profident en el que parece que todo está bien y en el que andamos presos. Pero, por detrás, empezará a quedar claro que los estándares de esa misma sociedad de segundas residencias, cruceros y golf… comporta su precio en mentira, avaricia y traición.

Cabe destacar además que, en su empeño por destapar la falacia coyuntural propia de esos modelos sociales que nos han venido (des)orientando estos últimos años, Andreu Martín se asocia con Alfonso López y, al hacerlo así, ambos consiguen llevar la obra hasta un nuevo nivel. Sólo es preciso dejarse atrapar por la ilustración de portada o contemplar las repentinas transmutaciones de los protagonistas tal como las retrata López para percatarse de que, en sus manos -esas manos que reparten con igual soltura trazos de incomparable síntesis y colores otoñalmente decadentes-, lo coyuntural de unos yupis de tres al cuarto deviene estructural, y las desventuras de esos sabuesos que quisieron morder de más también nos devuelven nuestro reflejo en aquello que la existencia del hombre tiene de hipócrita, interesado y ruín… o de auténtico, solidario y noble. Volviendo a las palabras de Martín en el Saló del Còmic, queda claro que la buena novela negra es de las más morales que existen.

[Reseña de Mil vidas más en Zona Negativa con entrevista a sus autores (Pepe Gálvez y y Alfonso López) + Entrevista a Pepe Gálvez y Alfonso López en ZN sobre Silencios: La juventud del Capitán Trueno y Color Café + Breve comentario sobre ambas obras en Zona Negativa + Breve comentario sobre Què està passant? (Alfonso López) en Zona Negativa].

Águila Roja: La sociedad del Loto Blanco, JM Ruiz Córdoba y Álex Sierra; Ediciones Glénat; 96 págs., color, 19’95 €.

Soy un absoluto profano en Águila Roja y teleseries de este estilo y, por eso mismo, el interés que despertaba en mí esta obra era totalmente nulo… hasta que una voz autorizada empezó a decirme que no lo subestimase como producto de entretenimiento y que su dibujante, a pesar del poco tiempo con el que había contado para ello, había realizado una labor muy digna.

Leído -y disfrutado- ya este cómic, puedo decir que aquella voz no se equivocó del todo, que resulta indudable que JM Ruiz Córdoba y Álex Sierra acumulan mucho oficio a sus espaldas y que nunca está de más el dejarse cautivar un ratito por una aventura del estilo de aquellas que nos hacían vibrar cuando niños… aunque entonces en vez de Águila Roja tuvieramos al Capitán Trueno o a Puño de Hierro.

Menciono al Capitán Trueno porque, como solía hacer Víctor Mora con el caballero español, en esta aventura Águila Roja y su criado se adentran por territorios inhóspitos que sus autores retratan básicamente desde el tópico a mayor gloria del exotismo aventurero. Y menciono a Puño de Hierro porque los territorios representados son orientales y van repletos del subtexto típico de las historias sobre artes marciales (maestro noble, dos alumnos enfrentados, el autóctono que se corrompe y el extranjero que debe regresar para lidiar con él…)

Pero si alguno cree que, por manido, este relato puede resultar prescindible, que recuerde aquello de que importa más cómo se cuenta que lo que se cuenta y sepa que los autores de este cómic -ya lo avanzábamos- son muy hábiles en esto del contar.

Al guión, JM Ruiz Córdoba, curtido en cine y televisión, combina con acierto momentos distendidos con otros dramáticos, incorpora con tino elementos de humor y destaca enormemente en la elección de pequeñas anécdotas que retratan con habilidad a los principales personajes, dirigiendo así el relato hacia su conclusión de forma muy orgánica.

Al dibujo, Álex Sierra demuestra una envidiable maestría para la narrativa visual que da aliento a un grafismo expresivo, dinámico y claro, fruto del mestizaje de escuelas diversas armoniosamente integrado.

Juntos nos sirven una aventura de las de antes con personajes, estéticas y narrativas propias de ahora… y eso, que ya no suele ser habitual, acaba resultando de agradecer.

Fjorden, Álvaro Ortiz; Autoedición; 28 págs., color, 6 euros (gastos de envío incluídos)

Como producto físico, Fjorden es una absoluta delicia: su pequeño tamaño, de cuadernillo; el gramaje denso del papel, su textura de caricia y su tonalidad cremosa; sus solapas, su diseño y su coloreado en bitono hecho de azules y asalmonados… Todo ello convierte en placentera la experiencia de pasar sus hojas y, en plena era de lo virtual, nos devuelve la pregunta sobre lo tangible y lo ritual y las connotaciones simbólicas e inconscientes de ambas esferas.

Esa misma y manifiesta corporeidad de su presentación, problablemente sólo posible desde la autoedición, redunda en lo encantador de su apartado gráfico, en el que Álvaro Ortíz se mantiene fiel a sí mismo y a sus referentes en las estéticas más «aniñadas» de nuestra historieta y de la historieta francesa. Retazos de Sfar o Durán subyacen en un ilustrador de valores propios que aglutina con inspiración la sencillez y -cuando se tercia- la profundidad de campo.

Posiblemente, también contribuye a generar ese encantamiento gráfico su apartado argumental, en esta ocasión un sencillo devenir de acontecimientos de índole diversa que nos transportan hasta Noruega y su folclore, espacio transitado por el autor durante una estancia de verano en una residencia para artistas. Personajes tan variopintos como dioses nórdicos, grupos de Black Metal, nazi-zombies y erizos ninja conviven en un relato-río que, desde una clara vocación liviana y desenfadada, fluye con la naturalidad de un juego hacia un final que hace las veces de guiño.

Aunque, para qué seguir hablando si vosotros mismos podéis leer el cómic en la nueva seccion de webcomics de la editorial Apa Apa o descargarlo en Pdf desde el blog del autor, a quien, por cierto, tenemos el gusto de tener por aquí para charlar un rato.

[Reseña de Julia y la voz de la ballena (Álvaro Ortiz) en Zona Negativa ].

ZN ENTREVISTA A… ÁLVARO ORTIZ

Toni Boix: ¿Fjorden es un divertimento, un experimento o un guiño a un periodo de tu vida?

Álvaro Ortiz: Fjorden fue un divertimento, básicamente. Hacía más de un año de mi último cómic largo, y dado que durante el 2011 iba a estar enfrascado en un libro de bastantes páginas y corte un poco más serio, quería hacer algo pequeño, divertido, sin muchas pretensiones.

Toni Boix: ¿Como una forma de mantenerte activo pero no quedar hipotecado?

Álvaro Ortiz: Sí, hacer como un algo un poco más espontáneo, que poder mover este año, a la vez que realizo Cenizas. Fjorden salió a finales de 2010 y Cenizas estará acabado espero que para finales de este año o principios del que viene, así que prácticamente aún tardará un año en ver la luz.

Toni Boix: ¿Qué te ha supuesto ese tiempo en la Residencia de Artistas Messen de Alvik y cómo fuiste a parar allí?

Álvaro Ortiz: Estuve un mes; no fue mucho, pero estuvo muy bien. Tomar el sol y leer en una piedra a la orilla del fiordo, y luego subir y ponerme a dibujar hasta que me entraba hambre. No había mucho más que hacer. El pueblo era diminuto y no teníamos coche.

Llegué porque lo vi en un programa de televisión. Agurtxane, una chica de mi ciudad enseñaba la residencia y la verdad es que me llamó bastante la atención. Después resultó que teníamos un amigo en común, (David López, dibujante de superhéroes para Marvel) y nos dijo que había estado y que era un sitio estupendo, y que fuésemos para allá. Y así lo hicimos: solicitamos la estancia, nos la concedieron, y allí que nos fuimos

El fiordo y su traslación icónica en las páginas de Fjorden
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

Toni Boix: ¿Existen algunas directrices sobre el tipo de proyectos que pueden desarrollarse en esa residencia? ¿Cómo está organizada?

Álvaro Ortiz: Directrices creo que no. Tu presentabas el proyecto que querías hacer, y si les gustaba te dejaban quedarte, la verdad es que fue todo muy libre y sin mayor problema. Pensábamos que habría más gente, pero tampoco había mucha en ese momento. En el piso de debajo había talleres en los que trabajaban algunos artistas de la zona, y en los de arriba la gente que íbamos de residentes. Fui con un par de amigos, y allí coincidimos con una chica que venía de Estados Unidos, y con otro chico que venía de Australia.

Toni Boix: ¿Existió algún tipo de interacción artística entre vosotros que hayas incorporado a tu idiosincrasia artística?

Álvaro Ortiz: La verdad es que creo que no… Ellos hacían sus fotos y sus vídeos, pero creo que no interaccionamos mucho unos con otros…

Toni Boix: Ya que hablamos de interacciones e influencias, dejame que te pregunte por el peso que han tenido en tu obra referentes como Sfar o Luis Durán.

Álvaro Ortiz: A verrrrr, ummmmmm, evidentemente Sfar es uno de mis referentes, tanto a nivel gráfico como en su forma de abordar temas dispares desde un punto de vista muy particular y casi siempre salir con nota alta… y a Luis Durán siempre lo he considerado de los autores más interesantes que tenemos por aquí, y creo que Julia y la voz de la ballena podría tener algunos puntos en común con algunas de sus obras.

Y en cuanto a referentes gráficos, otro que siempre he tenido, y que en Fjorden puede quedar más patente, es Trondheim, por lo sintético del dibujo y los personajes simpáticos y esas cosas. Y otros referentes gráficos que pueda tener, la verdad es que son de lo más variado, siguiendo con la tropa de autores de la nouvelle BD; Blain, Larcenet, David B, a gente de lo más dispar como Mignola, Chris Ware, Max, Seth o Jeff Smith… Pero vamos, son los primeros que me vienen a la cabeza… Y luego ya un montón de cosas más, como las cosas que editan la gente de Nobrow, los grabados japoneses, los carteles serigrafiados de conciertos de rock, diseño gráfico vario, etc etc.

Toni Boix: Volviendo a Fjorden, ¿desde el principio lo concebiste como un producto autoeditado?

Álvaro Ortiz: Sí. Quería hacer algo de pequeño formato, un par de tintas, algo muy simple a nivel de historia, muy loco, y sin más. No se lo enseñé a ninguna editorial, ni nada.

Estuve mucho tiempo autoeditando fanzines, tebeos y demás y acabe quemado, pero hacía ya bastantes años de aquello, y me apetecía probar como era autoeditarse hoy en día, que parece que con esto de Internet es posible llegar a un poco más de gente y más fácilmente que hace unos años; y así que lo hice.

Toni Boix: Observo, sin embargo, que además de que el relato se desarrolla sólo mediante imágenes, en las solapas presentas unos textos en cuatro lenguas distintas (y no son castellano, gallego, euskera y catalán). ¿Concibes que Fjorden pueda servirte también como carta de presentación en el extranjero?

Álvaro Ortiz: Lo de hacerlo sin texto, era porque como este año iba a estar en Francia, no me apetecía tener un montón de cajas llenas de tebeos en castellano, así que ni para ti ni para mí: se hacia sin palabras y a correr. Pero aunque la historia se podía contar sin palabras, me apetecía que hubiese una especie de notas, donde poder explicar el porque de cada cosa, ya que cuando mezclas cosas tan dispares como mitología nórdica con zombis nazis o erizos ninjas, pero que todo tiene un porque, me parecía interesante añadirlas. Así que las puse, pero claro, había que ponerlas en francés para moverlo por aquí, en noruego porque era el país del que estaba hablando, y ya puestos en inglés.

Y sí, quería utilizar Fjorden para moverlo un poco fuera de España, claro, aunque realmente los ejemplares en papel se estaban empezando a terminar y realmente han salido fuera unos cuantos, pero poquitos, de ahí también lo de ponerlo en Internet ahora, para que sea más fácil que se vea fuera. A ver qué pasa

Algunas páginas a lápiz de Fjorden
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

Toni Boix: Antes comentabas que habías acabado quemado de autoeditar fanzines pero que los tiempos actuales parecían ser más propicios como para arriesgarse de nuevo con la autoedición. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Álvaro Ortiz: La experiencia ha sido buena, el tebeo ha tenido buena aceptación. Lo edite aprovechando el Salón del cómic de Zaragoza y se vendió muy bien. Y después gracias al blog, a Facebook y demás historias de Internet ha habido bastante gente que se ha interesado y a la que les he podido mandar los ejemplares directamente por correo. Librerías que me han pedido bastantes ejemplares, así que la cosa ha estado bastante bien, y ahora empiezan a terminarse los ejemplares en papel, y por eso lo de subirlo a Internet.

Algunas páginas más de Fjorden
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

Toni Boix: En uno de esos textos de las solapas de Fjorden mencionabas que “quizás” estarías en Angouleme dibujando otro cómic dentro de un tiempo. ¿Puedes desarrollarnos esta insinuación?

Álvaro Ortiz: Efectivamente estoy en Angouleme, trabajando en la Maison de Auteurs en un nuevo cómic, gracias a la beca de AlhondigaBilbao que me fue concedida el año pasado.

Ahora ando enfrascado en la realización del cómic más largo que he hecho hasta la fecha; unas 150 paginas a todo color, cuyo titulo va a ser Cenizas y del que ya he ido enseñando algunas cosas en mi blog, pero poca cosa: bocetos, diseños, storys…

Toni Boix: Comentabas antes que este cómic es de corte un poco serio. ¿Nos podrías hacer una breve sinopsis del mismo y comparar su enfoque con el de tus obras anteriores?

Álvaro Ortiz: A grandes rasgos es la historia de tres amigos que se juntan después de varios años sin verse, con motivo de un peculiar viaje.

Es algo así como una road movie, bizarra en versión cómic… roadcomic ¿roadnovelagrafica?

Aquí sí que la idea era hacer algo un poco distinto, intentar hacer una historia un poco más seria, sin tantos elementos fantásticos como en los cómics anteriores. Y finalmente, aunque la historia es más seria y los elementos fantásticos son muchos menos que otras veces, la historia ha acabado cambiando un poco de lo que iba a ser en un principio. Me gusta ver como todo ha ido cambiando poco a poco, y como la propia historia a veces parecía como si se escribiese ella sola. Eso ha sido interesante, pero aún falta mucho para terminarla, y no sé como acabara terminando. Serán unas 150 páginas a color, lo que es más del doble de páginas que mi cómic más largo, pero confío en que el resultado sea cuanto menos interesante.

Toni Boix: ¿A qué crees que se debe esa irrupción de la fantasía en tu obra incluso cuando no lo pretendes?

Álvaro Ortiz: Básicamente, creo que es por aburrimiento. A ver, adoro los cómics, son el medio en el que más a gusto me siento tanto como autor como como lector, y soy muy consciente de que el guión es fundamental, y que por muy bonitos que sean los dibujos, si el guión es malo, el cómic va a ser básicamente infumable. Desde el punto de vista de lector puedo disfrutar lo mismo del último número de Hellboy que de cualquier cómic de Daniel Clowes, pero cuando me toca currar a mí la cosa cambia, y si me voy a poner a hacer un cómic que me va a costar, da igual que sean seis meses que dos años, mi prioridad es hacer algo con lo que vaya a disfrutar durante el proceso (el cual suele ser lento y doloroso, no lo negaré), de tal manera que me veo incapaz de afrontar un proyecto excesivamente realista, o cotidiano o cosas así, porque posiblemente me aburriría de ello a la quinta página. Tengo una cierta parafernalia o iconografía recurrente que me gusta dibujar, no sé, elementos varios que cada vez se van repitiendo más en mis tebeos y los cuales me gusta dibujar: el mar, barcos, calaveras, castillos, animales varios, monstruos, paisajes exóticos… lo cual hasta cierto punto es un poco coñazo, porque restringe el tipo de historias a desarrollar, y quizás en algún momento haya que ponerle freno, pero por otro lado, mientras pueda seguir trabajando en mis propias historias y nadie me diga qué es lo que tengo que contar o no, pues supongo que seguirá siendo un poco así. Hago tebeos por diversión, y me divierte más dibujar castillos encantados que señores bebiendo café, aunque quizás prefiero más las historias de gente bebiendo café, de ahí que muchas veces intente llegar a una especie de término intermedio, no sé…

Toni Boix: Tu cómic anterior, Julia y la voz de la ballena, manejaba temáticas infantiles y otras más adultas. ¿Qué público tenías en mente cuando se gestó Fjorden?

Álvaro Ortiz: Público, ninguno, solo yo, no sé, divertirme dibujándolo, sin buscar un público en concreto ni nada así… espero que le guste a todo tipo de lectores, incluso a los de superhéroes: sale Thor!!! 🙂

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jorgenexo
jorgenexo
2 junio, 2011 13:46

«importa más cómo se cuenta que lo que se cuenta» Pues sí, y así nos va…

JAVIE
JAVIE
Lector
2 junio, 2011 16:02

Hasta que no se enteren que el comic como industría puede ser muy artistico y todo lo que quieras,pero que no deja de ser un negocio,no despegará definitvamente,por muy profundo que sea la historia que cuentes,sino la haces atractiva para un sector amplio de publico (al menos lo mas amplio que puedas) el esfuerzo y las horas de trabajo no se veran reflejadas en tu nomina a final de mes,y eso solo se consigue aunando argumento,grafismo y marketing,si alguna de las 3 falla no hay nada que hacer,y sobre todo hay que aprender que para dibujar un comic primero hay que saber dibujar.

Captain Taylor (Saca tus sucias patas de encima, mono asqueroso!)
Captain Taylor (Saca tus sucias patas de encima, mono asqueroso!)
2 junio, 2011 17:02

Álvaro Ortiz, gran autor y gran persona. Tuve la suerte de conocerle cuando vino a Pontevedra a firmar sus comics de Julia, y todos los habituales de la librería de Cano comentamos que sería un auténtico placer tenerle pronto otra vez por aquí, ya sea para garabatearnos sus nuevas obras o sólo para tomarnos unas birras y pulpo a esgalla hablando de comics (ese «Fun Home»…) Y su blog es enormemente recomendable! Y ahora, aquí en este foro, cumplo mi promesa de comentarle lo que me gustó «Julia y la voz de la ballena»: Es una obra deliciosa,  gráfica y argumentalmente. Espero ansiosamente su próximo tebeo.