RESEÑAS
Curiosity Shop, Teresa Valero y Montse Martínl; Ediciones Glénat; 56 págs., color, 15 €.
¡Ha nacido una estrella! O al menos eso me gusta pensar… y desearía que muchos otros pensaran lo mismo. Y es que Máxima ‘Curiosity’ Prado (Max para sus creadoras) tiene todo lo necesario para triunfar: nacida con el siglo XX, con Europa por montera, huérfana de padre y madre, inquieta e inconformista, sagaz y bella, ha conseguido que a su alrededor se arremolinen los protagonistas de cada episodio histórico de relevancia para el siglo que ya hemos dejado atrás, quedando ella siempre en el centro de dichos sucesos como elemento catalizador de una acción cuyas consecuencias a menudo debe sufrir. Personaje carismático donde los haya, debe reconocerse que sus autoras han sabido dar con una criatura que proyecta un aura singular desde los primeros compases de la historia, una historia por otro lado cargada también de encanto: un artilugio decodificador ideado por un filósofo judío en los albores del cristianismo es pretendido por las diversas facciones que, en el Viejo Continente, se preparan para la Primera Guerra Mundial… y sólo «nuestra» Max parece capaz de llegar hasta él… tras el rastro de su infancia perdida, junto a un padre ya difunto que mostraba de sí mismo tan solo un reflejo.
A partir de esta premisa, no aderezada únicamente por la presencia de Max… sino salpimentada también por muchos otros personajes de personalidad particular y atractiva, la guionista Teresa Valero y la ilustradora Montse Martín construyen un relato que combina el suspense, la acción y el entretenimiento con el rigor narrativo, la contextualización histórica y no pocos contenidos de indudable interés intelectual. Curiosity Shop constituye, pues, una primera y compacta entrega de serie «de personaje» cuya lectura resulta disfrutable a varios niveles, tanto desde una perspectiva lúdica como reflexiva. Lo consiguen, sus autoras, gracias al mimo que albergan todos y cada uno de los detalles sobre los que se levanta este producto. Diálogos profusos y aprovechados, un argumento que se «desvela» según una progresión perfectamente estudiada, personajes de los del mejor Hollywood… y algo que contar sobre un tapiz argumental tejido con esmero.
El dibujo de Montse Martín sirve a tal fin con una profesionalidad envidiable, puesto que sabe caracterizar adecuadamente el importante reparto coral de la obra, retrata con todo lujo de detalles los diversos escenarios históricos en los que discurre la trama y nunca deja de resultar claro y atractivo, organizando planos y perspectivas para conseguirlo a pesar de la dificultad de algunas escenas. Siendo su único punto débil el esquematismo con el que resuelve las texturas de la variada indumentaria de sus personajes, es tanta su habilidad en el resto de aptitudes gráficas que un dibujante de cómics necesita dominar en una historieta de la envergadura visual de Curiosity Shop, que no podemos por más que celebrar el afianzamiento de su carrera y descubrirnos ante la belleza de su trabajo.
Teresa Valero, por supuesto, no se queda atrás, en una obra que poco tiene que ver con aquel Brujeando con el que la descubrimos por vez primera. Su guión ofrece diversos niveles de accesibilidad en cuanto a contenidos, permitiéndo una lectura amena -incluso apasionante- para todo hijo de vecino, pero plagando ese mismo guión de imágenes, diálogos y situaciones que apenas si entran «en el plano», dejando fuera mas al alcance del lector avispado el rastro de una aventura todavía más rica y compleja, digna de paladares selectos que gusten de vinos aparentemente ligeros que acaban dejando poso.
Así que, conscientes de hallarnos ante un tebeo valioso que merece ser destacado, sólo resta deciros que no lo dejéis pasar… para que así Max Prado pueda tener una larga vida… y nosotros que la disfrutemos 🙂
Pd: Si mis palabras no os convencen, tal vez las primeras letras con las que Teresa presentó a Curiosity tengan mayor efecto sobre vosotros.
[Reseña de Brujeando (Teresa Valero y Juanjo Guarnido) en Zona Negativa].
ZN ENTREVISTA A… TERESA VALERO Y MONTSE MARTÍN
Toni Boix: En una primera ojeada, destaca la cantidad de texto que ocupa parte de cada viñeta, así como las muchas viñetas de la mayoría de páginas. ¿Las 56 páginas de este primer número se os hacían cortas o dichas elecciones responden también y parcialmente a vuestra manera de concebir la historieta?
Teresa Valero: Reconozco que el formato de los álbumes franco belgas en 46 o 54 páginas se me hace corto, me cuesta ceñirme a él, me resulta complicado narrar una historia con cierta complejidad en un formato tan reducido, más si hablamos del tomo de presentación de una serie, dónde gran parte de las páginas se utilizan para introducir a los protagonistas que encontraremos en álbumes futuros. Para esta primera entrega teníamos claro que deseábamos una aventura con principio y fin, una trama resuelta que no tuviera que continuarse en números posteriores, en la que quedara definido el universo y estilo de la narración y aparecieran ya los cinco personajes principales (Max, Luna, Valsapena, Mauricio el fotógrafo y Pau el soldado anarquista) cuyas peripecias y relaciones personales a lo largo de los años en ese mundo convulso del siglo XX serían el tema esencial de Curiosity Shop. Así pues, esa apuesta de “contar mucho” en un formato un tanto insuficiente hizo que en algunos momentos tuviéramos que optar por una densidad quizás excesiva. Eso ya no sucede en el segundo tomo.
Toni Boix: De todas formas, aunque os vieseis obligadas a esa densidad de contenidos por página, imagino que mediríais con atención lo que podía contener cada viñeta y cada página para que no se rompiese su “naturalidad”. ¿Reflexionasteis sobre ese aspecto en el primer volumen y tenéis cuidado ahora de que no se produzca una excesiva fractura estilística entre esos “aprietos” iniciales y la mayor holgura de la que dispondréis en el segundo tomo?
Montse Martín: Sí, el trabajo de composición «pide» medir con mesura y cierto equilibrio qué muestras y qué debes guardar para, quizá, otras ocasiones. Teniendo en cuenta que también los bocadillos- diálogos y explicaciones necesarias-, son bastante extensos en el primer tomo, no podíamos olvidarnos de ellos, es decir, debes dibujar intentando usarlos de la mejor manera. La verdad es que ese fue el trabajo más complicado: combinar una composición lo más atractiva posible con unos diálogos largos que obligaban a «tapar» gran parte de la viñeta, y a llenar el color de lógicos espacios en blanco, sin perder claridad en la lectura. Esto es mucho más importante, en mi opinión, que hacer grandes alardes dibujísticos, ya que de nada sirven las viñetas espectaculares si después el lector se pierde continuamente porque has elegido una composición errónea o poco clara. En cuanto al segundo tomo, sí, es cierto que tenemos un poco más de «amplitud», pero no creo que será algo tan evidente como para llamarlo «fractura estilística»… Al contrario, el estilo no varía, pero tenemos la oportunidad de hacer algunas grandes viñetas, de enseñar más el entorno que rodea a los personajes… Creo que la historia respira mejor.
Teresa Valero: Sí, por supuesto que lo del primer número ha sido un gran trabajo de síntesis y un enorme esfuerzo de contar con claridad, sobre todo por parte de Montse, responsable de incluir en cada viñeta muchas cosas de gran importancia para la historia que no estaban reforzadas en los textos. Pero creo que el resultado, si bien denso, resulta fluido para los lectores atentos a los detalles y deja, un poco emulando a Víctor Prado, padre de Curiosity, algunos “premios” para los que deciden releer. Siendo sincera te diré que no me preocupa en exceso que el primer y el segundo tomo tengan una perfecta coherencia estilística, es decir, que si la primera historia pedía densidad pero la segunda pide holgura (aunque también tiene sus momentos densos, advierto), debemos darle lo que pidan. A las historias no hay que llevarles la contraria, al menos yo lo creo así. Eso las encabrita y las rebela contra el narrador. 😉
Toni Boix: El arranque de la saga reivindicando el entendimiento entre los pueblos y la riqueza cultural de Alejandría es sólo cosa del argumento de este primer número o ayuda a establecer ciertos postulados sobre los que queréis tratar en la serie?
Teresa Valero: Uno de los temas principales y recurrentes en Curiosity Shop es la carencia de patria de muchos de los personajes, su condición de parias, justo en un momento en que los movimientos nacionalistas florecían con fuerza en Europa y hacían que miles de personas tomasen las armas con orgullo e incluso con alegría para defender su idiosincrasia. Una de las ideas que encontraba más sugerentes y que espero poder plasmar, es precisamente el contraste entre la seguridad, a veces ficticia, que le aporta a un individuo el sentirse parte de un grupo o una cultura bien definida, que en muchos casos se desea inmutable y con límites nítidos que identifiquen claramente lo que es o no es “lo nuestro”, y esa orfandad excluyente pero también emancipadora de los que por orígenes o por principios no pertenecen a ningún lugar pero aman la tierra que pisan.
El que en este primer número un lenguaje universal creado por un neo-platónico que soñaba, como después harían los teósofos o los socialistas utópicos, con que los hombres fueran simplemente hombres, acabe siendo utilizado como arma en una guerra con un fuerte componente nacionalista tiene efectivamente un significado que marca el conjunto de la obra.
Toni Boix: Supongo que es ese aspecto humanista el que te interesa de la teosofía y no tanto su vertiente esotérica, de la que tu admirado Valle-Inclán acabaría apartándose, aunque aparte de eso todavía me interesa más saber hasta qué punto has percibido esos sentimientos de orfandad y cuáles han sido las respuestas que les has dado.
Teresa Valero: Sí, por supuesto, el aspecto que más me interesa no sólo de la teosofía si no de otros movimientos filosóficos o políticos, incluso de algunas sociedades secretas de la época muy sugerentes, es el lado humanista, las respuestas que intentaron dar a la crónica falta de entendimiento entre los hombres.
En cuanto a la “orfandad” que mencionas, orfandad también y como dije antes emancipadora, me pondré a mí misma de ejemplo para intentar aclarar este concepto: soy descendiente de manchegos, salmantinos y aragoneses (seguramente también de judíos conversos y algún árabe, pero quién sabe…), criada en un barrio de la periferia (casi ningún madrileño) de la ciudad de Madrid (en 40 años no he conocido a nadie cuya genealogía madrileña se remonte ni a la segunda generación…). Aprendí Inglés y Francés porque para trabajar en lo que quería era imprescindible desplazarse a otras ciudades. Adoro y añoro todas en las que trabajé y a la gente que no me dejó sentirme extranjera. Considero París mi casa, siento morriña cuando no estoy allí. Y cuando estoy allí me falta la Cibeles. Me encantaba la sensación de libertad que en los noventa nos daba el hecho de subirnos en aviones como quien se sube en el metro y poder recorrer Europa sin preguntas y me entristece la certeza de que hoy las fronteras tienden a cerrarse. No considero la aculturación una amenaza si no una evolución de las culturas y las sociedades, que, a pesar de que los hombres no cesamos en nuestro empeño de impedirlo, tienden de forma natural a buscarse, comprenderse, fundirse y unificarse en algunos aspectos, para que los pobres individuos que somos, naciendo, viviendo y muriendo solos, podamos sentirnos en casa, entre semejantes y no siempre entre enemigos.
Toni Boix: Aunque tus últimas palabras son de aplauso de público puesto en pie, ¿no crees que en ese proceso de aculturación que mencionas el expansionismo comercial norteamericano ha provocado que nos encontremos más ante una fagocitación del pez grande ante el chico que de una verdadera mezcolanza de tradiciones antropológicas y artísticas?
Teresa Valero: ¡Ja, ja, ja,ja! ¡Si es que tenía que haber sido predicadora televisiva! Tienes razón en lo que dices sobre la “colonización comercial”. Es un hecho que pone en riesgo muchas manifestaciones culturales antropológicas o la propia idiosincrasia de las gentes, pero en ese aspecto soy optimista. Si un tipo de manifestación artística o cultural desaparece (aunque creo que desde que los hombres tuvieron la feliz idea de convertirse en sus propios cronistas poco desaparece, más bien se oculta a la espera del Indiana Jones que lo exhume) otros surgirán. Mejores, peores, vulgares, sublimes, espirituales o materiales. El mundo se está haciendo más pequeño gracias (o por culpa) de las nuevas tecnologías, no hay quien lo pare. Una parte concreta de la población (de varios países) tiene hoy a Hannah Montana o Harry Potter, como importantísimo referente. Una parte de esa parte, (y algunos otros outsiders), no tardarán en demandar “algo más”. Sentirán curiosidad, algunos incluso inquietud creativa. Buscarán, rescatarán tradiciones y arte ya existentes, le darán un nuevo sentido, crearán tradiciones y arte nuevos en grupos que se unen no por proximidad geográfica como antaño si no por afinidad de intereses. Me parece que precisamente eso es lo mejor y lo peor que tenemos los hombres, que no nos detenemos, que nunca nos conformamos. Que nos mata la curiosidad.
Toni Boix: Y de forma inevitable, todavía centrados en el prólogo de vuestro cómic, debo preguntaros si la película Ágora de Alejandro Amenábar jugó algún papel detonante en vuestra inspiración para este libro.
Teresa Valero: Debo decir que no la he visto aún… Pero conocía la historia con anterioridad, sobre todo lo relativo a la filósofa Hypatia. En un primer momento, tuvimos la tentación de centrar en ella una parte mayor del relato, debido sobre todo al interesante paralelismo que podíamos establecer con Max, nuestra protagonista. Pero pronto lo desechamos.
Montse Martín: Sí, nos sedujo la idea de hacer protagonista del flashback histórico a Hypatia, un personaje que nos atrajo muchísimo, por ser mujer inteligente entre hombres, en una época tan complicada y tan alejada en el tiempo… Lamentablemente, coincidió con el estreno de la película, y con él, cientos de libros salieron a la venta, y dejó de parecernos tan atractivo. Todas las cosas, en exceso, cansan…
Toni Boix: Atendiendo ya a la trama principal, ¿a qué razones obedece la elección de ubicar la acción en la Europa de alrededor de la Primera Guerra Mundial, a escala mundial un territorio no excesivamente transitado por el cómic de aventuras?
Montse Martín: La cuestión es mucho más sencilla de lo que pueda parecer: decidimos hacer un personaje que nace con el siglo por puro capricho. A mí me gusta muchísimo la época de los años veinte, por moda y por movimientos culturales, y a Teresa le pareció que era buena idea, y que podíamos explotar, además, los años previos, tan interesantes y convulsos… Además, saber que no existen, efectivamente, demasiados tebeos situados en esa época, y mucho menos en España, también nos dio el empuje definitivo para asentar la historia de Max en este marco histórico.
Teresa Valero: Exacto. Quizás esa sea ya una buena razón para elegir ese periodo, que precisamente no está excesivamente explotado en el cómic de aventuras. Pero en mi caso pesa mucho más lo fascinante de la época, un momento en el que Europa se aceleró, por decirlo de algún modo, desapareció un modo de vida y sobrevino otro, impuesto para algunos a sangre y fuego. Cambiaron las costumbres, el pensamiento, los valores, los sentimientos, las fronteras.
Me parece también un periodo fundamental para entender la historia reciente de España, incluso el por qué de nuestra guerra civil. Tengo la impresión de que el conflicto de Marruecos es un episodio casi olvidado que sin embargo fue determinante en lo que sucedió después. Por otro lado, me gustaba mucho la idea de hacer una historia de “pequeño contrabando” dentro del “gran contrabando”, es decir, de individuos que llevan a cabo sus estraperlos dentro de un Estado contrabandista, que durante la primera guerra mundial comerció descaradamente con un bando y con otro, en el que se forjaron inmensas fortunas a costa de los beligerantes y de una población explotada y abusada, la española, a la que ni las clases poderosas, ni sus políticos, ni su rey respetaban.
Toni Boix: ¿Abundaréis sobre esos temas en próximos volúmenes?
Teresa Valero: Sí, eso quisiera. Debo decir que esos son los aspectos históricos que más me interesan. En los próximos números quisiera hacer referencias al papel que tuvo Mallorca como base contrabandista proveyendo de tabaco y combustible principalmente a los Alemanes y ocasionalmente a los Aliados. También quisiera contar un poco sobre el conflicto con Marruecos y lo que supuso para varias generaciones de jóvenes, que empezaron luchando allí en 1909 y no dejarían las armas hasta el año 44.
Toni Boix: Elegís para vuestro debut en Europa como pareja autoral una serie “de personaje”. ¿Obedece esto a un deseo personal o a vuestra percepción de la idiosincrasia del mercado en el cual deseabais entrar?
Montse Martín: Por mi parte, ambas cosas están relacionadas. Es cierto que en el mercado francés se estila mucho los tebeos en forma de sagas, es decir, seguir el recorrido vital y aventurero de un personaje fijo, y éste puede ir variando, envejeciendo o evolucionando; o no, es fijo en todos sus aspectos, no está tratado de esa manera realista y parece vivir siempre en un espacio de tiempo invariable. Como lectora, he seguido y disfrutado (aun hoy lo hago) de personajes como Thorgal, que es de esos personajes que va variando de forma realista, que tiene aventuras de lo más fantásticas, pero, a la vez, tiene mujer e hijos y forma parte de una sociedad estructurada que no termina de aceptarle. En fin, que suma una «posible» realidad con la ficción y la mitología más increíbles. Como autoras, deseamos hacer una serie de largo recorrido, e intentar lo más difícil: que el lector se convierta en «seguidor». Que se sienta más o menos identificado con nuestros personajes, y que sienta la intriga y el interés necesarios como para querer conocer sus aventuras, sus decisiones, su evolución en el mundo, cual será su siguiente aventura…
Teresa Valero: Si buscas una serie de largo recorrido creo que basar la historia en la evolución de un personaje carismático es una buena opción. Pero por encima de esta decisión digamos “comercial” estaba nuestro deseo por hacer una historia tipo folletín decimonónico, con un catálogo amplio de personajes corales vinculados más o menos profundamente al personaje principal, esta adolescente indómita e imprevisible. Comenzar con Max Prado abandonando la niñez y entrando de forma dramática, incluso violenta, en la juventud (una juventud prematura) nos permite seguirla en los que son los periodos más intensos de una existencia: la evolución de sus ideales, su crecimiento personal, físico y moral, su descubrimiento del amor y del sexo, de la lealtad, la traición, la heroicidad, el horror…
Toni Boix: Ahora que lo dices, suele ser común que los tebeos se acerquen a la infancia o bien en historietas iterativas de personajes siempre niños, o bien para narrar únicamente su ocaso y el paso a la juventud, o bien como breve prólogo que explica posteriores decisiones de un protagonista adulto. Vosotras, sin embargo, habéis arrancado con una niña que empieza a ser mujer y que vive una primera aventura cerrada, pero entiendo que planteáis acompañarla paso a paso hasta su edad adulta. Si es así, percibo que es una apuesta bastante original y me gustaría saber cómo se os ocurrió gestionar al personaje de esta manera.
Montse Martín: Esa es la intención, exacto. No sé si se puede decir que es original, he tenido la oportunidad de leer muchas novelas con personaje femenino de protagonista, personaje que va evolucionando y aprendiendo, enfrentándose a diferentes retos y narrando desde la primera infancia. Quizá está poco visto en el tebeo, cierto, sobre todo por «problemas» de espacio, es complicado realizar en viñetas este tipo de historia, tan específica y detallista, y es difícil, además, mantenerse el tiempo suficiente en el mercado como para culminar la obra.
Teresa Valero: La idea de una mujer nacida el primer día del siglo XX, idea que ya había desarrollado maravillosamente Antonio Navarro en su Simone, nos atraía enormemente. Pensamos que sería muy sugestivo seguir su vida año a año y la elección del punto de partida, 1914/14 años, parecía evidente por dos motivos claros: 1914 es una fecha clave en la Historia Universal y los 14 años suelen ser clave en la historia de cualquier chica, porque a menudo coincide con su transformación en “mujer”.
Las aventuras de Max Prado están concebidas como una aventura por año, es decir, hemos tenido su “despertar” en 1914, en 1915 (álbum siguiente) se nos va a tierras del sur buscando la Mesa de Salomón, en 1916 la mandaremos a Francia en plena guerra, probablemente a Amiens, y así en adelante… efectivamente, nuestra intención es seguir su crecimiento durante todos los años (y números) que el público soberano desee.
Toni Boix: ¿Entiendo pues que es una serie muy abierta y que posiblemente no tengáis todavía pensadas qué peripecias vivirá Max en algunos de los momentos especialmente significativos de la historia de Europa que todavía quedan lejos de esas fechas que mencionabas?
Teresa Valero: Sí, efectivamente. Tenemos algunas ideas más o menos definidas sobre qué podría pasarles a cada uno de ellos en momentos concretos de la Historia, por ejemplo, nos gustaría que Mauricio (el fotógrafo) viviera el desastre de Annual, Pau Xiprés la revolución rusa, Valsapena el más puro contrabando de guerra en Mallorca, la caída de los sultanes otomanos, el fenómeno del pistolerismo en Barcelona… y Max y Luna, las revueltas del 19 en Madrid, el auge del fascismo en Italia y Alemania…
Toni Boix: Aunque los cómics protagonizados por mujeres no son nada extraño, no suele ser tan frecuente que coincidan dos autoras al frente de una protagonista. Así que, a pesar de que para nombrarla hayáis usado referencias de Giardino, Valle-Inclán y Miguelanxo Prado, ¿hasta qué punto habéis intentado alejaros de los clichés que los autores masculinos otorgan a “sus mujeres” a la hora de definir a “vuestra chica”?
Montse Martín: Por mi parte, siempre procuro dibujar a Max de la manera más natural posible. Me explico: a pesar de que es una chica guapa, atractiva, buena figura y todas esas cosas, me resulta de lo más repelente tirar de los recursos «típicos» para atraer a un supuesto público masculino, es decir, planos sugerente a ciertas zonas anatómicas, poses rebuscadamente eróticas y poco naturales…Me parece que en esta historia estos procedimientos no son pertinentes, no lo pide. Y yo quería hacer un personaje atractivo, pero que aun no es consciente de serlo, como casi todos los adolescentes. Max tiene la belleza de la juventud, que se desconoce a sí misma. Seguramente se convertirá en una mujer guapa, pero lo importante es que sea una persona cabal. Si en algún momento resulta sugerente y sexy, será porque ella decide serlo por un motivo u otro, o porque la vemos a través de los ojos de otro personaje, qué sé yo… Hay mucha atracción entre los personajes, mucha tensión sexual, eso está claro. Pero no quiero que sea su característica fundamental, quiero decir. En cambio, he hecho todo lo contrario para Valsapena, que conoce perfectamente su propio atractivo y sex-appeal, lo sabe y lo explota, pero también viene a cuento que sea de esta manera en algunos momentos. Con Mauricio, el fotógrafo, podríamos decir que cumple la función que normalmente ejerce el típico personaje femenino, es el punto de equilibrio del personaje, el ancla que le une a la normalidad, a la vida común, es el personaje que siempre la espera pacientemente tras la aventura.
Teresa Valero: Si nos hemos alejado de los clichés no creo que haya sido el resultado de una reflexión, simplemente hemos intentado recordar cómo éramos en la adolescencia y, sobre todo, cómo hubiéramos querido ser. A través de Max construimos nuestro álter ego, una casi-mujer independiente que vive al límite y se ve forzada a tomar decisiones comprometidas.
Nunca he tenido tantas ensoñaciones de libertad y emancipación como cuando tenía 13 o 14 años, nunca me he sentido tan capaz de salir al mundo inconsciente de los peligros que ello acarrea, nunca he vuelto a sentir con esa certeza absoluta que da la ignorancia que mi cuerpo inacabado y mi confusa mente lo podían todo. Sólo unos años después la realidad se impone y percibes con toda claridad los costes que cada paso, sobre todo los pasos intrépidos, tienen en la vida. La magia se rompe para la mayor parte de nosotros, nos convertimos en conservadores, no en el sentido político (para muchos también), si no en el vital.
Toni Boix: Entonces, ¿intuyo que reencontrarte con los sentimientos de ese periodo de tu vida mediante Max te estará resultando estimulante e, incluso, interpelador?
Teresa Valero: Por supuesto. ¿A quién no le gustaría rescribir su propia adolescencia? ¿Vivir todas aquellas aventuras que una vida monótona, unos padres protectores, una economía maltrecha y un nacimiento a destiempo nos impidieron vivir? Con Max podemos realizar de un solo golpe un trabajo de introspección, de exorcismo de los traumas adolescentes, de experimentación de peligros, romances o todo tipo de correrías desde la seguridad de nuestra mesa de ordenador.
Toni Boix: Debe reconocerse que Max Prado es una joven de 13 años muy singular: ¿imposible para su tiempo?
Teresa Valero: Sinceramente, no lo creo. Juana de Arco tenía más o menos esa edad cuando dejó su pueblo para ver al Delfín de Francia. Josephine Baker se casó a los 13, Lidya Litvyak pilotaba aviones a los 14, Waris Dirie huyó a través del desierto a los 13 para escapar de un matrimonio forzoso y Laura Dekker, a sus 14, lucha por conseguir el permiso para realizar la vuelta al mundo en solitario en un velero. Pero quizás quien más ha inspirado la determinación y voluntad audaz, posiblemente irreflexiva, de Max Prado sea Mercedes, una mujer de mi familia que se vió forzada a dejar Madrid durante la guerra camino a Francia con sus padres y hermanos. Acabaron refugiados en el campo de Argèles-sur-mer, donde puso en marcha una escuelita que pretendía que los niños no abandonaran sus estudios durante la reclusión. Allí vivió la violencia de los guardias senegaleses, la invasión alemana, la deportación de los republicanos españoles, la represión Nazi. Tras la liberación quiso volver a España mientras su familia se establecía en París. Ayudada por los makis cruzó la frontera, hizo sola su camino hasta Madrid donde se estableció en precarias condiciones, realizó míseros trabajos y tuvo que soportar periódicos interrogatorios policiales. Sólo tenía 15 años.
Montse Martín: Max tiene una actitud seria y responsable, y ante todo, tiene claro que es lo que no le gusta. A esto se le suma una esmerada educación paterna y una influencia, lejana pero decisiva, materna. Sus vicisitudes en la vida añaden un elemento más. Y ella toma una decisión, ni más ni menos, como otras mujeres, casi niñas, tuvieron que hacer en su tiempo.
Todas las mujeres de mi familia, madre, abuelas, tías…tuvieron una infancia de lo más cruda, antes y después de la guerra, fueron niñas que tuvieron que trabajar desde bien pequeñas, o que quedaron largos años internas en tristes colegios para huérfanos; si las pudiéramos haber visto in situ seguro que se nos partiría el alma. Pero también hicieron pequeñas grandes proezas para crecer, y después, para sacar a sus familias adelante.
No, no me parece que sea imposible para su tiempo, la diferencia está en la posibilidad de elección, en su carácter fuerte y su fuerza de voluntad, y ante todo, ser plenamente consciente de que no puede fiarse de nadie totalmente, lo que hace que siempre intente arreglárselas sola.
Toni Boix: Vuestra argumentación sobre este tema parece remitirnos a otra de las obras de Teresa, Brujeando, y a la cuestión de la niñez sobreprotegida y mercantilizada. ¿Crees que en nuestra sociedad de hoy todavía es posible una infancia que sea capaz de sustraerse de esos peligros para conquistarse a sí misma?
Teresa Valero: Soy una sosegada pesimista al respecto. Hay un relato de Stevenson sobre una isla de los mares del sur donde la mortalidad infantil era muy alta. Los adultos que la habitaban sobreprotegían a sus niños y al mismo tiempo les habían convertido en pequeños tiranos a los que concedían todos los caprichos, escatimándoles la libertad y ejerciendo sobre ellos una labor de guardaespaldas en lugar de padres.
Creo que hoy tenemos un escenario parecido. Nuestros niños son únicos e irrepetibles, el daño o la pérdida de uno de ellos se ha convertido en algo muy poco frecuente, pero quizás por eso mismo, en algo terriblemente aterrador. Les hemos cambiado a nuestros niños su papel como actores en la vida (con su parte de bien y mal) por una butaca de espectadores. La mayor parte de los sentimientos que les dejamos experimentar son aquellos que llevan una C de la comunidad europea que garantiza la ausencia de aditivos, sorpresas, dramas en carne propia y elecciones difíciles. Y lo peor es que esto se ha extendido también a la vida que llevamos los adultos. Y lo aún peor es que de ahí deben salir los escritores futuros. ¿Sobre qué escribirán? ¿Habrá entre ellos algún Twain, algún London?
Toni Boix: A lo largo del cómic aparecen múltiples referencias que vinculan a Máxima con su madre, un personaje del que poco llegamos a saber y qué mantiene a su alrededor un continuo hálito de misterio. ¿Imagino que la reserváis para futuras entregas de la serie?
Teresa Valero: Sí, por supuesto. Pero no puedo revelar gran cosa, es uno de los misterios de la serie, como la inmortalidad de Luna o el pasado de Valsapena, que se irán explicando poco a poco, siguiendo el tono que buscamos en la línea de los folletines de Dickens, Dumas o Víctor Hugo.
Toni Boix: Una constante en el argumento de esta primera entrega es la referencia a la confrontación entre la apariencia y la realidad. Los nombres de los personajes que no encajan con su destino, los juegos de espejos, las muchas ocultaciones, el mismo juego de pistas que a Máxima le supone ir tras las palabras póstumas de su padre… ¿La introducción de esta y otro tipo de temáticas reflexivas en un cómic de aventuras pretende dotar a vuestra propuesta de cierta alma o supone una apuesta franca por aunar reflexión y entretenimiento en un mismo producto?
Teresa Valero: Me gustaría pensar que ambas cosas. Una historia de aventuras no es o no debería ser sinónimo, a mi juicio, de personajes simplones, frívolos, carentes de principios o con motivaciones triviales. Conrad o Kipling lo sabían bien. Si además es una historia de aventuras anclada firmemente en hechos históricos reales el trabajo que hace el guionista pierde mucho mérito, porque la historia es el gran proveedor de relatos heroicos, controvertidos, sorprendentes y sobrecogedores que mueven a la reflexión. Creo firmemente que parte del entretenimiento (en cine, literatura, televisión y por supuesto cómic) debe venir de una reflexión interior, sosegada y saboreada, de lo que se ha visto y/o leído, del mensaje, si lo hubiera, o de los aspectos menos evidentes del relato. Para mí, ese pequeño análisis del por qué de las cosas constituye un placer añadido al gusto de leer o contemplar una obra audiovisual y un estupendo aprendizaje profesional y humano.
Toni Boix: No diría que anclarse en hechos históricos haga que tu trabajo como guionista pierda mérito porque, como luego apuntas, el narrador no sólo describe lo sucedido, sino que lo articula de una determinada manera para evidenciar unos sentidos concretos que son los que a él le resuenan interiormente.
Teresa Valero: Vaya, te lo agradezco. A veces uno se frustra, porque tiene la seguridad de que nunca inventará historias tan potentes como aquellas que realmente sucedieron. Y el ego creador se duele. Pero luego, ¿qué diablos? ¿Por qué jugar a ser dios si se puede ser arqueólogo?
Toni Boix: Mauricio, el joven fotógrafo, confronta las fotos que hace para ganarse la vida con las fotos que hace para “vivir”. ¿Cuán lejos o cuán cerca está Curiosity Shop de lo que os gustaría hacer para vivir?
Teresa Valero: Muy muy cerca. No voy a decirte que no hubiera querido tener todas las páginas del mundo para contar esta historia, hacer planchas con una sola viñeta, incluir un prólogo como los que Hugo Pratt nos regalaba en Corto Maltés o cualquier otra cosa. Pero soy muy consciente de las reglas del juego y poder jugar es ya, para mí, un privilegio. No quisiera hacer otra cosa en la vida que no fuera contar historias de uno u otro modo y haber conseguido publicar algunas, que sean leídas por una cierta cantidad de personas y que a una parte de ellas esa lectura les diga algo, es una suerte inmensa que me pone en marcha cada mañana. No me conformo y me formulo nuevos objetivos cada día, pero sé la suerte que tengo.
Montse Martín: Buf… lo que hacemos está cerca y lejos a la vez de lo que nos gustaría hacer. Quisiera hacer tebeos y vivir de ellos más o menos bien, sin preocuparme si mañana tendré o no trabajo o si tal o cual editor se dignará a mirar mis proyectos. Ya sé, soy una ilusa de marca mayor, lo tengo claro. Curiosity Shop es para mí un deseo cumplido, porque antes tenía muy claro que quería hacer tebeos, y ahora sé con certeza que quiero hacer tebeos que me gusten mucho, mucho, dibujar historias que me emocionen y me digan algo, no sólo historias porque sí. No queda más remedio que hacer todo tipo de trabajos por necesidad, así como no puedes evitar sentirte un poco «funcionario» cuando los ejecutas. Así que ahora aprovecho y disfruto, con el tomo 2 en las manos, haciendo una página tras otra, queriendo terminar y a la vez, sin querer finalizar demasiado pronto, para que el buen sabor de boca dure lo máximo posible, como cuando lees una buena novela. Sí, se puede decir que Curiosity Shop cumple ambas cosas: me gano la vida con ello, y a la vez, dibujar es algo vital, en el sentido más íntimo del término, que me ayuda a completarme, por así decir, aunque hay un factor de autosacrificio bastante grande, por desgracia.
Toni Boix: Hablando de todo esto, ¿qué momentos destacarías por su naturaleza de punto de inflexión en vuestra trayectoria profesional?
Teresa Valero: Siempre quise ser dibujante, pero, por supuesto, estudié una carrera empresarial con buenas salidas profesionales y un par de idiomas. No me arrepiento, eso hizo posible que entrase en el departamento de producción de un estudio de Dibujos Animados, donde pude hacer pruebas clandestinas para pasarme al departamento artístico. Ese fue uno. Otro muy importante fue superar las pruebas de selección para el estudio en el que tuve la inmensa suerte de coincidir con Juanjo Guarnido y Juan Díaz Canales, que junto a otros amigos, me enseñaron a amar el cómic y el dibujo para toda la vida. Y finalmente uno o mejor dicho dos momentos de los que me siento muy orgullosa: haber dado un paso hacia la independencia profesional creando con otros compañeros nuestro propio estudio, Tridente Animación, y dar el paso definitivo hacia la libertad (y el riesgo) creativos, cerrándolo y apostando por vivir del cómic. Veremos.
Toni Boix: Tanto la relación que existe entre el sionista Jacob Auerbach y Lorenz/Eleazar (el judío alemán), como otros elementos de la trama, quedan sugeridos de forma muy sutil. Incluso la foto en la que encaja el espejo que su padre le cede a Max queda casi fuera de plano. ¿Creéis que los subrayados son inadecuados en el arte de contar?
Teresa Valero: A mí, personalmente, me disgustan y por eso tiendo a dejar gran cantidad de cosas sólo insinuadas. Es un riesgo ya que a una parte importante de los lectores se les escapan estos detalles que bien enriquecen, bien son fundamentales para la lectura. Pero quiero pensar que aquellos que los “pescan” prefieren descubrirlos así, semiocultos tras un velo, lo que les fuerza a participar de una forma activa en el relato y no engullir sin preguntas algo previamente masticado. Yo, en tanto que lectora, lo prefiero sin lugar a dudas.
Toni Boix: ¿Posiblemente, porque en ese espacio de “colaboración” entre autor y lector hay todo un conjunto de posibilidades implícitas que en cada caso se explicitan de una manera distinta y en eso reside parte de la magia del arte e, incluso, del encuentro interpersonal?
Teresa Valero: Precisamente. Ofrecer una obra demasiado elaborada en ese aspecto, que no pueda proporcionar diferentes lecturas, me parece robarle al lector la posibilidad de tener una relación única y personal con el relato.
Toni Boix: Observamos en algunos momentos que los principios de vuestros personajes (Víctor Prado, Lorenz/Eleazar, incluso el avaricioso anticuario Valsapena) se contraponen con sus afectos. De hecho, Máxima no descubre a ciencia cierta de quien puede fiarse hasta que pone en riesgo su vida, evidenciándose que ante esa dicotomía hay personajes que escogen sus afectos y otros sus ideales. ¿Pretendíais explicitar alguna reflexión de tipo moral con esa contraposición o simplemente os era útil para definir a los personajes y conferir dramatismo a sus elecciones?
Teresa Valero: De nuevo creo que ambos supuestos responden a nuestras intenciones. El conflicto moral es inherente al ser humano y básico para crear un personaje de ficción. En la mayor parte de los personajes que aparecen en este primer tomo encontramos ese conflicto que mencionas entre afectos, intereses e ideales que gran parte de nosotros experimenta cada día. Considero que esto aporta verosimilitud y por supuesto dramatismo a nuestros personajes pero que también enfrenta al lector a la pregunta de “¿qué hubiera hecho yo?” y pone de manifiesto que cualquier elección, ya sea el afecto, un interés espurio o los más altos ideales tiene un precio y víctimas colaterales.
Toni Boix: Cuando vemos por primera vez a la excéntrica Luna Sadicario, la socia del padre de Máxima, está usando una réplica de La Moreneta como arma. ¿Se trata de un guiño a tu nombre, Montse?
Montse Martín: Ja, ja…¡si, claro! en la tienda de Luna hay todo tipo de elementos elegidos al azar, pero no pude resistirme a colocar una Moreneta como arma de Luna. Me alegro de que te hayas dado cuenta 😀
Toni Boix: Me alegro de que te alegres. Cambiando de tercio, Montse, ¿hasta qué punto tuviste que adaptar las claves de tu grafismo y el bagaje recibido de tus referentes para encajar en el mercado franco-belga?
Motse Martín: En ese sentido creo que he tenido suerte: no me he tenido que esforzar mucho en adaptarme al tebeo, cruzando la delgada línea que separa el mundo de la animación y del cómic.
Creo que era más complicado la animación, en la que te tienes que adoptar totalmente diferentes estilos gráficos, dependiendo de la producción en la que participes, y eso siempre te deja poso, es inevitable ir sumando a tu estilo personal todas esas cosas. Puedes encontrarte con producciones realistas o absolutamente cartoon, y debes estudiar minuciosamente el estilo y la forma de mover a los personajes, y aprender también la forma de interpretar cada historia en su contexto, según lo que quiera el cliente. En el caso del tebeo disfrutas de un poco más de libertad, decides tú mismo, y aprendes nuevas claves para desarrollar el trabajo. Es el mismo lenguaje, pero con otro acento, podríamos decir. En el tebeo he tenido que contener más las poses, procurar ser más natural, no es necesario la expresividad exagerada de la animación. Es más una cuestión de realización de las páginas, de composición de las viñetas y de narrativa… y después, de la armonía del conjunto. Y lo que se muestra en Curiosity ahora o en Talismán primero, es tal y como dibujo yo, con las lógicas reminiscencias de la animación, que fue mi escuela durante doce años..
Toni Boix: Montse, ante una propuesta de la envergadura de Curiosity Shop, donde la complejidad de todos sus apartados y el cuidado con que los habéis abordado se hace patente, ¿de qué facetas de tu trabajo te has sentido más satisfecha y en cuáles te has sentido menos segura?
Montse Martín: Bueno, creo que es evidente: disfruto muchísimo desarrollando a los personajes, diseñándolos, dándoles tal o cual gestualidad… Mi talón de Aquiles son los fondos y la composición, tengo muchísimo que aprender en este aspecto. Me ha resultado muy difícil tener que buscar documentación para absolutamente todo, y procurar que los fondos resultaran creíbles… Siempre peco de amable, de suave. En el segundo tomo estoy procurando tener especial cuidado con esto, es una de las cosas que menos me gustan.
Toni Boix: ¿Os fue difícil ubicaros y recrear el Madrid de principios del siglo XX?
Montse Martín: Al principio me resultó muy complicado hacerme a la idea de ese entorno. Era incapaz de «ver» todos esos edificios ya desaparecidos como una realidad, no sé si me explico. Y sobre todo, teniendo sumo cuidado en mostrar exactamente lo que había en tal o cual lugar, procurando no echar mano de la imaginación o del falseo. Creo que en general tenemos una imagen tristona, oscura y un poquitín sórdida de nuestras ciudades en el pasado, debido en gran parte a esas fotos en blanco y negro, poco nítidas, y al aspecto tieso de nuestros abuelos en las fotografías de estudio. Tuve la oportunidad de acudir al archivo fotográfico de la Comunidad de Madrid, y encontré, con mucha sorpresa, que ya había gente que hacía experimentos con el color en 1915, no sé con qué técnicas. Y después de ver esas fotos en color (en color de verdad, no retocadas o coloreadas) se me dio la vuelta por completo la idea que tenía de ese pasado. Parece una estupidez, pero ser consciente de los colores y de la luz, el sol y el verde de la hierba me ayudó a acercarme más a la idea real de la ciudad y de la gente de entonces.
Toni Boix: Y más allá del Madrid histórico, ¿qué imagen de la capital del Reino querías transmitir teniendo en cuenta que la obra iba dirigida al mercado europeo?
Montse Martín: No he tenido muy presente el mercado mientras trabajaba, de hecho, suelo no pensar en esas cosas hasta que el tebeo está en las tiendas y veo/leo las reacciones de los lectores… Tal vez parece algo incoherente, teniendo en cuenta la gran importancia del mercado europeo y en especial, del francés, pero me resulta incómodo pensar en interpretaciones ajenas mientras estoy en la mesa de dibujo. Me gusta pensar que si me interesa a mí, bien puede interesar a otros, sean de donde sean. Y a mi me fascina ver otras ciudades retratadas en viñetas; Alfonso Font, por ejemplo, ha dibujado Barcelona con detallismo y precisión, con mimo incluso; es una delicia ver cómo se detiene en pequeños detalles, y te puedes hacer una idea del afecto que le une a su ciudad. Creo que muestro Madrid de una manera más amable de lo que tenemos en la cabeza debido a esas fotos antiguas, como he dicho en la pregunta anterior, pero eso también me ocurre con los personajes, me cuesta dibujar personas desagradables y estampas tristes o extremadamente sórdidas.
Teresa Valero: Yo, en realidad, no me he planteado en el guión transmitir una imagen concreta de Madrid, de Cataluña o España distinta de aquella que voy descubriendo en el proceso de documentación. Intento investigar a través de fuentes lo más dispares posibles, que me dejen una idea lo más precisa y objetiva posible sobre lo que ocurría, cómo era aquella sociedad, cuáles eran las preocupaciones y costumbres de aquellas gentes o los principales conflictos económicos, políticos, sociales y morales que les rodeaban.
Toni Boix: Sin embargo, parece observable en vuestros escenarios un Madrid limpio y jovial que contrasta un tanto con el momento histórico que retratáis, por lo que entiendo que hay ahí cierta voluntad de remarcar unos aspectos de aquel espacio convivencial en detrimento de otros.
Teresa Valero: Estoy de acuerdo con el Madrid jovial, no tanto con el Madrid limpio. La imagen de las Cavas o del Rastro no me parece excesivamente limpia… creo que el dibujo de Montse sí lo es y que le da, incluso a esas zonas canallas de la ciudad, un aspecto elegante que de algún modo las adecenta. 😉 En cuanto a lo de jovial, el Madrid que yo conozco, el que vivo cada día es así. Mis padres cuentan que su Madrid (y eso que era posguerra) era también un Madrid jovial. Y mis abuelos, contaban que el Madrid que les acogió era amable y jovial. Y además, el Madrid que aparece al final de Curiosity es un Madrid de verbena. Ciertamente, fiestero y jovial.
Toni Boix: A pesar del aplomo que la protagonista muestra en la portada y en sus primeras escenas, luego se ve inmersa en un mundo que la supera, la manipula y pone en riesgo su vida. ¿No os tembló la mano a la hora de presentar a una joven de 13 años siendo vapuleada, con moratones en la cara, casi violada, obligada a tomar una vida…?
Teresa Valero: Creo que no. Cuando uno se mete en aventuras ha de hacerlo con todas las consecuencias. Max Prado se mete en aventuras a conciencia y sus peripecias la llevan de la seguridad al peligro, de la apatía a la intensidad emocional. Este viaje deja cicatrices, algunas visibles como la del labio que la acompañará de ahora en adelante.
Montse Martín: Está claro que se fuerzan las cosas para llevar al personaje en la dirección deseada, y sobre todo, para mostrar que a pesar de ser todavía una niña, tiene valentía, fuerza de voluntad y es capaz de desenvolverse sola… Y mostrar a la vez esos personajes sin escrúpulos, pero atractivos a la vez. Creo que si se hubieran planteado situaciones más abstractas, más suaves… pecaríamos de insulsas.
Toni Boix: En cuanto a sus posibles intereses afectivos, en este primer volumen vemos a Max discretamente pretendida por Mauricio, el joven fotógrafo que aparenta ser todo corazón, y Valsapena, apuesto hombre de mundo de dudosa moralidad. Si nos trasladamos a la iconografía de Pérdidos (Lost), me pica la curiosidad saber si buscáis establecer un triángulo como el de Jack/Kate/Sawyer.
Teresa Valero: De nuevo y lamentablemente (o quizás no, según lo que llevo oído respecto al final), no he visto Lost, así que desconozco los detalles de esa relación que mencionas, pero imagino que responde básicamente a los amores a tres que tan buenos momentos nos han proporcionado a través de la literatura y de las películas clásicas. Sí, algo así, mantenido a lo largo de los años, es lo que me gustaría lograr.
Montse Martín: Lost aquí no tiene nada que ver. Yo sí seguí la serie completa (hasta su chapucero final, que los fans me perdonen), y te puedo decir que no tiene nada que ver, a pesar de que el personaje de Kate también es fuerte y resuelto, se puede establecer muchos paralelismos, claro. Porque sin personajes así no se podrían vivir grandes aventuras, ¿no?
Teresa Valero: Mauricio, a pesar de su visión vanguardista de la fotografía y sus planes para vivir una vida bohemia en las capitales artísticas del mundo, es un hombre sencillo de los que se enamoran para toda la vida de la mujer que será la madre de sus hijos. En su caso, simplemente se enamora de la mujer equivocada.
Valsapena es otro tipo de hombre. Sin desvelar mucho sobre sus orígenes, digamos que tiene un pasado que le gustaría olvidar, ligado a la violencia del hampa barcelonesa. Gracias a sus capacidades ha conseguido dar esquinazo a ese tipo de vida y dedicarse a otras actividades, aún ilegales pero vinculadas siempre de algún modo a la búsqueda de la belleza, belleza que encuentra en Max Prado en múltiples facetas: sensual, intelectual, a veces a su disposición, a veces vedada… el atractivo del rival, el archí enemigo que, ya que los extremos se tocan, se transforma de tanto en tanto en alma gemela.
Max encuentra en Mauricio el refugio al que volver en todas las ocasiones, sin importar de dónde venga o lo que haya hecho, la admiración que conlleva un cierto menosprecio del admirador por parte del admirado. En Valsapena encuentra al adversario pero también al mentor. En el oficio, en el sexo, en la vida.
Toni Boix: De todas formas, ¿supongo que nos os vais a olvidar del soldado catalán destinado en Marruecos?
Teresa Valero: No sería justo, pobre muchacho que justo empieza a vivir y le mandan a una guerra. Él simboliza a todos aquellos hombres que lucharon por cuestiones que ni siquiera comprendían y también a aquellos que se preguntaron por qué nadie se las explicaba y decidieron actuar. Para él queda reservada la faceta más política de la serie…
Toni Boix: Finalmente, volviendo sobre la portada, ésta da una imagen de la protagonista que no se corresponde con su realidad en este volumen. ¿Qué queríais transmitir con esta primera ilustración y hasta qué punto acabasteis por optar con ella por las “armas de mujer” para llamar la atención de los lectores?
Montse Martín: ¿Te parece que es una imagen muy sensual? No sé, lo primero, era explotar la idea de mostrar a Max desafiante, no exuberante. Mirando fieramente, a los ojos, a quien quiera hacerle daño. Como he dicho anteriormente, mostrar el personaje totalmente insinuante para atraer al público no es una cosa que me agrade en este contexto, pero sí es cierto que a la hora de hacer la portada, decidimos en común tirar un poquito de este recurso algo manido. Aunque creo que de forma bastante tímida, la verdad, nada de poses exageradas o burdamente sexuales. Y si llama mínimamente la atención en las estanterías atestadas de cientos de cómics, es que no hemos errado el tiro. También pensamos desde un primer momento en echar mano de los recursos estilísticos de la época, es decir, el modernismo. Y sería genial seguir este camino, a medida que pasen los años, la portada de cada uno de los tomos debería acomodarse al estilo más representativo del momento, aunque no sé si finalmente lo llevaremos a cabo.
- Recomendaciones nacionales
- Archivo de Píldoras nacionales.
- Blog de Montse Martín.
- Blog de Teresa Valero.
Un apunte: aquí al menos ZN no ENTREVISTA A… SERGIO SANDOVAL Y GONZALO TORNÉ, si no a MONTSE MARTÍN Y TERESA VALERO
Por cierto, que el tebeo tiene muy muy buena pinta, muy interesante.
Gracias por el aviso, Jorgenexo. El cómic vale mucho la pena… en mi casa han disfrutado todos con él… y no son lectores habituales de cómic.
Ok, pues solventado el error, mejor te cargas mis entradas en este post, que ya lo que me faltaba para hacer amigos en ZN, ir de resabidillo…
No acababa de decidirme a comprarlo pensando que iba a ser una historia de continuará, pero leo que este primer album es autoconclusivo. En cuanto vaya a la tienda, cae.
Aprovecho para colgar la dirección del «otro» blog de Teresa Valero y para que veais que también sabe dibujar. Vamos, que dibuja de puta madre.
http://teresavalero-colacao.blogspot.com/
Otra entrevista del copón. Y qué cabeza más bien puesta tienen Teresa y Montse… ha sido todo un gustazo leerlas y verlas desenvolverse con tus preguntas Toni. No he leído esta Curiosity Shop, pero irá a la saca en mi próxima visita a la librería. Y por cierto, esa protagonista a mí me ha recordado a Lee Miller, una mujer con una juventud espectacular que demuestra que heroínas así no son para nada anacrónicas.
Muchisimas gracias Tony,primero por el currazo de la entrevista (a cual mas interesante,sin dorar la pildora,preguntando lo que todos queremos saber) y segundo por recomendar obras que de otra forma,al menos para mi,pasarian inadvertidas,lo dicho muchas gracias,el comic tiene una pinta increible,buena premisa,personaje carismatico dond elos haya y un estilo grafico de autentica locura,¿Ves? Así se hace un comic español. 😉
Justo hoy he estado a punto de llevármelo, pero el dinero es finito, después de leer esto de la próxima vez no pasa. Ya había leido la preview francesa y tiene una pinta espléndida, un para todos los públicos de verdad y no con la boca chica. Reconozco que no tenía buen concepto de la guionista por leer hace tiempo un álbum de brujeando que ni llegué a acabarlo, sin embargo a la dibujate no la conocía y es muy muy prometedora, ya tiene todo lo básico en la maleta y sólo le falta cierta «personalidad» que sólo se pilla con la experiencia.
En cuanto a lo de la densidad de lectura, a mí desde luego me encanta, los one-shots de antaño era lo que tenían, que cundían un montón y acababa uno siempre con sensación de estar lleno. Hace poco releí el tercer Blacksad y aun gustándome mucho se le nota que o le faltan páginas o necesita más viñetas por página, si bien con esto último se perdería una seña de identidad de blacksad, que siempre ha sido un tebeo widescreen (y lo hace valer, cosa que muchos otros sólo estiran un relatito que no da páná).
No confundir densidad con las cabezas parlanchinas de Jacobs. ¡Y encima muchas cartelas describían las viñetas! XD
Me alegro de que os animéis a probar con Curiosity Shop. Estoy casi seguro de que no os decepcionará y claramente se maneja en registros muy distintos a Brujeando.