Píldoras Nacionales 74: Entrevista a Marcos Prior

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RESEÑA

El año de los 4 emperadores, Marco Prior; Diábolo Ediciones; 112 págs., color y BN, 11,95 €.

Aunque Marcos Prior gustaba de disparar con bala en aquellos inicios suyos en los que formaba parte del colectivo autoral Producciones Peligrosas, actualmente se diría que lo que prefiere lanzar contra su público son… conejitos afelpados. Al fin y al cabo, tan mortíferos resultan las unas como los otros, como bien demostrado queda en este año de los 4 emperadores que, remitiéndonos al año 69 d.C, empareja una de las épocas de mayor anarquía del Imperio Romano con este caótico presente nuestro sometido a la voracidad inmisericorde del capital.

Para ello, como en él es habitual, el autor recurre a un relato fragmentado de protagonismo coral y recursos narrativos eclécticos. Un collage extravagante que amalgaman, unifican y armonizan tres de los ejes característicos de Prior; a saber: un humor inteligente y nada exento de acidez, una direccionalidad beligerantemente progresista y un trasfondo argumental referido al papel determinista de las propias raices… o de la falta de ellas. Todo eso y también, precisamente, ese eclecticismo formal que, en su disparidad, otorga personalidad singular a la obra.

De todas maneras, ese patchwork tejido a partir de piezas tan variadas como una encuesta, un manual de formación continuada o una página web repleta de pop-ups, junto con la -presuntamente- apenas anecdótica conexión entre las historias de sus tres protagonistas, favorece que el autor delegue en su público parte de la responsabilidad de urdir un discurso unitario a partir de los ingredientes -todos ellos ya convenientemente sazonados; hay que decirlo- que él pone a su disposición. Así, al final, habiendo quedado clara por activa, por pasiva y con humor la voluntad crítica de Prior para con el neoliberalismo reinante que nos envuelve, uno puede aventurar también su propia interpretación acerca de la hilazón que emparienta a los tres protagonistas principales. Quizás, la falta absoluta de libertad de unos y otros, a pesar de que sólo uno de ellos se vislumbre esclavo. Porque, en propiedad, tan cautivo está aquel que se adormece en una mediocridad que intuye imposible de cambiar, como aquel que se abandona en una inútil enajenación, como aquel que acaba prisionero del papel que debe interpretar… aunque este papel de rostro monocorde sea el de amo del mundo «libre».

Sin embargo, por más que así lo hagamos, por más que nos atrevamos a construir ese relato de relatos, la apariencia de sentido derivada de hacerlo será precisamente sólo eso: aparente. O tal vez no. Sea como sea, siempre vale la pena reirse un rato con Marcos Prior, dejar que nos haga pensar y, también, disfrutar con sus experimentos formales; modos concretos de contar que, a su vez, desvelan parentescos entre el Novelo Arte y otros tantos formatos comunicativos.

ZN ENTREVISTA A… MARCOS PRIOR

Toni Boix: ¿El mundo está ya tan mal que hay que tomárselo a broma?

Marcos Prior: La situación debe de ser grave para que, como mantienen Gérard Duménil y Dominique Lévy, sea mucho más fácil utilizar El Capital de Marx para descifrar los rasgos característicos del capitalismo de finales del siglo XX y principios del XXI que para analizar el mismo sistema durante los primeros decenios después de la 2ª Guerra Mundial. Frente a esto nos queda la opción de tomarnos a broma (macabra en algunos casos) el falso discurso dominante, ya que este discurso neoliberal contiene una vertiente ridícula que es interesante desvelar.

TB: Por lo que dices, ¿tu humor conviene tomárselo en serio?

MP: Sí, desde el momento en que utilizo el humor como resistencia. Si la sociología es un deporte de combate (como sugiere el título de este documental: http://video.google.es/videoplay?docid=3284374200438445918 ), el humor es una de las herramientas de estas particulares artes marciales.

TB: Entonces, ¿entiendes tu trabajo en clave de militancia en favor de unos determinados modelos convivenciales o, cuanto menos, en contra de otros que te parecen alienantes y nocivos?

MP: Entiendo una parte de mi trabajo como el intento de creación de algo así como cómics de combate, cómics que sirvan para contribuir a crear una especie de clima cultural distinto al que la clase dominante nos tiene acostumbrados.

TB: De la entrevista que concediste para Entrecómics, donde decías que muchas novelas gráficas parecen telefilmes de sobremesa, uno deduciría que, en tu opinión, las biografías y la cotidianidad están algo sobrevaloradas en nuestro medio. ¿Es así?

MP: Me gustaría matizar algo de lo dicho en la entrevista para Entrecómics. En realidad la mayoría de telefilmes de sobremesa son una especie de pseudo thrillers (con títulos tan memorables como Próxima parada: asesinato), o dramones con adulterios varios que poco tienen que ver en cuanto a temática con la NG. Al referirme a este tipo de películas creo que tenía más en mente algo que las hermana a todas: su anodina factura técnica.

En aquel momento había una sobreabundancia de novelas gráficas relacionadas con enfermedades y que podrían emparentarse con películas, que no son exactamente telefilms de sobremesa, como El aceite de la vida o Mar adentro. Parecía que se había descubierto un nicho de mercado relacionado con la narración gráfica de las desventuras de pacientes de todo tipo. Para mí el caso más grave de mercadotecnia de la enfermedad lo representa la forma en como se anunció que la NG Lucille de Ludovic Debeurme trataba la anorexia porque si te la lees descubres que no es el tema central y que su tratamiento deja bastante que desear.

Con todo lo dicho no creo que las biografías y la cotidianidad estén sobrevaloradas en nuestro medio. Personalmente tengo problemas con las biografías y autobiografías ya que me parece muy acertado lo que Pierre Bourdieu comenta sobre ellas en el texto La ilusión biográfica : “El relato, tanto el biográfico como el autobiográfico […], propone unos acontecimientos que, sin estar ni todos ni siempre desarrollados dentro de su estricta sucesión cronológica […] tienden o pretenden organizarse en secuencias ordenadas según relaciones inteligibles. El sujeto y el objeto de la biografía […] tienen en cierto modo el mismo interés por aceptar el postulado del sentido de la existencia narrada (e, implícitamente, de toda existencia).”

De todas formas me interesa leer obras autobiográficas descarnadas y brutales como la de Crumb o David Heatley (que recomiendo encarecidamente) o autobiografías que sirven como retratos de época, como en el caso de Paracuellos, Barrio y Los profesionales de Carlos Giménez.

TB: Por lo que dices, entiendo que tu problema con las biografías deriva de que, implícitamente, abogan por un ilusorio sentido último, mientras que algunas novelas gráficas te resultan molestas o bien por cómo se publicitan apelando a su “relevancia social” o por su simpleza narrativa. ¿Es eso?

MP: Con las biografía puedo tener algunas reservas si se convierten en expresión de un propósito original, de un proyecto, de un camino, una carrera, “una historia de vida”, si de ellas se pretende extraer una lógica retrospectiva, una constante, una serie de regularidades que desembocan en un desenlace deseable, en definitiva, lo que Bourdieu califica como “una creación artificial de sentido”.

Sin embargo mi punto de vista no es totalmente inamovible y, al leer un artículo como el de Gerardo Vilches sobre La realidad y la ficción en la obra de Joe Matt, puedo interesarme por lo que aporta la autobiografía en cuanto a los tres niveles de realidad que se comentan en el mismo, y es que una autobiografía donde “hay sucesos alterados y otros completamente inventados” y donde el lector es plenamente consciente de esto, entra dentro de la órbita de mis intereses.

En cuanto a lo de la “relevancia social” lo que puede, de alguna manera, “molestarme”, es si se trata de una impostura. Y como me interesa el lenguaje del cómic me provocan cierto rechazo obras con nulo dominio del medio o ningún interés en dominar las herramientas que ofrece dicho medio. Es como cuando algún autor declara que lo que de verdad le interesa es “contar historias”, infravalorando el soporte que utiliza para ello. A mí lo que de verdad me interesa es hacer un cómic y, más que contar historias, cuestionarlas.

TB: Tu interés por la estructura narrativa y algunos de tus acabados tanto en color como a pincel siguen evidenciando tu filiación con Frank Miller. Tras la deriva de sus últimas obras, ¿sigue siendo un referente válido para ti?

MP: Sigue siendo un referente en cuanto al diseño y composición de página y al dibujo, que cada vez me gusta más, a medida que se va volviendo más caricaturista y predomina la mancha, la salpicadura, el dripping a lo Pollock. Frank Miller es muy interesante por el conocimiento que tiene del medio y la absorción que ha realizado de “los grandes maestros”. También para mí su carrera es un ejemplo en cuanto es un autor que ha trabajado tanto en solitario como realizando guiones para otros dibujantes.

Desgraciadamente su visión del mundo es diametralmente opuesta a la mía y se ha ido radicalizando con el tiempo. Que crea que en la actualidad, en plena Gran Recesión, la gran amenaza que se cierne sobre Occidente es la yihad islámica y que el movimiento Ocuppy Wall Street está plagado de vagos y maleantes es sintomático de una ceguera ideológica preocupante. Y el resultado es Holy Terror, una obra donde confluyen bastantes de los fantasmas sociales de la ultraderecha.



Página de Holy Terror frente a caricatura de Frank Miller obra de Marcos Prior
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TB: ¿Por qué te resulta más interesante este Frank Miller propenso a la caricatura y a la suciedad y no aquel del pasado que, aunque también hacía uso de esos recursos, primaba ciertos elementos más icónicos que caricaturescos?

MP: Para mí esa caricatura y “suciedad” representan una depuración de su anterior trabajo. Se nota que ha ido adquiriendo un mayor dominio del dibujo y que se puede permitir el lujo de no atender las bases de una anatomía clásica, académica; que disfruta dibujando esas manos gigantescas, jugando con un salpicado, un goteo de tinta que convierte en marca de la casa y en obra de diseño (como se puede comprobar con la ilustración de la cubierta que hizo para la novela Gravity’s Rainbow de Thomas Pynchon).

Lo atractivo de la caricatura es que, aparte de servir para explicitar la ironía y/o el sarcasmo, marca cierta distancia con el lector, ya que no intenta construir ninguna ilusión de realidad.


Portada de Gravity’s Rainbow
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TB: Pues aparcando ya a Miller, pero siguiendo con la ligazón de tus parentescos con tu actualidad, ¿qué tan lejos –o qué tan cerca- dirías que está El año de los 4 emperadores respecto de tus Producciones peligrosas?

MP: Me gusta pensar que en el intervalo de tiempo entre El año de los 4 emperadores y lo que hacía en Producciones Peligrosas he aprendido algunas cosas más a través de lecturas, experiencias vitales, sesiones golfas de cine, etc… y he sabido aplicarlo al cómic. Aunque se vislumbran algunas constantes entre las dos etapas: la querencia por una serie de palabras utilizadas normalmente de forma ampulosa pero que me parecen divertidas, el utilizar diferentes estilos de dibujo, jugar con la composición de página…

Creo que la gran diferencia es que, con los años, me he politizado más.


Producciones peligrosas vistos por Marcos Prior
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TB: ¿Por lo que has vivido o por simple proceso de maduración?

MP: Por lo que he vivido y por lo que he leído.

TB: De hecho en todas tus obras, a pesar de los constantes experimentos estructurales sobre los que muchas veces has declarado que constituyen tu principal interés, se halla presente también una rica mezcla de contenidos culturales y políticos que satirizar. ¿Cuánto de ello es –para ti- accesorio respecto a la estructura y cuánto responde realmente a tu entraña creativa?

MP: Nada es accesorio respecto a la estructura. Como diría McLuhan: “El medio es el mensaje”. Ya explicaba Leo Spitzer sobre la escritura de Proust que lo complejo no se puede decir sino de modo complejo, que la realidad no solo es compleja, sino que está estructurada, jerarquizada y que para representar al mundo en toda su complejidad se debe recurrir a frases articuladas, subordinadas, digresivas que reflejen esta misma complejidad.

TB: Tampoco es fácil presentar de forma sencilla y plena contenidos absolutos, aunque creo entender que este tipo de contenidos no entran demasiado en tus esquemas y que precisamente por eso te molestan tanto esas novelas gráficas “de la simpleza” de las que hablábamos antes. ¿Estoy tentando demasiado a la suerte del “entrevistador”?

MP: Me pones en aprietos… Las novelas gráficas que me pueden “irritar” son las que representan “el espíritu del neoliberalismo”. Hay novelas gráficas que tratan algún tema sencillo (o aparentemente sencillo), sin ninguna otra pretensión y que me resultan muy satisfactorias como El Playboy de Chester Brown.

TB: Pues a tenor de esa reivindicación que haces de la complejidad, de alguna forma ya presente en tus primeras obras, me atrevo a preguntarte por tu bagaje. ¿Qué formación, lecturas y entornos han determinado el presente de tu espíritu creativo?

MP: Mi formación está relacionada con las, así llamadas, “Bellas Artes” (y más concretamente con el Informalismo, el Arte Povera, Hans Haacke…), mi interés por la sociología (Pierre Bourdieu, Carlos Lerena, Loïc Wacquant…), la literatura (David Foster Wallace, Albert Cohen, Mark Z. Danielewski…), el cine (Paul Thomas Anderson, Tarkovsky, Takeshi Kitano…) y mi afición/pasión/x por las viñetas (Frank Miller, Osamu Tezuka, la escuela Bruguera, Howard Chaykin, Bill Sienkiewicz, Blutch, Muñoz y Sampayo, Wim T. Schippers y Theo Van Den Boogaard, Tardi, Katsuhiro Otomo, Yoshihiro Tatsumi, Rick Veitch, Daniel Clowes, John Romita Jr, Robert Crumb, Richard Corben…). Pero las lecturas que han ejercido una influencia más importante sobre mi concepción de la narración gráfica han sido, sobretodo, las de textos teóricos sobre cómics de revistas como Bruguelandia, Krazy Comics, U el hijo de Urich, The Comics Journal… Y han tenido un influjo maligno sobre mi persona dos libros sobre cómics que leí a mediados de los ochenta, a una edad en la que uno es muy influenciable: La Técnica del Cómic de Josep Mª Beà (que estaba en la sección infantil de la biblioteca a la que acudía) y Cómics clásicos y modernos, obra dirigida por Javier Coma y que aparecía en fascículos como suplemento dominical de El País (gracias a estos cuadernillos descubrí los cómics de Spirit, de la E.C., de Breccia…). En la actualidad creo que estoy más determinado por las conversaciones en cafeterías de Barcelona que mantengo con otros dibujantes como Gabriel Corbera, Jordi Pastor, Danide, Fernando Blanco, Daniel Serrano, Sagar, Homs, Roger

TB: Un grupo muy ecléctico, ¿no? ¿Se puede aprender de alguien que hace un tipo de cómic totalmente opuesto al tuyo?

MP: Sí, claro, estoy siguiendo la serie Bakuman de Tsugumi Ohba y Takeshi Obata aunque me resulte irritante la ridícula historia de amor a lo Blankets de dos de los protagonistas y que promuevan la ideología carismática, del don, tan contraria a mis ideas. Pero me resulta una lectura a tener en cuenta por la cantidad de información sobre el trabajo de los autores de manga y por soluciones de diseño y composición de páginas y de bocadillos repletos de texto que ocupan casi todo el espacio disponible.

TB: En el texto de contraportada que presentaba Cool Tokio, tu segundo trabajo para la línea Laberinto tras Oropel, decías que te interesaban las obras con diferentes lecturas. ¿Es por eso que gustas de cruzar las historias de personajes aparentemente sin conexión ninguna como también ocurre en El año de los 4 emperadores?

MP: Sí, aunque con ello no me gustaría que se llegase a equívocos o interpretaciones erróneas. Cuando hablaba de diferentes lecturas también me refería a una lectura como la que se puede producir al leer en El Capital de Marx sobre “(…) un monstruo que empieza a “trabajar” como si tuviera amor en el cuerpo” y no prestarle mayor atención o, al contrario, acudir a la erudición de Manuel Sacristán para darse cuenta que se trata de una cita irónica del Fausto de Goethe, del verso 2.132 de la parte primera, donde el ser que se agita en esa escena “como si tuviera amor en el cuerpo” es una rata envenenada.

TB: Entiendo entonces que el plus que otorga la referencia no es el del simple reconocimiento por parte del lector erudito, sino el discurso que puede derivarse de la inclusión de la referencia en un contexto nuevo, ¿verdad?

MP: Sí, se trata de enriquecer la lectura desvelando significados ocultos a primera vista.

TB: De hecho, volviendo a los personajes de El año de los 4 emperadores, ¿qué es lo que une a tu Juan López con Rick Rickard Jr. y Tobias Cattelan aparte de los disfraces de conejo y de cierta experiencia de un determinismo más estructural o caprichoso que no fatídico?

MP: Les une ser participes de un momento concreto de la Historia, vivir la época del neoliberalismo triunfante.

TB: Sufriéndolo cada uno a su manera… ¿ejerciendo así cierta función arquetípica?

MP: De alguna forma, ya que Rick Rickard Jr. no sufre las políticas neoliberales sino que las promueve y disfruta. No son malos tiempos para todas las clases sociales.

Y Tobias Cattelan representa la idea de liberación individual, violenta y sin sentido, mientras que Juan López aspira, o pretende aspirar, a una emancipación colectiva, sin utilizar la violencia espectacular como herramienta de combate.


Rick, Tobias y Juan
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TB: Ahora que hablamos de Tobias Cattelan, con él pareces volver sobre el tema de las “losas familiares” que ya manejabas tanto en Oropel como en Cool Tokio. ¿Por qué motivo resulta tan interesante para ti la cuestión de este tipo de herencias disfucionales?

MP: Me interesa el tema de las, como bien indicas, “losas familiares” porque no creo en adanismos varios o en seres venidos al mundo por generación espontánea. Para mí es bastante determinante el proceso histórico a pequeña escala que se produce entre las diferentes generaciones de una misma familia, el como se reproducen una serie de gestos, hábitos y visiones del mundo y el como esto puede conducir a un proceso de ruptura o consolidación.

TB: ¿Lo dices por experiencia propia o hablas de oídas y hasta qué punto hablar de eso es también militar en una determinada dirección?

MP: Todos disfrutamos de disposiciones adquiridas en nuestro entorno más cercano y sí, supongo que afirmar y estar convencido de tal cosa debe estar relacionado con la militancia en una determinada dirección. No soy nada equidistante.

TB: Y volviendo con Juan López, filtras en el tebeo lo que aparenta un homenaje a Jan. ¿Qué ha supuesto para ti la obra de este creador que imagino estaría ya presente en tu infancia?

MP: En El año de los 4 emperadores hay varios homenajes a Jan. En primer lugar el personaje se llama Juan López como Superlópez y como el propio Jan. Después aparece un personaje que se llama Martha y pertenece al grupo subversivo Walden 7, en referencia al personaje del mismo nombre y apariencia física que podemos ver en el álbum Los Cabecicubos de Superlópez y que forma parte de la resistencia al orden cúbico. Jan ha sido probablemente el autor de cómic más importante de mi infancia (leía sus viñetas de Pulgarcito antes de saber leer sus textos), era una rara avis de Bruguera, ya que tenía mayor control sobre el acabado de su obra (rotulación manual a diferencia de la mecánica que reinaba en los tebeos Bruguera, color de acuarela, composición de página, mayor documentación de fondos, etc…). Sus cómics me han marcado de tal forma que quedan reminiscencias en mis trabajos actuales, por ejemplo, una de las páginas de el álbum Los Alienígenas de Superlópez no está compuesta por viñetas sino por la portada de un diario (el diarico), lo que la emparienta con mi propósito de querer incorporar todas las posibles narrativas (páginas web, powerpoints, manuales, diarios…) en mis obras.

TB: Y ese propósito, ¿obedece simplemente a una extraña pulsión fetichista o podrías defenderlo ante un juez?

MP: Creo que podría defenderlo ante un juez, porque si sólo me guiase por pulsiones fetichistas igual estaría creando alguna obra relacionada con los cómics de Conan el Bárbaro de los años 70 y con Mortadelo y Filemón.


Los Cabecicubos frente a El año de los 4 emperadores
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TB: Hablando de eso, ¿la notable variedad de acabados gráficos de El año de los 4 emperadores responde a necesidades del guión o más bien el guión ha venido determinado por las teclas gráfico-discursivas que deseabas tocar?

MP: Responde tanto a exigencias del guión como a momentos puntuales donde me apetecía utilizar esas “teclas gráfico-discursivas” y a la necesidad de incorporar un aspecto lúdico al trabajo.


Distintas formas de abordar la narración
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TB: ¿Tan necesario resulta amenizar la elaboración de un cómic?

MP: Sí, por la cantidad de horas que necesitas aplicar para elaborarlo.

TB: También la maquetación del libro resulta muy particular. ¿Desde el principio estuvo claro que jugarías con y te ocuparías de ese aspecto? ¿Qué quisiste comunicar a través de él?

MP: Sí, desde el principio tenía claro el formato tipo libro bolsillo, el tipo de papel, que fuese rústica sin solapas y el canto naranja de las páginas. Estos ingredientes sirven tanto como referencia a las novelas baratas de ciencia ficción de hace años como para provocar una lectura diferente de la que se puede obtener con el iPad. El cómic en papel, para sobrevivir a la digitalización, debe convertirse en un objeto de arte, con una edición cada vez más cuidada. Por eso Daniel Clowes lleva un tiempo creando cómics con formatos de difícil traslado al mundo digital, intentado crear algo parecido a una escultura (el cómic Wilson se puede mantener de pie por sí mismo gracias al bestial grosor de sus tapas). Con El año de los 4 emperadores también he intentado crear una obra que tenga una validez objetual.


Valor objetual
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TB: ¿El objeto también “cuenta”?

MP: Sí, cambia la experiencia lectora según en que soporte la realices. Por ejemplo: he estado leyendo los tomos recopilatorios de la serie Scalped de Jason Aaron y R.M. Guera tanto en la versión original de Vertigo como en la edición española y la verdad es que al dibujo de Guera le sienta peor el papel satinado de la edición en castellano que el mate de la americana. También es de agradecer que el propio autor se plantee crear un objeto que añada un valor al propio cómic, como en el caso ya citado del Wilson de Clowes, en el Metamaus de Spiegelman y en la serie The Acme Novelty Library de Ware.

TB: Debo decirte que lo de Barcelona ProActiva me dejó perplejo por lo “aterradoramente” familiar que suena. ¿Cuánto de ese manual para gestionar el cambio personal es inventado?

MP: Pues bastante poco. Una amiga me pasó un manual sobre gestión del cambio de un cursillo que les hicieron en el trabajo antes de un ERE (dicho aprendizaje sobre el cambio se utiliza para despedir con la conciencia tranquila). El material era tan “bueno” que prácticamente no cambié nada.

TB: Me dejas sin palabras. Debo entender pues que, junto a los lobbys, los políticos con careta, los parques temáticos cristianos y la manipulación de la información, ¿los manuales de autoayuda son lo peor de lo peor?

MP: Podríamos decir que son de lo peorcito, sobre todo por la visión neoliberal de la vida que proponen, aunque no lo hagan de forma consciente. Mi bestia negra en este caso es el pensamiento positivo, que ejerce de inquisidor y culpabiliza a las víctimas del sistema.


Esa ficción tan "aterradoramente" familiar
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TB: Entiendo que, con tus palabras, pretendes poner el dedo en la llaga acerca de las muchas estructuras de explotación e injusticia que existen y que determinan en gran medida nuestro destino, ¿pero llegas a eximir al individuo de toda responsabilidad en la gestión de su vida?

MP: No del todo, ya que no pretendo un estructuralismo puro y duro. La idea es evitar la alternativa entre el estructuralismo sin sujeto y la filosofía del sujeto.

TB: Empiezas el libro diciendo que “los lideres mundiales parecen estar a la altura de las graves circunstancias que se ciernen sobre el futuro de la humanidad” y lo acabas apostillando que “los motines quedan pospuestos hasta nueva orden”. Algo no me cuadra…

MP: Lo de “los líderes mundiales parecen estar a la altura de las graves circunstancias que se ciernen sobre el futuro de la humanidad” lo escribo con bastante sarcasmo, ya que la propia utilización de la palabra “líder”, que también se utiliza en gestión de empresas, me produce urticaria. Sería la típica frase impregnada de paternalismo que se podría encontrar en la mayoría de medios de comunicación. Es como cuando se puede leer en el editorial de algún diario sobre “la necesidad del gobierno de tomar medidas valientes pero impopulares”, frase que indica claramente que no se ha entendido muy bien lo que significa la democracia.

Lo de “los motines quedan pospuestos hasta nueva orden” contiene una crítica al tiempo de espera que vivimos, un momento donde prevalece el sálvese quien pueda, donde parece que la rebelión necesita recibir una orden, lo cual es un contrasentido.

TB: Sí, esta misma semana recibí un montaje en el que se veía a nuestro presidente anunciando los recortes en el estado del bienestar junto a fotos de una gran avenida de Madrid totalmente desierta y luego una foto de la consecución de la Eurocopa por parte de la selección española acompañada de una foto con esa misma avenida inundada de gente. ¿Nos hemos vuelto peores que los cabecicubos?

MP: No lo creo, a pesar de todo aún mantengo ciertas esperanzas… La gente está más movilizada y politizada que en años anteriores y creo (y espero no confundir mis deseos con la realidad) que en las manifestaciones contra los recortes o del 15M las calles se inundan de más personas que cuando se celebra la Eurocopa. A los medios conservadores, que son la mayoría, les interesa promover una especie de derrotismo y fatalismo, pero hay que acudir a las manifestaciones para comprobar que todavía no estamos tan atomizados.

TB: Y ya para terminar, he visto que a lo largo del libro aparecen imágenes reminiscentes de algunos famosos personajes del cómic de prensa, como Popeye o Snoopy. ¿Se trata de un simple juego?

MP: En parte se trata de un juego y también de una forma de evidenciar y mostrar algunas de mis influencias, ya que soy admirador del Popeye de Segar y de la obra de Schulz.


Snoopycar y Popeye barbudo
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TB: Curiosamente son dos personajes que, partiendo de un cierto espíritu combativo, han acabado desnaturalizados y convertidos en merchandaising. ¿te traicionó el subsconciente cuando los incluiste en tu crítica al imperio del capital?

MP: Puede que sí, sobre todo en el caso de Snoopy, que ha sido totalmente desnaturalizado con un mechandaising brutal, casi ubicuo, que tuvo la aquiescencia del propio Schulz (en una entrevista que le realizó Gary Groth, Schulz justificaba el hecho que la imagen de Snoopy se utilizase hasta en anuncios de seguros por razones filantrópicas)

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José Torralba
12 julio, 2012 13:47

 Entrevista jugosa a un autor interesantísimo y con la cabeza muy bien amueblada. He de dar la enhorabuena a entrevistador y entrevistado porque me el diálogo ha sido estupendo. Me ha resultado especialmente interesante constatar las autobiografías que le parecen estimulantes y las que no, y en especial su interés por los niveles de realidad a los que alude Gerardo Vilches en su (magnífico) artículo. En cualquier caso, respeto a la autobiografía, yo tengo la teoría –no contrastada, puesto que históricamente no lo he investigado– de que al ser un género (aceptemos barco) algo inusual en nuestro medio hace unos cuantos años, tras producirse una auténtica avalancha de «historietas del yo» se obviaron las categorías en las que la gran producción y diversidad de estilos han obligado a estructurar la ficción del yo en otros medios artísticos. O en otras palabras: al pasar de una producción relativamente pequeña a una más voluminosa, se prefirió no distinguir las taxonomías genéricas habituales para la ficción del yo, por aquello de no crear un género historietístico nuevo cada vez que saliera un nuevo trabajo. Y así, designamos cualquier «historieta del yo» con el género o etiqueta de «autobiográfica».

A mi entender esto es un poco impreciso, porque metemos en un mismo saco Epiléptico, Una vida errante, Los Profesionales, Maus, Persépolis, Alec, Reportajes y Peepshow y, con ello, anulamos las barreras que existen entre el distanciamiento de relatar mediante la biografía la vida de un tercero, la visión personal sobre determinados acontecimientos o problemáticas que se dan en el cómic periodístico, la visión que se aporta desde el individuo de determinados hechos históricos que se da en las memorias, la anulación de la perspectiva retrospectiva que se da en el autorretrato ensayístico o la estratificación en niveles de realidad/ficción de los que hablaba Gerardo y que es característica de la autoficción. No todo es autobiografía, sino que hay diferencias conceptuales, formales, estilísticas, estéticas y discursivas que otorgan a cada obra valores distintos.

En su estudio El pacto autobiográfico (1975), Philippe Lejeune se acercaba a la autobiografía definiéndola (o algo así) como «un relato retrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia existencia, poniendo énfasis en su vida individual y, en particular, en la historia de su personalidad». Lejeune indica después que, en las autobiografías, se produce un pacto entre autor y lector mediante el que el primero se compromete a contarle al segundo toda la verdad sobre sí mismo, de forma que autor, personaje y narrador sean prácticamente coincidentes. Sin embargo, poco después, en 1977, Serge Doubrovsky acuña el término autoficción para referirse a aquellas obras en las que el autor, conscientemente, abre una brecha entre sí mismo y las figuras de narrador y personaje. Aquí la realidad no se cuenta, sino que se recrea, y ese pacto se ve alterado: lo que se le cuenta al lector podría ser la «verdad sobre uno mismo» (o al menos la conciencia que tiene el autor sobre esa supuesta «verdad»)… o no. La autobiografía es prácticamente documental, mientras que la autoficción es precisamente eso: ficción a partir del yo. 

A este respecto, resulta muy ilustrativo citar a Javier Marías y su Negra espalda del tiempo (1998): «Creo no haber confundido todavía nunca la ficción con la realidad, aunque sí las he mezclado en más de una ocasión, como todo el mundo». De hecho, el mismo Doubrovsky comentaba al principio de su novela Fils (1977) lo siguiente: «¿Autobiografía? No, eso es un privilegio reservado a los importantes del mundo, en el ocaso de sus vidas, y con un lenguaje delicado. Más bien ficción a partir de hechos y acontecimientos estrictamente reales; o, si acaso, autoficción, si es que hemos confiado el lenguaje de una aventura a la aventura del lenguaje, fuera de la sintaxis de la aventura tradicional o nueva. Juegos de palabras, aliteraciones, asonancias, disonancias […]».

Lo cual enlaza con esa riqueza formal y estilística de la que habla Prior. En la autobiografía raramente es posible porque lo que se busca es una pátina de verismo, de «autenticidad». Y por tanto se tiende a la sobriedad formal (que muchas veces enmascara desconocimiento). Sin embargo, en la autoficción, como precisamente el autor suele querer explicitar la ruptura del pacto autobiográfico, se introducen elementos muy estimulantes, encaminados a conseguir lo que Shklovski llamaba ostrenanie (desfamiliarización) a través de una zatrudnenie (dificultamiento); o en otras palabras: «hacer saltar la costra de la percepción cotidiana y rutinaria dificultando las formas […] para experimentar la artisticidad del objeto» (Teorías del cine, Robert Stam). En fin… que aquí hay para rato.

tebeobien
tebeobien
Lector
13 julio, 2012 0:22

 me he regitrao Y TÓ, jojojo, pero es que hay que decirlo mucho más:TEBEÓN, gracias a zona por la entrevista! 

un fiera, prior. uno de los nuestros.