Píldoras Nacionales 59: Entrevista a Sergio Sandoval y Gonzalo Torné

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RESEÑAS

Dublinés, Alfonso Zapico; Astiberri Ediciones; 232 págs., BN, 18 €

Con sus tres obras publicadas hasta ahora en nuestro mercado, el asturiano Alfonso Zapico ha demostrado ser un autor a tener en cuenta. Huye de los lugares más comúnmente transitados por el medio, y lo hace a través de una fusión equilibrada entre la recreación histórica y el estudio de personajes, temáticas ambas que adquieren nuevo color en sus manos no sólo por causa de esa fusión, sino también por los contenidos iconográficos que lleva adjuntos su particular grafismo: cuidadoso con los elementos escenográficos, la delineación y gestualidad caricaturesca de sus personajes, propia del humorismo, colisiona a menudo con lo trágico de algunas de las situaciones que retrata, al tiempo que realza las más vitalistas. Producto consonante con la trayectoria de nuestro compatriota, Dublinés es, por todo ello y por otros valores que a continuación mencionaremos, un cómic a estudiar y considerar.

Primeramente porque, en la línea de obras de riesgo como La pobresa no és rendible (Alfonso López) o 11-M: La Novela Gráfica (Antoni Guiral, Pepe Gálvez, Joan Mundet), demuestra hasta qué punto el medio narrativo historietístico es capaz de vehicular contenidos complejos y discursivamente áridos de forma ágil y amena… en este caso, haciendo un pormenorizado recorrido por la vida de James Joyce, vanguardista literato irlandés de agitada peripecia existencial.

En segundo lugar porque, al asumir esa ingrata tarea desde sus claves autorales de siempre (a saber, el humorismo gráfico y el trenzado del retrato histórico con la atención a los personajes), pone a disposición del estudioso y del interesado en los «intríngulis» del Noveno Arte un ejemplo cuidado sobre cómo se desenvuelve este lenguaje artístico frente a determinados propósitos comunicativos y bajo según qué claves expresivas.

Y es que Zapico acierta a transmitirle al lector las muchas vicisitudes que puntearon los azarosos días de Joyce, así como dejar también bien claras cuáles fueron sus principales directrices vitales. Y esto, como decíamos, lo hace de forma agradable, manifiesta y ligera… a pesar de las más de 200 páginas -a menudo repletas de detalles- que tiene la obra. Pero donde, en mi opinión, Zapico no acierta a llegar en este cómic, es a ese ámbito más profundo que distingue unas historias de otras, las que tienen un corazón que late con brío de las que albergan un corazón apenas balbuceante. Antes de continuar, quede clara una cosa: sería injusto decir que Dublinés carece de entraña. La tiene y eso es meritorio en sí mismo. Pero la combinación de su propósito (ambicioso y arriesgado, como ya avanzábamos) con la idiosincrasia propia del autor ha jugado esta vez un tanto en su contra, deslavazando sus distintos ingredientes en vez de amalgamarlos en pro de una entidad comunicativa definida. Son muchos los datos que Zapico ha querido incluir en su relato, diríase que enfrentado a la posibilidad de olvidarse de algún elemento de importancia, y es esa voluntad suya de no perder detalle la que ha dado a luz a un discurrir narrativo sin apenas treguas. La trama avanza de forma acelerada, las escenas se suceden vertiginosamente y el Joyce de Zapico acaba convertido en una marioneta que va de acá para allá ilustrando la historia de la vida del verdadero Joyce, pero sin vivirla y, por tanto, sin conseguir que el lector pueda también revivirla.

En estos últimos meses, en nuestro país hemos podido asistir a la publicación de tres obras distintas, en todas ellas presentes los motivos que gusta de manejar Zapico, todas ellas fruto del trabajo de algunos de nuestros mejores creadores. Paco Roca demostró una vez más con El invierno del dibujante que la hábil dosificación de un cuidado surtido de anécdotas relevantes basta para contextualizar una época y retratar la hondura de los hombres que la protagonizaron. Felipe Hernández Cava conquistó similares objetivos con Hágase el caos, mediante la atinada utilización de la elipsis y los diálogos… por no hablar de las cualidades expresivas del dibujante que le acompañaba. Finalmente, Santiago Valenzuela, con Las aventuras del Capitán Torrezno, evidenció que las voluntades pormenorizadoras, si no quieren renunciar a serlo, necesitan de muchas y muchas páginas para equilibrar la lluvia de datos y sucesos con otros espacios narrativos también necesarios: aquellos en los que el tiempo se dilata, se hace el silencio, y los lectores captamos -sin que nos lo anuncien de viva voz- qué está sintiendo el hombre de papel al que hemos decidido seguir durante un tiempo. Eso, Zapico lo logra con Joyce en momentos puntuales, de forma notable sobre todo en lo que atañe a la hija del escritor. Pero no sucede así otras veces -tal vez su grafismo humorístico tampoco lo facilite- y quedamos entonces ante un libro que da mucho… pero podría haber dado más.

[Reseña de La guerra del profesor Bertenev (Alfonso Zapico) en Zona Negativa].

Ranko Kameran, Gonzalo Torné y Sergio Sandoval; Reservoir Books; 80 págs., color, 14’50 €.

Si Miguel Morey, reconocido experto en Antropología filosófica, reflexionaba hará unos años sobre el hombre como argumento, bien podríamos decir –estableciendo cierto paralelismo- que a través de sus obras Gonzalo Torné gusta de hablar del hombre como interrogante. Interrogante ante los demás, ante sus coetáneos, ante los que le rodean y escrutan… porque siempre hay algo, en todos sus personajes, que permanece oculto y se insinúa peligroso o, cuando menos, inquietantemente oscuro. Interrogante también, a menudo, para uno mismo… porque todas las criaturas de Torné andán enfrascadas en el proceso de descubrirse a sí mismas, de enfrentar una interioridad que las incomoda y las asusta a la vez que las desafía e interpela.

También Vvlackk Cara Cortada, como Clara en Hilos de sangre y Slater en Tannhäuser, desconoce parte de lo que hierve en sus adentros. Y ese desconocimiento palpable, manifiesto y desasosegador, constituye tanto su debilidad ante un entorno determinadamente hostil como la fuerza que le empuja a superar esa oposición en pos de las respuestas que se le niegan. Sobre sí mismo. Y sobre los demás. Porque las preguntas no dejan apenas personaje sin envolver. Calculados silencios, escenas de las que sólo se nos muestra el final, gestos y expresiones aparentemente fuera de lugar, un mundo de funcionamiento extraño… y personajes que, cuando acaban desnudándose ante los demás de forma grandilocuente, sólo aciertan a mostrar una asombrada falta de certezas y alguna que otra pulsión totalmente primaria.

Gonzalo Torné construye así un relato donde importa tanto –si no más- lo que se calla como lo que se muestra. Repleto de vacíos a disposición de un lector que los llene. Por momentos radicalmente visceral, inhóspito y crepuscular. Un relato que deja reposar buena parte de sus contenidos sobre la sugerencia y lo sensitivo, amparándose para ello en el virtuosismo gráfico de Sergio Sandoval y en una rítmica escénica oscilante deudora de las maneras cinematográficas de directores algo emparentados con el Noveno Arte como los hermanos Wachowsky y Zack Snyder.

Sandoval, un ilustrador extraordinariamente dotado para la recreación gráfica, encuentra de esta forma un desafío a su altura en el guión de Torné, por cuanto su habilidad para el diseño de escenarios y utillaje de matriz fantástica, junto a su riguroso academicismo a la hora de retratar la figura humana, se ponen al servicio de un guión complejo que delega en él buena parte de sus claves, a la par que le permite explotar de forma interesante las muchas posibilidades que tiene la narrativa visual simplemente jugando con elementos tan accesorios como las líneas cinéticas, el grosor del espacio entre viñetas y las onomatopeyas.

En esta obra, pues, una reyerta sanguinaria en un casino olvidado de un mundo futuro se convierte en verdadero ejercicio de estilo, donde el desengaño de un hastiado verdugo transmutado en ángel vengador sirve a Torné para explorar -una vez más- los recovecos del corazón humano… y donde Sandoval puede dar rienda suelta a su apetencia por la acción y a su maravillosa capacidad para transportarnos más allá de lo concebible… hasta un planeta melancólicamente otoñal… hasta el interior de una mirada enajenada.


Ilustración de Ranko Kameran
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Páginas de Ranko Kameran
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ZN ENTREVISTA A… SERGIO SANDOVAL Y GONZALO TORNÉ

Toni Boix: Después del dilatado periodo que ha transcurrido desde la publicación de Tannhäuser, durante el cual ambos diversificasteis vuestra trayectoria profesional a pesar de que aquella obra fuese en general bien recibida, ¿cómo surgió la oportunidad y la necesidad de este Ranko Kameran?

Sergio Sandoval: El caso es que yo quería hacer algo rápido a modo de prueba antes de iniciar otro proyecto de ciencia ficción que escribimos entre los dos: Los controladores. Gonzalo y yo somos unos frikazos y nos gusta trabajar juntos, así que sin más y sin editorial, nos pusimos a trabajar en él.

Gonzalo Torné: De hecho, en estos doce años es raro el semestre en el que no hayamos barruntado algún proyecto. Desde la segunda parte de Tannhäuser hasta Haller (que hubiese sido nuestro mejor cómic), pasando por historias cortas y un serial del espacio. Dado que tanto Sandoval como yo somos bastante resolutivos en otras áreas de nuestro trabajo, gran parte del retraso se debe a que la edición de tebeos en España, Francia, Bélgica y los Estados Unidos es paternalista hasta el aburrimiento. Tienen una idea nítida de lo que debe ser una historieta (una visión, a menudo, desmentida por la cuenta de resultados) y, francamente, ¿para qué repetir historias que han sido escritas y dibujadas miles de veces? En Reservoir Books han heredado de Literatura Mondadori el hábito de tratar a los autores que contratan como sujetos intelectualmente maduros. Esta inusual libertad creativa ha sido un aliciente decisivo para terminar.

Toni Boix: ¿La dilatada gestación de esta obra ha hecho que variase algo de lo que teníais planificado para ella en un principio?

Sergio Sandoval: Al tener que trabajar para Fenix a media jornada, para DDT y otras mil cosas, se nos alargó el proyecto un año más de lo pactado. A pesar de ello, la obra se mantuvo con la misma esencia con la que la iniciamos. No cambiamos nada sobre la marcha ya que Gonzalo siempre tiene las ideas muy claras.

Gonzalo Torné: Sí, apenas cambiamos nada. El concepto y la planificación de página eran sagrados. Al final, de pura exigencia cada mes que pasaba, yo quitaba un par de frases, y Sergio añadía un decilitro de sangre. Un año más y hubiésemos publicado un tebeo mudo y completamente rojo.

Ciertamente, en Ranko Kameran no falta la sangre
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Toni Boix: Ranko Kameran parece tener un fuerte componente de ejercicio de estilo visual y prosístico. ¿Por qué escogisteis esta aproximación lírica, de profundización emocional alrededor de unos pocos acontecimientos cuya contextualización apenas se apunta, en vez de optar por un enfoque más narrativo?

Gonzalo Torné: Buena pregunta. Igual que hay medios de transporte que se asocian a un sentimiento: el coche a la libertad, el avión con el miedo, el tren con la contemplación del paisaje… la clase de historia que eliges contar te impone un tempo. En RK hemos intentado aflojar esta servidumbre, más que oponer lirismo/narrativa intentamos que el lector no sepa cuando vamos a acelerar y cuando vamos a frenar, cuando se hará un silencio, cuando una conversación, cuando nos metemos en el cliché, cuando vamos a salir…

Sergio Sandoval: El motivo por el que me gusta trabajar con Gonzalo es ese: dota de una profundidad poética a sus personajes mientras adapta la narrativa visual a lo que él sabe que a mí me gusta dibujar. Se complementan de una manera peculiar que a mí me encanta. Él no varía su filosofía de escritura y yo tampoco cambio mi estilo de narrativa visual.

Toni Boix: Entonces, esa voluntad de descolocar al lector, asociada a esa combinación excéntrica que produce el acoplamiento de vuestras dos miradas estilísticas, ¿era hasta cierto punto un fin en sí mismo que creíais justificaría la elaboración de la obra?

Gonzalo Torné: No, claro. Un tebeo sólo se justifica si provoca en el lector las gratificaciones que asociamos a las buenas historias: un buen dibujo, un buen guión, buen diseño, buen color, buena narrativa…

Sergio Sandoval: De todas formas, el que realmente descoloca al lector es Gonzalo. Él es el constructor de esa caótica armonía en su manera de narrar. Yo me dejo arrastrar e intento potenciar esa doble dirección que llevamos los dos aunándola de manera gráfica. A veces más literal, a veces de una forma más poética… ¿como decirlo en mis precarias palabras…? Su profundidad a la hora de escribir ve más allá de lo que yo puedo ver y cuando él me muestra esos caminos ocultos, despierta en mí otro nivel, un nivel en el que no dibujo por dibujar, sino para intentar absorber y transmitir toda la esencia que pueda de cada una de sus palabras… ¡Uff, ésta me ha costado contestarla coherentemente, eh!

Un conductor sombrío, un vehículo compacto que se adentra en un escenario inhóspito, un compendio de simbolismos implícitos
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Toni Boix: ¿Qué os llevó a introducir nomenclatura ¿polinésica? en esta obra mezcla de tintes futuristas y negros?

Sergio Sandoval: Pues eso se lo preguntas a Gonzalo, que es él el que está zumbao, jijijijijij!

Gonzalo Torné: Los nombres son significativos, contribuyen a la atmósfera tanto como el color, la rotulación o el contorno de las viñetas. En el caso de Ranko Kameran ayudan a deslocalizar la historia.

Toni Boix: ¿Por qué era importante para vosotros deslocalizar la historia?

Sergio Sandoval: Si no tienes unas bases reales a las que atenerte, tienes toda la libertad del mundo. Puedes construir un mundo que se adecúe a la esencia de las historias que quieres contar y por lo tanto, no hay lastres.

Gonzalo Torné: Discrepo un poco de Sergio; no es tan sencillo. La deslocalización, las preguntas por responder, la manera cómo se responde a la preguntas… Son decisiones, digamos, estéticas, que hacen que RK sea RK y no otra clase de tebeo. Estas decisiones son una materia delicada, en parte muy deliberadas, en parte muy intuitivas, y es mejor que el autor no las manosee. Si yo me hubiese guardado una clave interpretativa o ahora me dedicase a “explicar” la historia estaría incumpliendo un pacto elemental de respeto con el lector. Nos han dado sesenta páginas para contar una historia y es lo que hemos hecho, lo mejor que hemos sabido (y no hay que identificar “mejor” con “más claro”), no hay más pistas: que el lector saque sus propias conclusiones.

Toni Boix: El hábil manejo que hacéis de las claves de tradiciones como el western, la novela negra y las distopías, así como vuestros indudables valores artísticos, permiten ubicarse con facilidad ante los acontecimientos relatados, aunque son muchos los cabos sueltos que dejáis en manos del lector para que este los desentrañe. ¿Contempláis desarrollar algunos de los frentes que quedan abiertos en Ranko Kameran en posteriores trabajos?

Sergio Sandoval: Evidentemente, esto es una presentación de mundo y personaje “sencilla”. Tenemos escritos 3 guiones más que complementan a este y se detalla mucho más todo lo sucedido en este primer tomo. De todas formas, yo siempre le insisto a Gonzalo que expliquemos más las cosas y él siempre me dice que no tratemos al lector como si fuera estúpido. Él es el guionista, así que yo CHITÓN.

Gonzalo Torné: Está bien visto lo del baile de géneros. No tengo ningún reparo a los finales abiertos, mucho menos a las historias con zonas oscuras. Cuando entras en un trabajo nuevo o conoces a la familia de tu novia no tienes toda la información sobre el pasado ni sobre cuáles son las auténticas relaciones presentes, todo se ilumina progresivamente, despacio. En Ranko Kameran el lector entra en un mundo nuevo donde hay tantas acciones directas como insinuaciones y supuestos. De cómo interprete el lector esos claroscuros dependerá mucho qué sentido dé al relato.

En cuanto a la continuidad… Yo tengo las ideas en la cabeza, pero no sé si un día se plasmarán en el papel, depende de muchas variables. Lo curioso, por ejemplo, es que muchos lectores ya no consideran una pérdida que no se haya publicado la segunda parte de Tannhäuser, han asimilado el final abrupto como el definitivo.

Toni Boix: Gonzalo, ¿hasta qué punto crees que esa asimilación del final de Tannhäuser por parte de los lectores ha sido consecuencia simplemente del “desespero” y no de los progresos en narratología que nuestra sociedad ha ido conquistando con el paso de los años?

Gonzalo Torné: Sí, sin duda, sólo espero que sea una desesperación dulce. Lo que no quita que el segmento narrativo principal de Tannhäuser (salen o no de la Ciudad Oscura y cuántos) está tan resuelto como el motivo central de RK. Si quieres, son historias cerradas que transcurren en mundos abiertos.

Toni Boix: Siguiendo con Tannhäuser, para enlazarlo con el cometario de Sergio sobre lo de explicar más las cosas, parece evidente que desde aquella obra muchas cosas han cambiado en vuestra manera de trabajar. En el caso de Sergio se percibía entonces una fuerte influencia de Kevin Nowlan y también algo de Dave Gibbons, mientras que el guión de Gonzalo está plagado de textos, explicitaciones e, incluso, aquella especie de encadenados donde un personaje conservaba una misma postura de una viñeta a la siguiente y que tan de moda se pusieron con Watchmen. ¿Dónde quedó todo aquello y, en el caso de alguien como Gonzalo que se está labrando una carrera como novelista, por qué esa tendencia a minimizar el componente textual del cómic en pro de los silencios y la narrativa visual?

Gonzalo Torné: Escribí Tannhäuser con 18 años. Recuerdo que estaba muy contento porque me había comprado un walkman con el dinero que ganaba entrenando, que el plot de Santi Navarro estaba inspirado en un manga que se llamaba Alita (y que como el nombre me daba apuro no lo leí), que discutimos mucho en casa de Joan Baranguer, que después aprendí cientos de cosas escuchando a Toni Guiral (y que hubiese aprendido miles de haber estado más atento), pero apenas recuerdo nada de los problemas de la escritura. Igual había mucho texto porque pensaba que era lo propio de un guionista, igual la historia lo necesitaba, ahora sé que hay muchas maneras de narrar, y que se puede ser bueno o un patata en cualquiera de ellas…

Toni Boix: Sergio, los muchos bocetos que se incluyen al final del tomo, así como algunos de tus trabajos con Estudio Fénix, demuestran que eres un ilustrador de trazo dúctil, expresivo y dinámico. En Ranko Kameran, al igual que en tu entintado para la serie Human Target, optas no obstante por un acabado muy detallado, preciso y contenido. ¿Qué reflexión te llevó a priorizar esos valores de realismo clasicista en detrimento de otras muchas variantes que como dibujante dominas a la perfección?

Sergio Sandoval: Me gusta el realismo clasicista, como tú dices. Cuando dibujo cómic, automáticamente me sale ese estilo. La culpa la tienen Katsuhiro Otomo y Steve Rude.

Toni Boix: Bueno, Sergio, algún otro culpable debe de haber, porque tanto Otomo como Rude optan por grafismos algo más estilizados e icónicos que el tuyo, caracterizado por el detalle y el realismo. ¿Qué es lo que crees haber incorporado de Rude y Otomo y de qué otras fuentes bebiste para construir tu estilo?

Sergio Sandoval: Otomo
me enseñó a narrar y a ver la importancia de la ambientación a través de los fondos. Steve Rude me enseñó a admirar la figura humana en su forma más natural. En como cruza una chica las piernas cuando está de pie esperando un autobús, en como apoya uno las manos en la cara mientras intenta descifrar una ecuación… Esas actuaciones corporales de los personajes te lo dicen todo de ellos y del momento en el que están. Mike Mignola me enseñó a dominar el realismo de las sombras (cuando dibujaba en esa línea, claro) y que con cuatro manchas y un buen diseño puedes conseguir muy buenos resultados. John Romita Jr. me enseñó a construir la figura humana y a moverla de una forma dinámica. Te aseguro que con estos cuatro pilares, apoyados por otros muchos de los grandes que ahora se me escapan, yo he llegado a dibujar como lo hago en la actualidad.

Toni Boix: Es curioso que menciones a Mignola y Romita Jr., dos ilustradores que a lo largo de los años han emprendido una deriva hacia grafismos muy escuetos y estilizados, algo que también Rude ha hecho en menor medida cuando se ha acercado a Jack Kirby. ¿Qué opinas de esa evolución de tus “maestros”?

Sergio Sandoval: Buena pregunta… La verdad es que son autores con muchos años de experiencia y son capaces de dibujar mucho mejor de lo que lo hacían antes. Algunos han evolucionado a un estilo con el que se sienten más cómodos o con el que disfrutan más de su trabajo. Otros han buscado la mínima expresión, quiero pensar que por el gusto de hacerlo así y no por vagancia. La verdad es que cuando llevas tanto tiempo trabajando en lo mismo y ya tienes una reputación, te puedes permitir bajar un poco el nivel gráfico para tener más tiempo para “vivir la vida”.

A mí, personalmente, me fastidia un poco este tipo de involución excepto en el caso de Rude, que a pesar de haber variado un poco su estilo en la línea de Kirby, sigue haciendo un muy buen trabajo. Romita Jr. y Mignola se han dedicado a dibujar sus “tics” es decir, su manera de dibujar por defecto, y han dejado de ofrecernos cosas nuevas.

Toni Boix: Es indudable que las aptitudes que has desarrollado durante tu periodo como diseñador conceptual para la industria cinematográfica encuentra buen acomodo en tu retrato del mundo de Ranko Kameran. ¿Qué referencias manejaste y qué contenidos deseabas vehicular a partir de tu diseño de los muchos elementos escenográficos que presenta la obra?

Sergio Sandoval: Bien, el mundo de Ranko kameran es sencillo de describir. Un mundo árido y hostil dominado únicamente por una sola ciudad. El problema era cómo mostrar visualmente el hecho de que una sola capital dominara todo un planeta. Pues bien, una tecnología evidentemente superior frente a un mundo escasamente desarrollado. El lejano Oeste, nos pareció muy acertado para el tipo de guión de corte negro que escribió Gonzalo, así que solo tuve que fusionar.

Otros escenarios, otros objetos, otros mundos...
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Toni Boix: Sobre esto que explicas, un detalle curioso de tu enfoque lo constituyen los notables espacios vacíos que se observan en tus escenarios, así como cierta decadencia material de esos mismos espacios. ¿Está este mundo escasamente poblado o sólo nos hemos asomado a un rincón dominado por unos pocos privilegiados mientras que en los arrabales –que no mostráis- se agolpa una verdadera marabunta humana?

Sergio Sandoval: Tachaaan!!! Ahí está el intríngulis amigo! Yo no puedo fastidiar el posible segundo álbum.

Toni Boix: El montaje que haces de las viñetas, jugando con los distintos grosores del espacio entre viñetas, así como la alternancia entre los momentos en los que utilizas líneas cinéticas u onomatopeyas y los que no, sugieren cambios de ritmo muy acusados en vuestra narración. Tanto es así que, utilizando un símil cinematográfico, se diría que entráis y salís con gran facilidad de la “cámara lenta”, a veces dentro de una misma escena. ¿Qué papel jugaron las indicaciones de Gonzalo Torné en estos cambios de ritmo y en qué medida vuestra manera de entender la historieta acoge formas de trasladar a este medio recursos de narrativa visual propios del cine?

Sergio Sandoval: El maestro Otomo me enseñó bien. Odio la narrativa americana en la que las cosas suceden entre viñetas. Tanto en el cine como en el Manga se puede disfrutar del movimiento y de la cámara lenta y eso es lo que siempre intento. No quiero que el lector se pierda entre un puñetazo y una patada. Quiero que vea que la colocación física del personaje después de realizar una acción es la correcta para su siguiente movimiento, es muy sencillo cortar plano, cambiar la cámara de posición y hacer lo que te de la gana mientras desorientas al lector. Eso no es narrar, es chapucear.

Un ejemplo perfecto (y ahora me mojo bien) El Batman de Christopher Nolan es una excelentísima película, es tan buena que hasta le perdono que las peleas (entiéndase golpes y patadas entre dos tipos) estén filmadas con el culo. Sin embargo, te pones una peli de Jackie Chan y disfrutas de unas peleas magistralmente filmadas. Lo mismo con la cámara lenta, no hay que tener miedo a utilizar las viñetas que sean necesarias tanto para marcar una situación calmada como para detallar una acción rápida con pelos y señales.

El ritmo narrativo oscila al son de onomatopeyas y silencios, líneas cinéticas y momentos congelados, planos continuos y planos sincrónicos
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Toni Boix: Es curioso lo que comentas de las elipsis narrativas, dado que mientras tú las evitas, Gonzalo se recrea sobremanera en ellas. ¿Cómo vivís y hasta qué punto sois conscientes ambos de esa opción disímil que tiene la entraña de vuestro trabajo y que, sin duda, le confiere buena parte de su particular factura?

Sergio Sandoval: ¡Vaya pregunticas, Toni! Gonzalo y yo colisionamos de esa forma, da ese resultado, no hay otro posible. No es que lo pretendamos o dejemos de pretenderlo, es que es así, no hay más.

Gonzalo Torné: Bueno, en el guión con el que trabaja Sandoval hay indicaciones de cómo se distribuyen las viñetas en el espacio de la página, sobre el tamaño y la disposición de los bocadillos, de los ángulos de cámara y de la composición interna de cada viñeta. El guionista no desaparece cuando los bocadillos callan, la narrativa está férreamente controlada por el guión. El dibujante debe interpretar esta partitura, ponerle carne, diseñar los detalles, darle cuerpo al lápiz y a la tinta, organizar el color… Pero no hay ninguna discrepancia, tanto las continuidades a cámara lenta como las elipsis están previstas por el guión.

Toni Boix: Es palpable el mimo con el que se han abordado distintos aspectos del diseño de página y viñeta. Concretamente, en dos viñetas distintas aparecen insinuados sendos interrogantes. El primero, formado por el humo ante el espejo frente al cual Vvlackk apagó su rostro en llamas. El segundo, integrado por la manguera de la gasolinera y la mancha de sangre en el vientre de Ooaoo. ¿Es algo casual, una simple cuestión estética u obedece a una deliberada apuesta por introducir “links iconográficos” que punteen distintas partes de vuestro relato?

Sergio Sandoval: Jajajajajajaja! Podría dármelas de artistilla listorro, profundo y místico y decirte cualquier gilipollez que se me ocurra, pero te voy a decir la verdad, no tengo ni idea de lo que estas hablando, jajajajajajaja! Pues nada, que no hay interrogantes, es puramente casual. Lo siento por los que lo hayan creído así, no somos tan guays.

¿Hay o no hay interrogantes? ¿Son del dibujante o del guionista?
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Toni Boix: Igual tu subconsciente te jugó una mala pasada. De todas formas, centrándonos en el tema del diseño de página y viñetas, ¿por qué directrices se guía tu enfoque de esta vertiente de tu trabajo?

Sergio Sandoval: Gonzalo tiene un determinado número de escenas muy muy detalladas en su paginación y esas las respeto a pies juntillas, para otras le pido permiso y para las de acción, me da carta blanca.
Me encanta la narrativa cinematográfica, de paneles alargados de punta a punta de la página, y he de reconocer que soy un carroza con la distribución de viñetas. Me gusta la simetría y lo clasicorro. Ahora con DC me he tenido que modernizar para ser más cool, pero no te creas que me hace gracia. Las viñetas te han de guiar a través de la historia y no hacer que te pierdas en un colage desordenado y caótico.

Los brazos del personaje de la primera viñeta prosiguen en los rostros, también armonizados, que se muestran en las dos viñetas inferiores
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Toni Boix: Volviendo a la colisión de vuestros respectivos enfoques y relacionándolo con lo que ahora explicabas sobre vuestra manera de determinar la escenificación de la obra, imagino que tu gusto por detallar la secuenciación influirá en el tipo de guión que te escribe Gonzalo: extensión, temática, qué elementos se explicitan y cuáles quedan implícitos… ¿Hasta qué punto habláis de esto y en qué medida condiciona tu labor, Gonzalo?

Sergio Sandoval: Gonzalo me da los detalles de lo esencialmente básico para su guión (a nivel gráfico) yo aporto todo lo demás. Me da total libertad en ese campo.

Gonzalo Torné: Siempre tengo presente para quién escribo el guión. Pero tal como lo veo, el guión no sólo debe ponerse al servicio del lucimiento del dibujante, también debe forcejear con sus inseguridades, explorar sus límites. Si no, corremos el riesgo de dormirnos todos.

Toni Boix: Aunque la naturaleza abierta y lírica de vuestro relato permite la multiplicidad de interpretaciones por parte del lector, multiplicidad sin duda deseada y alimentada por vosotros, ¿cuál es la principal idea motriz que quisisteis incrustar en el corazón de Ranko Kameran?

Sergio Sandoval: Introducción a un mundo concreto. Desarrollar un personaje cansado de sí mismo. Plantear los cimientos para las siguientes historias que se avecinan.

Gonzalo Torné: En otro sitio he dicho que RK es la historia sangrienta que Sandoval siempre quiso dibujar enmarcada en un poema de Wallace Stevens, que es una manera efectista de reconocer que el tebeo es una aproximación libre a temas que nos interesan y un intento por casar dos ideas distintas de diversión.

Supongo que el tema central es la traición, un asunto que está presente en la vida de todos nosotros a intensidades bien distintas. Está al alcance de los más fuertes y de los más débiles. Con los años te desvías, te dejan atrás o adelantas a las viejas lealtades, nos convertimos en pequeñas fábricas de traición, y de ella se desprende la venganza, cuyo articulado es mucho más complejo, a veces no hay margen, a veces la traición te reduce a la impotencia.

El poema de Stevens sobrevuela un particular rito funerario
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Toni Boix: ¿Cómo acabó encajando el poema Waving Adieu, Adieu, Adieu de Wallace Stevens en Ranko Kameran? ¿Su inclusión fue absolutamente circunstancial o, por el contrario, pretendía establecer resonancias con otros contenidos propios de la obra de Stevens como la Ficción Suprema como reemplazo de los roles que realidades caducas como la religión habían desempeñando hasta entonces?

Gonzalo Torné: El poeta latino Horacio escribió un verso que dice: “Le debemos a la muerte nuestra vida y todas nuestras cosas”. La primera parte del verso es una obviedad, pero en ese “todas nuestras cosas” Horacio repara en algo que suele pasar desapercibido, ya no es sólo el horror de tener que abandonar el mundo de las sensaciones, sino que todas las personas (amigos, enemigos, familiares) y lugares con los que contamos como un paisaje estable que debería acompañarnos mientras vivamos también las veremos distanciarse o desaparecer. RK es un ejemplo de cómo una configuración vital puede romperse, es un cómic y por tanto un show, y esa destrucción es violenta y espectacular. Pero, si lo pensamos dos veces, a diario vivimos despidiéndonos, porque alguien se va, porque cierran una cafetería o una tienda o deja de editarse una colección que seguíamos. El poema de Stevens capta de manera sobria pero muy conmovedora esa despedida cotidiana.

Toni Boix: Aparte de Wallace Stevens, Ranko Kameran presenta ciertas coincidencias temáticas y estéticas con 100 balas, una obra que –como la vuestra- también ha dilatado su conclusión en el tiempo. ¿La seguíais temiéndoos que pudiera pisaros algunas de las ideas que teníais para vuestro cómic?

Sergio Sandoval: Pues no he leído 100 balas, y creo que Gonzalo tampoco.

Gonzalo Torné: Cierto, no sé qué es 100 balas. Hará unos ocho años que no leo un tebeo, me da un poco de vergüenza, pero así es cómo han ido las cosas. No conozco las historietas que citan en las reseñas de RK. Al margen de los nombres absolutamente obvios (Moore, Miller…), mis referentes son el Jim Shooter de Los Vengadores, John Byrne, Chris Claremont, Roger Stern, de quien me leería las facturas de teléfono si se publicasen, Grant Morrison, Tom de Falco, Walt Simonson, DeMatteis… Si me ofreciesen un serial de superhéroes con un dibujante descuidado, rápido y leal remontaba a nado el Llobregat para firmar el contrato.

Toni Boix: Parecéis no estar muy de acuerdo sobre las posibilidades de continuar con esta historia. ¿Qué os haría priorizarla por delante de ese Haller o de Los Controladores, creaciones que vosotros mismos parecéis convenir en que serían más ambiciosas creativamente hablando?

Sergio Sandoval: Ranko Kameran está publicado y está teniendo una buena aceptación… ese es un buen aliciente.

Gonzalo Torné: Es que depende de tantos factores… Tiempo, dinero, oportunidad, cierto sentido de la convivencia… Cuando escribo una novela estoy en mi casa, sólo yo decido si llueve, quien se ríe, qué aspecto tendrán los personajes, si trabajan o se tumban en el sofá… ¡Y en un tebeo interviene tanta gente! Sandoval, el colorista, el entintador, el dibujante de la portada, el hombre de los colores planos, el rotulista… Tampoco es exacto que tenga tres libros más escritos de RK; no sé de dónde lo saca Sergio. Ideas hay para veinte volúmenes, pero en un tebeo el dibujante es la estrella, porque hasta que no se dibuja no hay nada. Hay que empezar a diseñar y a desarrollar para saber si las ideas son buenas, y si son malas habrá que empezar desde el principio, porque puedes maquillar a un muerto, pero nunca le devolverás la vida.

Toni Boix: ¿En Reservoir Books están por la labor de continuarla a pesar de que no os coordinasteis todo lo bien que hubierais querido en lo que se refiere a la fecha de publicación de este primer volumen?

Gonzalo Torné: No hemos hablado, pero RHM tiene los derechos de todos mis libros; ahora mismo no se me ocurre publicar en otro sitio… En cualquier caso, lo importante es que Sergio y yo coincidamos en algo que nos motive a los dos durante un par o tres de años. Y lo más importante: disfrutar del álbum, de la publicación, de las reseñas, de las lecturas, de la acogida…

Sergio Sandoval: Mira, yo lo he pasado realmente mal para preparar la obra, a última hora, deprisa y corriendo, después de que la tuvieran almacenada durante más de un año. Yo no tengo ninguna objeción en hacer segundas partes, pero habrá que mejorar algunas cosas.

Toni Boix: Por otro lado, de continuar con este relato, siendo Ranko kameran únicamente el nombre del complejo de juego donde se desarrolla esta primera entrega, ¿cómo titularíais las siguientes?

Sergio Sandoval: Sí, es cierto que el nombre del casino le da el título a este álbum, pero el nombre de Ranko Kameran tiene un significado concreto para las historias que se contarán bajo su título y es el punto de inflexión para nuestro personaje. Eso es, sí, se llamarán Ranko Kameran. ¿Cuál es su significado? Tendréis que seguir leyendo.

Toni Boix: ¡Miedo me das! Para acabar por el principio, Sergio, ¿qué motivó que no te ocuparas tú mismo de la confección de la portada de este libro?

Sergio Sandoval: Básicamente, Mondadori me dio una semana para: Preparar toda la rotulación, corregir errores míos de cuadros de texto que no estaban colocados, montar las secciones de páginas a lápiz, paginaciones, diseños de personajes y escenarios, realizar el diseño de página de estas secciones y realizar la portada. Todo esto en mitad de una entrega ajustadísima de tiempo para DC, es decir, cáscate una página al día de lápiz y tinta durante toda esa semana y además intenta hacer todo lo antes mencionado que si no, no sale la obra para la fecha. Pues nada, contraté a Iban Coello para el diseño y a Javier Pacheco para la portada. Me hubiera gustado hacer todo esto yo, pero no me arrepiento en absoluto de que estos dos monstruos se hicieran cargo de ello. Todo lo contrario, me alegro, lo han hecho mejor de lo que lo hubiera hecho yo.

Toni Boix: ¡Vaya, tu respuesta me lleva a una nueva pregunta! Ya que mencionas tu trabajo en DC, ¿qué le dirías al lector que sólo te conoce por tu labor en Tannhäuser o Deus Ex #2 que ofreces de diferente en Ranko Kameran?

Sergio Sandoval: Ranko Kameran es una obra que, a pesar de estar realizada por Gonzalo y por mí, yo considero de autor. Por lo tanto es una obra cuidada y mimada, y eso es lo que van a encontrar en ella.

Página a lápiz de Deus Ex #2
(haced click sobre la imágen para ampliarla)

Toni Boix: En los extras del final del libro puede observarse que manejasteis diseños bien diversos de Vvlackk después de su paso “por quirófano”. ¿Por qué os quedasteis con la “cara de goma”?

Sergio Sandoval: Básicamente, el trabajo de diseño consiste en “intentar sorprender” al lector, y los otros diseños que realicé sobre la máscara de C.C. ya estaban muy vistos. Yo buscaba algo muy concreto, la máscara que diese una sensación de deformidad orgánica, por eso me quedé con la de goma.

Distintos bocetos del protagonista
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

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PATER
21 julio, 2011 12:18

ya podría estar esta entrevista en el cómic Ranko Kameran a modo de extra

quitus
quitus
Lector
21 julio, 2011 12:19

¿soy yo o el color, en varias páginas de Ranko Kameran terminan por «matar» el dibujo? una lástima…

Mr. Garret
Mr. Garret
Lector
21 julio, 2011 12:30

la primera ilustracion de ranko kameran (que no la portada) que aparece en este post me recuerda poderosamente a 100 balas.
 
por cierto 80 paginas 15 pavazos mamma mia vaya atraco. y lo siento por los consumidores de comic español y europeo (yo no me encuentro entre ellos)

PATER
21 julio, 2011 13:01

eso sí, de esta edición destaco el gramaje de papel que tiene… puedes usar cada página como escudo, imposible de atravesar xD

Huckleberry
Huckleberry
21 julio, 2011 14:03

Recuerdo Tanhauser con mucho cariño. En su momento me impactó muchísimo. El chaval que yo era entonces debío releerla como quince veces. Ese ángel oscuro… La escena en que vuelven robot a uno de los protas… Uf, qué morriña 🙂 A ver si esta nuevo tebeo cae este finde… Espero que mantenga el nivel.
Ah, por cierto: muy buena entrevista. Y yo también opino que a Sandoval el B/N le sienta de maravilla.