Píldoras Nacionales 63: Entrevista a Carla Berrocal

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RESEÑAS

El Brujo, Carla Berrocal; Edicions De Ponent; 128 págs., color, 22 €.

Leer El Brujo es como contemplar un mar ligeramente embravecido una tarde de lluvia. Dejarse acariciar por el agua, sentir que el fresco nos penetra… al fin y al cabo, gozarse vivo.

Pero también, añorar el Sol, el abrazo amigo, el amor que nos dejó… sumergirnos en una melancolía que aparenta eterna.

Este ambivalente conjunto de sensaciones se apunta en cada rendija de la obra y se apodera de nosotros detalle a detalle, en todas y cada una de las apuestas creativas que en sus páginas Carla Berrocal emprende y sin tregua se suceden.

Porque El Brujo es como es… y no podría ser de otra manera.

Vital y crepuscular, sencillo pero huidizo, de liviano discurrir sin que merme la radical trascendencia que alberga y ofrece.

Lo transparenta su argumento, animado por una idea motriz de fuerte calado y, a un tiempo, plagado de anécdotas que se desparraman en mil direcciones distintas. Porfirio Pillampel es un brujo y, para firmar su pacto con el Diablo, tuvo que renegar de lo que le era más propio… y dar muerte a aquella que daba sentido a su vida. ¿Qué queda entonces, cuando lo hemos conseguido todo perdiéndolo todo? Nada, salvo el deseo de abandonar esta existencia faltada y encontrar una paz que arrulle nuestra inquietud presente. Eso nos cuenta El Brujo. Ese tránsito en pos de un final que pueda ser también descanso. Y eso es lo que Porfirio Pillampel deberá ganarse: haciendo justicia para con el pueblo oprimido, ofreciendo al amor olvido, y a la ciega e hiriente obsesión… una luz que aleje las sombras. Extrañamente, Porfirio transita por el camino que le lleva hasta el ocultamiento último sonriendo a menudo, con risas y fiestas que puntean ese apagarse de apoquitito, hacia el adiós definitivo, a través de la variada cosmología del folclore chileno.

Más todavía, esa mezcla de sentimientos enfrentados la expresan sus imágenes, festín de aproximaciones gráficas transgresoramente diversas, rozando a veces el abigarramiento compulsivo, conquistando en muchas otras ocasiones el grafismo poderoso e idóneo para conjurar en el lector el sentimiento oportuno, la intuición pertinente… en definitiva, esa empatía esquiva que, cuando se logra, nos une a fuego con unos personajes encantadoramente únicos e imposibles.

Carla Berrocal sabe mucho de historieta y tiene los ojos bien abiertos. A la par, es desvergonzadamente atrevida en lo que a su faceta creativa se refiere. Es por eso que la narrativa de El Brujo parece mucho más primaria de lo que en realidad es. Es por eso que esta novela gráfica nos conecta con verdades existenciales que diríanse muy lejos del frenesí occidental, pero que en verdad aguardan en nuestro interior. Es por eso que el enorme surtido de registros estilísticos que componen la obra no entorpecen su lectura, antes bien, posibilitan que El Brujo sea precisamente como es. Porque –ya lo hemos dicho- no podría ser de otra manera.

ZN ENTREVISTA A… CARLA BERROCAL

Toni Boix: ¿Cuál ha sido tu relación con Chile a lo largo de los años y qué motivó precisamente ahora que le dedicaras este libro a su folclore y leyendas?

Carla Berrocal: Mi madre es chilena. Desde que nací he ido todos los años a ver a mi familia a Santiago y una parte muy importante de mi vida esta ligada allí. Sus leyendas, sus paisajes, los inviernos en el campo de Talca, las vacaciones del colegio… Me esforzaba por aprobar todas las asignaturas: si lo hacía bien sabía que me esperaban dos meses de vacaciones junto a mis primos. Siempre estaba como loca esperando coger el avión.

No existe una motivación concreta, existen muchas. Por una parte he vivido escuchando algunas de esas historias, sobre todo cuando iba al campo y entre los primos nos metíamos miedo. La magia y la cotidianeidad forman la esencia de sudamérica. Los espíritus permanecen, las hierbas te curan, las supersticiones son inamovibles a pesar del tiempo. No hay más que leerse algún libro de García Márquez para entender la esencia del continente. El realismo mágico es el pan de cada día en la vida popular latinoamericana.

Por otra parte, en Europa se ignora la mitología popular de sudamérica. Se sabe algo de México, pero en general se desconocen las tradiciones latinas y son tan sumamente ricas que me parecía tristísimo que estas cosas se perdieran. En Europa se alucina con las mitologías clásicas: la griega, la romana, las leyendas nórdicas… Pero hay muchas más y muy desconocidas; es bonito recuperarlas, es bonito darlas a conocer.

Chile es mi segunda casa, parte de mis raíces. Cuanto más conozco su cultura, más me gusta, más me siento de allí. Por eso elegí Chile, porque en casa de mis padres hay muchos libros de leyendas chilenas. Como ya te digo, algunas las conocía de oídas, otras no. Empecé a leer un librito minúsculo que se llama Casos de Brujos de Chiloé de Umiliana Cárdenas. Un clásico de las leyendas chilotas. Los brujos me llamaron la atención, me resultaron personajes muy humanos, con debilidades, contradicciones… Sentí que sería estupendo crear un personaje brujo y rodearlo de toda esa mitología.

Toni Boix: En el libro hablas de que la gente de Chile son un pueblo feliz, desenfadado e integro. ¿Te sientes reflejada en él?

Carla Berrocal: En parte sí, claro. Cuando estoy en Chile me siento española y cuando estoy en España me siento chilena.

España es fría en comparación con latinoamérica. La gente va a su rollo, no hay esa dulzura. Allí, aunque no tengan nada te lo ofrecen todo. Echo de menos el acento, echo de menos despertarme y ver los Andes. Siento admiración por esa forma de vivir feliz aunque no haya qué comer. Siento admiración por esa humanidad que nos estamos cargando en Europa y que en Latinoamérica aún queda. En cierto modo sí que me siento reflejada en él.

Toni Boix: En tu caso, ¿hasta qué punto crees que la distancia para con tu tierra materna ha acrecentado ante tus ojos la magnitud mágica de su folclore y ha ocasionado que mitifiques en mayor o menor medida su cotidianidad?

Carla Berrocal: Siempre se dice que con la distancia se magnifican las cosas, y no niego que pueda ser un factor decisivo a la hora de mitificar una cultura. Sin embargo el caso de El Brujo no creo que sea el resultado de eso. Este cómic es el resultado de un amor a la aparente sencillez de la vida humilde. Chile es sólo un resultado de cercanía cultural, de tradición familiar.

Toni Boix: A tenor de tus primeras respuestas, parece evidente que en España ha perdido entidad ese poso mitológico propio que en Chile sigue tan vigente, a la par que alertas sobre la deshumanización progresiva de las gentes de por aquí. ¿A qué crees que pueden deberse ambas cosas?

Carla Berrocal: La cultura occidental, tan rica en progreso, conlleva cierta deshumanización. Se están perdiendo las tiendas de toda la vida. Bajar a comprarle el pan al mismo panadero de siempre cada vez es más difícil. Con el crecimiento de los centros comerciales, la capitalización y el consumo se pierde el contacto social.

Te metes en el metro y cada uno va a su aire. Al tipo de al lado tuyo le roban y todo el vagón calla, nadie se mete en problemas.

En los países menos desarrollados, el contacto social es más fuerte. No sabría darte una explicación porque no soy una experta en estos temas, pero me da la sensación de que a mayor progreso menor contacto social… o mejor dicho, más pérdida social.

Toni Boix: Entrando en materia, ¿por qué optas precisamente por un estilo de tinta “fuerte” y colores casi planos para la portada cuando a lo largo del libro utilizas una gran variedad de registros gráficos?

Carla Berrocal: La portada fue una elección difícil precisamente por lo que comentas. ¿Cómo resumir esa gran variedad de técnicas en una sola imagen? Opté por olvidarme del grafismo interior y encontrar la esencia de la historia. El carácter «duro» de la tinta le da fuerza a lo que simboliza el contenido. Puede que no refleje la plástica, pero tampoco lo pretendía. Quería que fuera un resumen de la historia que el lector se iba a encontrar dentro. El interior tiene ya de por sí tantos contrastes que si hubiera hecho algo parecido con la portada igual hubiera sido repetitivo.

La idea originaria era que el cómic tendría una caja a modo de envase para colocar más fácilmente la obra en vertical en la estantería. Si hubiera sido así, el concepto era poner una simple cruz en la portada, de tal manera que el libro sería la propia tumba del cómic y por extensión, del personaje. La caja llevaría el logotipo litografiado en gris y con un golpe seco. El problema de eso es que requería más presupuesto y no pudo ser.

Caja-feretro que debía contener el libro
(haced click sobre la imágen para ampliarla)

Toni Boix: Una lástima, puesto que la idea alberga una carga significativa y anticipatoria muy potente, que de alguna manera expresa cierta circularidad entre principio y final del relato. Pero, ¿se sentiría cómodo tu brujo Porfirio con una cruz por epitafio?

Carla Berrocal: Por supuesto. Esta es otra de las contradicciones que más me gustan. A pesar de tener un pacto con el diablo, los brujos son fervientes creyentes cristianos. No reniegan de su fe por tener un trato con el demonio. Le usan para un objetivo, para tener unos poderes, pero eso no significa que rechacen sus creencias.

Toni Boix: Siguiendo con la portada, ¿qué te llevó a apostar por el diseño naif del título cuando tu relato discurre por derroteros narrativos muy variados?

Carla Berrocal: La tipografía «Cachito», que es la que he usado en el logo del cómic, la crearon dos tipógrafos chilenos: Kote Soto Buzzetti y Tono Rojas Herrera. Ambos hicieron un trabajo excelente para recuperar el carácter de la caligrafía popular. Me pareció oportuno usarla para un trabajo que en esencia es originario de allí. No tendría sentido hacerlo en helvética o cualquier otra tipo, por que no es consecuente con su carácter.

Manipulé un poco las letras y añadí el sombrero. Probablemente tenga ese carácter naif que mencionas, pero no es algo que me desagrade.

Título del cómic con su particular tipografía
(haced click sobre la imágen para ampliarla)

Toni Boix: Tú misma te has encargado del diseño gráfico del libro, detalle que se hace patente en muchos momentos para el lector atento. ¿Fue así a petición tuya, te lo propuso el editor, en qué medida ocuparte de esta parcela creativa ha supuesto para ti una oportunidad de crecer artísticamente?

Carla Berrocal: Creo que para la obra era indispensable que la maquetara, más que nada por que hay páginas en las que el sentido de lectura se rompe muy fácilmente si no se sigue el criterio que tenía pensado. Se lo propuse a Paco y no tuvo problema. Trabajé mano a mano con Toni, el de la imprenta, y la verdad es que me ayudó un montón a resolver algunas cuestiones técnicas.

Hacer este tipo de trabajos permite siempre enriquecerse y aprender. Trabajar con gente que le apasiona su profesión, como es el caso de Toni, siempre hace que crezcas.

Dos páginas en las que la correcta maquetación incide sobre el sentido de lectura
(haced click sobre las imagenes para ampliarlas)

Toni Boix: Una de tus dedicatorias va dirigida a Hernán Migoya por sus lecturas constructivas. Siendo Migoya un escritor que no suele frecuentar relatos tan líricos como el tuyo, ¿qué tipo de feed-back te aportó?

Carla Berrocal: Hernán es para mí mi crítico más mordaz. No tiene pelos en la lengua, no tiene problema en decirte si lo que acaba de leer es una mierda. Me encanta su sinceridad y su trabajo, siento mucha admiración hacia él. Nos conocemos de hace muchos años y le tengo mucho cariño. Puede que ese lirismo que comentas no sea frecuente en él, pero eso no quita que no sepa si la historia esta bien o mal, si engancha o no, o si el conjunto funciona. Migoya es un tipo muy inteligente y si hay algo mal hecho sé que me lo diría. Me ayudó mucho a continuar la obra, a que siguiera mi camino. Fue un apoyo muy grande por que siempre creyó en Porfirio.

Toni Boix: ¿Únicamente por la calidad de lo que ibas produciendo o también porque le sedujese la idea que había detrás de la obra?

Carla Berrocal: Hernán siempre definió el libro muy “artie”, me imagino que le seducía que tratara temas latinoamericanos mezclados con un grafismo algo arriesgado, pero tampoco podría contestarte por él… De hecho tampoco hace falta, puesto que Hernán escribió un post sobre El Brujo en su blog.

Toni Boix: Comentas también en la dedicatoria que el arte de gente como Víctor Jara o Pablo Neruda son una fuente de inspiración y compromiso presente en esta obra. Cuando utilizas el término compromiso, ¿lo haces de forma genérica y en tu caso referida al compromiso artístico o también lo usas en su acepción de contribución a una determinada y necesaria transformación social?

Carla Berrocal: De ambas formas. Tanto Violeta Parra, como Víctor Jara o Pablo Neruda son ejemplos del compromiso social y artístico para con su pueblo. Violeta y Víctor en forma de canciones protesta cantaban al pueblo humilde, a lo cotidiano. Víctor llegó hasta las últimas consecuencias, pagándolo con su vida, pero si te fijas, los tres recogieron mitos, historias populares y denunciaron injusticias para transformarlo en música o poesía. Creo que ese es el compromiso que todo creador debe tener.

Toni Boix: ¿No contemplas el arte sin que lleve aparejado en germen o de forma manifiesta esa voluntad de contribuir al progreso estructural de los pueblos?

Carla Berrocal: Sí, claro, pero admito que el compromiso social debería estar presente. Tampoco debería monopolizar todo lo que hagas, pero sí que creo que cualquier “artesano” (odio la palabra artista) debería sentir esa obligación moral para con los intereses sociales.

Eso no significa que toda tu obra deba ser de temática social. El compromiso debe existir. Tampoco quiero decir que aquellos que no lo hagan se desmerecen, en ningún caso. Te hablo desde mi punto de vista personal.

Toni Boix: Defines a los brujos desde su ambigüedad moral y lo que eso pueda tener de contradicción existencial se constituye en el detonante de la trama. ¿Fue por ese detalle caracterial que escogiste precisamente a un brujo para protagonizar este recorrido por la mitología chilena en detrimento de otras figuras de ese mismo folclore que tienen un papel mucho menor en la obra?

Carla Berrocal: Sí, esa contradicción es lo que concede a los brujos su humanidad. En cierto modo todos somos un poco brujos; la esencia del hombre es la ambigüedad. Eso fue el detonante. También me gustaba su particular punto de vista sobre la justicia, sus maldades…

Luis Mancilla, folklorista chileno, me ayudó muchísimo con la documentación. Me dejó Reyes sobre la tierra, un libro en el que se profundiza sobre el aspecto antropológico del mito y lo compara con otras creencias del mundo. Cuanto más comprendía a los brujos más fascinantes los encontraba. Al final decidí que el protagonista sería un brujo, costase lo que costase.

Toni Boix: ¿Cuál dirías que es ese particular punto de vista sobre la justicia?

Carla Berrocal: No tienen reparos en matar a alguien si con ello consiguen “su” justicia. A eso me refiero, tienen un concepto personal de lo que está bien y lo que está mal. Si alguien les roba algo o les hace algo que les perjudique, le echan un “mal tirado” y si quieren, pueden llegar a matarle sin ningún cargo de conciencia.

Toni Boix: ¿Cuál fue tu inspiración y tu intención en el momento de conjurar ese aspecto tan fresco y amable de Porfirio Pillampel, tu brujo?

Carla Berrocal: Es inevitable ver referencias de Corto Maltés en Porfirio. Me encanta el personaje de Hugo Pratt y creo que hay cierto paralelismo. Sin embargo creo que Porfirio es más «sencillo», más indio, más de su tierra, de su gente.

Una vez mientras dibujaba alguna página del cómic, me puse un disco de música folklórica chilena y empezó a sonar El solitario, la versión de Pedro Messone con letra de Willy Bascuñán. Cuando acabé de oírla pensé que era el perfecto retrato de Porfirio.

La intención era hacer un personaje que en su esencia sea contradictorio. Si te fijas es sociable, pero le encanta el silencio, le gusta la juerga y sus copazos, pero se sienta a ver un atardecer recitando a Huidobro… Es sencillo y complejo, pero sobre todo es humilde.

Toni Boix: Debo reconocer que me sorprendió su posicionamiento en el capítulo dedicado al amor, quedándome claro que en su proceder de ese momento eran muchas las razones que se entremezclaban y enfrentaban, siendo él en cierta forma una víctima de la melancolía pero a la vez negándole a su protegida la ilusión del amor.

Carla Berrocal: Porfirio es una víctima de la melancolía, pero tiene un sentido del deber muy marcado. La Pincoya es su protegida, su amiga, pero sabe que tiene unas obligaciones que atender. Si te fijas, Pincoya es algo caprichosa, es como una niña dulce, algo consentida… Porfirio la obligó a rechazar a Oreste, pero a cambio obtuvo otro amor… ¿no?
Coge algo para dar algo.

Toni Boix: Por otro lado, para el resto de criaturas que aparecen en el cómic, ¿usaste referencias gráficas pre-existentes en el folclore chileno o buscaste en otras fuentes como ahora el universo de Miyazaki para tus witrawalwes?

Carla Berrocal: Preferí leer las descripciones que hace Oreste Plath en su diccionario de mitos. Siempre hay símbolos que se repiten, como el sombrero de paja con forma de cono en el Trauko, por poner un ejemplo. Intenté ser fiel a las descripciones populares pero siempre intentando aportar mi granito de arena.

El caso de los Witralnawe fue curioso por que fue pura coincidencia. Buscaba formas alargadas, asfixiantes. Me di cuenta de su parecido después… La verdad es que Miyazaki tiene más talento que yo y los fantasmitas de La Princesa Mononoke son bastante más adorables que los Witralnawes.

Toni Boix: Como ya hemos mencionado antes, a lo largo de toda la obra saltas continuamente de unos acabados gráficos a otros, mezclando estilos diversos en unas mismas escenas e, incluso, en unas mismas páginas. ¿Esta alternancia es fruto de un deseo de experimentación visual o más bien busca enlazar la dimensión expresiva del dibujo con el discurrir argumental, aun a riesgo de generar unidades estéticas discordantes?

Carla Berrocal: Más bien lo último. La pregunta que me hice es cómo influiría el cambio de grafismo en el desarrollo de la historia. ¿Ayudaría a hacer la narración más fluida?

Evidentemente nace de un deseo de experimentación visual, pero apoyado en la narración gráfica. El hecho de que el color o la técnica influya es agradable para el sentido de la lectura, o al menos a mí me lo parece. Siempre se han hecho cosas con el color… Es inevitable dibujar una escena de lucha, por ejemplo, y usar los tonos rojos, pero si le añades una técnica diferente, como por ejemplo unos trazos agresivos que te pueda dar un lápiz conté, y lo haces con un papel rugoso, añades más dramatismo… y si la siguiente escena es una muerte y quieres transmitir melancolía, igual puedes usar unas aguadas.

Es un ejercicio divertido y a la vez interesante, al menos así me lo planteé.

Toni Boix: De hecho, son varias las ocasiones en que el cambio de registro estético condiciona y sostiene un cambio de tono narrativo. ¿Crees que hay algún límite en la cantidad y el tipo de saltos tonales que puede soportar una narración sin deshilacharse?

Carla Berrocal: No creo en los límites. Puede que me equivoque, pero para mí el valor real de una historieta está en su investigación narrativa y plástica. En la búsqueda de nuevos caminos.

Se puede fallar, claro, pero seguro que se abren otras puertas que pueden ser interesantes de atravesar.

Toni Boix: Entonces, ¿embelesar al lector hasta el punto de que se sumerja en la historia no debe ser la única prioridad si, sacrificando una narrativa mesmérica, conseguimos fogonazos estéticos que impacten en su sensibilidad?

Carla Berrocal: Creo que debe haber un equilibrio entre ambas cosas. La historia debe tener una narrativa que hipnotice, pero si a eso le sumas esos “fogonazos estéticos”, como bien defines, el resultado es más impactante a nivel emocional. El recurso del color es sólo una herramienta más que, combinada con cambios de estilo, puede ayudar a entrar mejor en la historia al lector. Puede hacer que la historia crezca en otras dimensiones, no sólo en la parte gráfica o el guión. Es desarrollar la narración en ámbitos plásticos de forma más profunda.
Esa respuesta emocional es más fuerte, a mi modo de ver. Imagínate por un momento El Brujo con una sola técnica. El resultado sería totalmente diferente. La carga lírica desaparecería, la ambientación técnica descubre nuevas posibilidades a nivel narrativo, ayuda a expandir la narración hacia territorios más sensitivos.

Toni Boix: Sorprende que, en una propuesta autoral donde el diseño está tan cuidado, hayas optado por un tipo de globo de texto de estética arcaica y en el que el rotulado casi se pega a los bordes en muchas ocasiones. ¿Qué reflexión te ha llevado a ello?

Carla Berrocal: Cada vez creo menos en la tipografía. Ves los juegos caligráficos de Will Eisner y la rotulación típica y… ¿con qué te quedas?

La esencia de la historieta está en la rotulación manual. Es querer volver a las raíces. La belleza y calidez de algo escrito a mano no es comparable con ninguna tipografía. Quise hacerlo así porque no quería romper esa cercanía que da siempre lo manual. Ese caos de «casi se me pega esta letra al borde» es lo que otorga de humanidad a la caligrafía. Si todo fuera tan frío y controlado no sería coherente con el espíritu de la obra.

Toni Boix:
En el argumento articulas temáticas de gran calado, como el sinsentido vital, la concatenación de amor y olvido, justicia y combate, verdad y paz. Lo haces, sin embargo, utilizando imágenes y situaciones donde lo que más pesa es el simbolismo. ¿Sientes que ese camino, siempre un tanto esquivo y arriesgado, te ha permitido llegar hasta dónde querías en el tratamiento de esos temas?

Carla Berrocal: Si te digo la verdad, no lo sé. El simbolismo es peligroso, pero es una forma más sutil de intentar expresarte. Bajo mi punto de vista es mejor pecar de cerrado que dar todo muy explicadito. No tenía la idea de hacer un cómic fácil de leer. Siempre digo que El Brujo se disfruta más a la segunda o tercera lectura. En su aparente sencillez se esconden cosas.

En definitiva, quería que el lector se esforzase.

Toni Boix: En esta obra, la muerte se erige en último horizonte cuyo aspecto el lector sólo llega a intuir. ¿Qué representa la muerte para ti, a título personal, y bajo qué coordenadas la imaginaste en El Brujo?

Carla Berrocal: Todos sentimos la muerte de una manera diferente. Es un aspecto íntimo de cada uno de nosotros. A veces simboliza lo mismo y lo contrario, también la muerte es ambigua a veces. Es liberación, tristeza, dolor, pérdida…

En Sudamérica hay un sentir más cercano de la muerte. En Europa y Occidente se vive sin tener en consideración a la muerte. La muerte parece algo para viejos, la gente no la concibe nunca, la apartamos, es algo lejano. No es algo bello ni digno de culto.

Sin embargo desde Centroamérica al Cono Sur es totalmente diferente. Se rinde un auténtico culto a los muertos. Los seres queridos nunca se van, se habla a las tumbas, se visitan los cementerios, se hacen fiestas en honor a los muertos. Todo bajo la influencia de tradiciones antiquísimas, de origen indígena, que sobreviven actualmente.

La muerte puede ser el fin de todo, o el principio de todo, como dijo alguien.
En El Brujo no la imaginé como algo horrible, si no casi como un deber, pero también como un encuentro, un deseo, una liberación… Es curioso porque ahora que me acuerdo, el final de Porfirio es lo primero que escribí y justo acabé de dibujarlo el 31 de Octubre, el día de los muertos.

Toni Boix: Escuché explicar a un misionero claretiano destinado en Brasil que la comunidad de allí les recriminaba que ningún claretiano estaba enterrado en la zona, que todos volvían para morir en su territorio de origen. Me pareció que el reproche iba referido al insuficiente compromiso para con esos pueblos de adopción, insuficiente porque no se contempla la opción de acabar en ellos. A partir de tus palabras, entiendo que expresaban también un deseo de comunión espiritual que precisa de la fisicidad del difunto. ¿Dónde quedó el cuerpo de la mujer de Porfirio? ¿Le habría sido más fácil vivir a nuestro brujo si hubiese tenido cerca la tumba de ella?

Carla Berrocal: La sensación de vacío y pérdida continúa tras la muerte de alguien, pero todos estos “rituales” (por decirlo de algún modo) sociales que se dan en Latinoamérica en general, hablar al difunto y cuidar su tumba, responden a una necesidad personal que ayuda a mejorar esa pérdida y mantener presente siempre el recuerdo del fallecido. En parte es autoayuda y en parte homenaje.

La tumba de Amaranta Catrilef, la esposa de Porfirio, es una carga, no una liberación. La liberación existe tras la muerte, puesto que ese sufrimiento se extingue y representa un reencuentro. Creo que, aunque Porfirio hubiera encontrado la tumba de su esposa en ese camino, no se conformaría con dejarle un ramo a sus pies. Eso no sería coherente con su carácter.

Toni Boix: Y ya para acabar, decirte que me fascina –junto con muchas otras cosas- la expresión que le dibujas al tirano Capitán José de Moraleda en la página 56, cuando éste le dice a Porfirio que le arrancará hasta su último pelo. ¿Qué quisiste transmitir con ella?

Carla Berrocal: El caciquismo frente al indígena, sin lugar a dudas. Aunque si a ti te transmitía cualquier otra cosa es del mismo modo igual de válido.

El caciquismo frente al indígena, el prepotente a un poder que le sobrepasa
(haced click sobre la imagen para ampliarla)

Toni Boix: Asumo que concibes al lector como protagonista activo de la propuesta comunicativa que comporta cada obra. ¿Es algo que también tienes en cuenta cuando estás trabajando en la misma?

Carla Berrocal: Sí, en parte pensé que no quería dejarlo todo clarito, dar lugar a dudas, inquietudes, cabos sueltos. Hay que tener cuidado porque es un arma de doble filo… el lector puede sentirse molesto, pero creo que las obras son ricas cuando te dejan pensando.

Me encantan las películas y los libros que te dejan durante días dándole vueltas a las cosas. No es que lo haga teniendo en cuenta al lector, si no que planteo la obra como a mí me gustaría que fuera al leerla.

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Raul Lopez
Admin
1 octubre, 2011 14:05

Me ha gustado mucho la reseña y aun mas la entrevista. Me quedo con la verdad como un templo que suelta Carla de que cuanto mas urbanidad somos mas asociales nos volvemos lo cual no deja de ser una pena.

Enhorabuena por la entrevista Carla consigues con cada respuesta no solo aportar detalles interesantes sobre una cultura que por desgracia nos es desconocida sino también acercarte a tus lectores en busca de esa socialización perdida. Conmigo lo has conseguido.

Carla Berrocal
1 octubre, 2011 15:45

Gracias a ti, Raúl, por tus palabras. 🙂

Leon
Leon
4 octubre, 2011 18:11

Una gran entrevista,de las mejorcitas que he leido,si señor.
Por cierto,¿que otros proyectos maneja Carla Berrocal?,¿Volvera alguna vez Hire?…